EUNOMIA RIVISTA SEMESTRALE DEL CORSO DI LAUREA IN SCIENZE POLITICHE E DELLE RELAZIONI INTERNAZIONALI ANNO II N.S., NUMERO 1, 2013 2013 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Università del Salento Editor in Chief Antonio Donno (Università del Salento, Lecce, Italia) Scientific Board Furio Biagini (Università del Salento), Uri Bialer (Hebrew University, Jerusalem, Israel), Ester Capuzzo (Università “La Sapienza”, Roma ), Michele Carducci (Università del Salento), Daniele De Luca (Università del Salento), Ennio Di Nolfo (Università di Firenze), Antonio Donno (Università del Salento), Giuseppe Gioffredi (Università del Salento), Alessandro Isoni (Università del Salento), Giuliana Iurlano (Università del Salento), Vincenzo Lavenia (Università di Macerata), David Lesch (Trinity University, San Antonio, TX, USA), Joan Lluís Pérez Francesch (Universidad Autónoma de Barcelona), Amparo Lozano (Universidad S. Pablo Ceu-Madrid, Spagna), Monica Massari (Università di Napoli Federico II), Roberto Martucci (Università del Salento), Luigi Melica (Università del Salento), Luke Nichter (A&M Texas University, USA), Francesco Perfetti (LUISS “G. Carli”, Roma), Attilio Pisanò (Università del Salento), Fabio Pollice (Università del Salento), Ricardo D. Rabinovich-Berkman (Universidad de Buenos Aires), Bernard Reich (George Washington University, Washington, USA), Giuseppe Schiavone (Università del Salento), Teresa Serra (Università "La Sapienza", Roma), Antonio Varsori (Università di Padova), Manuela Williams (University of Strathclyde, U.K.) Editorial Staff Fausto Carbone, Giuseppe Gioffredi, Giuliana Iurlano, Giuseppe Patisso, Fiorella Perrone, Bruno Pierri, Maurizia Pierri, Attilio Pisanò, Francesca Salvatore, Claudia Sunna, Lucio Tondo, Ughetta Vergari Editorial Office c/o Corso di Laurea di Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Università del Salento-Lecce Via Stampacchia, 45 73100 Lecce (Italy) tel. 39-0832-294642 tel. 39-0832-294765 fax 39-0832-294754 e-mail: [email protected] ISSN 2280-8949 Journal website: http://siba-ese.unisalento.it/index.php/eunomia © 2013 Università del Salento – Coordinamento SIBA http://siba2.unisalento.it Sommario ANNO II n.s., NUMERO 1, 2013 NON MULTA SED MULTUM Sezione docenti e studiosi JOAN LLUÍS PÉREZ FRANCESCH Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya y su encaje constitucional p. 7 DANIELE CAVIGLIA Time to Change: The Six Day War and the Origins of Italy's Pro-Arab Foreign Policy p. 25 ANDREA FRANCIONI Dalla normalizzazione alla normalità. La partnership Russia-Cina tra realtà e percezione (1986-2008) p. 43 MANUELA WILLIAMS Between Arab Nationalism and Zionism: Fascist Politics and Propaganda in the Middle East in the 1930s p. 85 STEFANO CAMBI Hollywood e l'Informational Media Guaranty Program nel contesto della guerra fredda: promuovere per escludere? p. 123 MARIA LUISA DE BENEDETTO Quando la minaccia arriva dall'etere: la Repubblica Popolare di Polonia e Radio Free Europe nei primi anni '70 p. 163 ANNA SILVIA BRUNO A Space without Frontiers and the New Nomos of the Earth p. 195 GRADUS AD PARNASSUM Sezione studenti TEODOLINDA PASCALI La politica estera dell'Italia nell'estate del 1948: la scelta atlantica p. 221 LUCIANA BARONE Le elezioni presidenziali cilene del 1970 e la spoiling operation degli Stati Uniti p. 273 ANTONIO VISCONTI Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari p. 297 QUIS LEGET HAEC Recensioni p. 325 GLI AUTORI p. 341 Non multa sed multum Sezione docenti e studiosi Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 7-24 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p7 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Joan Lluís Pérez Francesch Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya y su Encaje Constitucional Abstract: This article maintains a concept of democratic constitution that is opposed to the inquisitorial and totalitarian constitution. The supreme norms of the Constitution cannot become an element to prohibit any initiative of a “part” to be converted into a “whole” when the constitutional reform is impossible to be carried out. On the other hand, in the sovereignist catalan process, there is a political conflict and the Constitutional Court becomes an element of the political decision to suspend a parliamentary declaration that considered the Catalan people sovereign political subject, with no legal effect. Confusing politics and law is especially serious because it helps to forget the great responsibility of rulers, which is promising to give intelligent answers to citizenship. In a democratic system, metaphysics cannot be imposed constitutional popular will. The misunderstanding of the “madrileñismo politico” is dangerous because it exacerbates a latent problem in the history of Spain, which is producing a shock of legitimacy and emotions. Keywords: Democracy; Constitutionalism; Popular consultations; Inquisition; National freedom. 1. ¿Qué es una Constitución? En las líneas que siguen me propongo poner de manifiesto que la Constitución democrática, única que responde a las exigencias de la cultura constitucional, lejos de ser un texto cerrado, categórico, como una especie de catecismo que sirve para prohibir e impedir acciones humanas, es un documento relativamente abierto que se expresa mediante palabras que hay que interpretar, llenando de contenido, en los diversos momentos históricos de su vigencia. La Constitución es un Joan Lluís Pérez Francesch texto normativo, es decir, de naturaleza prescriptiva y jurídica, que se propone regular la vida política en el seno de un Estado. Para alcanzar dicho objetivo, ostenta la supremacía formal y material del ordenamiento jurídico, y también está protegida por la rigidez en caso de reforma, de modo que se persigue su estabilidad. La Constitución se reforma cuando es imprescindible, pero debe ser interpretada siempre. La interpretación del texto constitucional es una actividad diaria, realizada por los poderes públicos y los ciudadanos. Cuando afirmamos que la Constitución siempre debe ser interpretada, ponemos énfasis en que eso no lo hace sólo el Tribunal Constitucional, aunque su interpretación es ciertamente la suprema y más vinculante. Todos los poderes públicos y cualquier persona interpretan la Constitución (y el derecho, en general) cuando la aplica. Ahora bien, los poderes públicos están obligados a desarrollar la Constitución y eso les dota de una gran responsabilidad, de llevar a cabo todas las potencialidades que se derivan del texto constitucional. Los ciudadanos, nos debemos limitar, como mínimo, a no vulnerarla. Por otro lado, las constituciones democráticas han consagrado cada vez con más fuerza la democracia representativa, la que deriva de las elecciones, y parece que no acaban de encontrar salidas para una concepción más deliberativa y participativa de la democracia, de especial gravedad en los actuales momentos de crisis. Este es un reto muy actual y que hace años que se teoriza: el paso de la democracia gobernada a una democracia gobernante. Hoy, si bien la gran opción política es la selección de los gobernantes por la vía electoral, nadie niega que la democracia sea mucho más que eso. En todo caso, la Constitución democrática se nos muestra como un campo de juego de las diversas posibilidades que se mueven dentro del sistema político y que se ofrecen a los electores en las diversas elecciones. En este contexto, quisiera plantear una primera perplejidad: ¿es posible un sistema democrático sin demócratas? ¿Puede subsistir una democracia sin cultura democrática? En el caso español me parece una pregunta muy adecuada cuando se escriben estas páginas, por el colapso institucional al que, en mi opinión, se ha llegado, a causa de una corrupción sistémica, una crisis económica deshumanizadora, unas tensiones territoriales injustas, un descrédito mayúsculo de la política, que hacen inviable el Estado surgido de la transición de 1977. La Constitución española de 1978 se quiere interpretar a juicio de algunos, 8 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya desde la concepción del madrileñismo político como una constitución totalitaria e inquisitorial, en la que determinados elementos metafísicos como la unidad nacional o la soberanía nacional española son concebidos como elementos apriorísticos, inmutables, no interpretables, no adaptables a las circunstancias. Y así, la propuesta de hacer una consulta sobre la voluntad del pueblo de Catalunya de convertirse en un nuevo Estado, es un anatema propio de la mayor de las herejías. Ni la libertad de expresión (y de conciencia) parece tener cabida en esta concepción. La palabra “inconstitucional” es una palabra mágica que sirve para ignorar el debate político, para hacer ver que no hay ningún problema de fondo estructural, y en el caso que ahora analizamos, para ridiculizar o menoscabar los partidarios del "derecho a decidir”. En el fondo, bajo esta mentalidad radica, a mi juicio, una ausencia peligrosa de concepción democrática. ¿Quién puede prohibir una consulta, si es demócrata? ¿Por qué se usa la Constitución para ello? ¿Por qué se judicializa una cuestión política y no se admite el más mínimo diálogo? De hecho, la concepción totalitaria e inquisitorial de la Constitución, incluso la concepción de una especie de purismo constitucional fue elaborada por el think tank del PP, la FAES (Fundación para el análisis y los estudios sociales), cuando adaptó el "patriotismo constitucional" de Habermas, profundamente republicano en la formulación originaria, en un panfleto para hacer de la Constitución española un "arma arrojadiza", en contra del nacionalismo vasco, con éxito durante la frenada en seco que el gobierno del PP (con el apoyo gustoso del PSOE) le hizo al plan Ibarretxe. 1 Curiosa interpretación de la constitución, para excluir a los nacionalistas "periféricos", considerados como de segunda categoría, irrelevantes, enloquecidos, gente desviada, con pretensiones necesariamente inconstitucionales. Así, porque se trata de pretensiones, que no deben llegar a realizarse. Todo en nombre de una idea cerrada, excluyente y abusiva de la Constitución. 1 Véase J.L. PÉREZ FRANCESCH – M. D’ONGHIA, La posición del Tribunal Constitucional español ante la Ley de Partidos y ante el Plan Ibarretxe, a V. TONDI DELLA MURA - M. CARDUCCI - R.G. RODIO, a cura di, Corte costituzionale e processi di decisione politica, Torino, Giappichelli, 2005. 9 Joan Lluís Pérez Francesch Esta idea de Constitución, en la lógica antidemocrática, parece que vuelve a la mente de los gobernantes madrileños, ahora con el proceso soberanista abierto tras las elecciones del 25 de noviembre de 2012 en Cataluña. Es una concepción de un constitucionalismo militante, agresivo, que no deja mucho margen a la disidencia, como se demuestra en la voluntad de impugnar por la vía del art. 161.2 CE y del Título V LOTC 2 «la declaración del Parlamento de Cataluña en relación a la afirmación soberana del pueblo de Cataluña».3 No hay la más mínima "deferencia" al Parlamento, pilar del constitucionalismo democrático. El centro de gravedad se sitúa en el Gobierno y en el Tribunal Constitucional, jurisdiccionalizando la política, por no decir, evitándola, destruyéndola, y convirtiéndola en objeto de los tribunales y especialmente del Tribunal Constitucional, de trayectoria penosa en relación a Cataluña a partir del proceso que llevó a la sentencia contra el Estatuto de Autonomía. No se recuerda, así, que la interpretación de la Constitución, en la medida que tiene mucho que ver con la Libertad política debe hacerse desde los parámetros del "favor libertatis" y no desde el dogmatismo metafísico de los grandes conceptos como la soberanía nacional, la unidad de España o de otros, que en todo caso, no impiden lecturas más favorables al "derecho a decidir", a la integración plurinacional dentro de las estructuras estatales, o en definitiva a la libertad nacional de Cataluña. La Constitución es un texto abierto, desde el que se debe posibilitar hacer política. Hoy, en relación al proceso soberanista catalán parece que esto se ha olvidado. La Constitución no es un programa de gobierno para excluir determinados colectivos o hechos nacionales. 2 Véase J.L. PÉREZ FRANCESCH, La impugnación de disposiciones y resoluciones autonómicas sin rango de ley, Working Papers, n. 263, ICPS, 2007. 3 Declaración de soberanía y del derecho a decidir del Pueblo de Cataluña, 23 de enero de 2013. Véase una explicación de esta Declaración en J. VINTRÓ, La Declaración de soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña: un apunte jurídico, en «Blog de la Revista Catalana de Derecho Público», 7 de febrero de 2013. Según este autor, la Declaración proclama la soberanía del pueblo de Cataluña pero no conlleva el ejercicio de esta soberanía. Además, debemos recordar que no es la primera Declaración en este sentido, aprobada por el Parlamento de Cataluña. 10 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya Cuando se sostiene esta idea a mi juicio se está actuando de forma inconstitucional, dado que la Constitución sólo tiene sentido cuando se liga con la democracia. En relación a Cataluña, la desafección hacia la Constitución española – a pesar de la participación activa del nacionalismo catalán en el proceso constituyente, mucho más que otros grupos que presentan ahora la fe del converso –, ha ido aumentando en los últimos años, a raíz del fracaso del estatuto de 2006, y el triste papel de un tribunal constitucional que mareó la perdiz durante tres años para finalmente cargarse la espina dorsal del texto estatutario y el sentido plurinacional de la propuesta, tensionando al máximo con su composición permanentemente “provisional” las condiciones admisibles para una sentencia dictada con legitimidad constitucional. Podemos decir que «un Tribunal Constitucional, de dudosa legitimidad constitucional, se cargó de cuajo un proceso estatutario formalmente impecable, destruyendo la obra de tres cámaras parlamentarias y una votación popular directa, todas favorables al texto aprobado». Su sentencia 31/2010, muestra la falta de fe en un encaje de Cataluña estatutariamente y constitucionalmente digno, como lo demuestra sintomáticamente que la referencia a Cataluña como nación se sitúe según la sentencia del tribunal constitucional en un preámbulo del EAC sin valor jurídico, insistiendo en ello (sic). Se ha abierto a partir de 2010 y aún más a partir de la gran manifestación del 11 de septiembre de 2012 una nueva etapa en las relaciones entre Cataluña y el conjunto del Estado español. Los puentes institucionales están rotos, y la crisis económica con las limitaciones financieras de la Generalitat ha crispado los ánimos al máximo, iniciando una decantación independentista de consecuencias todavía impredecibles. En estas circunstancias, el profesor J. Pérez Royo, en un artículo publicado en el diario «El País» afirma que no se puede pedir a los catalanes que tengan una voluntad distinta de la que tienen. Y sigue diciendo que el rechazo al binomio Constitución-Estatuto de Autonomía como fórmula para resolver la integración de Cataluña en el seno del Estado tras la sentencia del Estatuto es inequívoco. Afirma que se ha roto el bloque de constitucionalidad que conforman estas dos 11 Joan Lluís Pérez Francesch normas jurídicas tan trascendentales: «Es legal, pero carece de legitimidad para ordenar la convivencia en el interior de Cataluña y las relaciones entre Cataluña y España. Y carece de legitimidad porque los destinatarios de dicho bloque de constitucionalidad en Cataluña no lo quieren. Y así lo han dicho mediante el, ejercicio del derecho de manifestación y en dos elecciones consecutivas, con un mensaje cada vez más rotundo». 4 Juan José Lopez Burniol, en «La Vanguardia» también ha escrito que se ha roto hoy el bloque de constitucionalidad, como lo demuestran los resultados de las elecciones del pasado 25-N.5 2. El escenario jurídico-constitucional de la consulta A pesar de todos los esfuerzos que algunos sectores políticos hacen para presentar una consulta sobre el derecho a decidir, la autodeterminación de Cataluña, o como le queramos decir, la realidad es que nada impide que ésta pueda celebrarse. Nada, en términos jurídicos. Cualquier cosa en términos políticos. Quiero decir que si el gobierno central, que es quien tiene la competencia para convocar una consulta referendataria, o para delegar en el de la Generalitat de Catalunya, no mueve ni un dedo, está claro que la consulta no se hará, y punto. Otra cosa es si esta reacción es democrática o totalitaria, en línea con lo que ya hemos comentado en el apartado anterior. Analicemos el tema con un poco más de detalle. El art. 1.2 CE afirma que «la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado». El art. 2 CE dice: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española», y «reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran». El art. 92 CE regula el referéndum consultivo, remitiendo al legislador orgánico (LO 2/1980, de 18 de enero) la regulación concreta, en la que destacan la competencia de convocatoria por parte del Gobierno central, con autorización del 4 J. PÉREZ ROYO, Quiebra de la Constitución, en «El País», 4 de enero de 2013. Véase J.J. LÓPEZ BURNIOL, El derecho a decidir (2), en «La Vanguardia», 9 de febrero de 2013. 5 12 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya Congreso de los Diputados y la posibilidad de delegar la celebración de una consulta a los gobiernos autonómicos, como ya he dicho. La referencia a la Constitución española debe completarse con el art. 168 CE, el procedimiento agravado para la modificación de elementos estructurales del Estado, como los principios del título preliminar, el núcleo duro de los derechos fundamentales (la sección primera del capítulo segundo del título primero-arts. 15 a 29 CE -), el Título II relativo a la Corona, o una revisión total del texto constitucional. En ese supuesto será necesario que las cámaras adopten el acuerdo de iniciar la reforma por 2/3 de cada una de ellas, se convoquen elecciones, las nuevas cámaras ratifiquen por igual mayoría cualificada la conveniencia de la reforma, la impulsen y acuerden, para acabar finalmente con un referéndum preceptivo. Hay que recordar los procedimientos de reforma constitucional en España, en los que nada está impedido, pero según este art. 168 CE la reforma es muy difícil, dado que supone la imposibilidad de reformar el texto constitucional, en la práctica, para aquellos grupos políticos nacionalistas, siempre minoritarios, que difícilmente por no decir nunca, tendrán el apoyo de los dos grandes partidos autoproclamados "nacionales" (sic). Estos responden a demandas que no les satisfacen, como profundizar en asimetrías o reestructuraciones territoriales, con el cinismo de remitir a una reforma constitucional, sabiendo que los partidos minoritarios nunca tendrán la mayoría suficiente para modificar el texto, convirtiéndose así en partidos de segunda categoría, minorías estructurales permanentes, a los que el sistema político no ofrece ninguna solución a sus demandas. De esa manera se convierten en problemas permanentes, que distorsionan la lógica los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, y otros que puedan destacar en el futuro. Por otro lado, hemos de recordar que el actual Estatuto de Autonomía de Cataluña permite la celebración de consultas, regidas por su propia legislación, las cuales no son vinculantes, como tampoco lo es el referéndum consultivo. Si no se puede convocar un referéndum según el art. 92 CE, o en su caso elaborar una ley orgánica específica 13 Joan Lluís Pérez Francesch que permita la celebración de una consulta referendataria en Cataluña ad hoc, se plantea la celebración de una consulta según el art. 122 del EAC, siempre circunscrita a las competencias estatutarias de la Generalitat de Cataluña. Ante el "frontón" estatal esta parece una opción posible, por la "espada de Damocles" que el Estado ejercerá continuamente, llevándolo todo al Tribunal Constitucional.6 En todo caso, en relación a la hipótesis de celebrar una consulta, nos planteamos desde aquí la siguiente pregunta, que deseamos no sea pura retórica: «¿Puede el Estado español, ignorar permanentemente la voluntad de una parte de sus ciudadanos, que nunca tendrán la representatividad suficiente para que triunfe una reforma constitucional?». Por otro lado, si somos realistas podemos entender que en el contexto actual no parece fácil que puedan darse las condiciones políticas para una consulta de acuerdo con el marco anterior, aunque considero que nada lo impide jurídicamente, si se hace una lectura generosa con las libertades públicas y con la propia esencia del constitucionalismo democrático, que es dar respuestas a las demandas sociales – en este caso nacionales – de la ciudadanía. «La cultura democrática no casa bien – no dejaré de insistir – con prohibiciones de contenido metafísico, cuando una pretendida "parte" quiere convertirse en un "todo" soberano», y cuando –como acabamos de ver – no resulta posible acudir a las vías de la reforma constitucional para redefinir el estatus político-institucional de una "parte" que se expresa mayoritariamente con el deseo de convertirse en un "todo" soberano propio. Como afirma el profesor Rubio Llorente, en un artículo publicado en el diario «El País»,7 «es deber del Gobierno contribuir a la búsqueda de vías que permitan llevarla a cabo (la consulta) de la manera menos traumática para todos; sin violar la Constitución, pero sin negar 6 Se ha sostenido que el principio democrático exigiría al Estado dar una solución a la demanda de una consulta por parte de la Generalitat de Catalunya. Véase D. FELIU, Manual per la independencia, Barcelona, Angle editorial, 2013, p. 137, y ss. 7 F. RUBIO LLORENTE, Un referéndum para Cataluña, en «El País», 8 de octubre de 2012. 14 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya tampoco la posibilidad de reformarla si es necesario hacerlo». Para continuar afirmando: «Si una minoría territorializada, es decir, no dispersa por todo el territorio del Estado, como sucede en algunos países del Este de Europa, sino concentrada en una parte definida, delimitada administrativamente y con las dimensiones y recursos necesarios para constituirse en Estado, desea la independencia, el principio democrático impide oponer a esta voluntad obstáculos formales que pueden ser eliminados. Si la Constitución lo impide habria que reformarla, pero antes de legar a ese extremo, hay que averiguar la existencia, y solidez de esa supuesta voluntad. Una doctrina que hoy pocos niegan y cuya expresión más conocida puede encontrarse en el famoso dictamen que la Corte Suprema de Canadá emitió en 1999 sobre la legitimidad de la celebración de un referéndum en Quebec (que, dicho sea de paso, los independentistas perdieron por poco más de 50.000 votos)». Las escasas simpatías que dicho profesor debe sentir por el proceso soberanista catalán no le impiden afirmar que nada desacredita más a la Constitución española que convertirla en un dogma de fe según el cual toda propuesta de consulta en Cataluña esté prohibida y cualquier iniciativa catalana sea condenada al baúl de los recuerdos, o pasarle la “patata caliente” a un desprestigiado Tribunal Constitucional. Paralelamente, habrá que buscar apoyos en Europa y en el mundo, en un punto en el que no hay precedentes de una situación como ésta en la vieja Europa. La apertura hacia el derecho internacional es otro elemento a tener en cuenta de cara a la celebración de una consulta sobre el derecho a decidir. Recordemos el art. 10.1 CE cuando sostiene que la declaración de derechos que consagra la Constitución tiene un contenido constitucionalmente declarado en el que también forman parte las declaraciones y tratados internacionales suscritos por el Estado español. La Carta de la ONU y los Pactos Internacionales sobre Derechos civiles y políticos (de 1966, ratificados por España en 1977) consagran el principio de la libre determinación de los pueblos, y sobre todo que los conflictos que se puedan generar en el seno de un Estado se resolverán de acuerdo con el derecho interno. 15 Joan Lluís Pérez Francesch En el ámbito del derecho de la Unión Europea hay que recordar que el art. 4 del Tratado de la Unión Europea sostiene que la integridad territorial es una cuestión interna propia de los Estados miembros, y que por tanto los órganos europeos no se pronunciarán a priori. Además, los procedimientos de lo que se ha llamado "ampliación interna" podrían posibilidad acoger en el seno de la Unión, nuevos Estados provenientes de la secesión de otros. Estamos ciertamente en escenarios nuevos y muy abiertos que, en principio, deberían desarrollarse en aplicación de disposiciones internas de los Estados y con altas dosis de negociación política,8 para generar procesos políticos amparados en el principio de legalidad. Como escenario de futuro, en el caso de una hipotética secesión de Cataluña respecto de España y la pertenencia a la Unión Europea, no olvidemos que según el art. 13.2 CE, ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad, 9 de manera que los ciudadanos del nuevo Estado catalán mantendrían la nacionalidad española. ¿Alguien cree que es lógico afirmar que un futuro Estado catalán estaría fuera de la Unión Europea, con unos nacionales que seguirían siendo españoles y como tales seguirían siendo ciudadanos europeos?10 3. ¿Choque de trenes o diálogo? Necesitamos gobernantes inteligentes, que den respuestas a demandas estructurales, identitarias y espirituales de la ciudadanía. Que entiendan que su función no es sólo prohibir, impedir, ni jugar sucio. Así es la política responsable y con mayúsculas, a la que los ciudadanos tenemos derecho, como un exigencia de la propia Constitución democrática. 8 Véase esta conclusión, a X. PONS RÀFOLS, Legalidad internacional y Derecho a decidir, en «Blog de la Revista Catalana de Derecho Público», 18 de febrero de 2013. 9 Véase E. SAGARRA TRIAS, La nacionalitat espanyola i la ciutadania europea dels catalans en un futur estat, en http://eduardsagarra.blogspot.com.es/2012/11/lanacionalitat-espanyola-y-la.html. 10 Esta idea de una Europa de ciudadanos y no sólo de Estados en, A.-C. PEREIRA MENAUT, Pertenencia a la UE y derecho de autodeterminación, en «Diario Jurídico», 27 de febrero de 2013. 16 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya Para prohibir todo no haría falta tener ni políticos ni gobernantes. Para no escuchar las demandas populares y parlamentarias tampoco. El profesor Carles Viver, en un artículo publicado en «La Vanguardia» del día 10 de noviembre de 2012, antes de las últimas elecciones catalanas, concluía: «La autonomía de Generalitat es más una autonomía administrativa, de mera gestión de políticas ajenas, que una autonomía verdaderamente política. Y el proceso recentralizador que vivimos en los últimos años no hace más que agravar este problema. En cualquier caso, es una cuestión que debería tenerse muy presente a la hora de debatir o no que Cataluña tenga un Estado propio». 11 Aparte de la actual crisis económica, de las dificultades presupuestarias y de financiación de la Generalitat, hay un problema estructural que es la calidad de la autonomía política, la constante tensión con el Estado central para reivindicar ámbitos estatutarios propios, la subordinación de Cataluña a un Estado que no sólo no reconoce su hecho diferencial sino que lo agua al máximo. La desafección es política, simbólica, y también económica, en la medida en que una parte importante del pueblo de Cataluña considera que España no trata bien a Cataluña. La misma apelación al hecho nacional catalán es negada y discutida sistemáticamente. Desde los círculos de la política madrileñista (y también en los sectores empresariales y eclesiásticos, por ejemplo) se niega rotundamente que Cataluña sea una nación, en contra de un sentimiento mayoritario en Cataluña. Es una percepción de que son «“los otros” los que nos definen a “nosotros”». A menudo el lenguaje político emplea expresiones como "nacional" para contraponerlo a "nacionalista", una perversión excluyente, antidemocrática, prepotente. Y todavía me parece más aberrante la expresión "nacionalismo periférico". ¿De dónde sacan la legitimidad constitucional para considerar determinadas opciones sustancialmente de segunda categoría? La incapacidad para comprender otras realidades aparte de la propia, 11 C. VIVER PI-SUNYER, No es sólo la economía, en «La Vanguardia», 10 de noviembre de 2012, p. 21. 17 Joan Lluís Pérez Francesch otras cosmovisiones, es un problema latente de España y de sus élites, hasta el punto que la comprensión del pluralismo es inexistente. Un pluralismo que es mucho más profundo que el "regionalismo bien entendido". En esto coinciden derecha e izquierda, y los medios de comunicación madrileños autoproclamados nacionales. Últimamente, la obsesión contra Cataluña es diaria. La voluntad deliberada de ofender, también. No es admisible, en mi opinión, pretender identificar Madrid con España. Es inconstitucional. Las difamaciones mediáticas como las producidas por el diario «El Mundo» pocos días antes de las elecciones del 25-N de 2012, acusando al presidente Mas de tener cuentas en Suiza, algo que nunca ha sido probado y además basado en documentos que se ha reconocido que no existen, produjeron un cortocircuito que consiguió torcer el proceso electoral, sin que nadie institucionalmente asumiera ninguna responsabilidad.12 El 23 de enero de 2013, el Parlamento de Cataluña vota la Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña, como documento simbólico del inicio del proceso para hacer efectivo el derecho a decidir. Se afirma la soberanía del pueblo de Cataluña, como sujeto político y jurídico, la legitimidad democrática del derecho a decidir, el diálogo y la negociación con el Estado, con las instituciones europeas y con el conjunto de la comunidad internacional, el respeto a los marcos legales existentes, como aspectos más destacados. Se trata de una declaración institucional, programática, sin un valor jurídico inmediato.13 El derecho a decidir sería una forma de 12 La campaña en contra de la independencia de Cataluña es mediática, e incluso utiliza recursos institucionales (impugnación gubernamental, ante el Tribunal Constitucional de la declaración del Parlamento de Cataluña sobre la soberanía y el derecho a decidir del pueblo de Cataluña, después de despreciarla), presiones al fiscal jefe de Cataluña hasta obligarle a presentar la dimisión, aparición sobrevenida de escándalos como las escuchas ilegales por la empresa Método 3, abonar sospechas de corrupción sobre algunos líderes políticos catalanes sin pruebas, incomparecencia gubernamental por informes y documentos no firmados que imputan delitos a políticos catalanes, etc. La campaña, bien orquestada puede haber hecho entrar en funcionamiento incluso el Centro Nacional de Inteligencia y algunos grupos policiales especializados. 13 Véase, Matices a una declaración, en «La Vanguardia», 27 de enero de 2013, p. 20. La Declaración fue votada por CiU, ERC, ICV-EUiA, 1 diputado de la CUP, y mostró la 18 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya apelar a la autodeterminación, la soberanía del pueblo de Cataluña como ente político y jurídico entraría en conflicto con lo dispuesto en la Constitución española (art.1.2 CE), pero el texto es una mera declaración programática sin efectos jurídicos, a pesar del gran valor simbólico que tiene. Esta iniciativa fue aprobada por 87 de los 135 diputados del Parlamento de Cataluña. Tras los preceptivos informes en contra de la Abogacía del Estado y del Consejo de Estado, el Gobierno central decide impugnar la Declaración el 8 de marzo de 2013, mediante la vía establecida en el art. 161.2 CE. Entiende que tiene efectos “ad extra” y que afecta a artículos como 1.2, 2, 9 y 168 CE. El sentido de la impugnación del Gobierno, que conlleva la inmediata suspensión de la Declaración, por lo menos durante cinco meses, es en mi opinión de tipo “preventivo” (lo cual podemos considerar que no se prevé ni en la Constitución ni en la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional), ya que el Gobierno central entiende que existe una finalidad que es inconstitucional. Flaco favor le hace al Tribunal Constitucional, que es metido en medio de un juego más político que otra cosa, y que se quiere presentar como discusión jurídica. Sorprende que se pueda considerar que un Parlamento, en el pleno uso de sus facultades, no pueda hacer declaraciones expresando libremente lo que la mayoría de diputados vota, y que además se considere inconstitucional el inicio de un camino en el que aún no se ha dado ni un solo paso. Vuelve a aparecer el constitucionalismo inquisitorial, en nombre de la Constitución, como documento que impide el ejercicio de la libertad de expresión o el hecho de hacer política, lo cual es una necedad. Miopía madrileñista en estado puro.14 ruptura de la disciplina de voto en el grupo del PSC con 5 diputados que no votaron (y por tanto no votaron en contra). 85 votos a favor, 41 en contra y 2 abstenciones. 14 Véase el planteamiento crítico contra el madrileñismo en O. PAZOS, Madrid es una isla. El Estado contra la ciudadanía, Barcelona, Libros del Lince, 2013. 19 Joan Lluís Pérez Francesch El 13 de marzo, el Pleno del Parlamento de Catalunya aprueba una segunda Declaración, votada por 10415 de los 135 diputados, a favor del derecho a decidir. El PSC, roto en la anterior Declaración, impulsa ahora la presente, que insta al Gobierno de la Generalitat a dialogar con el Gobierno central para poder pactar una consulta legal. El 77% de los diputados vota ahora a favor. La voluntad política, expresada en sede parlamentaria de convocar una consulta en Cataluña queda así nítidamente definida. Mientras tanto, el procedimiento abierto actualmente en el Tribunal Constitucional, que se encuentra en fase de admisión a trámite, se centra en la posible inconstitucionalidad de una declaración institucional en sede parlamentaria que afirma que Cataluña es un sujeto político soberano. En un gesto insólito el TC solicita a la cámara catalana que aclare cuál de las dos declaraciones “está vigente” y si «una es continuación de la otra». De hecho la segunda no habla de soberanía sino de realizar una consulta, por lo que parece que al Alto Tribunal esta “cesión del problema” que le ha endosado el Gobierno le está desconcertando. Insisto, flaco favor que el Gobierno está llevando a cabo para una cabal comprensión de la Constitución democrática. La respuesta del Parlamento de Cataluña es que son declaraciones institucionales distintas, complementarias y que en todo caso su naturaleza es política, sin que pueda haber controversia constitucional. Sin embargo, el Gobierno central pretende extender su impugnación a cualquier actuación que se haga desde el Gobierno o el Parlamento catalanes, como con la reciente creación gubernamental de un «consejo asesor para la transición nacional» al que se le encargarán estudios y dictámenes. Pero volvamos a la consulta. Recordemos que por la vía del referéndum (autorización o delegación del Estado) o de las consultas no refrendatarias reguladas en el EAC, hay mecanismos jurídicos para 15 El texto es el mismo que uno que a instancias del PSC se rechazó en el Congreso de los Diputados y que propició una diferencia de voto de los diputados del PSC integrados en el seno del grupo socialista del Congreso. Los 104 votos a favor son: CIU, ERC, PSC, ICV-EUiA), frente a 27 en contra (PP y C’s), y 3 abstenciones (CUP). 20 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya llevarla a cabo. 16 Objetivamente, sin ningún problema de constitucionalidad. Otra cosa es que cualquier iniciativa sea abocada al fracaso por la insistencia y la persistencia del Gobierno central de no mover ficha. Juan José Lopez Burniol, en el artículo publicado en «La Vanguardia» citado más arriba, defiende la necesidad de convocar una consulta en el marco de la ley, aspecto sobre el que coincido totalmente. Y para que esto sea posible, «hay que exigir también que el Gobierno central haga todo lo posible para garantizar el cumplimiento de la ley». Hay que cumplir la ley orgánica del referéndum, o en su caso, la de consultas en Cataluña, y no esconderse en grandes palabras, como que es inconstitucional, dado que la Constitución no dice nada en contra de la celebración de una consulta sobre el derecho a decidir en Cataluña. Hay que cumplir la ley, permitir que la ley sea el instrumento racional para regular los procesos que democráticamente la ciudadanía quiere impulsar, y si conviene, hacer las adaptaciones y los ajustes pertinentes. Esto debe ser así como consecuencia del constitucionalismo democrático. En palabras de López Burniol: «hay que cumplir la ley, por tanto, con espíritu abierto y voluntad de concordia». El Gobierno español no muestra ninguna voluntad de diálogo, inspirado en la doctrina FAES y en la concepción de defensa “nacional” de la Constitución, que en mi opinión, el texto constitucional no le otorga. El españolismo rancio y casposo se desenvuelve sin límites en las instituciones estatales-madrileñas, patrimonializándolas indebidamente. España vista desde Madrid no es España. La miopía se acerca a la ceguera. En este contexto, cabe destacar, aparte de los 16 Es interesante el informe del Institut d’Estudis Autonòmics de la Generalitat de Catalunya, donde se exploran diferentes soluciones: INFORME SOBRE ELS PROCEDIMENTS LEGALS A TRAVÉS DELS QUALS ELS CIUTADANS I LES CIUTADANES DE CATALUNYA PODEN SER CONSULTATS SOBRE LLUR FUTUR POLÍTIC, Barcelona, 11 de març 2013 en http://www20.gencat.cat/portal/site/governacio/menuitem.63e92cc14170819e8e629e30b0 c0e1a0/?vgnextoid=cba403510aa05310VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel =cba403510aa05310VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=default. Véase también, E. MARTÍN, El referéndum y las consultas populares en las comunidades autónomas y municipios, en «Revista Vasca de Administración Pública», 94, septiembrediciembre 2012, pp. 95-131. 21 Joan Lluís Pérez Francesch intentos reiterados para flexibilizar la ley reguladora del referéndum, la propuesta de resolución rechazada en el Congreso de los Diputados, el 26 de febrero de 2013, que instaba al Gobierno central a iniciar un diálogo con el Gobierno de la Generalitat para posibilitar la celebración de una consulta a la ciudadanía de Cataluña sobre su futuro. Al voto favorable de CiU y de ICV-EUiA, se añadió el de los diputados del PSC (menos uno) que votaron por primera vez de manera diferente al resto de sus compañeros del grupo socialista.17 Se visualizó un choque de voluntades, entre la minoría catalana y una autista mayoría del PP, PSOE y otros grupos menores a nivel español. Mayoría parlamentaria española y mayoría parlamentaria catalana frente a frente. ¿Y ahora qué? El choque de trenes está servido, y la lectura restrictiva (y restriñida) de la Constitución también. El activismo gubernamental responde a intereses oscuros y chulescos, entre la hidalguía y el descaro del madrileñismo político.18 4. Conclusión: el derecho a la inteligencia y a la esperanza No hacer uso de la Constitución en vano, no mentir confundiendo derecho con política, no confundir Madrid con España, ni el dinero del capitalismo castizo-en ocasiones meros "sobres" – y privilegios de una casta dominante, ni los dos grandes partidos españoles, con el respetable juego democrático pluralista. Quizá nos sobran políticos y nos faltan gobernantes. Y falta también cultura democrática, la del respeto, la tolerancia y el diálogo. No hay españoles de primera ni españoles de segunda, aunque algunos se han 17 Véase J. Ramoneda, El voto de la discordia, en «El País», 27 de febrero de 2013. Este autor afirma: «La fractura parlamentaria socialista es síntoma de varios de los problemas que acechan a España: la crisis del régimen surgido de la Transición, la crisis de la izquierda y la crisis de la política». 18 Me remito a una serie de artículos de C. MOLINAS, España, capital Madrid, en «El País», 4 de marzo de 2012; Consecuencias actuales de la guerra del Peloponeso, en «El País», 9 de marzo de 2012; ¿Existe “el problema catalán”?, en «El País», 18 de marzo 2012. También es útil consultar el libro de F. SANUY, Capitalisme Cibeles. Com es reparteixen el pastís les grans empreses espanyoles, Barcelona, La Magrana, 2012. 22 Sobre el proceso soberanista abierto en Catalunya apropiado de la idea de España. La crisis económica y el descrédito de la política han contextualizado el colapso español: financiero, ético, político, institucional, territorial... Se ve que hay una incapacidad natural para dialogar. Se puede hacer en Escocia o en Quebec pero no en España en relación a Cataluña.19 El constitucionalismo inquisitorial y totalitario lo impide. Y eso que no hablamos de una declaración unilateral de independencia sino de intentar iniciar un proceso democrático en el que el pueblo de Cataluña pueda expresar libremente su opinión sobre una pregunta concreta. Mientras tanto, la crisis económica agrava los problemas cotidianos de la ciudadanía de Cataluña, las políticas de austeridad ahogan cada día a más personas, y el país se resiste a morir o a desaparecer, por actitudes prepotentes, separadoras, sectarias. El Estatuto de Autonomía está en vía muerta, entre la recentralización del PP y la reivindicación de la independencia. El viaje a Ítaca será durísimo, porque habrá que resistir los cantos de sirena. Y sobre todo no renunciar a la inteligencia y a la esperanza. 19 Véase A. PONT, Delenda est Hispania. Tot allò que Espanya ens amaga sobre la independència de Catalunya, Barcelona, Viena Edicions, 2012; M. ANGLADA, Quatre vies per a la independencia, Barcelona, Pòrtic, 2013. 23 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 25-42 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p25 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Daniele Caviglia Time to Change. The Six Day War and the Origins of Italy’s Pro-Arab Foreign Policy Abstract: The Six Day War marked a turning point in Italy’s attitude toward the ArabIsraeli conflict. During the crisis the Italian diplomacy tried to mediate in order to prevent an open war but this policy gave rise to harsh polemics among the coalition government. These disagreements revealed a deep rooted change which involved political and security matters. Energy issues became a top priority in the economic and political agenda and most of the Italian public opinion shifted toward a pro-Arab stance while the memories of the Holocaust were fading away. Moreover, the growing Soviet infiltration in the Mediterranean drove the Italian government to envisage security on a global scale while Israel maintained a regional approach. All these differences contributed in gradually shaping a new trend in Israeli-Italian relationships which lasted for a long time. Keywords: Six Days War; Italian pro-Arab Politics; Middle East. At the end of the ’60’s Italy gradually worked out a pro-Arab Mediterranean policy. This paper focuses on the major turning points shaping this new approach which implied a different attitude even regarding the Arab-Israeli conflict. During the Six Day War,1 the majority of the Italian public opinion together with the political parties supporting the coalition government 1 On this topic see: E. HAMMEL, Six Days in June: How Israel Won the 1967 Arab-Israeli War, Washington, DC, Pacifica Military History, 2001; W. LAQUEUR, The Road to Jerusalem:The Origins of the Arab-Israeli Conflict, 1967, New York, Macmillan, 1968; H. MEICHER, Sinai, 5 giugno 1967. Il conflitto arabo-israeliano, Bologna, Il Mulino, Daniele Caviglia backed the Jewish State. Undoubtedly from the beginning of the conflict the Italian diplomacy showed some ambiguities. On one hand, the Italian Ministry of Foreign Affairs, Amintore Fanfani, acknowledged Israeli’s position concerning the international status of the Gulf of Aqaba and the right to use the strait of Tiran for pacific purposes according to the Geneva agreement signed in 1958. On the other hand, the Ministry of Foreign Affairs pointed out that the British project for a declaration guaranteeing the free navigation was “irreproachable”, but raised some «doubts about its political consequences, especially if a concrete action should follow in a short time».2 According to the British Ambassador Shuckburgh, Rome could not join London’s initiative since Italy promoted a policy of détente «within the United Nations». In Italy’s viewpoint the UN had indeed always played a key role in order to dampen the contrasts between the two superpowers and, in the meantime, it was perceived as a multilateral framework where Rome could preserve its international status. As part of this policy, Italy pressed for a UN declaration in favor of free 2000; M.B. OREN, Six Days of War: June 1967 and the Making of the Modern Middle East, New York/Toronto, Random House Ballatine Publishing Group, 2002; R.B. PARKER, The June 1967 War: Some Mysteries Explored, in «Middle East Journal», XLVI, 2, 1992; R.B. PARKER, The Six Day War, Jacksonville, University of Florida Press, 1997. 2 Appunto del Mae sul Progetto di dichiarazione britannica per assicurare la libera navigazione nel Golfo di Aqaba, 2 giugno 1967, Archivio Centrale dello Stato (thereafter ACS), Carte Moro (thereafter CM), b. 56. 26 Time to change navigation, dismissed the French proposal for a summit of the Big Four and labeled as “premature” the British idea for a contingency planning. 3 Furthermore, the rejection of the British plan coupled with an internal harsh controversy when Fanfani promoted an approach based on the formula of “equal distance” 4 between the two belligerents. Although the Prime Minister Aldo Moro managed to smooth down the disagreements within the coalition, it remained a widespread impression that Italy was inaugurating a new approach to its Mediterranean policy.5 However, far from radically changing its policy, Italy was only seeking to maintain its good relationships with the Arabs as shown by the ensuing debate concerning the UN initiatives. The UN resolution sponsored by the Latin-American countries appeared to the Italian government as «the only one able of not just realistic developments but also able to avoid a crisis in the UN prestige». 6 Though agreeing with this view, Fanfani suggested not to simply reject the non-aligned 3 On Great Britain’s policy see: M. GAT, Britain and the Conflict in the Middle East, 1964-1967: The Coming of the Six-Day War, Publishers, Westport (CT), Praeger 2003. 4 See D. CAVIGLIA - M. CRICCO, La diplomazia italiana e gli equilibri mediterranei. La politica mediorientale dell’Italia dalla guerra dei Sei Giorni al conflitto dello Yom Kippur (1967-1973), Soveria Mannelli, Rubbettino Editore, 2006, pp. 20-25; L. RICCARDI, Il “problema Israele”. Diplomazia italiana e PCI di fronte allo Stato ebraico (1948-1973), Milano, Guerini e Associati, 2006, pp. 215-222. On Italy’s policy during the crisis see also: L.V. FERRARIS, ed., Manuale della politica estera italiana 1947-1993, Bari, Laterza, 1996, pp. 168-171; A. VARSORI, L’Italia nelle relazioni internazionali dal 1943 al 1992, Bari, Laterza, 1998, pp. 164-165. 5 See L. TOSI, ed., Sulla scena del mondo. L’Italia all’Assemblea Generale delle Nazioni Unite 1955-2009, Napoli, Editoriale Scientifica, 2010, p. 13. 6 V sessione straordinaria d’urgenza dell’Assemblea Generale delle Nazioni UniteIstruzioni di voto impartite alla delegazione italiana, ACS, CM, b. 56, sottofasc. 4 “ONU Conflitto arabo-israeliano. Va sessione straordinaria dell’Assemblea Generale delle Nazioni Unite. Posizione italiana”, fasc. 8 “Istruzioni impartite alla delegazione italiana alle Nazioni Unite”. 27 Daniele Caviglia countries resolution because «all the pro-Arab Western Mediterranean countries (France, Spain, Greece, Turkey) would endorse the nonaligned motion thus allowing the Arabs to enhance critics and initiatives against us».7 Once again the Prime Minister Aldo Moro, urged by its diplomatic adviser,8 skillfully tackled the issue and imposed the decision already taken by the Cabinet to vote against the non-aligned resolution. In the days that followed Moro confirmed the Italian policy which «rather than sentencing», preferred «to investigate the deep rooted causes of the conflict and face them with a creative and constructive spirit». 9 At the General Assembly of June 21, Moro included within the «unresolved problems» the right of every State to have «political independence, territorial integrity and the protection from threats and the use of force», as well as the «guaranteed freedom» of navigation. Two obvious concessions to Tel Aviv’s position, only partially balanced by the hints to the refugees whose presence – according to Moro – «was one of the 7 Telegramma di Fanfani per Moro, Roma, 30 giugno 1967, ACS, CM, b. 56, sottofasc. 3 “ONU Conflitto arabo-israeliano. V sessione straordinaria dell’Assemblea Generale delle Nazioni Unite. Corrispondenza”. 8 See Appunto del Consigliere diplomatico del Pres. del Consiglio, Roma, 4 luglio 1967, ACS, CM, b. 56, sottofasc. 3 “ONU Conflitto arabo-israeliano. V sessione straordinaria dell’Assemblea Generale delle Nazioni Unite. Corrispondenza”. 9 Dichiarazioni all’Ansa dell’On. Moro alla vigilia della partenza per New York, Roma, 19 giugno 1967, ACS, CM, b. 56, sottofasc. 4 “ONU Conflitto arabo-israeliano. V sessione straordinaria dell’Assemblea Generale delle Nazioni Unite. Posizione italiana”, fasc. 3 “a. Consiglio dei Ministri 19 maggio 1967, b. Consiglio dei Ministri 17 giugno 1967, c. Dichiarazioni On. Moro in partenza per New York”. On Moro’s attitude toward the Arab-Israeli conflict see: F. IMPERATO, Aldo Moro e la pace nella sicurezza. La politica estera del centro-sinistra 1963-68, Bari, Progedit, 2011; L. RICCARDI, Aldo Moro e il Medio Oriente (1963-1978), in D. CAVIGLIA - D. DE LUCA - F. PERFETTI - A. UNGARI, eds., Aldo Moro nell’Italia contemporanea, Firenze, Le Lettere, 2011, pp. 551583. 28 Time to change reasons of the instability and tensions in the region». According to Luca Riccardi, the definition of the refugees as a «human, social and political problem permanently inserted the Palestinian issue into the Italian political agenda»; however Moro never made any reference to the term “people” used by Fanfani in his speech addressed to the Senate on June 7. In his speech to Parliament on July 13 the Prime Minister referred to «the natural sympathy for the courageous Israeli people» and replied to the communist leader Longo that the failure of the Soviet sponsored resolution revealed that «the majority of the members of the United Nations did not accept the unilateral and simplistic explanation, according to which the Middle Eastern crisis derived exclusively from an Israeli aggressive act».10 The Italian Jewish Community largely welcomed these official declarations as proven in the letters sent to Moro by the President of the Roman Jewish Community and by the President of the Italian Jewish Community. 11 On the whole, Italy’s policy during the Six Day War was still influenced by some elements favoring the Jewish State. 12 First of all – as Moro explained to the Soviet Ambassador Nikita Rykov – in the 10 Discorso del Presidente del Consiglio dei Ministri On. Prof. Aldo Moro, Roma, 13 luglio 1967, ACS, CM, b. 56, fasc. “Segreteria particolare del Presidente del Consiglio dei Ministri. Medio Oriente. Dibattito in Parlamento 13 luglio 1967”. 11 Telegramma di Tedeschi (Presidente Comunità Ebraica di Roma) per Moro, ACS, CM, b. 56, sottofasc. 5 “ONU Conflitto arabo-israeliano. Il Presidente Moro alla V sessione straordinaria dell’Assemblea Generale delle Nazioni Unite”. 12 Relations between Italy and Israel are investigated in: J. ABADI, Constraints and Adjustments in Italy’s Policy toward Israel, in «Middle Eastern Studies», XXXVIII, 4, October 2002, pp. 63-94; I. TREMOLADA, All’ombra degli arabi. Storia delle relazioni tra Italia e Israele, Milano, M&B Publishing, 2003. An overview concerning Italy’s foreign policy in the Mediterranean area is in: A. BROGI, L'Italia e l'egemonia americana nel Mediterraneo, Firenze, La Nuova Italia, 1996; M. De LEONARDIS, ed., Il Mediterraneo nella politica estera italiana del secondo dopoguerra, Bologna, Il Mulino, 2003. 29 Daniele Caviglia Italian public opinion, «not in the more conservative, but in the more democratic and progressive, there was the deeply rooted idea that Israel’s existence should be guaranteed». Whether it was a still living guilt for the Holocaust, whether it stemmed from some attracting aspects of Israeli society, a pro-Israel sentiment still prevailed and the government – as the Prime Minister recalled – «had to take it into account».13 Moreover, the small parties supporting the government maintained their traditional pro-Israel approach and, finally, the Jewish State was perceived as a Western stronghold threatened by authoritarian regimes backed by Moscow. However in the following months this attitude gradually declined when the protest movements began to criticize the Western model endorsing a pro-Third World attitude. The increasing opposition to American intervention in Vietnam identified more and more Israel with Washington’s imperialism thus fuelling the harsh criticism coming from the powerful Italian Communist Party. In this changing scenario a growing coldness between Rome and Tel Aviv gradually took place. More than any other issue, at the core of the dispute lied a different perception regarding security issues. In Italy’s viewpoint security implied a global or, at least, a European dimension which consequently required a peaceful solution of the conflict even to face Soviet penetration in the Mediterranean. As Moro significantly remarked during a meeting with Nasser in May 1970, «the Soviet presence [in the Mediterranean] altered the balance of power and the situation upon which wider issues such as global security and peace, 13 Colloquio con l’ambasciatore dell’Urss Nikita Rykov, Roma, 28 luglio 1967, ACS, CM, b. 157. 30 Time to change mainly European security, were based on». 14 Although aware that at the eve of the détente era neither Washington nor Moscow «could overcome a certain threshold in defending their clients», Moro feared that «the two superpowers could be dragged by the belligerants to overcome the limits that they had automatically imposed on themselves».15 Against this perspective all the Italian initiatives aimed at downplaying the effects of the so called “war of attrition” involving Israel and Egypt. The Italian diplomacy reluctantly admitted that a political solution was «in the hands of the Four Powers» composing the Security Council, while «the true negotiations were conducted by Moscow and Washington». In this situation Italy could only promote «the diminution of tensions in the region»16 turning down the Arab demands for «a more active Italian role».17 This attitude inspired the Italian attempt to seek an agreement in order to freeze armaments supply, the initiative to restore a cease-fire based on the UN resolution adopted in ’67, the proposal for a gradual de-escalation lead by the Big 14 Telegramma di Moro per il Presidente della Repubblica e il Presidente del Consiglio, Il Cairo, 24 maggio 1970, CM, b. 128, fasc. “Mae. Visita nelle Repubblica Araba Unita del ministro degli Esteri On. Moro (21-24 maggio 1970)”, sottofasc. “Visita nella RAU. Telegrammi e rapporti”. 15 Telegramma di Moro a varie Ambasciate, Roma, 27 marzo 1970, CM, b. 151, fasc. 2.5 “Telegrammi. Iniziative italiane per la composizione del conflitto arabo-israeliano. Questione Medio Oriente”, sottofasc. “Archivio On. Ministro. Medio Oriente. Proposta italiana per un embargo sugli armamenti”. 16 Appunto del Mae, s.d., CM, Mae, b. 151, fasc. 2.5 “Telegrammi. Iniziative italiane per la composizione del conflitto arabo-israeliano. Questione Medio Oriente”, sottofasc. “Archivio On. Ministro. Medio Oriente. Giugno 1970”. 17 Telegramma di Moro per Presidente della Repubblica e Presidente del Consiglio, Istanbul, 1 maggio 1970, CM, b. 128, fasc. “Mae Segreteria Generale. Riunione dei capi missione nei paesi del Medio Oriente (Istanbul, 30 aprile-1 maggio 1970)”. 31 Daniele Caviglia Four and, finally, the plan to guarantee the territorial integrity of Lebanon. Although the Italian government realized that the two main actors were very far from an agreement, nonetheless the Prime Minister urged all negotiators «to seize the opportunity to seek […] a balanced approach promoting a first attempt of de-escalation [of the conflict]». Furthermore, Moro suggested to make the Jarring mission capable of «playing a more active role by submitting concrete proposals». All these initiatives stemmed from Italy’s growing awareness that time was working «to the advantage of the Soviet Union»18 which was extending its control over a large portion of the Mediterranean countries including the Palestinian movements.19 On this specific subject, the Italian Prime Minister pressed Joseph Sisco, the US State Department adviser for the Middle East, to take into further account «the increasing importance of the Palestinian issue». According to the Italian diplomats, the growing number of liberation movements was transforming the refugee issue from an economic problem into a political one. This changing scenario should force Israel «not to lose touch with Nasser» and should prompt the Americans «not to give the leaders of these movements the feeling that they were listened to only in Moscow and in Beijing». Inside the Italian public opinion, Moro remarked «an emerging criticism» toward the Jewish 18 Telegramma di Moro per Washington e New York, Roma, 19 giugno 1970, CM, b. 129, fasc. “Mae. Visita in Italia del ministro degli Affari Esteri di Israele Abba Eban (15-17 giugno 1970)”, sottofasc. “Visita del ministro Abba Eban. Telegrammi”. 19 See Telegramma di Gaja per diverse Ambasciate, Roma, 19 giugno 1970, CM, b. 129, fasc. “Mae. Visita in Italia del ministro degli Affari Esteri di Israele Abba Eban (15-17 giugno 1970)”, sottofasc. “Visita del ministro Abba Eban. Telegrammi”). 32 Time to change state which, on its part, «should better not entrench behind a formal position».20 In the meantime, the Italian government pressed Washington to reject Tel Aviv’s request for Phantom airplanes. According to the Italian diplomacy the supply of new weapons «would produce a dangerous effect» in the region and «would be in contrast with the aim of the mission recently operated [in the Middle East] by the Assistant Secretary of State [Joseph Sisco]».21 At the eve of Nasser’s visit to 20 Telegramma di Gaja a varie ambasciate, Roma, 24 aprile 1970, CM, b. 128, fasc. “Mae. Riunione ambasciatori Medio Oriente. Telegrammi e Varie”. 21 Telegramma di Moro per Mae da inoltrare all’Ambasciata a Washington, Istanbul, 1 maggio 1970, CM, b. 128, fasc. “Mae Segreteria Generale. Riunione dei capi missione nei paesi del Medio Oriente (Istanbul, 30 aprile-1 maggio 1970)”. On the US role during these years see: H.W. BRANDS, The Wages of Globalism. Lyndon Johnson and the Limits of American Power, New York-Oxford, Oxford University Press, 1995, cap. VII; S. DE LA FOYE, L’administration Nixon et le conflit israélo-arabe, in «Relation Internationales», n. 94, 1998, pp. 219-232 ; A. DONNO - G. IURLANO, eds., Nixon, Kissinger e il Medio Oriente (1969-1973), Firenze, Le Lettere, 2010; P.L. HAHN, The View from Jerusalem: Revelations about U.S. Diplomacy from the Archives of Israel, in «Diplomatic History», XXII, 4, Fall 1998, pp. 509-532; M.C. HUDSON, To Play the Hegemon: Fifty Years of US Policy toward the Middle East, in «The Middle East Journal», L, 3, Summer 1996, pp. 329-343; N. KOCHAVI, Nixon and Israel: Forging a Conservative Partnership, Albany, N.Y., State University of New York Press, 2009; D.W. LESCH, ed., The Middle East and the United States, Boulder, Co., Westview Press, 1996; D. LITTLE, The Making of Special Relationship: The United States and Israel, 1957-68, in «International Journal of Middle East Studies», XXV, 4, November 1993, pp. 563-585; W.B. QUANDT, Peace Process: American Diplomacy and the Arab-Israeli Conflict since 1967, Berkely, CA, University of California Press, 2001, part I; S.L. SPIEGEL, The Other Arab-Israeli Conflict: Making America's Middle East Policy, from Truman to Reagan, Chicago and London, The University of Chicago Press, 1985; S. YAQUB, The Politics of Stalemate: The Nixon Administration and the Arab-Israeli Conflict, 1969-73, in N. ASHTON, ed., The Cold War in the Middle East: Regional Conflict and the Superpowers, 1967-73, London and New York, Routledge, 2007, pp. 3558; G. VALDEVIT, Gli Stati Uniti e il Mediterraneo. Da Truman a Reagan, Milano, Franco Angeli, 1991. 33 Daniele Caviglia Moscow, Moro warned again the Johnson administration to delete a decision which «would be psychologically inappropriate». 22 Against this gloomy background, Italy abandoned the idea of a selective armaments control – considered «a little bit unrealistic»23 – and realized that «every effort to moderate the two parts was doomed to failure».24 In autumn 1970 the Italian diplomacy had already come to the conclusion that «both contenders aimed at winning by force» and this skepticism forced Rome to disclaim Abba Eban’s offer «to replace France».25 Certainly Italy did not want to hamper a common European foreign policy for the sake of a leading role in the Mediterranean region, but this decision was mainly due to the consciousness that the Jewish state froze in a «rigid and unchangeable position». 26 This idea began to surface within the Italian diplomacy as a result of the visit paid by the Minister of Foreign Affairs in Israel at the 22 Telegramma di Moro per Washington e New York, Roma, 19 giugno 1970, CM, b. 129, fasc. “Mae. Visita in Italia del ministro degli Affari Esteri di Israele Abba Eban (15-17 giugno 1970)”, sottofasc. “Visita del ministro Abba Eban. Telegrammi”. The evolution of the special relationship between the US and Israel is investigated in: A. BEN-ZVI, The United States and Israel: The Limits of the Special Relationship, New York, Columbia University Press, 1993; A. BEN-ZVI, Lyndon B. Johnson and the Politics of Arms Sales to Israel: In the Shadow of the Hawk, London-Portland, OR, Frank Cass, 2004; D. DE LUCA, Alle radici dell’alleanza israelo-americana 1956-1963, Manduria, Lacaita, 2001; S. LASENSKY, Dollarizing Peace: Nixon, Kissinger and the Creation of the U.S.-Israeli Alliance, in «Israel Affairs», XIII,1, January 2007, pp. 164-186; E. STEPHENS, US Policy towards Israel: The Role of Political Culture in Defining the ‘Special Relationship’, Brighton-Portland, OR, Sussex Academic Press, 2006. 23 Verbale riunione di capi missione dei paesi arabi e nel Mediterraneo, Tunisi, 6 settembre 1970, CM, b. 130, fasc. “Mae.”. 24 Telegramma di Moro per Presidente della Repubblica e Presidente del Consiglio, New York, 23 novembre 1970, CM, b. 150, fasc. 22 “Telegrammi in arrivo riservati, riservatissimi, segreti e segretissimi”. 25 Lettera per Gaja, Tel Aviv, 29 giugno 1971, CM, b. 153, fasc. 3.4 “Telegrammi in partenza riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi”. 26 Nota autografa di Moro, Roma, 31 marzo 1971, CM, b. 153, fasc. 3.4 “Telegrammi in partenza riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi”. 34 Time to change beginning of March.27 Before the meeting took place, the Italian ambassador, Walter Maccotta, urged Moro to stress the importance of a well trained army, of Us diplomatic and military support and of a mechanism for international guarantees involving the Security Council28 in order to improve Israel’s security. Notwithstanding, during the conversations with the Italian delegation, Moshe Dayan and Golda Meir clarified that all the security issues were separated from a regional framework and, mostly, from the cold war dynamics. And when Moro proposed a new initiative aimed at reactivating the Channel of Suez, Dayan expressed its «skepticism» as far as «there was still the risk of a resumed conflict». According to the Israeli Minister of Foreign Affairs the creation of the Jewish state could be compared to «a transplant of an organ into another body (that is the Arab world) which tended to reject it». For this reason, Israel «needed safe and defendable borders as long as the presence of this new state would be accepted». 29 In the following meeting, Golda Meir confirmed this position stating that, after the disappointing experiences of ’67, any international guarantee could be taken into account «only if in addition to safe borders».30 Golda Meir’s 27 An assessment of the talks is in RICCARDI, Il “problema Israele”, cit., pp. 380-386. Lettera di Maccotta per Moro, Tel Aviv, 24 febbraio 1971, CM, b. 133, fasc. “Mae. Visita in Israele del ministro degli Affari Esteri Aldo Moro (4-8 marzo 1971)”, sottofasc. “Mae. Visita in Israele del ministro degli Affari Esteri Aldo Moro. Argomenti di conversazione”. 29 Telegramma di Moro per Presidente della Repubblica e Presidente del Consiglio, Tel Aviv, 8 marzo 1971, CM, b. 133, fasc. “Mae. Visita in Israele del ministro degli Affari Esteri Aldo Moro (4-8 marzo 1971)”, sottofasc. “Visita in Israele On. Ministro. Telegrammi e documentazione”. 30 Telegramma di Moro per Presidente della Repubblica e Presidente del Consiglio, Tel Aviv, 8 marzo 1971, CM, b. 133, fasc. “Mae. Visita in Israele del ministro degli Affari Esteri Aldo Moro (4-8 marzo 1971)”, sottofasc. “Visita in Israele On. Ministro. Telegrammi e documentazione”. 28 35 Daniele Caviglia reply confirmed to the Italian Foreign Minister that «the acceptance of a likely resumption of the hostilities appeared to be a demonstration of strength nourished by the Israeli leaders». 31 As pointed out by the General Secretary of the Italian Minister of Foreign Affairs, Ludovico Gaja, the Israelis «were basically convinced that their country was strong enough to afford the disapproval of the majority of the worldwide public opinion and, with some limits, of the American government too». Moreover, the Italian diplomat envisaged a connection between the Israeli and the Soviet position on the grounds of a common interest to promote a situation similar to «neither peace nor war»32 based on partial solutions. This approach obviously ruled out both the fulfillment of the Rogers plan and the option of a complete withdrawal from the occupied territories, while the declaration of the EEC ministers favoring the application of the 242 resolution increased tensions. Against these growing differences between Rome and Tel Aviv, within the Italian diplomacy began to surface an increasing criticism toward the Jewish state. At times these reproaches coincided with astonishing prejudices as it turned out from this note prepared for Moro by the Italian ambassador in Israel Walter Maccotta: «[The Jews] are, in fact, one people, one entity, one ethnic and one religious group, completely separated. According to the Jews the world is divided into two parts: the chosen people and the Goims. Someone, turning upside down this reasoning has said that the two parts are the anti-semitics and the jews: and this too is partially true. A kind of feeling deeply rooted 31 Telegramma di Moro per Presidente della Repubblica e Presidente del Consiglio, cit. Telegramma di Gaja per varie Ambasciate, Roma, 14 marzo 1971, CM, b. 153, fasc. 3.4 “Telegrammi in partenza riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi”. 32 36 Time to change in the jews of Israel and especially in the ruling class […]. They perceived themselves not only encircled by an Arab ocean […], but as objects, or naturally designated victims, either of hostility or of generalized misunderstandings that they returned with the same coin. The “ghetto complex” – although, today, triumphalistic – is a peculiar element of Israel. This sentiment explains both its unshakeable need of recognition and security, and its tenacity and strong will to resist even against all […]. In the Middle East conflict two opposing extremisms are clashing, and all territorial, procedural, even economic issues often tend to disappear compared to a deep and irreparable meta-politic difference, involving religious and ideological characters». 33 Undoubtedly Maccotta’s opinions were far from the one expressed ten years before by the counsel in Haifa, Furio Zampetti, who labeled Judaism as «nothing other than a movement based on racism of a clear nature ».34 Nonetheless, in that period the offices of the Ministry of Foreign Affairs showed a more aggressive attitude and defined Zionism as a «reaction» against «an impossible yet seeked assimilation». After this superficial statement, the note prepared in June ’70 examined the “double loyalty” issue maintaining that if the country of residence and citizenship of the Jews should adopt a unfavorable policy towards Israel a “dramatic” situation could arise. This would occur since the Jews «exploited, skillfully and daringly, the accusation of anti-semitism to 33 Appunto di Maccotta in vista della visita di Moro sulle peculiarità di Israele, Tel Aviv, s.d., CM, b. 133, fasc. “Mae. Visita in Israele del ministro degli Affari Esteri Aldo Moro (4-8 marzo 1971)”, sottofasc. “Visita in Israele On. Ministro. Telegrammi e documentazione”. 34 On the same subject see RICCARDI, Il “problema Israele, cit., pp. 133- 136. 37 Daniele Caviglia hinder all anti-Israel governments»; and for this purpose they could rely on a strong influence «which could not be compared to their number: just like the feudal lords in the medieval age». The document concluded that «the Jews from all over the world acted behind Israel, with the strength due to a maximum presence in many centers of power and religiously convinced of their presence in the world due to a divine promise, while other states, people, regimes disappeared as history had proven».35 The harsh tones of the analysis signaled a growing divide, even psychological, between the two countries. On one hand, the Italian ambassador remarked that «within the Israeli policy makers and public opinion a certain nervousness and an anti-goim sentiment nourished with far-off historic memories apart from recent political events» was increasing. On the other, the international public opinion – as Maccotta explained – was more and more critical about the Jewish state since its position regarding the territories seemed anachronistic in a time which constantly «rejected the burden of conquest». 36 This new trend following the Six Day War obviously paved the way to the pro-Arab policy that emerged during the October ’73 War.37 It is well known that the risk of an oil embargo carried out by the OPEC countries prompted all the EEC’s members, except Netherland, to adopt 35 Appunto del Mae “Lo Stato d’Israele e l’Ebraismo mondiale”, CM, b. 129, fasc. “Mae. Visita in Italia del ministro degli Affari Esteri di Israele Abba Eban (15-17 giugno 1970)”, sottofasc. “Visita del ministro Abba Eban. Brindisi”. 36 Telegramma di Maccotta per Mae, Tel Aviv, 22 maggio 1971, CM, b. 152, fasc. 3.2 “Telegrammi in arrivo riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi”. 37 For a thoughtful study on Italy’ policy in this period see: L. RICCARDI, Sempre più con gli arabi. La politica italiana verso il Medio Oriente dopo la guerra del Kippur (19731976), in «Nuova Storia Contemporanea», X, 6, novembre-dicembre 2006, pp. 57-82. 38 Time to change «an autonomous position […] in regards to the United States» 38 in the joint declarations of October 13th and November 6th. The Italian ministry of foreign affairs pointed out that «unlike in ’67 Europe did not stand unconditionally on Israel’s side» and sometimes «indifference and even hostility from a large part of the European public opinion, including Italy» emerged.39 As far as it was concerned, the Italian government assumed that the oil crisis strengthened the two superpowers and weakened the Arabs and the European countries. Therefore Italy carried on its new Mediterranean approach within the framework of a European policy trying to keep good relations with the Arab countries in sight of a renewed cooperation. After the conflict, the Italian diplomacy often claimed its pro-Arab initiatives: the bilateral assistance conceded to many Arab states, the attempts to promote in the US «a greater sensitivity regarding the Mediterranean situation» and, finally, the European positions adopted within the Security Council «in favor of the Arab cause and in contrast with the US». Despite all the efforts, in the short term Italy did not avoid the embargo imposed by the OPEC countries in December ’73 and the continuation of a divisive strategy which – according to Moro – 38 Appunto del Mae, Roma, CM, b. 156, fasc. “Mae. Segreteria Generale. Visita dell’On. Ministro nella R.A.E.”. 39 Telegramma di Montezemolo per Mae, Tel Aviv, 17 ottobre 1973, CM, b. 163, fasc. 1 “Telegrammi 1973”, sottofasc. 2 “Telegrammi in partenza riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi 1973”. 39 Daniele Caviglia weakened the European chances «of influencing to a certain degree»40 the two superpowers. Nonetheless the Christian democratic leader relentlessly pursued a dialogue between Europe and the Arab countries based on «open minds and looking toward the future generations, involving industrial, agricultural, technological and political aspects». This aim obviously implied some more political concessions to the Arab’s viewpoint. In his speech addressed to the Commission of Foreign Affairs in January 1974, Moro called for an integral application of the 242 «wholeheartedly in all its parts», and he referred to the Palestinian issue as «a political problem which could not be ignored» because they «were not seeking for assistance but for a homeland». Therefore Israel should relinquish «all the occupied territories» and even the delicate issue of the Holocaust could not be invoked since the Jewish state should cease being «a besieged fortress» to become «an element composing a geo-political order». In replying to the accusations of opportunism, the Ministry of Foreign Affairs affirmed that Italy was acting «always along the same line», but when he stressed the efforts carried out «in order to guarantee the energetic supplies necessary to the industry and civil life»,41 the change of Italy’s diplomatic priorities appeared evident. 40 Telegramma di Moro per varie Ambasciate, Roma, 6 gennaio 1974, CM, b. 163, fasc. 2 “Telegrammi 1974”, sottofasc. 3 “Telegrammi in partenza riservati, riservatissimi, segreti, segretissimi 1974”. 41 Relazione di Moro alla Commissione Esteri del Senato, 23 gennaio 1974, CM, b. 156, fasc. “Mae. Segreteria Generale. Visita dell’On. Ministro nella R.A.E.”. 40 Time to change During a visit of Sadat two years later, Moro confirmed Italy’s preference for the return «of all the territories occupied by Israel» and the right of the Palestinians «to create their homeland». The change of the Italian attitude was so well understood that during the talks the Egyptian President insisted on arms supply in order to replace the Soviet arsenal. Even though unwilling to sell arms to Cairo, Moro told Sadat that the government «would examine all possibilities», 42 thus showing how far Italy was from the embargo policy pursued in the previous years. The different evolution of the concept of security, the change of the public opinions’ attitude and the energetic crisis were key elements explaining the increasing tension between Italy and Israel at the beginning of the 1970’s. From the second half of the decade another factor emerged: in view of what was later called the “compromesso storico” a pro-Arab policy became a common ground encouraging the participation of the Italian Communist Party to the government. In short, many elements concurred in shaping a different approach and the growing consciousness that national interests laid on better relations with the Arabs gradually pushed the Italian diplomacy to adopt a new Mediterranean policy which lasted for a long time. 42 Resoconto dell’incontro tra Sadat e Moro alla presenza dei ministri degli Esteri Rumor e Fahmi, Roma, 6 aprile 1976, CM, b. 125, fasc. “Mae Segreteria Generale. Visita di Stato in Italia del Presidente della Repubblica di Egitto Anwar El-Sadat. Roma 5-8 aprile 1976”. 41 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 43-84 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p43 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Andrea Francioni Dalla normalizzazione alla normalità. La partnership Russia-Cina tra realtà e percezione (1986-2008) Abstract: For twenty years after Sino-Soviet normalization (1989), bilateral relations between Moscow and Beijing have been variously termed as "constructive", "strategic", "limited", "pragmatic", and eventually "normal". Drawing on international literature, this article provides a historical overview of Russian-Chinese intercourse focusing on the shifts and changes that have occurred in Russian approach to China for two decades (1986-2008). Russia's concerns for the shifting balance of power between the two countries and its efforts to counter its decline relying on a preferential partnership with the United States set out the ground for Moscow's erratic China policy in the Nineties and in the early twenty-first century. Finally, this article devotes attention to the stabilization of bilateral relations under Vladimir Putin, trying to escape the good deal of presentism which affects many contemporary analyses. The aim is to assess a historical process and understand what brought about the current state of Russian-Chinese relations, which are based on shared common interests, but still reveal their fault lines. Keywords: Sino-Soviet normalization; Russian-Chinese strategic partnership; Shanghai Cooperation Organization; Multipolarity. *L’articolo riproduce il testo, rivisto e corredato di apparato critico, della relazione presentata al convegno La Russia: uno di noi?, Centro interuniversitario Opint – Osservatorio di politica internazionale, Facoltà di Scienze politiche, Università degli studi di Siena, 2 dicembre 2011: http://www3.unisi.it/eventi/larussiaunodinoi/index.htm (ultimo accesso 14/03/2013). Per una rassegna dei temi affrontati in quella occasione cfr. P. SOAVE, La Russia: uno di noi?, in «Storia e Futuro. Rivista di storia e storiografia», 29, giugno 2012, in http://www.storiaefuturo.com/it/numero_29/agenda/ (ultimo accesso 14/03/2013). Andrea Francioni 1. Introduzione Un tema che attira spesso l’attenzione degli studiosi e degli analisti quando si prendono in esame gli orientamenti di politica estera della Russia post-sovietica è quello della “svolta asiatica” di Mosca a partire dalla metà degli anni Novanta,1 un processo avviato per la verità già da Michail Gorbaciov nel decennio precedente, che ha preso corpo effettivamente grazie ad alcune iniziative assunte da Boris Eltsin – sotto l’influenza di Evghenij Primakov – e al quale è stata impressa una decisa accelerazione durante la seconda presidenza di Vladimir Putin, fra il 2004 e il 2008. In questo quadro, l’elemento di maggior interesse è rappresentato dal riavvicinamento russo-cinese, al quale Mosca ha dedicato grande attenzione negli anni del suo declino sulla scena internazionale,2 un riavvicinamento consacrato simbolicamente con la liquidazione delle dispute territoriali – una delle ultime, imbarazzanti eredità dei “trattati ineguali”. La normalizzazione e poi il rilancio della relazione con Pechino hanno costituito, di per sé, il raggiungimento di un fondamentale obiettivo strategico per la dirigenza sovietica e russa, ma sono stati anche lo strumento grazie al quale Mosca ha cercato di ristabilire la propria presenza e promuovere la propria integrazione nella regione Asia-Pacifico. In generale, è stato il progressivo emergere del “fattore Cina” come variabile cruciale della politica internazionale nel corso degli anni Novanta, con tutte le sue implicazioni a livello 1 Cfr. S.J. BLANK – A.Z. RUBINSTEIN, eds., Imperial Decline: Russia’s Changing Role in Asia, Durham (NC), Duke University Press, 1997; G. ROZMAN – M.G. NOSOV – K. WATANABE, eds., Russia and East Asia: The 21st Century Security Environment, Armonk (NY) and London, East-West Institute – M.E. Sharpe, 1999; G. CHUFRIN, ed., Russia and Asia: The Emerging Security Agenda, Stockholm and Oxford, International Peace Research Institute – Oxford University Press, 1999; E. WISHNICK, One Asia Policy or Two? Moscow and the Russian Far East Debate: Russia’s Engagement in Asia, in «NBR Analysis», XIII, 1, March 2002, pp. 39-101; G. ROZMAN – K. TOGO – J.P. FERGUSON, eds., Russian Strategic Thought toward Asia, New York, Palgrave Macmillan, 2006; H. KIMURA, ed., Russia's Shift toward Asia, Tokyo, The Sasakawa Peace Foundation, 2007; P. RANGSIMAPORN, Russia as an Aspiring Great Power in East Asia: Perceptions and Policies from Yeltsin to Putin, New York, Palgrave Macmillan, 2009; T. AKAHA, A Distant Neighbor: Russia’s Search to Find its Place in East Asia, in «Global Asia», VII, 2, Summer 2012. 2 Cfr. A. LUKIN, The Russian Approach to China under Gorbachev, Yeltsin, and Putin, in ROZMAN - TOGO - FERGUSON, eds., Russian Strategic Thought toward Asia, cit., pp. 139166. 44 Dalla normalizzazione alla normalità regionale e sistemico, a spingere la Russia a guardare con maggiore interesse e convinzione verso Oriente. 3 La normalizzazione fra Mosca e Pechino, dopo il duro confronto esploso negli anni Sessanta, fu un percorso di lenta ricostruzione di un clima di dialogo e collaborazione,4 una evoluzione pienamente giustificata dalla storia dei rapporti tra i due paesi comunisti, nel corso della quale, tracciando un bilancio a spanne, l’ostilità – o la competizione – aveva rappresentato in maniera durevole il dato caratterizzante della relazione bilaterale, laddove l’iniziale alleanza strategica era stata possibile, agli esordi della guerra fredda, solo facendo economia della frattura ideologica che separava il Pcus dal Pcc – di fatto già emersa durante gli anni Quaranta, all’epoca dell’ascesa di Mao Zedong come leader rivoluzionario.5 Nell’arco di vent’anni (a partire dal 1989), le relazioni fra Mosca e Pechino, considerate in precedenza un fattore di instabilità a livello globale, sono diventate uno degli assi portanti della sicurezza in Asia e si sono evolute in una partnership, definita “strategica”, grazie al consolidamento dei legami economici e alla convergenza in vari ambiti – alle Nazioni Unite come nelle iniziative di cooperazione regionale, quali la Shanghai Cooperation Organization, tanto per portare qualche esempio – ma, soprattutto, grazie alla comune visione di un nuovo “ordine mondiale multipolare”, tema al centro del dialogo bilaterale 3 Cfr. J. MANKOFF, Russian Foreign Policy: The Return of Great Power Politics, Lanham (MD), Rowman & Littlefield, 2012, pp. 177-217; G. CHRISTOFFERSEN, Russia’s Breakthrough into the Asia-Pacific: China’s Role, in «International Relations of the AsiaPacific», X, 1, January 24, 2010, pp. 61-91; S. BILVEER, East Asia in Russia’s Foreign Policy: A New Russo-Chinese Axis?, in «The Pacific Review», XI, 4, 1998, pp. 485-503. 4 Lowell Dittmer, autore di quella che è forse, ancora oggi, la più accurata ricostruzione del processo di normalizzazione, culminato nel 1989, parla di una riconciliazione perseguita “inching forward” e “without fanfare”: L. DITTMER, Sino-Soviet Normalization and Its International Implications, 1945-1990, Seattle (WA), University of Washington Press, 1992, p. 5. Analogamente: E. WISHNICK, Mending Fences: The Evolution of Moscow’s China Policy from Brezhnev to Yeltsin, Seattle (WA), University of Washington Press, 2001, pp. 98-120. 5 Cfr. L.M. LÜTHI, The Sino-Soviet Split: Cold War in the Communist World, Princeton (NJ) and Oxford, Princeton University Press, 2008; S. RADCHENKO, Two Suns in the Heavens: The Sino-Soviet Struggle for Supremacy, 1962-1967, Washington D.C. – Stanford (CA), Woodrow Wilson Center Press – Stanford University Press, 2009; O.A. WESTAD, ed., Brothers in Arms: The Rise and Fall of the Sino-Soviet Alliance, 19451963, Stanford (CA), Stanford University Press, 1998. 45 Andrea Francioni dopo la fine della guerra fredda. Questa lunga fase di stabilità successiva alla normalizzazione non ha seguito, tuttavia, una progressione lineare, essendo stata punteggiata da frizioni o da momenti di raffreddamento della partnership: in parte, a causa di una balance of power che si è repentinamente riassestata a tutto vantaggio di Pechino, la quale, per la prima volta dopo quasi un secolo e mezzo, ha potuto gestire da una posizione di forza i rapporti con Mosca, invertendo la tradizionale asimmetria della relazione cino-russa;6 in parte, a causa dell’interferenza nelle dinamiche bilaterali di quello che, a dispetto della retorica diplomatica sulla “partnership strategica”, ha continuato ad essere il vero centro gravitazionale della politica estera dei due Paesi, cioè Washington.7 Un ipotetico grafico dell’andamento delle loro rispettive relazioni con gli Stati Uniti risulterebbe perfettamente simmetrico agli alti e bassi registrati lungo la curva dei rapporti reciproci. 2. Gorbaciov, la Cina e la sicurezza collettiva in Asia All’opera di ricostruzione dei rapporti con la Rpc si dedicò, in primo luogo, Michail Gorbaciov, il quale, poco più di un anno dopo aver assunto la guida del partito comunista dell’Urss (11 marzo 1985), manifestò chiaramente la volontà di applicare anche all’Estremo Oriente, e alla Cina in particolare, il concetto di sicurezza elaborato nel quadro del “nuovo pensiero politico”.8 Il discorso tenuto il 28 luglio 6 Cfr. YU BIN, In Search for a Normal Relationship: China and Russia into the 21st Century, in «China and Eurasia Forum Quarterly», V, 4, November 2007, pp. 59-63; J.L. WILSON, Strategic Partners: Russian-Chinese Relations in the Post-Soviet Era, New York, M.E. Sharpe, 2004, pp. 186-200; E.W. MERRY, Moscow’s Retreat and Beijing’s Rise as Regional Great Power, in «Problems of post-Communism», L, 3, May-June 2003, pp. 25-26. 7 Cfr. L. DITTMER, Ghost of the Strategic Triangle: The Sino-Russian Partnership, in S. ZHAO, ed., Chinese Foreign Policy: Pragmatism and Strategic Behaviour, Armonk (NY) and London, M.E. Sharpe, 2004, pp. 207-223. 8 Sulla genesi del “nuovo pensiero” sulle relazioni internazionali mi limito a segnalare la sintetica esposizione che ne ha fatto di recente l’allora assistente di politica estera di Gorbaciov, A. CHERNIAEV, Gorbachev’s Foreign Policy: The Concept, in K.K. SKINNER, ed., Turning Points in Ending the Cold War, Stanford (CA), Hoover Institution Press, 2006, pp. 111-140. Ma per i concetti che stavano a fondamento della proposta sovietica – 46 Dalla normalizzazione alla normalità 1986 a Vladivostok, base della flotta sovietica nel Pacifico, rappresentò, a tutti gli effetti, una pietra miliare: in quella occasione Gorbaciov dichiarò il rinnovato interesse di Mosca verso la regione, dove si registrava la crescita della Cina e la poderosa ripresa economica giapponese, ed evocò quella nozione di “sicurezza collettiva asiatica” che occupava un posto rilevante nella sua elaborazione di politica estera.9 Rivolgendosi direttamente all’ex alleato, il leader sovietico de-ideologizzazione e democratizzazione dei rapporti tra gli Stati, interdipendenza economica, cooperazione nel rispetto delle norme di diritto internazionale, disarmo come garanzia di sicurezza globale, da ricercare attraverso il negoziato piuttosto che con il buildup militare o la minaccia dell’uso della forza – si veda, ovviamente, M. GORBACIOV, Perestrojka. Il nuovo pensiero per il nostro paese e per il mondo, trad. it., Milano, Arnoldo Mondadori, 1987, in particolare pp. 177-212; M. GORBACIOV, Avant-mémoires, Paris, Éditions Odile Jacob, 1993, pp. 259-272 (dove si legge il testo integrale dell’intervento svolto alle Nazioni Unite il 7 dicembre 1988, vera e propria summa del “nuovo pensiero”). 9 Per una lettura coeva, cfr. L. BUSZYNSKI, International Linkages and Regional Interests in Soviet Asia-Pacific Policy, in «Pacific Affairs», LXI, 2, Summer 1988, pp. 213-234. In un recente contributo, Vladislav Zubok asserisce che, al netto della retorica sulla necessità di promuovere nuove relazioni in Asia orientale, Gorbaciov riservò un’attenzione del tutto secondaria alla regione, che non fu mai al centro delle sue iniziative, volte a stabilizzare il quadro internazionale modificando prioritariamente – ma è perfino ovvio dirlo – le relazioni con l’Occidente. L’Autore sostiene che anche il successo ottenuto da Gorbaciov con la riconciliazione sino-sovietica ebbe a che fare solo in parte con la sua visione di un nuovo ordine globale: «The changes in East Asia in the period 1986-91 were not so much the result of Gorbachev’s initiatives and diplomatic engagement; the attitudes and engagement of Gorbachev’s negotiating partners played crucial, perhaps even greater role. Specifically, China’s growing flexibility in negotiations with the Kremlin and Japan’s continuing rigidity defined the limits of positive international changes in East Asia at the end of the Cold War». V. ZUBOK, Gorbachev’s Policy toward East Asia, 1985-1991, in T. HASEGAWA, ed., The Cold War in East Asia, 1945-1991, Washington D.C. – Stanford (CA), Woodrow Wilson Center Press – Stanford University Press, 2011, p. 265. A parere di chi scrive, il fatto che il “new thinking” dovesse scontare la debolezza delle iniziative sul fronte giapponese – per ragioni ben chiarite da H. KIMURA, Japanese-Russian Relations under Gorbachev and Yeltsin, 2 vols., Armonk (NY), M.E. Sharpe, 2000, vol. 2, p. 77 ss. – non consente di liquidare come semplicemente “inerziale” la politica sovietica in Asia orientale, una politica che portò comunque a soluzione il lungo confronto con Pechino, la cui “flessibilità” negoziale dopo il 1986 si spiega proprio con le aperture che, a partire da quella data, vennero da Mosca: gli scarsi progressi fatti registrare dalle trattative sulla normalizzazione negli anni precedenti – a causa delle stringenti condizioni poste dalla Rpc – autorizzano tale lettura. In questo contesto mi pare utile precisare che il riferimento al problema della sicurezza in Asia era stato inserito dal segretario generale del Pcus nel celebre discorso del 15 gennaio 1986, col quale aveva proposto un programma per liberare il mondo dalle armi nucleari entro la fine del millennio: «Pour l’Union soviétique, en tant que grande puissance 47 Andrea Francioni affermò l’importanza per “i due più grandi Stati socialisti” di promuovere relazioni reciproche di buon vicinato e di rafforzare la cooperazione economica, così da trasformare la frontiera comune in un’area di pace e di amicizia. Tuttavia, al di là delle generiche esortazioni ad archiviare la lunga stagione di ostilità, Gorbaciov disseminò il suo intervento di ben calibrati segnali di apertura verso Pechino, quei segnali che erano mancati negli anni della “funeral diplomacy”,10 fra l’ottobre 1982 e l’aprile 1985, quando si era assistito a una stentata ripresa del dialogo sulla normalizzazione. A Vladivostok l’obiettivo era ammorbidire la posizione dei cinesi, compiendo qualche passo conciliante in direzione asiatique, la sécurité en Asie a une importance de premier ordre. Si notre programme se réalisait, la situation en Asie serait radicalement changée, les peuples de cette région du globe n’auraient plus à craindre l’arme nucléaire ou l’arme chimique, la sécurité y gagnerait beaucoup. Notre programme est une contribution à la recherche, par tous les pays d’Asie, d’un système qui garantisse une paix solide sur ce continent». Qualche mese più tardi, alla fine di maggio, impartendo istruzioni al servizio diplomatico, Gorbaciov richiamò le direttive già emerse in febbraio nel corso del XXVII Congresso del Pcus e ribadì il crescente significato strategico dell’Asia e del Pacifico nella nuova politica estera sovietica: «À propos de l’axe du Pacifique. Il a été défini au congrès comme l’un des principaux. […] Un dialogue sérieux à propos des problèmes de sécurité, de limitation des armements, de collaboration est indispensable. Orientations-clés: le Japon, la Chine, l’Asie du Sud-Est, l’Indonésie, l’Australie, la Nouvelle-Zélande. Mais il ne s’agit pas d’une somme de relations économiques et diplomatiques avec ces différents pays, il s’agit d’une orientation globalisante. Des initiatives sont attendues dans cette perspective». Per la traduzione dei due interventi, cui si fa qui riferimento, cfr. GORBACIOV, Avantmémoires, cit., pp. 237-244 e 165-179, videlicet pp. 244 e 169, rispettivamente, per le citazioni. I concetti furono ripresi e ampliati in GORBACIOV, Perestrojka, cit., pp. 239248. 10 L’espressione (cfr. YU BIN, In Search for a Normal Relationship, cit., p. 64) allude ai negoziati condotti mentre si registrava il tramonto della gerontocrazia sovietica, decretato dalla scomparsa in rapida sequenza di Leonid Brezhnev (10 novembre 1983) e dei suoi successori alla guida del Pcus, Yuri Andropov (9 febbraio 1984) e Konstantin Chernenko (10 marzo 1985). Gli incontri si tenevano ogni sei mesi (in aprile e in ottobre) alternativamente nelle due capitali. Nel dicembre 1984 si era registrata la firma di accordi di cooperazione economica, tecnica e scientifica, senza che ciò potesse essere letto come un reale riavvicinamento: infatti, nel gennaio 1986, il ministero degli Esteri cinese dichiarò che Mosca non aveva ancora compiuto i passi necessari ad avviare la normalizzazione delle relazioni (cfr. infra, nota 11). Tre mesi dopo la proposta di Gorbaciov di un incontro al vertice con Deng Xiaoping venne respinta da Pechino perché considerata ancora irrealistica. Cfr. WISHNICK, Mending Fences, cit., p. 98 ss.; S. MUSSO, Le relazioni tra la Cina e l’Unione Sovietica da Stalin a Yeltsin: dalle relazioni fraterne alla rottura e alla distensione, in «Mondo cinese», LXXXIX, maggio-agosto 1995: http://www.tuttocina.it/mondo_cinese/089/089_muss.htm (ultimo accesso 26/03/2013). 48 Dalla normalizzazione alla normalità del superamento dei famosi “tre ostacoli principali” al miglioramento dei rapporti.11 In relazione alle questioni di sicurezza, Gorbaciov evocò la possibilità di un parziale ritiro delle forze sovietiche dalla Mongolia – ritiro effettivamente avviato nella primavera-estate 1987 – e propose di ridurre proporzionalmente le truppe di terra dislocate da Urss e Rpc lungo la frontiera comune, ma soprattutto lasciò intendere la volontà di affrontare il nodo della schiacciante superiorità nucleare di Mosca in Estremo Oriente, eredità della politica di buildup dell’era Brezhnev e da allora al primo posto fra le preoccupazioni di Pechino – su questo fronte, la prima iniziativa capace di attenuare il senso di vulnerabilità cinese fu rappresentata dal Trattato Inf (Itermediate-range Nuclear Forces), firmato a Washington da Reagan e Gorbaciov l’8 dicembre 1987, che prevedeva anche la distruzione dei missili SS-20 basati in Siberia. Un potente messaggio di apertura fu inoltre trasmesso con l’annuncio del ritiro di un grosso contingente dell’Armata rossa (120 mila soldati) dall’Afghanistan entro la fine del 1986, mossa che anticipava la volontà sovietica di porre termine all’occupazione del paese e che in prospettiva comportava la rimozione di uno degli ostacoli al dialogo bilaterale. Infine, rispetto all’ultima precondizione posta dai cinesi, pur senza assumere alcun impegno a intervenire sul Vietnam per risolvere la crisi cambogiana, espresse comunque l’interesse di Mosca per la normalizzazione delle relazioni tra Pechino e Hanoi.12 Come ha ben sintetizzato Bobo Lo, sebbene non si potesse 11 Li ricorda Qian Qichen – il quale, come vice-ministro degli Esteri cinese, aveva svolto un ruolo importante nelle trattative iniziate nei primi anni Ottanta e che fu poi ministro degli Esteri dal 1988 al 1998 – in un recente volume di memorie: 1. riduzione delle truppe sovietiche presenti nella repubblica popolare di Mongolia e lungo la frontiera tra Urss e Rpc; 2. ritiro dell’Armata rossa dall’Afghanistan; 3. impegno di Mosca a intervenire su Hanoi per porre fine all’occupazione vietnamita della Cambogia. Q. QICHEN, Ten Episodes in China’s Diplomacy, New York, Harper Collins, 2005, pp. 5-17. Cfr., altresì, YING CH’ING-YAO, Three Barriers to Peking-Moscow Rapprochement, in «Issues & Studies», XIX, 9, September 1983, pp. 71-88. 12 Il testo completo, in inglese, del discorso di Vladivostok si legge in P. UHE, Eine KSZE für Asien? Die Genese einer Idee und aktuelle Ausformungen sicherheitspolitischer Zusammenarbeit in einer konfliktreichen Region. Analyse und Dokumente, Hamburg, LIT, 1996, pp. 127-153. Per un’analisi penetrante dei suoi contenuti e delle sue ricadute immediate, cfr. R. MENON, New Thinking and Northeast Asian Securiy, in «Problems of Communism», XXXVIII, n. 2-3, March-June 1989, pp. 11-17. Le attese suscitate dalle dichiarazioni di Gorbaciov sono ben documentate negli interventi raccolti da R. THAKUR 49 Andrea Francioni prevedere se e quando le buone intenzioni di Gorbaciov avrebbero avuto ragione delle rigidità cinesi, «Vladivostok marked the point when the Soviet Union moved from its previous policy of containment to one of engagement».13 Peraltro, a Vladivostok, Gorbaciov andò oltre quanto fosse strettamente necessario alla ripresa di un dialogo costruttivo. Egli propose, di fatto, una immediata riapertura dei colloqui sull’annosa questione delle frontiere – interrotti nel 1978 dopo un decennio di sterili negoziati – facendo in questa materia concessioni per la prima volta dall’epoca dei “trattati ineguali”, quando Pechino aveva dovuto riconoscere la sovranità russa su ampie porzioni di territorio ai limiti delle rispettive zone d’influenza:14 l’offerta concerneva una rettifica del tracciato confinario proposto per il settore orientale – il principale canale navigabile (thalweg) del fiume Amur invece della riva cinese 15 – e poteva essere considerata, al pari degli altri gesti di apertura, una misura di confidence building, concepita per dimostrare la serietà dell’iniziativa sovietica; ma vi si leggeva, appunto, anche una implicita richiesta di riannodare subito i fili del dialogo su una vertenza che in passato era stata fonte di pericolose tensioni e che oggettivamente and C.A. THAYER, eds., The Soviet Union as an Asian Pacific Power: Implications of Gorbachev’s 1986 Vladivostok Initiatives, Boulder (CO), Westview Press, 1987. 13 BOBO LO, Axis of Convenience: Moscow, Beijing, and the New Geopolitics, LondonWashington D.C., Chatham House – Brookings Institution Press, 2008, pp. 27-28. Alice Miller e Richard Wich hanno scritto che Vladivostok segnò «the beginning of the end of the Cold War». A. LYMAN MILLER – R. WICH, Becoming Asia: Change and Continuity in Asian International Relations since World War II, Stanford (CA), Stanford University Press: 2011, p. 197. 14 I trattati di Aigun (1858), Pechino (1860) e Tarbagatai (1864) avevano comportato le più cospicue rinunce da parte dell’impero Qing, anche se l’erosione territoriale ad opera della Russia era continuata negli anni seguenti. Cfr. S.C.M. PAINE, Imperial Rivals: China, Russia and Their Disputed Frontier, 1858-1924, Armonk (NY), M.E. Sharpe, 1996, pp. 28-29. In genere, la storiografia russa considera tali acquisizioni perfettamente legali: cfr. A.D. VOSKRESSENSKI, Russia and China: A Theory of Inter-State Relations, London, Routledge Curzon, 2003, pp. 16-17. 15 Come ha scritto Neville Maxwell, il nuovo approccio «meant that Moscow was waiving its claim to all the hundreds of river islands (except Bear Island) that lay on China’s side of the main current», e in particolare «meant giving up the claim to Zhenbao», cioè l’isola che era stata al centro degli scontri nel marzo 1969. N. MAXWELL, How the Sino-Russian Boundary Conflict Was Finally Settled: from Nerchinsk 1689, to Vladivostok 2005 via Zhenbao Island 1969, in Russia and Its Eastern Edge, ed. by A. IWASHITA Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, 16-2, June 2007, p. 70. 50 Dalla normalizzazione alla normalità contribuiva ad alimentare le critiche di Pechino nei confronti di Mosca. Avviare a conclusione uno degli ultimi capitoli lasciati aperti da quello che per i cinesi era il «secolo della vergogna nazionale», 16 cominciando a definire il tracciato dei 7.520 chilometri di frontiera comune, avrebbe permesso di creare un clima di collaborazione, del quale anche altri temi dell’agenda bilaterale potevano beneficiare. Considerate tutte le implicazioni della questione, strategiche, storiche e politiche, la ripresa dei colloqui per la delimitazione del confine, nel febbraio 1987, segnò effettivamente l’inizio del disgelo – e un primo obiettivo sarebbe stato centrato il 16 maggio 1991, quando i due paesi firmarono l’accordo sul settore orientale (pur lasciandone indefinite alcune porzioni). 17 Perché questa complessa strategia di apertura – fatta di concessioni unilaterali, richieste di dialogo, ipotesi di una nuova architettura di sicurezza in Asia Orientale – potesse realmente offrire la garanzia di approdare a una solida e duratura collaborazione tra i due paesi, occorreva promuovere anche l’interdipendenza economica: la nuova relazione doveva essere costruita non solo rimuovendo rischi di conflitto o riducendo frizioni, ma anche creando legami, per esempio riattivando gli scambi commerciali nelle zone di frontiera. 18 Le relazioni economiche fra l’Urss della perestrojka e la Cina delle modernizzazioni erano, in sostanza, la vera chiave della détente sinosovietica, lo strumento per dare continuità ai rapporti anche dopo la normalizzazione.19 16 Espressione con la quale in Cina si indica il “treaty century” (1842-1943). Cfr. D. WANG, China’s Unequal Treaties: Narrating National History, Lanham (MD), Lexington Books, 2005, passim. 17 Cfr. R.G. SUTTER, Chinese Foreign Relations: Power and Policy since the Cold War, Lanham (MD), Rowman & Littlefield, 2010, p. 274; S. UHALLEY, Sino-Soviet Relations: Continued Improvement Amidst Tumultuous Change, in «Journal of East Asian Affairs», VI, 1, Winter-Spring 1992, pp. 171-192. 18 Il settore orientale del confine fu riaperto al commercio nell’agosto 1986 e furono di nuovo autorizzati gli scambi fra il Xinjiang e le repubbliche sovietiche dell’Asia Centrale. Cfr. MENON, New Thinking and Northeast Asian Securiy, cit., pp. 9-10; G. WACKER, China and Its Central Asian Neighbours, in Y. HAO – B.K.P. CHOU, eds., China’s Policies on Its Borderlands and Their International Implications, Singapore, World Scientific, 2011, p. 70. 19 Cfr. H. CARRÈRE D’ENCAUSSE, La Russia tra due mondi, Roma, Salerno, 2011, p. 20. Così si era espresso Gorbaciov a Vladivostok: «Soviet people regard with understanding and respect the aim put forward by the CCP of modernising the country and building in 51 Andrea Francioni L’iniziativa del segretario generale del Pcus certo non passò inosservata a Pechino: forse è un dettaglio, ma dopo Vladivostok qualsiasi riferimento alla “minaccia sovietica” improvvisamente scomparve dal discorso politico cinese. 20 D’altra parte, vi era in questa fase una sintonia nell’approccio alle questioni internazionali da parte dei due paesi. Nel momento in cui Gorbaciov – presentando il dodicesimo piano quinquennale al Comitato centrale del Pcus, nel giugno 1986 – sottolineava il nesso esistente tra riforme e politica estera, sostenendo la necessità per l’Urss di stabilizzare il quadro internazionale per poter dare pieno corso alla perestrojka,21 in realtà echeggiava Deng Xiaoping, il quale, in un discorso del 29 maggio 1984, aveva introdotto quella giustapposizione fra obiettivi interni ed esterni della modernizzazione cinese che avrebbe dato il tono al lavoro di politica estera negli anni seguenti: «Dobbiamo salvaguardare la pace mondiale e assicurare lo sviluppo nazionale», era stato lo slogan lanciato in quella occasione, e con esso venivano sintetizzate le determinanti di una strategia di lungo periodo.22 Deng aveva coniato l’espressione “pace e sviluppo”;23 Gorbaciov parlava di “disarmo per lo the long term a socialist society worth of a great people. As far as one can judge, our priorities and those of China are similar: the acceleration of socioeconomic development. Why not support one another and cooperate in realising our plans, where this is evidently to the benefit of both? […] We are convinced that the mutually complementary nature of the Soviet and Chinese economies which has been historically established offers great opportunities for expanding these ties, including in the border regions». UHE, Eine KSZE für Asien?, pp. 145-146. 20 Cfr. H.P. NGUYEN, Russia and China: The Genesis of an Eastern Rapallo, in «Asian Survey», XXXIII, 3, March 1993, p. 289. 21 Cfr. BUSZYNSKI, International Linkages and Regional Interests, cit., p. 219; J. PRADOS, How the Cold War Ended: Debating and Doing History, Washington D.C., Potomac Books, 2011, p. 112. 22 DENG XIAOPING, We Must Safeguard World Peace and Ensure Domestic Development, May 29, 1984, in Selected Works of Deng Xiaoping, Vol. III (1982-1992), edited by «People’s Daily online», in http://www.people.com.cn/english/dengxp/home.html (ultimo accesso 25/03/2013); A. GOLDSTEIN, Rising to the Challenge: China’s Grand Strategy and International Security, Stanford (CA), Stanford University Press, 2005, p. 119. 23 Cfr. E.S. MEDEIROS, China’s International Behaviour: Activism, Opportunism, and Diversification, Santa Monica (CA), Rand Corporation, 2009, p. 54. 52 Dalla normalizzazione alla normalità sviluppo”,24 e sul momento l’assonanza delle formule parve funzionare: i leaders della Rpc avevano tutto l’interesse ad accelerare la normalizzazione con Mosca per aumentare il grado di sicurezza necessario a garantire continuità alle “Quattro modernizzazioni”; 25 per l’Urss, sterilizzare il contenzioso con Pechino significava liberare risorse da convogliare nei progetti di ristrutturazione economica. Ma questa supposta convergenza fra le due strategie riformiste si basava su un palese fraintendimento, quasi una nuova frattura ideologica. Il leader sovietico tornò ad includere la “politica di amicizia e fiducia” con la Cina in un altro discorso programmatico che ebbe grande risonanza globale.26 Il 16 settembre 1988, a Krasnojarsk, nel cuore della Siberia, egli affrontò, con sguardo che scavalcava l’orizzonte degli attori regionali e chiamava in causa direttamente gli Stati Uniti, il tema della sicurezza asiatica, denunciando la minaccia per la pace rappresentata dal triangolo strategico Washington-Tokyo-Seoul e declinando le iniziative che avrebbero potuto creare un ambiente militarmente stabile, grazie a misure di disarmo bilanciato, e propizio alla cooperazione economica. 27 Non si trattava di un discorso rivolto in particolare a Pechino; tuttavia, il passaggio che più attirò l’attenzione degli osservatori internazionali fu la richiesta di un incontro al vertice sino-russo,28 richiesta già avanzata in passato, ma che veniva ora 24 Con queste parole aveva chiuso il discorso del 15 gennaio 1986. Ora anche in M. GORBAČËV, Ogni cosa a suo tempo. Storia della mia vita, Venezia, Marsilio, 2013, p. 444. 25 Cfr. BUSZYNSKI, International Linkages and Regional Interests, cit., pp. 229-230. 26 Cfr. Y. PRIMAKOV, Russian Crossroads: Toward the New Millennium, New Haven (CT),Yale University Press, 2004, p. 36. 27 Rajan Menon riassume così le proposte formulate a Krasnojarsk: «Incorporating Siberia into the ‘international division of labor’ by opening it up to foreign investment; instituting confidence-building measures to reduce the threat of accidental war; limiting specific forms of naval activity in the northwest Pacific; establishing multilateral cooperation to resolve regional conflicts; enhancing the security of sea lanes vital to commerce; initiating reciprocal US and Soviet withdrawal from existing naval bases; and calling for a new and comprehensive security regime in Asia which would ultimately merge with a similar arrangement in Europe to establish a universal system of collective security to replace the existing system based on precarious arms competitions and contending alliances». MENON, New Thinking and Northeast Asian Securiy, cit., p. 1. 28 Cfr. Gorbachev Calls for Improved Ties with China, Renews Summit Call, AP – Associated Press, September 16, 1988, http://www.apnewsarchive.com (ultimo accesso 29/03/2013). 53 Andrea Francioni reiterata in un contesto assai diverso, cioè dopo gli Accordi di Ginevra (aprile 1988) sul ritiro dall’Afghanistan delle forze sovietiche e dopo la decisione di Hanoi di terminare l’occupazione della Cambogia (maggio 1988),29 due eventi che rendevano quasi certa la prospettiva della normalizzazione fra Urss e Rpc. In definitiva, se il progetto complessivo di dar vita a un sistema di sicurezza collettiva in Asia, a una nuova Helsinki per l’Estremo Oriente,30 si arenò dopo Krasnojarsk,31 sul versante cinese il new thinking ebbe le ricadute attese, centrando uno dei suoi obiettivi iniziali: quando, nel dicembre 1988, Gorbaciov incontrò a Mosca il ministro degli Esteri cinese, Qian Qichen, e ottenne il via libera per l’incontro al vertice con i dirigenti della Rpc, si capì che anche per Pechino i tempi erano maturi per celebrare la riconciliazione.32 La normalizzazione sino-sovietica, simboleggiata dalla ripresa dei rapporti tra Pcus e Pcc,33 fu oggettivamente un grande successo di Gorbaciov, ma va anche detto che, giunta al traguardo, la politica delle 29 Cfr. ZUBOK, Gorbachev’s Policy toward East Asia, 1985-1991, cit., pp. 273-274. Gorbaciov aveva invocato un “processo di Helsinki” per l’Asia-Pacifico nel discorso di Vladivostok (cfr. UHE, Eine KSZE für Asien?, cit., p. 144) e da quel momento la suggestione era stata ripresa da molti commentatori. Cfr. BUSZYNSKI, International Linkages and Regional Interests, cit., p. 220. 31 Sostanzialmente perché Mosca fu incapace di trovare un compromesso col Giappone. Cfr. V.B. AMIROV, Russia in the Asia-Pacific Area: Challenges and Opportunities, in G. CHUFRIN, ed., Russia and Asia, cit., p. 274. Vladislav Zubok spiega con ricchezza di dettagli perché Tokyo rappresentò il punto debole della strategia di Gorbaciov. Egli mirava a coinvolgere il Giappone nei progetti di sviluppo della Siberia, puntando sulla carta della cooperazione economica, ma si dimostrò incapace di affrontare positivamente la questione della restituzione delle Curili meridionali, ottenute dall’Urss durante la seconda guerra mondiale. Sperava che la soluzione della vertenza territoriale sarebbe venuta come naturale conseguenza del miglioramento dei rapporti e comunque, finché durava la guerra fredda, intendeva conservare il vantaggio strategico nei confronti del principale alleato americano nel Pacifico. In sostanza, riteneva che solo in un mutato contesto internazionale, determinato dalla fine della competizione bipolare, sarebbe stato possibile per Unione Sovietica retrocedere le isole disputate senza mettere a repentaglio la propria sicurezza e senza alimentare le contestazioni interne. Cfr. ZUBOK, Gorbachev’s Policy toward East Asia, 1985-1991, cit., pp. 279-285. 32 Cfr. GORBAČËV, Ogni cosa a suo tempo, cit., p. 376; QICHEN, Ten Episodes in China’s Diplomacy, cit., pp. 20-28. 33 Cfr. ZHAO ZIYANG, Prisoner of the State: The Secret Journal of Zhao Ziyang, translated and edited by BAO PU – R. CHIANG – A. IGNATIUS, New York (NY), Simon & Schuster, 2009, p. 47. 30 54 Dalla normalizzazione alla normalità concessioni, sulla quale era stato imbastito il dialogo con la Rpc, aveva esaurito gran parte della sua forza propulsiva. Le nuove, sostanziose riduzioni – decise unilateralmente da Mosca – dei contingenti sovietici schierati in Asia, insieme al ritiro della quasi totalità di quello ancora presente in Mongolia (annunciato nel marzo 1989),34 chiudevano la fase in cui si era cercato di risolvere i contrasti: alcuni meccanismi erano stati messi in funzione (negoziato sui confini, demilitarizzazione delle zone a ridosso delle frontiere) e avrebbero continuato ad operare negli anni seguenti; ma, al punto in cui si era, il problema era individuare un terreno di effettiva cooperazione che potesse essere il motore di sviluppo delle relazioni. Sotto questo profilo, dal summit di Pechino del 15-18 maggio 1989 non vennero risposte e, per una serie di motivazioni che rimandavano alla situazione peculiare dei due paesi, l’evento che sanciva lo smantellamento del “secondo fronte della guerra fredda”35 non si tradusse in un nuovo inizio. Il rapido deterioramento del quadro interno in Urss faceva di Mosca una partner poco credibile per Pechino e anche gli accordi economicocommerciali firmati l’anno successivo non rappresentarono una svolta, dato che, per i cinesi, superata la crisi di piazza Tiananmen, la priorità era approfondire la collaborazione con chi poteva contribuire efficacemente alla modernizzazione del paese offrendo tecnologie, attrezzature, investimenti (Stati Uniti, Giappone, le “tigri asiatiche”, i principali Stati europei),36 non certo con una Unione Sovietica impegnata a chiedere il sostegno finanziario internazionale per le sue riforme e i suoi piani di sviluppo.37 Per altro verso, la visita di Gorbaciov si svolse in un momento di drammatica tensione politicosociale in Cina – erano i giorni in cui la crisi di piazza Tiananmen, con lo sciopero della fame avviato dagli studenti, cominciava ad aprire 34 Cfr. LYMAN MILLER - WICH, Becoming Asia, cit., pp. 198-199. Cfr. ZUBOK, Gorbachev’s Policy toward East Asia, 1985-1991, cit., p. 278, che cita l’opinione dell’allora ambasciatore sovietico a Pechino, Oleg Troianovskii. 36 Cfr. WU XIAOBO, Miracolo cinese. I trent’anni che hanno cambiato il mondo, Milano, Francesco Brioschi, 2010, pp. 63, 81-86, 107-109 e passim. Più ampiamente B. NAUGHTON, The Chinese Economy: Transitions and Growth, Cambridge (MA) and London,The MIT Press, 2007, p. 375 ss. 37 Cfr. N.V. RIASANOVSKY, Storia della Russia. Dalle origini ai giorni nostri, Milano, Bompiani, 1994 (nuova edizione aggiornata a cura di S. ROMANO), pp. 617, 625. 35 55 Andrea Francioni qualche contraddizione ai vertici del regime 38 – e la singolare concomitanza portò allo scoperto l’incompatibilità tra due modelli riformisti.39 Come è stato osservato, l’approccio gradualista di Deng Xiaoping era basato su riforme economiche incrementali e non contemplava i radicali cambiamenti cui il modello sovietico stava dando luogo anche sul piano politico.40 Agli occhi della leadership cinese, già impegnata a tenere sotto controllo la “liberalizzazione borghese” che le modernizzazioni avevano innescato,41 prendeva corpo una nuova “questione ideologica”, espressione della preoccupazione per gli effetti destabilizzanti sul fronte interno dell’esempio sovietico. I fatti della Tiananmen incoraggiarono questa lettura: nel maggio 1989, la “piazza democratica” guardava a Gorbaciov come al campione di un autentico riformismo, che per essere tale doveva affrontare anche il nodo del cambiamento politico, una strada che di tutta evidenza il Pcc si rifiutava di percorrere.42 Con questa Unione Sovietica, che appariva 38 Alludo allo scontro che si consumò all’interno del Comitato permanente del Politburo tra il segretario generale del Pcc, Zhao Ziyang, fautore del dialogo con i manifestanti, e i sostenitori della linea dura, come Deng Xiaoping e il premier Li Peng. Cfr. A.J. NATHAN – P. LINK, a cura di, Tienanmen. Pechino 1989: i documenti segreti raccolti da Zhang Liang, Milano, Rizzoli, 2001, pp. 177-273. 39 Sul tema mi limito a segnalare: PEI MINXIN, From Reform to Revolution: The Demise of Communism in China and the Soviet Union, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1994; e soprattutto CH. MARSH, Unparalleled Reforms: China’s Rise, Russia’s Fall, and the Interdependence of Transition, Lanham (MD), Lexington Books, 2005, p. 44 ss. 40 Cfr. H. SHIPING, The Deng Reforms (1978-1992) and the Gorbachev Reforms (19851991) Revisited: A Political Discourse Analysis, in «Problems of Post-Communism», LIII, 3, May-June 2006, pp. 3-16. 41 Cfr. J. GITTINGS, The Changing Face of China: From Mao to Market, Oxford and New York (NY), Oxford University Press, 2005, pp. 246-249. 42 Gli studenti di piazza Tiananmen dettero il benvenuto al segretario generale del Pcus con manifesti che celebravano l’iniziatore della glasnost e della perestrojka e chiedevano polemicamente chi potesse essere la sua controparte fra i dirigenti del Pcc. Il 16 maggio, giorno dell’incontro fra Gorbaciov e Deng, srotolarono uno striscione che recitava: “Salutiamo l’ambasciatore della democrazia”. Cfr. R. EVANS, Deng Xiaoping and the Making of Modern China, revised edition, London, Penguin Books, 1997, p. 293; E.F. VOGEL, Deng Xiaoping and the Transformation of China, Cambridge (MA) and London, The Belknap Press of Harvard University Press, 2011, p. 612. Gli studenti cercavano, in questo modo, anche di ottenere visibilità sui media internazionali giunti a Pechino per coprire la visita di Gorbaciov; quest’ultimo, contrariamente alle speranze di alcuni, si astenne dal commentare pubblicamente le manifestazioni. Cfr. C. CALHOUN, Neither 56 Dalla normalizzazione alla normalità ai dirigenti cinesi troppo debole dinanzi alle “rivoluzioni di velluto” in Europa Orientale e incapace di tenere sotto controllo l’avanzata delle rivendicazioni interne, Pechino poteva collaborare per preservare la sicurezza nazionale ma era poco incline ad approfondire i rapporti.43 In sostanza, anche dopo la normalizzazione permaneva tra i due paesi una distanza che i deboli legami economici non potevano colmare e che la divergenza fra le strategie riformiste contribuiva ad allargare. 3. Gli anni di Eltsin: la Cina e l’agenda del multipolarismo La situazione non cambiò di molto con lo scioglimento dell’Urss e l’arrivo alla presidenza in Russia del liberale Boris Eltsin, il quale impresse alla politica estera di Mosca un orientamento filo-occidentale, molto marcato agli esordi, poi meno esclusivo via via che si sperimentavano le delusioni per la partnership mancata con gli Stati Uniti, ma destinato a rimanere la nota predominante nell’approccio russo alla realtà internazionale per lo meno fino alla metà degli anni Novanta: in questo quadro, le relazioni con Pechino non erano una priorità.44 La prima visita di Stato di Eltsin in Cina, fra il 17 e il 21 dicembre 1992, non produsse, in effetti, risultati spettacolari: durante il vertice con Jiang Zemin, il presidente russo annunciò l’intenzione del Gods nor Emperors: Students and the Struggle for Democracy in China, Berkeley and Los Angeles (CA), University of California Press, 1994, pp. 64-71. 43 Cfr. VOGEL, Deng Xiaoping and the Transformation of China, cit., pp. 654-659. Col passare dei mesi, mentre le relazioni formali continuavano, l’atteggiamento cinese si fece sempre più freddo e all’interno del Pcc cominciarono a circolare documenti che interpretavano il progressivo collasso del sistema sovietico fra il 1989 e il 1991 come il naturale prodotto delle politiche “revisioniste” di Gorbaciov (cfr. J.W. GARVER, The Chinese Communist Party and the Collapse of Soviet Communism, in «The China Quarterly», 133, March 1993, p. 4). Addirittura, al momento del golpe d’agosto, tra i dirigenti del Pcc vi fu chi propose di appoggiare pubblicamente l’azione dei cospiratori. Cfr. VOGEL, Deng Xiaoping and the Transformation of China, cit., p. 714. 44 Non è ovviamente una dimenticanza il fatto che Eltsin, in un libro di memorie pubblicato appena tre anni dopo aver assunto la presidenza, nemmeno citi il viaggio nella Rpc del dicembre 1992, mentre scrive della visita in India nel gennaio 1993 – definendo le relazioni con Nuova Delhi «l’élément principal de notre stratégie générale dans la région de l’Asie et du Pacifique» – e si dilunga sui preparativi del viaggio in Giappone (ottobre 1993). B. ELTSINE, Sur le fil du rasoir. Mémoires, Paris, Éditions Albin Michel, 1994, pp. 232 e 198-203. 57 Andrea Francioni suo paese di condurre in futuro una politica estera «bilanciata tra Est e Ovest»,45 ma alla fine l’unico risultato apprezzabile venne dal negoziato per l’implementazione delle misure di confidence building lungo la frontiera comune.46 Si continuava, cioè, ad insistere sulle questioni di sicurezza, terreno ormai acquisito di collaborazione, senza che da ciò si potesse desumere un reale impegno ad alzare il livello del dialogo. Peraltro, al netto di qualche dichiarazione incoraggiante rilasciata nella Rpc alla vigilia del vertice,47 anche per Pechino la relazione con Mosca continuava ad avere un interesse limitato. La dirigenza che aveva preso stabilmente le redini del paese dopo il ritiro di Deng Xiaoping, al pari dell’ex leader, guardava alla Russia come al regno del caos, a causa della sfrenata politica di liberalizzazioni di questi anni e della persistente crisi istituzionale, e per di più nutriva pregiudizi nei confronti di Eltsin, ben noto per la sua campagna contro il Pcus e per essere stato uno dei pochi esponenti politici della vecchia Unione Sovietica ad aver denunciato pubblicamente il massacro di piazza Tiananmen.48 Gli anni della prima presidenza Eltsin furono quelli in cui si determinò la nuova asimmetria di potere fra Mosca e Pechino:49 mentre l’economia russa era in caduta libera – il Pil diminuì del 13% nel 1991, del 19% nel 1992, del 12% nel 1993, del 15% nel 1994 – la Rpc era in piena fase espansiva, dopo la relativa frenata di fine anni Ottanta, con tassi di crescita oscillanti fra il 9% e il 14% nel periodo 1991-94.50 Le 45 E. WISHNICK, Russia and China: Brothers Again?, in «Asian Survey», XLI, 5, November-December 2001, p. 799. 46 Il nuovo accordo prevedeva che entro una fascia di cento chilometri su entrambi i lati del confine le truppe sarebbero state ritirate e le armi offensive ridotte. Cfr. SUTTER, Chinese Foreign Relations, cit., p. 275. 47 Agli inizi di dicembre, il ministro degli Esteri, Qian Qichen, aveva rilasciato una dichiarazione di questo tenore: «The current state of Sino-Russian relations rules out confrontation and at the same time does not rule out an alliance». NGUYEN, Russia and China, cit., p. 301. 48 Cfr. GARVER, The Chinese Communist Party, cit., p. 7. Eltsin aveva parlato dei fatti del 4 giugno 1989 come di una “ricaduta nel passato stalinista”. 49 Cfr. BOBO LO, Axis of Convenience, cit., p. 83, che registra la progressiva divaricazione fra il Pil dei due paesi a partire dal 1992. 50 Cfr. N. NORLING, China and Russia: Partners with Tensions, in «Policy Perspectives», IV, 1, 2007, p. 35. Il crollo dell’economia russa nei primi anni Novanta è raccontato da R. 58 Dalla normalizzazione alla normalità relazioni economiche bilaterali non decollavano e addirittura declinavano nel 1994,51 con un unico comparto vitale, quello della vendita di armi, equipaggiamento e tecnologia militare russa. Queste vendite riflettevano una pragmatica convergenza di interessi: per Mosca, si trattava di incamerare valuta e garantire ordinativi all’industria della difesa, autentico pilastro di un’economia ormai allo sbando, ma anch’essa in difficoltà dopo che il crollo del sistema sovietico l’aveva privata dei tradizionali clienti; a Pechino, si offriva la possibilità di rifornirsi relativamente a buon mercato e, soprattutto, senza dover sottostare alle condizioni politiche poste dall’Occidente, che aveva decretato l’embargo sulle forniture militari alla Rpc dopo la crisi del 1989. L’approvvigionamento dalla Russia, pur tra alti e bassi, per la restante parte del decennio avrebbe dato un importante contributo all’avvio della quarta modernizzazione cinese, quella della difesa.52 Tutto sommato, però, le incoraggianti dichiarazioni rilasciate in occasione degli incontri ufficiali non corrispondevano ancora a progressi incisivi e, anzi, talvolta servivano a coprire gli attriti innescati dal declino russo e dalla contestuale ascesa cinese. E così, mentre al vertice fra Boris Eltsin e Jiang Zemin, svoltosi a Mosca il 2-6 settembre 1994, si inaugurava la “partnership costruttiva” e veniva siglato l’accordo sul settore occidentale del confine – ridotto ad appena 55 chilometri dopo l’indipendenza delle repubbliche ex sovietiche MEDVEDEV, La Russia post-sovietica. Un viaggio nell’éra Eltsin, Torino, Einaudi, 2002, pp. 152-191. 51 Cfr. R.H. DONALDSON - J.A. DONALDSON, The Arms Trade in Russian-Chinese Relations: Identity, Domestic Politics, and Geopolitical Reasoning, in «International Studies Quarterly», XLVII, 4, December 2003, p. 712. 52 Cfr. V. FERRETTI, La questione della sicurezza nell’evoluzione della politica estera della Repubblica Popolare Cinese, Soveria Mannelli, Rubbettino, 2006, p. 88; K. CRANE – R. CLIFF – E. MEDEIROS – J. MULVENON – W. OVERHOLT, Modernizing China’s Military: Opportunities and Constraints, Santa Monica (CA), Rand Corporation, 2005, pp. 144-150; TSAI MING-YEN, From Adversaries to Partners? Chinese and Russian Military Cooperation after the Cold War, London, Praeger, 2003, pp. 184-186. Per i dati sul volume delle importazioni cinesi in questo periodo cfr. L. JAKOBSON - P. HOLTOM – D. KNOX - JINGCHAO PENG, China’s Energy and Security Relations with Russia: Hopes, Frustrations and Uncertainties, SIPRI Policy Paper No. 29, Stockholm International Peace Research Institute, October 2011, p. 14, http://books.sipri. org/files/PP/SIPRIPP29.pdf (ultimo accesso 07/04/2013). 59 Andrea Francioni dell’Asia Centrale53–, nell’Estremo Oriente russo, scarsamente popolato ed economicamente depresso, l’immigrazione cinese cominciava a provocare qualche tensione. Sebbene le cifre diffuse in Russia circa il numero di cinesi che passavano la frontiera fossero esagerate – non di milioni si trattava ma di poche centinaia di migliaia di persone – e la minaccia dell’invasione fosse agitata dai governatori delle regioni interessate soprattutto per ottenere da Mosca più attenzione e più risorse, nondimeno la campagna nazionalista condotta sulla stampa e alla Duma contro Pechino, accusata di spingere verso l’Estremo Oriente russo la popolazione in eccesso del Nord-Est (dongbei) cinese per conquistare nuovi spazi e risorse naturali con cui alimentare la propria economia, spinse i due paesi, nel corso del 1994, a concordare un regime più stringente per la concessione dei visti. 54 Il clima in cui era maturato il provvedimento – che evidentemente non risolveva il problema dell’immigrazione illegale attraverso un confine lungo e difficilmente controllabile – testimoniava delle reazioni che la crescita della Rpc poteva provocare in un paese in declino: da questo momento in avanti, il tema della “minaccia cinese” sarebbe riaffiorato periodicamente nel dibattito politico russo, controbilanciando le attese suscitate dalla retorica della partnership.55 53 Cfr. WILSON, Strategic Partners, cit., pp. 27-30; PI YING-HSIEN, The Dynamics of Sino-Russian Relations, in «Issues & Studies», XXXII, 1, 1996, p. 22; YE ZICHENG, Inside China’s Grand Strategy: The Perspective from the People’s Republic, edited and translated by S.I. LEVINE and L. GUOLI, Lexington (KY), The University Press of Kentucky, 2011, p. 131 ss. 54 Cfr. SUTTER, Chinese Foreign Relations, cit., p. 277; G. ROZMAN, Northeast Asia’s Stunted Regionalism: Bilateral Distrust in the Shadow of Globalization, Cambridge, Cambridge University Press, 2004, p. 162; WILSON, Strategic Partners, cit., p. 114 ss. Alla metà degli anni Novanta, l’area a est del lago Bajkal (vale a dire circa un terzo dell’intero territorio russo) contava meno di 20 milioni di abitanti; le regioni a ridosso del confine con la Rpc, le più povere del paese e con un trend demografico negativo, si fermavano a poco più di 7 milioni. Dall’altra parte della frontiera, le province del NordEst cinese avevano una popolazione di circa 120 milioni, peraltro in costante crescita e alla ricerca di opportunità di lavoro. Cfr. P. FERDINAND, Sunset, Sunrise: China and Russia Construct a New Relationship, in «International Affairs», LXXXIII, 5, September 2007, pp. 846-847. 55 Cfr. A.D. VOSKRESSENSKI, The Perceptions of China by Russia’s Foreign Policy Elite, in «Issues & Studies», XXXIII, 3, March 1997; G. VITKOVSKAYA – Z. ZAYONCHKOVSKAYA – K. NEWLAND, Chinese Migration into Russia, in S.W. GARNETT, ed., Rapprochement or Rivalry? Russia-China Relations in a Changing Asia, Washington D.C., Carnegie Endowment for International Peace, 2000, pp. 347-370; M.A. ALEXSEEV, 60 Dalla normalizzazione alla normalità Sebbene dopo il 1994 le relazioni bilaterali fossero coltivate con maggiore attenzione rispetto al passato,56 fu solo con l’arrivo di Evghenij Primakov al ministero degli Esteri nel gennaio 1996 che la Cina diventò un elemento veramente importante dell’azione internazionale di Mosca, peraltro in un quadro di radicale revisione dell’approccio unidirezionale – e talvolta decisamente erratico – del predecessore di Primakov, Andrei Kozyrev. Stephen Larrabee e Theodore Karasik hanno ben evidenziato l’impatto delle nuove concezioni di politica estera di cui Primakov si fece portatore: Primakov’s appointment has […] resulted in a shift in Russian foreign policy priorities. While Kozyrev saw his prime task as improving relations with the West and largely neglected relations with the states of the former Soviet Union, Primakov made clear from the outset that he intended to give top priority to strengthening ties to the CIS. Under his stewardship, relations with the CIS have been given higher priority in practice, not just in declaratory policy. In addition, Primakov has advocated a more “balanced” approach to relations with the West than Kozyrev did. In particular, he has sought to strengthen relations with China and pursue a more active policy in the Middle East as a means 57 of counterbalancing Russia’s ties to the West. Per Primakov, la chiave per garantire alla Russia la possibilità di svolgere un ruolo internazionale pieno stava nella capacità di mettere al centro del lavoro di politica estera la dimensione geopolitica complessa di un paese che unisce in sé Europa e Asia: in questo senso, Primakov costeggiava il dibattito interno sul nuovo eurasismo, peraltro Economic Valuations and Interethnic Fears: Perceptions of Chinese Migration in the Russian Far East, in «Journal of Peace Research», XL, 1, 2003. Per indicazioni bibliografiche sulla percezione della “minaccia cinese” negli anni seguenti cfr. infra nota 95. 56 Cfr. WISHNICK, Mending Fences, cit., p. 121 ss. 57 F.S. LARRABEE – T.W. KARASIK, Foreign and Security Policy Decisionmaking under Yeltsin, Santa Monica (CA), Rand, 1997, pp. 7-8. Nella seconda metà degli anni Ottanta, Primakov, all’epoca a capo dell’Istituto di economia mondiale e relazioni internazionali dell’Accademia delle scienze sovietica (Imemo), aveva contribuito a orientare anche l’agenda di politica estera di Michail Gorbaciov. Cfr. J. CHECKEL, Ideas, Institutions, and the Gorbachev Foreign Policy Revolution, in «World Politics», XVL, 2, January 1993, pp. 288-290. Nel 1989 – secondo quanto scrive lo stesso Primakov – egli ribadì a Gorbaciov che la vera forza della politica estera sovietica risiedeva nella capacità di cooperare con un’ampia platea di paesi, specialmente in Asia, perché questo avrebbe facilitato il dialogo con l’Occidente. Cfr. PRIMAKOV, Russian Crossroads, cit., p. 37. 61 Andrea Francioni caratterizzato, come ha osservato Hélène Carrère d'Encausse, da una singolare confusione tra i concetti di identità, civiltà e interesse nazionale, e nel quale, tirando le somme, la volontà di restaurare la potenza russa era sottesa a tutte le opinioni. 58 In questa fase, l’eurasismo era tornato d’attualità nel discorso politico come alternativa attraente alla deriva occidentalista o atlantista e poteva offrire una sofisticata risposta al problema del declino russo sul piano internazionale. Primakov non intendeva certo rinchiudersi in una prospettiva autistica di tipo neo-imperiale; più pragmaticamente, fondava il suo approccio alla politica estera su una base realista, che considerava l’opportunità di una strategia multi-vettoriale, aperta anche 58 Cfr. CARRÈRE D’ENCAUSSE, La Russia tra due mondi, cit., pp. 103-113. Sul tema si vedano, inoltre, D. KERR, The New Eurasianism: The Rise of Geopolitics in Russia’s Foreign Policy, in «Europe-Asia Studies», XLVII, 6, September 1995, pp. 977-988; A.P. TSYGANKOV, Hard-Line Eurasianism and Russia’s Contending Geopolitical Perspectives, in «East European Quarterly», XXXII, 3, Fall 1998; M. LARUELLE, Alexandre Dugin: esquisse d’un eurasisme d’extrême-droit en Russie post-soviétique, in «Revue d’études comparatives Est-Ouest», XXXII, 3, 2001, pp. 85-103; EAD., The Two Faces of Contemporary Eurasianism: An Imperial Version of Russian Nationalism, in «Nationalities Papers. The Journal of Nationalism and Ethnicity», XXXII, 1, 2004, pp. 115-136; EAD., La quête d’une identité imperiale. Le néo-eurasisme dans la Russie contemporaine, Paris, Petra, 2007; A. INGRAM, Alexander Dugin: Geopolitics and NeoFascism in Post-Soviet Russia, in «Political Geography», XX, 8, November 2001, pp. 1029-1051; M. BASSIN, Eurasianism “Classical” and “Neo”: The Lines of Continuity, in T. MOCHIZUKI, ed., Beyond the Empire: Images of Russia in the Eurasian Cultural Context, Sapporo, Slavic Research Center, 2008, pp. 279-294. Paradorn Rangsimaporn ha argomentato che storicamente queste teorie hanno avuto un carattere reattivo rispetto all’andamento dei rapporti della Russia con l’Occidente: «The notion of Russia being a country with borders and interests in both Europe and Asia has also been a useful rationale for shifts in foreign policy whenever Russia finds itself isolated or marginalised in Europe and the West. After the losses of the Crimean War, Russia looked to Asia for its salvation in terms of prestige and influence. Similarly, Lenin’s turn to the East was conditioned by the failures of communist revolutions in Europe. A similar sentiment was evident in the early 1990s amongst some of the Russian elite who, feeling they were treated disrespectfully by the West, advocated a more active policy in Asia». P. RANGSIMAPORN, Interpretations of Eurasianism: Justifying Russia’s Role in East Asia, in «Europe-Asia Studies», LVIII, 3, 2006, p. 374. La letteratura internazionale sull’eurasismo russo è ormai piuttosto cospicua. In questa sede mi limito a segnalare: D. SHLAPENTOKH, ed., Russia between East and West: Scholarly Debates on Eurasianism, Leiden, Brill, 2006; M. LARUELLE, Russian Eurasianism: An Ideology of Empire, translated by M. GABOWITSCH, Washington D.C. – Baltimore (MD), Woodrow Wilson Center Press – Johns Hopkins University Press, 2008; EAD., L'idéologie eurasiste russe, ou comment penser l'empire, Paris, L'Harmattan, 1999. 62 Dalla normalizzazione alla normalità alla regione Asia-Pacifico, per riconquistare margini di manovra rispetto ai propri interlocutori in Occidente. Primakov – come Eltsin a questo punto – si trovò a constatare che l’appiattimento sulla posizione filo-occidentale aveva prodotto scarsi risultati sotto il profilo della preservazione dello spazio di sicurezza russo: il partenariato con gli Stati Uniti, se esisteva, in definitiva non rispondeva agli interessi strategici di Mosca, perché Washington e i suoi alleati della Nato esercitavano un’oggettiva concorrenza in Europa Orientale e in alcune parti dell’estero vicino e perché ignoravano le posizioni russe rispetto ai Balcani. Primakov esaltò la diversificazione degli orientamenti di politica estera e indicò la strada per contrastare l’egemonismo americano, evocando la prospettiva di una evoluzione in senso multipolare dell’ordine mondiale. 59 Per contribuire a costruire un sistema internazionale diverso da quello ereditato dalla fine della guerra fredda, come si diceva, Mosca poteva far leva sulla dimensione geopolitica, cercando di aggregare intorno a una prospettiva di cambiamento altri centri di gravità, a cominciare dai grandi paesi dell’Asia, come Cina, India e Giappone, un contesto, quello asiatico, in cui la Russia si poteva presentare legittimamente come potenza regionale.60 Proprio sul tema del multipolarismo si sperimentò la prima, oggettiva, convergenza strategica con Pechino, 61 dal momento che, nello stesso frangente, Jiang Zemin aveva portato al centro del dibattito 59 Primakov pensava che la Russia potesse essere la promotrice di questo nuovo ordine. Cfr. M. KATZ, Primakov Redux? Putin’s Pursuit of ‘Multipolarism’ in Asia, in «Demokratizatsiya. The Journal of Post-Sovietic Democratization», XIV, 4, Fall 2006, p. 145. Si vedano, ad esempio, le sue dichiarazioni del 6 marzo 1996: «Russia in her transition from the bipolar world to the multipolar one should play the role of a counterweight to the negative trends that are appearing in international affairs. In the course of this transition not all power centers, determining this multipolarity, have yet formed. And somebody wants to dominate in this situation». S. TURNER, Russia, China and a Multipolar World Order: The Danger in the Undefined, in «Asian Perspective», XXXIII, 1, January 2009, p. 163. In generale, sul ruolo di Primakov nel dibattito russo sul multipolarismo cfr. TH. AMBROSIO, Challenging America’s Global Preeminence: Russia’s Quest for Multipolarity, Chippenham, Antony Rose Ltd., 2005, p. 86 ss. 60 Cfr. A. IWASHITA, Primakov Redux? Russia and the ‘Strategic Triangles’ in Asia, in «SRC Acta Slavica Iaponica», XVI, 2007, p. 166; KIMURA, Japanese-Russian Relations, vol. 2, cit., pp. 180-189. 61 Cfr. A.D. VOSKRESSENSKI, The Rise of China and Russo-Chinese Relations in the New Global Politics of Eastern Asia, in «Slavic Eurasian Studies», Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, cit., p. 30. 63 Andrea Francioni politico cinese tesi analoghe: anche Jiang, pur affermando la necessità, per la Rpc, di continuare a collaborare con Washington per promuovere l’interdipendenza economica e ridurre le tensioni, auspicava una maggiore articolazione del sistema globale, nel quale anche la Cina avrebbe potuto, a condizione di mantenere alto il ritmo della modernizzazione, ambire a giocare un ruolo di rilievo, insieme ad altri attori internazionali (Russia, Giappone, Unione Europea). 62 Il summit di Pechino dell’aprile 1996, il cui motivo conduttore fu il rilancio della relazione bilaterale intesa come volano di un nuovo ordine mondiale, parve effettivamente poter segnare una svolta, sia sotto il profilo dei rapporti tra i due paesi, sia come viatico di una nuova politica asiatica della Federazione Russa. 63 Nella dichiarazione congiunta rilasciata al termine del vertice (25 aprile 1996), 64 Eltsin e Jiang annunciarono la decisione di sviluppare una “partnership strategica”, formula che manifestarono la volontà di riempire subito di contenuti: incremento della cooperazione economica e del commercio, con l’obiettivo di raggiungere i 20 miliardi di dollari di interscambio entro la fine del secolo, livello che avrebbe reso l’interdipendenza economica un asset strategico;65 ulteriore espansione dei legami tra i 62 Cfr. L.H. MILLER - LIU XIAOHONG, The Foreign Policy Outlook of China’s “Third Generation” Elite, in D.M. LAMPTON, ed., The Making of Chinese Foreign and Security Policy in the Era of Reform, 1978-2000, Stanford (CA), Stanford University Press, 2001, pp. 139-147; YANG JIAN, The Rise of China: Chinese Perspectives, in K.J. COONEY – Y. SATO, eds., The Rise of China and International Security: America and Asia Respond, New York (NY), Routledge, 2009, pp. 13-37. Bobo Lo ha rilevato come, in realtà, benché sia Mosca, sia Pechino parlassero di “ordine multipolare”, le due visioni non fossero sovrapponibili: «Moscow believed, for the most part, that ‘an international order for the twenty-first century’ already existed or would soon come to fruition. It also assumed that Russia would be one of the major poles, at the very least on a par with China. Beijing, on the other hand, saw the world as essentially unipolar, a condition in which it would remain for some decades. Moreover, by the time a multipolar order came into being, it was unlikely that China and Russia would still be equals». BOBO LO, Axis of Convenience, cit., pp. 34-35. 63 Cfr. J.C. MOLTZ, Russia in Asia in 1996: Renewed Engagement, in «Asian Survey», XXXVII, 1, A Survey of Asia in 1996, Part I, January 1997, pp. 88-94. 64 Cfr. Joint Declaration by the People's Republic of China and the Russian Federation, adopted at Beijing on 25 April 1996, in http://www.un.org/documents/ga/ docs/51/plenary/a51-127.htm (ultimo accesso 04/04/2013). 65 Cfr. S.W. GARNETT, Challenges of the Sino-Russian Strategic Partnership, in «The Washington Quarterly», XXIV, 4, Autumn 2001, p. 46. 64 Dalla normalizzazione alla normalità rispettivi comparti industriali della difesa; nuove intese volte a definire procedure per il mantenimento della sicurezza e della fiducia lungo tutta la frontiera sino-russa. A margine del vertice, ma come prima sostanziosa ricaduta di esso, venne negoziato a Shanghai l’accordo “on confidence-building in the military field in the border areas” (26 aprile 1996), con il quale i cinque paesi che condividevano il vecchio confine sino-sovietico (Russia, Cina, Kazakistan, Kirghizistan e Tagikistan) stabilirono di ridurre le attività militari nelle aree di frontiera. 66 Si trattava dell’atto di nascita di quella struttura di cooperazione multilaterale nota, appunto, come “Gruppo di Shanghai” o Shanghai Five, di cui Pechino era la promotrice e Mosca forse la principale beneficiaria: in effetti, l’obiettivo del gruppo era garantire condizioni di sicurezza nelle zone di confine tra i paesi firmatari (attraverso misure di disarmo e smilitarizzazione) e quindi stabilizzare una regione minacciata, prima di tutto, dalla situazione afghana; ma se, da un lato, l’accordo conferiva legittimità agli interessi cinesi nell’Asia Centrale post-sovietica, dall’altro sanzionava il ruolo di Mosca, che temeva la deriva di questa porzione dell’ex impero, come cogerente della sicurezza e, virtualmente, come potenza più influente dell’area. 67 La dichiarazione congiunta del 1996 conteneva anche un’enfatica enunciazione dei principi che avrebbero dovuto guidare la comunità internazionale nell’opposizione all’egemonismo e alle politiche di potenza, verso la costruzione di un mondo multipolare, concetto ribadito poi a Mosca, a un anno esatto di distanza, nella dichiarazione congiunta del 23 aprile 1997, nella quale i leaders dei due paesi sottolinearono la comunanza di vedute su alcune delle principali questioni del momento – e soprattutto sul ruolo essenziale delle Nazioni Unite, in quanto unica organizzazione universale di Stati sovrani, nella 66 Si trattava, in particolare, di mettere limiti allo svolgimento di esercitazioni. Questo primo accordo fu seguito da un altro nell’aprile 1997, che prevedeva riduzioni delle forze di terra e limitazioni al tipo di equipaggiamenti militari consentiti entro una fascia di 100 chilometri su entrambi i lati del confine. Per un utile riepilogo del contenuto di queste intese, cfr. J. ANDERSON, The Limits of Sino-Russian Strategic Partnership, “Adelphi Paper”, 315, London, International Institute of Strategic Studies, 1997, pp. 40-42; cfr. inoltre YUAN JING-DONG, Sino-Russian Confidence-Building Measures: A Preliminary Analysis, in «Asian Perspective», “Working Paper Series” n. 20, 1, January 1998. 67 Cfr. CARRÈRE D’ENCAUSSE, La Russia tra due mondi, cit., p. 24. 65 Andrea Francioni gestione delle crisi.68 Si trattava di documenti che, aldilà della consueta verbosità, registravano un salto di qualità della relazione bilaterale. In questi mesi, i contatti costanti a ogni livello e la decisione di istituire un meccanismo di incontri regolari tra i capi di governo dettero davvero l’impressione che finalmente fosse avvenuta la svolta: non si poteva ancora parlare di una partnership strategica operante, ma l’approccio condiviso ai temi della sicurezza e dell’ordine internazionale lasciava intendere che di fatto già esistesse una “convergenza strategica” tra Mosca e Pechino.69 Tuttavia, gli entusiasmi si smorzarono in fretta. Quando Primakov lasciò il ministero degli Esteri per assumere la premiership (settembre 1998), il processo si era arenato. La cooperazione in materia di sicurezza e le forniture militari russe avevano messo su solide basi il rapporto bilaterale, ma l’obiettivo dei 20 miliardi di dollari di interscambio rimaneva assai lontano 70 e Mosca pesava meno del 2% sul totale del commercio estero cinese.71 Per di più, fra il 1997 e il 1998 il quadro internazionale cui Primakov aveva fatto riferimento era mutato, mettendo a nudo quel tanto di strumentale che c’era nell’idea di partnership strategica con la Rpc, cioè il tentativo di utilizzare la “carta cinese” nella partita per riconquistare il ruolo di interlocutore privilegiato degli Stati Uniti: a questo punto, anche Pechino aveva giocato la sua partita, e l’aveva vinta, grazie alla “partnership strategica costruttiva” – sulle questioni del commercio, dello sviluppo, delle 68 Cfr. Russian-Chinese Joint Declaration on a Multipolar World and the Establishment of a New International Order, adopted in Moscow on 23 April 1997, in http:// www.un.org/documents/ga/docs/52/plenary/a52-153.htm (ultimo accesso 04/04/2013). 69 Cfr. R. MENON, The Strategic Convergence between Russia and China, in «Survival», XXXIX, 2, Summer 1997, pp. 101-125; J.C. MOLTZ, Russia in Asia in 1997: Moving beyond the “Strategic Partnership”, in «Asian Survey», XXXVIII, 1, A Survey of Asia in 1997, Part I, January 1998, pp. 91-98; S.D. GOLDMAN – R.G. SUTTER, Russian-Chinese Cooperation: Prospects and Implications, in «Current Politics and Economics of Russia», X, 2/3, 1998. 70 Il totale del commercio bilaterale non raggiungeva 6 miliardi di dollari nel 1999 (cfr. BOBO LO, Axis of Convenience, cit., p. 87), una cifra non paragonabile ai livelli raggiunti nella seconda metà degli anni Novanta dall’interscambio Giappone-Rpc (50 miliardi) o Stati Uniti-Rpc (60 miliardi). Cfr. G. ROZMAN, Sino-Russian Relations: Will the Strategic Partnership Endure?, in «Demokratizatsiya. The Journal of Post-Sovietic Democratization», VI, 2, 1998, p. 407. 71 Cfr. GOLDMAN – SUTTER, Russian-Chinese Cooperation, cit., p. 280. 66 Dalla normalizzazione alla normalità istituzioni multilaterali – che aveva preso forma in occasione dei due vertici fra Jiang Zemin e Bill Clinton, appunto fra il 1997 e il 1998. 72 Entrambi i paesi avevano cercato di capitalizzare i vantaggi della relazione triangolare per innescare un rapporto di cooperazione con gli Stati Uniti, ma, mentre la Rpc aveva potuto far valere il proprio maggior peso internazionale e, soprattutto, gli interessi strategici già condivisi con Washington, Mosca si era trovata alle prese con una pesante crisi finanziaria, che ne aveva rivelato la fragilità economica e la dipendenza dall’assistenza americana. 73 L’ambasciatore cinese a Mosca, Li Fenglin, osservò che la partnership sino-americana non escludeva la partnership sino-russa, ma di tutta evidenza in questo schema triangolare il lato forte era quello che univa le due sponde del Pacifico. Riportando l’opinione che circolava in certi ambienti diplomatici, Li involontariamente offriva una sintesi brutale dello stato delle cose: i legami fra Pechino e Washington configuravano «una cooperazione senza sentimentalismo», quelli fra Pechino e Mosca riflettevano, invece, «sentimentalismo senza cooperazione». 74 Nel contesto che si era determinato, l’opzione del leverage nei confronti degli Stati Uniti, che fin dall’inizio era stata una componente della politica cinese di Primakov, doveva essere accantonata, e anche l’ipotesi di una transizione rapida al multipolarismo, auspicata come ricaduta di nuove relazioni strategiche con Pechino, perdeva consistenza. Di questo calo di tensione risentiva tutta la politica russa in Asia, che peraltro già scontava la scarsa capacità di attrarre altri interlocutori regionali di peso (Giappone e India).75 72 Cfr. J.A. GARRISON, Making China Policy: From Nixon to G.W. Bush, Boulder (CO), Lynne Rienner, 2005, pp. 148-151; D.W. LARSON – A. SHEVCHENKO, Status Seekers: Chinese and Russian Responses to US primacy, in «International Security», XXXIV, 4, Spring 2010, pp. 63-95. 73 Cfr. FERDINAND, Sunset, Sunrise, cit., p. 859. 74 LI FENGLIN, Chinese-Russian Relations after the Fifth Summit in Beijing, in «Far Eastern Affairs», 1, 1998, pp. 4 e 6. 75 Su questo fronte Mosca ottenne un risultato positivo con l’ingresso nell’Apec (novembre 1998), grazie all’appoggio di Cina, Giappone e Stati Uniti; a un livello inferiore, continuò la tessitura dei rapporti con i paesi dell’Asean, nel quadro del Regional Forum (Arf), al quale la Russia partecipava dal 1994. Cfr. K. MIHOKO, Russia’s Multilateral Diplomacy in the Process of Asia-Pacific Regional Integration: The Significance of Asean for Russia, in «Slavic Eurasian Studies», Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, cit., pp. 141-144. Il tentativo di imbastire con Tokyo un negoziato 67 Andrea Francioni 4. La Cina nella politica asiatica di Putin Nel momento in cui Vladimir Putin arrivava alla presidenza della Federazione (gennaio 2000), erano chiari i limiti della partnership sinorussa:76 la Rpc valutava pragmaticamente il rapporto con Mosca per quello che poteva offrire (sicurezza regionale, sostegno alla modernizzazione dell’apparato militare, opportunità di azioni coordinate negli organismi internazionali); Mosca, che aveva riposto nella relazione con Pechino molte delle sue ambizioni di recuperare uno status di grande potenza, nutriva retro pensieri su un partner oggettivamente ingombrante (a causa della disparità fra le due proficuo non poteva prescindere dalla volontà russa di risolvere la questione delle Curili meridionali. Nel corso degli incontri al vertice del novembre 1997 a Krasnojark e dell’aprile 1998 a Kawana, il primo ministro giapponese, Ryutaro Hashimoto, chiarì a Eltsin che lo sviluppo dei rapporti economici e politici (con ciò intendendo la conclusione del trattato di pace) era subordinato alla restituzione delle isole contese: in assenza di una risposta positiva su questo punto da parte di Mosca, la cui strategia continuava ad essere quella di «delegare la soluzione alle future generazioni», non vi erano possibilità di far compiere passi avanti alla relazione bilaterale. A. ZAGORSKY, Russian-Japanese Relations: Back to the Deadlock, in CHUFRIN, ed., Russia and Asia, cit., pp. 343-346; N. KUHRT, Russian Foreign Policy towards China and Japan: The El’tsin and Putin Periods, New York (NY), Routledge, 2007, p. 83 ss. Quanto ai rapporti con l’India, nel 1998 furono firmate intese sul commercio e la cooperazione scientifica e tecnologica; fu inoltre rinnovato l’accordo di cooperazione militare del 1994. L’obiettivo era rilanciare l’interscambio, che non raggiungeva ancora il miliardo di dollari, e innalzare a livello “strategico” la partnership. Un completo insuccesso incontrò, poi, lo sforzo di coinvolgere l’India sull’agenda del multipolarismo: quando Primakov, divenuto primo ministro, si recò a Nuova Delhi nel dicembre 1998 e parlò dell’opportunità di dar vita a un triangolo strategico Russia-Cina-India in grado di bilanciare l’egemonismo americano, la sua proposta lasciò perplesso il premier, Atal Bihari Vajpayee, e fu sostanzialmente interpretata come un segno della frustrazione russa per il prolungarsi del “momento unipolare”. Peraltro, si trattava di una iniziativa che, a giudizio degli analisti, non teneva conto dello stato dei rapporti fra Pechino e Nuova Delhi: a questo proposito, è sufficiente ricordare che il ministro della Difesa, George Fernandes, aveva esplicitamente indicato la Rpc come il reale bersaglio politico del test nucleare indiano del maggio 1998. Cfr. V. SHUKLA, Russia in South Asia: A View from India, in CHUFRIN, ed., Russia and Asia, cit., pp. 265-269; V. MOSKALENKO - T. SHAUMIAN, Russia’s Security and the Geopolitical Situation in South Asia, ibid., p. 239; G.V.C. NAIDU, Great Power Relations, Regional Multilateralism, and International Relations of East Asia, in «Slavic Eurasian Studies», Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, cit., pp. 161-164; IWASHITA, Primakov Redux?, cit., p. 173. 76 La chiave di lettura della “limited partnership” è stata riproposta spesso dagli analisti delle relazioni sino-russe, a partire dalla definizione di S.W. GARNETT, Limited Partnership, in ID., ed., Rapprochement or Rivalry?, cit., pp. 7-15. 68 Dalla normalizzazione alla normalità economie, dell’andamento sempre più sfavorevole della bilancia commerciale, del differenziale demografico particolarmente preoccupante in Estremo Oriente), un partner che dimostrava di poter implementare autonomamente la propria agenda. Negli anni della prima presidenza Putin, l’opzione cinese della politica estera russa non si perfezionò, e questo nonostante alcune iniziative che, specialmente nel corso del 2001, sembrarono indicare la volontà di riprendere una strategia multi-vettoriale ad ampio raggio. Gli esordi di Putin sul fronte internazionale furono caratterizzati dalla propensione a enfatizzare i legami di Mosca con l’Europa, celebrati in occasione del bilaterale Russia-Ue del maggio 2000,77 bilanciata dall’ostentato impegno a sviluppare i rapporti con Pechino – dove il nuovo presidente si recò per la prima volta nel luglio successivo – e con gli altri protagonisti dell’area (Giappone, India, Vietnam, le due Coree).78 In particolare, il tour asiatico di Putin nell’estate 2000, culminato con le riunioni del G-8 a Okinawa e del Gruppo di Shanghai a Dushanbe, servì a rilanciare l’immagine del paese, indebolita dalla sterile opposizione ai bombardamenti della Nato contro la Serbia l’anno 77 Cfr. R. SAKWA, Vladimir Putin and Russian Foreign Policy towards the West: Towards a New Realism, in J. GOWER – G. TIMMINS, eds., Russia and Europe in the Twenty-First Century: An Uneasy Partnership, London-New York (NY), Anthem Press, 2009, p. 9. In generale, sulla politica di Putin verso l’Occidente durante il primo mandato cfr. A.J. MOTYL – B.A. RUBLE – L. SHEVTSOVA, eds., Russia’s Engagement with the West: Transformation and Integration in the Twenty-First Century, London and Armonk (NY), M.E. Sharpe, 2005. 78 Con la visita a Pyongyang nel luglio 2000, Putin volle riaffermare l’interesse per la questione del programma nucleare nordcoreano, dalla cui gestione la Russia era stata esclusa nel 1994 quando si erano tenuti i primi colloqui multilaterali. Già nel febbraio 2000 il ministro degli Esteri, Igor Ivanov, si era recato a Pyongyang e vi aveva firmato un nuovo trattato di amicizia (dopo quello del 1961, che Eltsin non aveva rinnovato) allo scopo di accreditare il governo di Mosca come mediatore. L’obiettivo venne centrato nell’agosto 2003, quando Kim Jong Il subordinò la tenuta di un nuovo round negoziale alla partecipazione della Russia, che fu quindi invitata a prendere parte ai six-party talks. Cfr. HA YONGCHOOL - SHIN BEOMSHIK, Non-Proliferation and Political Interests: Russia’s Policy Dilemmas in the Six-Party Talks, in «Slavic Eurasian Studies», Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, cit.; LEUNG CHI-KIT, The Evolution of Russia’s Foreign Policy, Ideologies and Strategies in Northeast Asia: A Study of Russo-Korean Relations, in «The Journal of Comparative Asian Development», X, 2, 2011, pp. 327-366; WISHNICK, One Asia Policy or Two?, cit., pp. 82-87. 69 Andrea Francioni precedente.79 Insomma, Mosca metteva in campo un grande attivismo diplomatico, giustificato principalmente dall’ossessione per l’unilateralismo americano. Il 2001, come si accennava, fu un anno cruciale per molti versi. Il 15 giugno, nel corso del vertice tenuto a Shanghai nel quinto anniversario della sua costituzione, lo Shanghai Five, con l’aggiunta dell’Uzbekistan, divenne un’organizzazione di cooperazione a tutti gli effetti, la Shanghai Cooperation Organization, con obiettivi più ampi rispetto a quelli originari, in particolare la lotta contro i tre “flagelli” dell’epoca – avvertiti come tali specialmente nel contesto centroasiatico – e cioè terrorismo, separatismo, fondamentalismo. 80 La creazione della Sco offriva a Mosca una grande opportunità, perché le consentiva di stringere ulteriormente il rapporto con la Rpc nel settore che fino a quel momento aveva dato i frutti migliori, quello della sicurezza regionale; inoltre, si trattava di una struttura che le permetteva di esercitare una forma di controllo sull'influenza cinese nell'area ed eventualmente smorzare le tensioni in un contesto multilaterale; senza dire che il ruolo di Mosca nello scacchiere cruciale dell’estero vicino usciva rafforzato.81 La Rpc traeva ugualmente importanti vantaggi dalla 79 Cfr. J.L. BLACK, Vladimir Putin and the New World Order: Looking East, Looking West?, Lanham (MD), Rowman & Littlefield, 2004, pp. 297-300; C. YEUNG – N. BJELAKOVIC, The Sino-Russian Strategic Partnership: Views from Beijing and Moscow, in «The Journal of Slavic Military Studies», XXIII, 2, April-June 2010, pp. 252-253. 80 Cfr. S. ARIS, The Shanghai Cooperation Organization: “Tackling the Three Evils”. A Regional Response to Non-Traditional Security Challenges or an Anti-Western Bloc?, in «Europe-Asia Studies», LXI, 3, 2009, pp. 457-482; E. FELS, Assessing Eurasia’s Powerhouse: An Inquiry into the Nature of the Shanghai Cooperation Organization, Bochum, Winkler Verlag, 2009; S. BORDONE, La Shanghai Cooperation Organization, in «Il Politico», LXXIII, 2, 2008, pp. 127-141; F.S. HANSEN, The Shanghai Cooperation Organization, in «Asian Affairs», XXXIX, 2, July 2008, pp. 217-232. 81 La Sco poteva essere considerata un altro tassello della complessa architettura comunitaria, la cui realizzazione aveva impegnato la leadership russa a partire dalla fondazione della Comunità degli Stati indipendenti (Cis) nel 1991. Il progetto di ricostruzione di uno spazio comune che abbracciasse tutto l’estero vicino fu rilanciato da Putin, dopo un decennio di scarsi risultati, con la costituzione della Comunità economica eurasiatica (Eurasec) e dell’Organizzazione del Trattato di sicurezza collettiva (Csto). Attraverso l’Organizzazione di Shanghai, Mosca faceva i conti pragmaticamente con i crescenti interessi di Pechino nell’area e agganciava al progetto di stabilizzazione dello spazio ex sovietico anche l’Uzbekistan, che non faceva parte del Trattato di sicurezza collettiva. Cfr. L. JONSON, Vladimir Putin and Central Asia: The Shaping of Russian Foreign Policy, London-New York (NY), I.B. Tauris, 2006, pp. 43-49, 63-70, 83-103; M. 70 Dalla normalizzazione alla normalità nascita della Sco: nell’immediato, in termini di capacità di controllo e repressione dei movimenti separatisti e/o autonomisti degli Uiguri del Xinjiang, ottenendo cooperazione nello smantellamento delle loro basi d’operazioni all’estero e della loro rete di collegamenti transfrontalieri; in prospettiva, l’organizzazione poteva essere un utile veicolo per espandere le relazioni economiche con i paesi dell’Asia Centrale e per accedere a un ricco mercato di fonti d’energia. 82 Di questa nuova struttura multilaterale Pechino e Mosca erano il motore, e ciò richiedeva un maggiore coordinamento e la capacità di bilanciare interessi non sempre convergenti. Un mese più tardi, il 16 luglio, la firma a Mosca del “Trattato di buon vicinato e amichevole cooperazione” tra Federazione russa e Repubblica popolare cinese portava la relazione bilaterale a toccare un nuovo picco:83 in questo senso, venne commentato il documento, sebbene non contenesse novità sostanziali rispetto agli accordi, dichiarazioni e comunicati congiunti sottoscritti negli anni precedenti (1992-2000), la cui validità veniva confermata. 84 I rapporti bilaterali RICCERI, Eurasia: il momento per una scelta storica, in «Rivista di Studi Politici Internazionali», LXXIX, 3, 2012; CARRÈRE D’ENCAUSSE, La Russia tra due mondi, cit., pp. 78-83. 82 Cfr. J.A. MILLWARD, Eurasian Crossroads: A History of Xinjiang, New York (NY), Columbia University Press, 2007, p. 334 ss.; JING-DONG YUAN, China’s Role in Establishing and Building the Shanghai Cooperation Organization (SCO), in «Journal of Contemporary China», XIX, 67, November 2010, pp. 855-869; CHIEN-PENG CHUNG, The Defense of Xinjiang: Politics, Economics, and Security in Central Asia, in «Harvard International Review», XXV, 2, Summer 2003, pp. 58-62; HSIU-LING WU - CHIEN-HSUN CHEN, The Prospects for Regional Economic Integration between China and the Five Central Asian Countries, in «Europe-Asia Studies», LVI, 7, November 2004; T.N. MARKETOS, China’s Energy Geopolitics: The Shanghai Cooperation Organization and Central Asia, London and New York (NY), Routledge, 2008. 83 Cfr. Y. TSYGANOV, Russian Policy toward Northeast Asia: In Search of a New Approach, Contemporary Europe Research Centre (CERC) – University of Melbourne, working paper n. 2, 2003, pp. 26-27. 84 Cfr. Treaty of Good-Neighborliness and Friendly Cooperation between the People's Republic of China and the Russian Federation, Done in Moscow on July 16, 2001, in http://www.fmprc.gov.cn/eng/wjdt/2649/t15771.htm (ultimo accesso 04/04/2013). Per l’analisi dettagliata dei contenuti del trattato, cfr. J.L. WILSON, Strategic Partners: Russian-Chinese Relations and the July 2001 Friendship Treaty, in «Problems of PostCommunism», XLIX, 3, May-June 2002, pp. 3-18; EAD., Strategic Partners, cit., pp. 148-164 e appendice (testo del trattato); WISHNICK, Russia and China: Brothers Again?, cit. 71 Andrea Francioni erano definiti una «partnership strategica di cooperazione, uguaglianza e fiducia» (art. 10), definizione tuttora in vigore; veniva ripetuto l’impegno a «rafforzare il ruolo centrale delle Nazioni Unite» e «del Consiglio di Sicurezza dell’Onu nel mantenimento della pace e della sicurezza internazionale» (art. 13), clausola che esprimeva la critica all’unilateralismo americano, che aveva raggiunto l’apice all’epoca della crisi kosovara, durante la quale l’ambasciata cinese a Belgrado era stata colpita dagli aerei della Nato (maggio 1999); una particolare enfasi veniva posta sulla necessità di preservare «l’equilibrio strategico globale», promuovendo «l’osservanza degli accordi di base importanti per la salvaguardia e il mantenimento della stabilità strategica» (art. 12), formulazione abbastanza confusa, dietro la quale si celava la comune opposizione ai piani di difesa missilistica elaborati a Washington, piani che presupponevano la revisione del Trattato Abm (Anti-Ballistic Missile) del 1972.85 Il trattato del 2001, il primo accordo di questo tipo dopo il patto Mao-Stalin, suggeriva una cooperazione rafforzata – ma non un’alleanza – per contrastare la deriva egemonica degli Stati Uniti, con i quali, tuttavia, si doveva continuare a dialogare per indurli ad aprirsi al multipolarismo.86 Gli eventi dell’11 settembre 2001 provocarono un brusco riallineamento della politica estera russa perché indussero Mosca ad accantonare l'opzione cinese e a scommettere sulla solidarietà con gli Stati Uniti per instaurare una relazione preferenziale: 87 Putin accettò di condividere le informazioni sulle organizzazioni terroristiche, aprì lo spazio aereo russo ai velivoli americani diretti in Afghanistan, soprattutto non sollevò obiezioni al fatto che Uzbekistan e Kirghizistan 85 Su questo punto, Jiang Zemin e Vladimir Putin si erano espressi con maggior chiarezza nel Joint Statement on ABM, rilasciato durante il summit di Pechino del luglio 2000. Cfr. F. UMBACH, The Wounded Bear and the Rising Dragon: The Sino-Russian Relationship at the Beginning of the 21st Century. A View from Europe, in «Asia Europe Journal», II, 1, January 2004, p. 48. 86 Cfr. J.Y.S. CHENG, Chinese Perceptions of Russian Foreign Policy During the Putin Administration: U.S.-Russia Relations and “Strategic Triangle” Considerations, in «Journal of Current Chinese Affairs», XXXVIII, 2, 2009, p. 154. 87 Cfr. I. OLDBERG, Foreign Policy Priorities under Putin: A tour d’horizon, in J. HEDENSKOG – V. KONNANDER – B. NYGREN – I. OLDBERG and CH. PURSIAINEN, eds., Russia as a Great Power: Dimensions of Security under Putin, London and New York (NY), Routledge, 2005. 72 Dalla normalizzazione alla normalità mettessero a disposizione di Washington basi militari per le necessità della lotta al terrorismo. Tutte queste decisioni furono assunte senza alcuna consultazione con i cinesi: seppure ciò non fosse richiesto dagli accordi esistenti, nondimeno la consultazione era nello spirito – e nella logica – della partnership strategica, tanto più che la campagna antiterrorismo insisteva su un’area al centro degli interessi di sicurezza di Pechino. Inoltre, si trattava di iniziative che scavalcavano la neonata Sco e la precipitavano in una crisi prolungata dalla quale sarebbe riemersa solo nel 2004, quando furono finalmente inaugurati il segretariato permanente a Pechino e la struttura regionale antiterrorismo (Rats) a Tashkent. La Rpc non mancò di manifestare disagio per la presenza americana in Asia Centrale e delusione per lo scarso impegno della Russia a completare l’assetto istituzionale della Sco, che veniva così condannata all’irrilevanza nella crisi afghana.88 Le relazioni bilaterali subirono, poi, un ulteriore raffreddamento quando George W. Bush annunciò il ritiro americano dal Trattato Abm (13 dicembre 2001), ritiro che mirava a preparare la base legale per la National Missile Defense (Nmd) e per la Theater Missile Defense (Tmd). Putin si limitò a criticare come “sbagliata” la decisione di Washington e tale accondiscendenza provocò autentica costernazione a Pechino, perché l’impegno a mantenere la stabilità strategica era stato un punto fermo della cooperazione bilaterale fin dal 1999, quando l’amministrazione Clinton aveva cominciato a delineare programmi di difesa missilistica, e perché uno dei principali sistemi di teatro era destinato a proteggere dalla minaccia di Pyongyang gli alleati americani nel Pacifico Settentrionale (Giappone e Corea del Sud): questo significava che la Rpc correva il rischio di essere coinvolta in una corsa regionale agli armamenti e perfino di subire interferenze nella questione della riunificazione nazionale, qualora l’ombrello americano si fosse 88 Cfr. FERDINAND, Sunset, Sunrise, cit., p. 854; JONSON, Vladimir Putin and Central Asia, cit., pp. 112-114; CHIEN-PENG CHUNG, The Shanghai Co-operation Organization: China’s Changing Influence in Central Asia, in «The China Quarterly», CLXXX, December 2004, pp. 996-1006; ID., China and the Institutionalization of the Shanghai Cooperation Organization, in «Problems of Post-Communism», LIII, 5, SeptemberOctober 2006, pp. 3-14; J.Y.S. CHENG, The Shanghai Co-operation Organisation: China’s Initiative in Regional Institutional Building, in «Journal of Contemporary Asia», XLI, 4, 2011, pp. 632-656. 73 Andrea Francioni spinto fino a coprire Taiwan.89 Alla fine del 2001, un anno ricco di segnali controversi, per la leadership cinese era ormai chiaro che Mosca non aveva remore a sacrificare gli interessi di sicurezza del suo principale interlocutore in Asia se questo serviva a raggiungere il compromesso con gli Stati Uniti. Erano i mesi del grande riavvicinamento fra Mosca e Washington, simboleggiato dalla firma, il 24 maggio 2002, del Sort (Strategic Offensive Reductions Treaty), che abbassava il tetto massimo di testate nucleari in possesso dei due paesi: fu effettivamente un momento di grande visibilità internazionale per Putin, in cui sembrò di essere tornati all'epoca della summit diplomacy Usa-Urss degli anni Ottanta. A coronamento della corsa a Occidente, quattro giorni più tardi, in occasione del vertice di Pratica di Mare, veniva siglata l’intesa per la costituzione del Consiglio Nato-Russia.90 Ma l'illusione di un rapporto paritario con gli Stati Uniti durò poco: già nel novembre 2002, la Nato deliberava di avviare i negoziati preliminari per un nuovo allargamento a Est, rivolto non solo agli Stati baltici, ma anche a Romania, Bulgaria e Slovacchia, deludendo la speranza di Putin di riuscire a frenare l’erosione dello spazio ex sovietico; quindi, nel marzo 2003, l’inizio delle operazioni contro l'Iraq fece venir meno ogni ipotesi di transizione condivisa verso un assetto multipolare, riaccendendo la polemica contro l'unilateralismo degli Stati Uniti; questi ultimi, pochi mesi dopo, ribadirono di non tenere in considerazione gli interessi strategici di Mosca quando andarono a interferire in un’area assai sensibile dell’estero vicino, il Caucaso, fornendo appoggio alla “rivoluzione delle rose” in Georgia (novembre 2003).91 Sullo sfondo del rapido deterioramento della solidarietà con Washington, si registrò l’ennesima oscillazione della politica estera russa: riprese la tessitura dei rapporti a Oriente e, soprattutto, tornò in auge l’opzione cinese. Nel 2003-2004 il riposizionamento di Mosca era 89 Cfr. CHENG, Chinese Perceptions, cit., pp. 152-154; YEUNG - BJELAKOVIC, The SinoRussian Strategic Partnership, cit., pp. 253-254; BOBO LO, Axis of Convenience, cit., p. 51. 90 Cfr. R. FAWN, Realignments in Russian Foreign Policy, in «European Security», XI, 4, 2002, pp. 1-9. 91 Su tutti questi passaggi si vedano, in sintesi, CARRÈRE D’ENCAUSSE, La Russia tra due mondi, cit., pp. 61-67; BOBO LO, Axis of Convenience, cit., pp. 93-97. 74 Dalla normalizzazione alla normalità un dato ormai acquisito,92 e obiettivamente non mancarono gli sforzi per recuperare il terreno perduto e per allargare il panorama della collaborazione: furono intensificati i legami e gli impegni nei settori già ben avviati, ma si aprirono anche altre partite. Sul fronte della cooperazione in ambito multilaterale, le prime indicazioni vennero dall’accelerazione del processo di institution building all’interno della Sco, con la creazione, come già ricordato, del segretariato permanente, della struttura regionale anti-terrorismo e del Business Council, con il quale si intendeva promuovere l’integrazione economica e che comportava un ampliamento dell’agenda politica dell’organizzazione nel senso voluto da Pechino. Inoltre, lo svolgimento delle prime esercitazioni militari congiunte sino-russe nel 2005, poi formalizzate come regolari attività condotte sotto gli auspici della Sco a partire dalla Peace Mission del 2007, venne valutato come un reale progresso verso una cooperazione efficace nel mantenimento della sicurezza regionale, sebbene non sfuggisse agli osservatori che Mosca e Pechino avevano idee non proprio convergenti rispetto alle prospettive del multilateralismo in Asia Centrale. 93 Dopo la relativa flessione registrata nel biennio 2002-2003, il 2005 fu anche l’anno in cui le forniture di armi e tecnologia militare alla Cina raggiunsero il picco storico dal 1992, superando il valore complessivo di tre miliardi di dollari.94 La Rpc si confermava di gran lunga il maggior acquirente dell’industria della difesa russa (davanti all’India): 92 Il segnale di questo riposizionamento fu dato dalla visita in Cina, nel settembre 2003, del primo ministro russo, Michail Kasyanov, che discusse con il suo omologo, Wen Jiabao, una serie di misure volte a promuovere l’interdipendenza economica tra i due paesi. Dell’andamento dei colloqui fornì un resoconto ampiamente positivo l’allora presidente del Comitato per gli affari internazionali del Consiglio della Federazione. Cfr. M. MARGELOV, Russian-Chinese Relations: At Their Peak?, in «International Affairs. A Russian Journal», XLIX, 6, December 2003. 93 Cfr. M.R. FREIRE - C. AMADO MENDES, Realpolitik Dynamics and Image Construction in the Russia-China Relationship: Forging a Strategic Partnership?, in «Journal of Current Chinese Affairs», XXXVIII, 2, 2009, pp. 40-44; B. CARLSON, The Limits of SinoRussian Strategic Partnership in Central Asia, in «Journal of Public and International Affairs», XVIII, 2007, pp. 172-176; R.N. MCDERMOTT, The Rising Dragon: SCO Peace Mission 2007, The Jamestown Foundation, Occasional Paper, October 2007, in http://www.jamestown.org/single/?no_cache=1&tx_ttnews%5Btt_news%5D=32 (ultimo accesso 17/04/2013). 94 Cfr. JAKOBSON - HOLTOM - KNOX - JINGCHAO PENG, China’s Energy and Security Relations with Russia, cit., p. 14. 75 Andrea Francioni a fronte del dibattito interno alla Federazione circa l’opportunità di continuare ad alimentare questo traffico, dibattito peraltro ristretto a un piccolo gruppo di commentatori e politici preoccupati per le ricadute negative di queste vendite sulla sicurezza nazionale e che si combinava in alcune analisi con richiami alla nota teoria della “minaccia cinese”, 95 il dato assumeva un chiaro significato della volontà di rilanciare i rapporti bilaterali facendo leva su un settore che storicamente era stato uno dei punti di forza del partenariato. Un partenariato che riprendeva, in qualche modo, là dove era iniziato, cioè con la sistemazione delle ultime pendenze territoriali: in occasione della visita di Putin a Pechino nell’ottobre 2004, andarono in porto le trattative sui pochi contenziosi rimasti aperti lungo il confine orientale. Benché queste trattative riguardassero solo dettagli, non di meno si erano trascinate per più di dieci anni e il fatto che si concludessero in questa fase aveva un suo significato.96 95 Cfr. P. RANGSIMAPORN, Russia’s Debate on Military-Technological Cooperation with China, in «Asian Survey», XLVI, 3, 2006. Per una discussione esaustiva sulle varie correnti di opinione attive nel dibattito russo relativo ai rischi e alle opportunità dell’ascesa cinese, cfr. A. LUKIN, The Bear Watches the Dragon: Russia’s Perception of China and the Evolution of Russo-Chinese Relations since the Eighteenth Century, Armonk (NY), M.E. Sharpe, 2003, pp. 166-250; ID., Russia and an Ascendant China, in H.S. YEE, ed., China’s Rise: Threat or Opportunity?, London and New York (NY), Routledge, 2011, pp. 52-79. Come ho già avuto modo di sottolineare, la percezione russa della “minaccia cinese” era prevalentemente legata al “mito” di un’espansione demografica incontrollata nelle regioni dell’Estremo Oriente e al timore connesso che l’aumento di immigrati cinesi nell’area potesse creare problemi di sicurezza. Cfr. E. WISHNICK, The Securitisation of Chinese Migration to the Russian Far East: Rhetoric and Reality, in M.G. CURLEY - WONG SIU-LUN, eds., Security and Migration in Asia: The Dynamics of Securitisation, New York (NY), Routledge, 2008, pp. 83-99; V. PORTYAKOV, New Chinese Migrants in Russia as a Problem of Harmony and Conflict in Russian-Chinese Relations, in «East Asian Review», X, 2006; M.A. ALEXSEEV - C.R. HOFSTETTER, Russia, China, and the Immigration Security Dilemma, in «Political Science Quarterly», CXXI, 1, 2006. Per una prima informazione circa il dibattito internazionale sulla “minaccia cinese” rinvio ad A. FRANCIONI, Guerra di parole. “Minaccia cinese” e “Sviluppo pacifico” nel dibattito sull’ascesa di Pechino (19922005), in «Storia e Futuro. Rivista di storia e storiografia», 27, 2011 (parte I) e 28, 2012 (parteII),rispettivamente in http://www.storiaefuturo.com/it/numero_27/articoli/1_minaccia-cinese~1437.html e in http://www.storiaefuturo.com/it/numero_28/articoli/1_minacciacinese~1470.html (ultimo accesso 21/04/2013). 96 Cfr. China and Russia Issue a Joint Statement, Declaring that the Trend of the Boundary Line between the Two Countries Has Been Completely Determined, Beijing, 76 Dalla normalizzazione alla normalità Tuttavia, come si diceva, si aprirono anche altre partite, che dovevano servire a sostanziare finalmente la “partnership strategica”. I rapporti economici avevano sempre costituito il “legame più debole”,97 e lo sforzo che venne compiuto in questo frangente fu di spostare il fulcro della cooperazione dalle questioni politiche e di sicurezza all’economia.98 Durante gli anni di Putin, specialmente a partire dal 2003, l’andamento del commercio bilaterale cominciò a crescere in maniera sensibile, superando per la prima volta i 30 miliardi di dollari nel 2006.99 Nello stesso arco di tempo, le importazioni cinesi di petrolio russo praticamente triplicarono (da 5 a 16 milioni di tonnellate), arrivando a coprire quasi l’11% del fabbisogno di Pechino. 100 Si trattava di progressi importanti, ma che non configuravano ancora un alto grado di interdipendenza economica.101 La diplomazia energetica fu lo strumento che Mosca decise di usare per imprimere un’accelerazione alla cooperazione bilaterale, peraltro nel quadro di un disegno strategico più ampio, volto a ribadire la funzione che il vettore asiatico doveva avere come mezzo per bilanciare la politica estera della Russia, tornata ad essere potenza eurasiatica. October 14, 2004, in http://www.fmprc.gov.cn/eng/wjdt/2649/t165266.htm (ultimo accesso 04/04/2013); FERDINAND, Sunset, Sunrise, cit., pp. 849-850. L’accordo riguardava poche isole fluviali, ma la vicinanza di alcune di esse alla città russa di Habarovsk aveva reso impossibile completare le operazioni di demarcazione del confine iniziate nel 1991. La soluzione del problema non mise a tacere le recriminazioni dei nazionalisti in entrambi i paesi. Cfr. B. GILL, Rising Star: China’s New Security Diplomacy, Washington D.C., Brookings Institution Press, 2007, pp. 47-58. Sulla sistemazione della frontiera sino-russa, cfr. M. TAYLOR FRAVEL, Strong Borders, Secure Nation: Cooperation and Conflict in China’s Territorial Disputes, Princeton (NJ) and Oxford, Princeton University Press, 2008, pp. 126-172. 97 Secondo l’espressione usata da WILSON, Strategic Partners, cit., p. 61 ss. 98 Cfr. BOBO LO, The Long Sunset of Strategic Partnership: Russia’s Evolving China Policy, in «International Affairs», LXXX, 2, 2004, p. 307. 99 Cfr. YU BIN, In Search for a Normal Relationship, cit., p. 73. 100 Cfr. JAKOBSON - HOLTOM - KNOX - JINGCHAO PENG, China’s Energy and Security Relations with Russia, cit., p. 26. 101 A titolo di paragone, si può riportare che nel 2005 l’interscambio Cina-Stati Uniti totalizzava 285 miliardi di dollari; nello stesso anno all’Unione Europea da sola facevano capo l’80% delle esportazioni di idrocarburi e il 50% del commercio estero della Russia, che invece continuava a pesare appena il 2% sulle importazioni cinesi. Cfr. NORLING, China and Russia, cit., p. 40; V. PORTJAKOV, Progetto Russia: Cina amore e odio, in «Limes – Rivista italiana di geopolitica», 3, 2008, p. 210. 77 Andrea Francioni Nella fase del riposizionamento internazionale, che si concretizzò durante la seconda presidenza di Vladimir Putin (2004-2008), la rivalutazione della dimensione geopolitica del paese, unita al revival delle idee di Primakov sull’efficacia dell’approccio multi-vettoriale, fornì la base teorica – e retorica – di un nuovo orientamento centrato sull’uso delle risorse energetiche per agganciare le grandi economie della regione e coinvolgerle in progetti multilaterali di investimento e sviluppo della Siberia e dell’Estremo Oriente russo.102 Una più stretta cooperazione con la Rpc nel settore energetico era, dunque, quanto Mosca auspicava, una cooperazione che però doveva scontare la strozzatura rappresentata dalle difficoltà di trasporto delle forniture. Ancora negli anni 2000 il petrolio siberiano arrivava in Cina per ferrovia, un sistema che limitava la possibilità di aumentare i flussi oltre un certo livello.103 L’idea della costruzione di un oleodotto dai campi petroliferi della Siberia alle regioni del Nord-Est cinese era sul tavolo già dal 1994, ma per una decina d’anni non se ne fece nulla, sia per motivi finanziari, sia per motivi tecnici, sia perché Mosca, condizionata dai propri retro pensieri sul valore eminentemente strumentale della sua politica asiatica, non si era mai impegnata a fondo nella realizzazione del progetto. Nel marzo del 2003, la Yukos, all’epoca la più grande compagnia petrolifera russa, e la Cnpc (China National Petroleum Company) conclusero un primo accordo per la costruzione di un oleodotto da Angarsk, a est del lago Bajkal, a Daqing, nella provincia cinese dello Heilongjiang. L’operazione fu appoggiata dai due governi, ma fu bloccata pochi mesi dopo dall’arresto del vertice della Yukos durante la campagna contro i cosiddetti “oligarchi”. Quando il dossier venne riaperto, nel dicembre 2004, ci si rese conto 102 Cfr. RANGSIMAPORN, Interpretations of Eurasianism, cit., p. 373; CARRÈRE La Russia tra due mondi, cit., pp. 130-139. Il ministro degli Esteri, Sergei Lavrov, in un articolo in cui esponeva i concetti che guidavano la politica russa in Asia, scrisse: «The economic growth in the region results in a higher demand for marketing outlets and, to an increasing degree, for modern technologies and energy resources. Energy security may well become and increasingly important issue in multilateral and bilateral interaction in Asia. These factors also determine Russia’s contribution to the region’s development». S. LAVROV, The Rise of Asia, and the Eastern Vector of Russia’s Foreign Policy, in «Russia in Global Affairs», 3, July/September 2006, in http://eng.globalaffairs.ru/number/n_6865 (ultimo accesso 21/02/2013). 103 Cfr. FERDINAND, Sunset, Sunrise, cit., p. 851. D’ENCAUSSE, 78 Dalla normalizzazione alla normalità che la situazione era mutata: Mosca annunciò l’avvio dei lavori per la realizzazione dell’Espo (East Siberia – Pacific Ocean), ma il nuovo tracciato della conduttura era destinato a collegare la Siberia orientale con il terminale di Kozmino, a poca distanza da Vladivostok, aggirando il territorio cinese, e solo nel marzo 2006, durante gli incontri a Pechino col presidente Hu Jintao, Putin acconsentì ad aggiungere al progetto una diramazione diretta a Daqing.104 Diversi fattori avevano concorso a determinare l’esito della vicenda: in primo luogo, l’offerta giapponese di sostanziosi investimenti per la realizzazione della conduttura principale e per lo sfruttamento dei giacimenti siberiani; in secondo luogo, la considerazione che il terminale del Pacifico avrebbe permesso di vendere il petrolio russo non solo al Giappone, ma anche ad altri grandi consumatori (India e Corea del Sud); infine, l’interesse ad evitare una troppo marcata dipendenza dal mercato cinese, che avrebbe ridotto il vantaggio commerciale dell’impresa. Pechino, da parte sua, non era rimasta passiva e aveva influenzato la decisione finale accelerando i tempi della costruzione dell’oleodotto dal Kazakistan, completato nel dicembre 2005,105 una iniziativa che rompeva il monopolio russo sulle reti di trasporto degli idrocarburi in Asia Centrale e induceva Mosca a tornare sui suoi passi per non perdere l’opportunità di stringere più forti legami con un partner in grado di perseguire un’accorta strategia di diversificazione dei fornitori. La complessa partita dell’energia, per un verso, era rivelatrice di una convinta “svolta asiatica” della politica estera russa, fattasi più assertiva 104 L’oleodotto per Daqing è stato completato nel settembre 2010. In base agli accordi, le forniture (15 milioni di tonnellate all’anno per vent’anni) sono iniziate nel gennaio 2011. Sulla “saga” dell’Espo, cfr. JAKOBSON – HOLTOM - KNOX - JINGCHAO PENG, China’s Energy and Security Relations with Russia, cit., pp. 27-33; BOBO LO, Axis of Convenience, cit., pp. 135-148; L. BUSZYNSKI, Oil and Territory in Putin’s Relations with China and Japan, in «Pacific Review», XIX, 3, 2006, pp. 287-303; S. SEVASTYANOV, The More Assertive and Pragmatic New Energy Policy in Putin’s Russia: Security Implications for Northeast Asia, in «East Asia: An International Quarterly», XXV, 1, March 2008, pp. 35-55; A. DAKLI, Le vie del gas sono infinite, in «East – Rivista europea di geopolitica», 41, aprile 2012, pp. 55-58; N. POUSSENKOVA, Russia’s Eastern Energy Policy: A Chinese Puzzle for Rosneft, in «Russie.Nei.Visions», 70, 2013, in http://www.ifri.org/?page=detail-contribution&id=7634&id_provenance=97 (ultimo accesso 24/04/2013). 105 Cfr. E. RUMER - D. TRENIN - HUASHENG ZHAO, Central Asia: Views from Washington, Moscow, and Beijing, Armonk (NY) - London, M.E. Sharpe, 2007, pp. 166168. 79 Andrea Francioni con la rinascita economica del paese sotto la leadership di Vladimir Putin;106 per l’altro, permetteva di apprezzare le dinamiche che governavano le relazioni sino-russe in questa fase. Mosca, contrariamente al passato, mirava all’effettivo insediamento strategico nel contesto regionale sfruttando la sua disponibilità di risorse. Nelle valutazioni del Cremlino, ciò comportava una revisione dell’approccio essenzialmente sino-centrico che aveva sempre guidato l’azione russa in Asia, e l’apertura ad altri attori – il Giappone, ma anche l’India.107 Va da sé che una simile impostazione poteva interferire con lo sforzo di proporsi come partner strategico di Pechino, la quale era interessata al petrolio siberiano come contributo al bilancio energetico nazionale, ma voleva conservare margini di manovra sui termini e le condizioni degli approvvigionamenti. 5. Conclusione Durante gli anni della seconda presidenza di Vladimir Putin, grazie alle iniziative assunte in vari ambiti, le relazioni bilaterali avevano indiscutibilmente raggiunto un livello mai toccato dopo la normalizzazione: si trattava di rapporti solidi, strutturati e che sarebbero stati caratterizzati – una volta completato l’Espo – da un certo grado d’interdipendenza economica. Tuttavia, al netto del sensazionalismo che animava le analisi di alcuni osservatori anche in Occidente,108 106 Sul punto rimando ai saggi raccolti da V. SUMSKY - M. HONG - A. LUGG, eds., ASEAN-Russia: Foundations and Future Prospects, Singapore, ISEAS Publications, 2012. 107 Cfr. G. ROZMAN, Russia in Northeast Asia: In Search of a Strategy, in R. LEGVOLD, ed., Russian Foreign Policy in the Twenty-First Century and the Shadow of the Past, New York (NY), Columbia University Press, 2007, pp. 343-392; F. SHAOLEI, Russia and Contemporary East Asia: Also on the Interaction of Sino-Russian-Japanese Trilateral Relations in the Early Twenty-First Century, in «Slavic Eurasian Studies», Eager Eyes Fixed on Eurasia, Vol. 2, cit., pp. 199-218; S. BLANK, Russia’s Far East Policy: Looking beyond China, in «Russie.Nei.Visions», 54, 2010, in http://www.ifri.org/?page=detailcontribution&id= 6173&id_provenance=97 (ultimo accesso 21/04/2013). 108 Si veda, a puro titolo d’esempio, M. LEVIN, The Next Great Clash: China and Russia vs. the United States, Westport (CT), Praeger Security International, 2008. Cfr., invece, a 80 Dalla normalizzazione alla normalità dietro alla retorica della “partnership strategica” si celava una realtà piuttosto complessa: più le relazioni si intensificavano, più emergevano disaccordi o elementi di competizione. Questa dinamica si registrava nel settore energetico, ma non solo. Per quanto riguarda la cooperazione in ambito multilaterale, la volontà di Mosca di allargare la platea dei partecipanti alla Sco incontrava resistenze a Pechino, che temeva di diluirne il significato in quanto struttura regionale di sicurezza e cercava di impedirne la politicizzazione o la connotazione in senso anti-americano. Fra il 2004 e il 2006 Mongolia, India, Pakistan e Iran furono accolti come osservatori, ma mentre la Russia desiderava ammetterli rapidamente come membri effettivi – specialmente l’India – per equilibrare il peso della Rpc, quest’ultima mirava piuttosto a indirizzare l’agenda della Sco su obiettivi di integrazione economica, attraverso iniziative in campo commerciale e infrastrutturale, una prospettiva che interferiva con il progetto di “spazio economico comune” promosso da Mosca e rivolto ai Paesi dell’estero vicino.109 Allo stesso tempo, la Russia era propensa a investire nel rafforzamento della Csto, organizzazione speculare alla Sco e geograficamente sovrapponibile a essa, ma concepita come iniziativa per la stabilità regionale all’interno della Comunità degli Stati indipendenti. 110 Il settore della cooperazione militare, autentico pilastro della partnership fin dagli anni Novanta, sperimentava analoghe tendenze. Dopo il picco nel 2005, si registrò una costante diminuzione delle vendite, che nel 2008 si erano dimezzate: la Russia rimaneva il maggior fornitore di armi convenzionali, componenti e tecnologie militari della Rpc, ma quest’ultima si trovava sempre più a competere con l’India per i sistemi più avanzati e stava, a sua volta, tornando sul mercato come produttore, peraltro praticando una “politica dei prezzi” molto contrario, H. HAUKKALA - L. JAKOBSON, The Myth of a Sino-Russian Challenge to the West, in «The International Spectator», XLIV, 3, September 2009, pp. 59-76. 109 N. NORLING – N. SWANSTROM, The Shanghai Cooperation Organization: Trade and the Roles of Iran, India and Pakistan, in «Central Asian Survey», XXVI, 3, 2007, pp. 429-444; BOBO LO, Axis of convenience, cit., pp. 107-113; A.J.K. BAILES - P. DUNAY – P. GUANG - M. TROITSKIY, The Shanghai Cooperation Organization, SIPRI Policy Paper No. 17, Stockholm International Peace Research Institute, May 2007, in http://books.sipri.org/product_info?c_product_id=338 (ultimo accesso 24/04/ 2013). 110 Cfr. supra nota 81. 81 Andrea Francioni aggressiva in Asia, Africa e Medio Oriente. 111 La riduzione delle forniture militari incideva, poi, sulla composizione dell’interscambio, suscitando qualche risentimento in Russia per il “modello coloniale” al quale tendeva la struttura del commercio bilaterale (materie prime russe contro prodotti manufatti cinesi).112 A fronte dei progressivi aggiustamenti cui la partnership era soggetta, rimaneva un ambito in cui la sintonia appariva completa. Le posizioni condivise sulle principali questioni internazionali – Iran e Corea del Nord, Kosovo e Iraq, Medio Oriente e Sudan – offrivano l’opportunità di azioni diplomatiche che tenevano aperta l’agenda del “nuovo ordine mondiale”. L’impegno per il multipolarismo, su cui Mosca aveva poco insistito durante i mesi della solidarietà con gli Stati Uniti,113 tornò ad essere il manifesto della partnership, come si leggeva nella dichiarazione congiunta rilasciata al termine del vertice fra Putin e Hu Jintao del luglio 2005: The new type of state-to-state relationship between China and Russia is making a major contribution to building a new international order. […] The two countries are determined to make unremitting joint efforts with other countries concerned to build a world that is developed and harmonious and to become important constructive 114 forces in a secure global system. Nel quadro di una relazione che si stava muovendo sui binari della normalità, essendo intessuta di interessi convergenti e frizioni, 115 e che pure aveva raggiunto un alto grado di stabilità a partire dal 2003, dopo 111 Cfr. JAKOBSON - HOLTOM - KNOX - JINGCHAO PENG, China’s Energy and Security Relations with Russia, cit., pp. 13-22; R. MENON, The Limits of Chinese-Russian Partnership, in «Survival», LI, 3, June-July 2009, pp. 113-115; JI YOU, Friends in Need or Comrades in Arms: The Dilemma in the Sino-Russian Weapons Business, in A.T.H. TAN, ed., The Global Arms Trade: A Handbook, London, Routledge, 2009; TAI MING CHEUNG, Dragon on the Horizon: China’s Defense Industrial Renaissance, in «Journal of Strategic Studies», XXXII, 1, February 2009, pp. 29-66. 112 Cfr. MENON, The Limits, cit., pp. 122-123. 113 Cfr. TURNER, Russia, China and a Multipolar World Order, cit., pp. 165-166. 114 Joint Statement of the People's Republic of China and the Russian Federation Regarding the International Order of the 21 st Century, Moscow, July 1, 2005, in http://www.freerepublic.com/focus/f-news/1436001/posts (04/04/2013). 115 Cfr. J. BELLACQUA, Introduction, in ID., ed., The Future of China-Russia Relations, Lexington (KY), The University Press of Kentucky, 2010, p. 8. 82 Dalla normalizzazione alla normalità le oscillazioni degli anni precedenti, la cooperazione politica sulla prospettiva del multipolarismo, sulla quale aggregare gli attori emergenti del panorama internazionale, assumeva i contorni di una vera scelta strategica. 83 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 85-122 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p85 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Manuela Williams Between Arab Nationalism and Zionism: Fascist Politics and Propaganda in the Middle East in the 1930s Abstract: This article examines the ambiguous and often fraught relationship between the Fascist regime and nationalist movements in areas under British direct and indirect administration; it will focus primarily on the political and ideological relationship between Italy and Arab nationalist forces, but will also outline the regime’s seemingly contradictory overtures to the Zionist Revisionist movement. The evidence examined in this article illustrates that Mussolini’s ambition to restore Italian hegemony in the Mediterranean through propaganda and political contacts, and to compete with the European imperial powers of the time was not supported by a coherent imperial strategy, but reacted to diverse stimuli and opportunities that arose over time. Keywords: Fascism; Arab Nationalism; Zionism; Shakib Arslan; Egypt. Introduction During the last twenty years, relations between Axis forces and political movements and national governments in the Arab Middle East have received considerable attention from diplomatic, political, military and cultural historians. Traditional historiography of Fascist Italy has located the development of Italian-Arab relations within the broader context of Fascist foreign policy, imperial expansion and, ultimately, appeasement. There is to date a well-recognised division between the Italian school, which downplays Mussolini’s imperial challenge and highlights his search for an understanding with Britain, and British and North American historians who have emphasised the regime’s Manuela Williams expansionist drive and its political and ideological dimensions. 1 However, broader discussions over the nature and directions of the regime’s foreign policy have limited the examination of more specific aspects of Fascist policy in the Middle East and the Muslim world. Such omissions have been recently addressed by new scholarly research that has examined strategies and means of engagement of Fascist Italy with nations and governments in the Arab Middle East, repositioning the region at the centre of both the regime’s foreign relations and Fascist historiography.2 1 Work by Italian historians notably includes R. DE FELICE, Mussolini il duce. I. Gli anni del consenso, 1929-1936, Torino, Einaudi, 1974; R. DE FELICE, Arabi e Medio Oriente nella strategia politica di guerra di Mussolini (1940-1943), in «Storia Contemporanea», XVII, 6, dicembre 1986, pp. 1255-1359; R. QUARTARARO, Roma tra Londra e Berlino. La politica estera fascista dal 1930 al 1940, Roma, Bonacci, 1980; R. QUARTARARO, Imperial Defence in the Mediterranean on the Eve of the Ethiopian Crisis (July-October 1935), in «The Historical Journal», XX, 1, March 1977, pp. 185-220; S. FABEI, Il fascio, la svastica e la mezzaluna, Milano, Mursia, 2002. For British and American historiography, see, for example, R.J.B. BOSWORTH, The Italian Dictatorship: Problems and Perspectives in the Interpretation of Mussolini and Fascism, London, Arnold, 1998; R. MALLETT, Mussolini and the Origins of the Second World War, 1933-1940, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2003; M. KNOX, Mussolini Unleashed 1939-1941: Politics and Strategy in Fascist Italy’s Last War, Cambridge, Cambridge University Press, 1982; M. KNOX, The Fascist Regime, its Foreign Policy and its Wars: An “AntiFascist” Orthodoxy?, in «Contemporary European History», IV, 3, November 1995, pp. 346-365; M. KNOX, Conquest, Foreign and Domestic, in Fascist Italy and Nazi Germany, in «The Journal of Modern History», LVI, 1, March 1984, pp. 1-57; J. PETERSEN, La politica estera del fascismo come problema storiografico, in «Storia Contemporanea», III, 4, dicembre 1972, pp. 661-706. 2 N. ARIELLI, Fascist Italy and the Middle East, 1933-40, London/New York, Palgrave, 2010; N. ARIELLI, Italian Involvement in the Arab Revolt in Palestine, 1936-39, in «British Journal of Middle Eastern Studies», XXXV, 2, December 2008, pp. 187-204; M. FIORE, Anglo-Italian Relations in the Middle East, 1922-1940, Farnham, Ashgate, 2010; M. FIORE, La guerra delle parole. La propaganda anti-inglese di Radio Bari e le contromisure britanniche (1935-1940), in «Nuova Storia Contemporanea», XV, 1, gennaio-febbraio 2011, pp. 65-86; M. WILLIAMS, Mussolini’s Propaganda Abroad. Subversion in the Mediterranean and the Middle East, 1935-1940, London, Routledge, 2006; M. WILLIAMS, Mussolini’s Secret War in the Mediterranean and the Middle East: Italian Intelligence and the British Response, in «Intelligence and National Security», XXII, 6, December 2007, pp. 881-904. 86 Between Arab Nationalism and Zionism This article builds on existing literature and available documentation to examine perceived ideological and political affinities that during the 1930s and early 1940s underpinned the relations between nationalist forces and Fascist Italy in the Middle East. It claims that Britain’s strong and formalised presence in the region served to further an alliance, albeit a short-lived one, between radical nationalists and Mussolini’s regime, in which each side relied on the other to advance its political programmes and objectives. Such an alliance rested on some shared notions of nationalism, and in the case of Egypt especially, on vague anti-democratic and anti-parliamentarian ideas espoused by radical nationalist groups, which had found application in both Fascist Italy and Nazi Germany. However, co-operation between Arab nationalist forces and the Fascist regime remained broadly a confined phenomenon, and one that clearly illustrates the incoherent nature of Mussolini’s policy in the Middle East. If Arab nationalists had initially overlooked Italy’s imperialist ambitions, the ruthless repression of the Senussi in Libya and the dramatic events in Abyssinia cast serious doubts over this paradoxical partnership between anti-colonial forces and an aspiring colonial power. It became then apparent that the strengthening of political, military and cultural ties between the Arab nations and Fascist Italy would certainly challenge the presence of much-despised British advisers and authorities in the region; at the same time though, this would open the door to a more brutal form of colonial rule, one that had already shown great contempt for the lives of thousands of Muslims in North and East Africa. 87 Manuela Williams In his examination of Nazi propaganda in the Arab world during the Second World War, Jeffrey Herf makes some insightful claims about the ideological currents that linked Berlin with the Arab world. Much of the literature on the Third Reich’s policies and attitudes towards the Middle East has until recently emphasised racial issues that would have prejudiced a long-term alliance between the Nazi regime and Arab nationalist forces.3 Herf, conversely, outlines reasons for co-operation between Berlin and the Arabs, when political developments in the Middle East, and in particular in Palestine, taught the Germans that «their hatred for the Jews was not unique and that they had at least some soul mates and allies» in the Arab world. 4 Radical anti-Semitism here, just like resentment towards the British in the case of Italy, would constitute the cornerstone of the alliance between Arab and Muslim forces and the Nazi regime, a partnership that went beyond the mere convergence of interests, and required a deeper understanding of ideas, culture and religion on both sides. In the process, Herf claims, «Nazism became less Eurocentric while Arab and Islamic radicalism drew on modern, European totalitarian ideology». 5 Herf’s work broadly endorses a traditional narrative of twentieth-century Arab history, which highlights the growing and pervasive influence of Nazi and Fascist ideological constructs and political systems on Arab politicians, 3 See F. NICOSIA, Arab Nationalism and National Socialist Germany, 1933-1939: Ideological and Strategic Incompatibility, in «International Journal of Middle East Studies», XII, 3, November 1980, pp. 351-372; F. NICOSIA, The Third Reich and the Palestine Question, London, I.B. Tauris, 1985. 4 J. HERF, Nazi Propaganda for the Arab World, New Haven, Yale University Press, 2010, p. 4. 5 Ibid. 88 Between Arab Nationalism and Zionism intellectuals and public opinions. However, recent studies have reconsidered this narrative and brought to the surface the hitherto silent liberal voices, the voices that continued to express with vigour their belief in the virtue of a democratic political system and a free society. 6 When assessing Arab relations with Fascist Italy during the 1930s, the political and ideological synthesis described by Herf does not appear to be a dominant attribute, nor does it feature prominently in Fascist propaganda in the Arabic language. Instead, Italian claims and associations in the Mediterranean and the Middle East rested upon perceived strong historical and cultural ties, on vague notions of nationalism and nationhood, and on the shared, and highly disputable as far as Italy was concerned, narrative of the oppressed against the oppressor. But the differences between Western European nationalism and the Arab experience were emphasised by some nationalist commentators. Emir Shakib Arslan, who flirted with Fascist Italy in the mid-1930s, highlighted the elements that set apart Arab and Western nationalisms, with the latter bent on conquest, driven by war and «tormented by greed and desire of domination». 7 In direct contrast, Arslan believed that Oriental nationalism was «shaped by the Islamic doctrine which has given its followers moral purpose, discipline and has helped develop a society based on fraternity and justice»; a society 6 See, for example, I. GERSHONI - J. JANKOWSKI, Confronting Fascism in Egypt: Dictatorship versus Democracy in the 1930s, Stanford, Stanford University Press, 2010; G. NORDBRUCH, Nazism in Syria and Lebanon: The Ambivalence of the German Option, 1933-1945, London, Routledge, 2009; P. WIEN, Iraqi Arab Nationalism: Authoritarian, Totalitarian and Pro-Fascist Inclinations, 1932-1941, New York, Routledge, 2006. 7 S. ARSLAN, Nationalisme Arabe et nationalisme occidental, in «La Nation Arabe», II, Jouillet-Aout-Septembre 1932, p. 36. 89 Manuela Williams that shies away from conquest and expansion but actively seeks to redress old injustices.8 For centuries, Italy and her political predecessors had been regarded as key players in diplomatic and commercial affairs connecting countries around the Mediterranean basin. Since the days of the Venetian republic, Italian had become the foremost international language for political interactions and commercial transactions outside the Ottoman empire. The French, in their first attempt to reinforce cultural and economic relations with the Ottoman Middle East, recognised the significant position attained by Italy during its long years of trading partnership with the Ottoman empire, and often employed Italian emissaries and business agents as French consular representatives in the region.9 This Mediterranean vocation remained central to the political identity and aspirations of liberal Italy and fostered sentiments of national and political empathy towards the claim of the emerging nationalist movements in the Levant, Middle East and North Africa. In the wake of the Balfour Declaration and of the Paris Peace conference of 1919 – whose outcomes had deeply disappointed both Italian and Arab nationalists, as the former had wished for territorial gains in Europe and Africa, the latter had hoped for the creation of a large independent Arab state – politicians and intellectuals of Liberal Italy lent a sympathetic ear to the claims and grievances conveyed by Arab nationalists touring Europe; the nationalist cause, not only Arab but also Indian, harnessed support from the Vatican, the 8 Ibid. See M. BURROWS, “Mission Civilisatrice”: French Cultural Policy in the Middle East, 1860-1914, in «The Historical Journal», XXIX, 1, March 1986, p.111. 9 90 Between Arab Nationalism and Zionism Italian government, the Italian Socialist Party, the Italian nationalists and the Fascist movement. Mussolini’s newspaper «Popolo d’Italia» directly addressed the increasing tension between Jewish and Arab communities in Palestine and claimed to be deliberately fanning Arab nationalist flames. In the period leading up to Mussolini’s seizure of power in 1922, pro-Arab and anti-imperialist sentiments had come to dominate the Fascist discourse on foreign policy, sentiments that reflected the genesis of the Fascist movement as synthesis of existing cultural, political and artistic currents; of particular interest for the purpose of this article is the myth of Italy as a “proletarian” nation that would no longer submit to the hegemony of plutocratic “capitalist” ones such as Britain and France. The so-called “Fascists of the first hour” as well as the nationalists and the futurists were keen to display solidarity with other nations whose aspirations to independence had been quashed by the imperial armies and administrators of Britain and France. But as mentioned before, such feelings of solidarity were not confined to the politics and rhetoric of opposition movements; indeed they were shared and endorsed by the Liberal government who had refused to recognise the establishment of a British protectorate in Egypt at the outbreak of the First World War and had supported the emerging nationalist movement in Egypt through the words and activities of the Italian communities in Cairo, Alexandria and Port Said; so strong had become the bond between Egyptian nationalists and the government of Italy, some historians claim, that during the numerous public demonstrations 91 Manuela Williams that took place in Egypt between 1920 and 1921, protesters repeatedly hailed Italy.10 Support to the Arab nationalist cause that had indeed characterised the foreign policy of Liberal Italy, despite the war in Libya in 1911 with its clear imperialistic connotations, was not abandoned by Mussolini; under the Fascist regime, the development of special relations with nationalist forces in the Arab world became paradoxically central to the policy of Italian expansion in the Mediterranean and the Middle East. Parallel to this nationalist dimension, the regime’s imperialist vocation became evident towards the end of the 1920s. The vague notion of imperialism espoused by the Fascist movement took then clearer and more tangible connotations: it became political and economic expansion into the Balkans and Africa combined with a project of extension of the totalitarian model and reorganisation of Europe and the colonies along a “new order” based on the leadership of the “young nations”, Italy and Germany. Central to Mussolini’s renewed imperial vocation was Italy’s hegemony in the Mediterranean. 11 However, to achieve a position of power in the mare nostrum, and to further its political and economic interests in the Middle East and Levant, Italy had to seek an alliance with forces that could challenge the British imperial and mandatory system from within; it needed to ensure the friendship and compliance of Arab nationalists, who in turn would gain the protection of Mussolini’s government, the necessary diplomatic and political leverage, and financial and military support, to 10 11 See S. FABEI, Il fascio, la svastica e la mezzaluna, Milano, Mursia, 2002, p. 28. See E. GENTILE, Fascismo. Storia e interpretazione, Bari-Roma, Laterza, 2002, p. 29. 92 Between Arab Nationalism and Zionism undermine the influence of British administrators. The alliance between Fascist Italy and Arab leaders would be forged mostly by propaganda. The main task awaiting Italian propagandists was to erase the violent colonial record of Italy in North Africa and Ethiopia, and to promote the image of Mussolini as the champion of modern Islam. However, the response generated by Italian propaganda in the Arab world was neither unanimously positive nor proportionate to the efforts made by the Italian government. Suspicion towards the real aims of Mussolini’s policy in the Middle East and resentment at his colonial undertaking in Africa dominated the feelings of the majority of the Arab leaders, eventually leaving the success of Italian propaganda confined to limited factions of the nationalist movement. Notwithstanding Italy’s intention to appear as a “Muslim” power, in his intricate effort to exploit the forces of nationalism the Duce was also seeking to establish new, more profitable relations with the Zionist movement. In the aftermath of the First World War, the increasing Anglo-Italian rivalry in the Middle East and the policy of rapprochement with the Vatican had induced Mussolini to oppose Zionism as an instrument of British intervention in the Middle East. The Balfour Declaration (1917) had allowed the creation of a Jewish National Home in Palestine which was seen as a danger for Italian expansionist designs in the same area. Moreover, the Duce and other Italian nationalists began to fear that an influential Zionist movement could act as a rival nationalism and therefore alienate the Italian Jewish community. The Italian historian Renzo De Felice claimed that Mussolini’s seemingly contradictory attitude towards Italian Zionism 93 Manuela Williams and international Zionism was in fact underpinned by logic and coherent assumptions. According to this view, the thought that the Zionists harboured feelings of allegiance to two homelands – with a strong preference for Palestine – was deeply disturbing to Mussolini’s «monolithic and exclusive concept of homeland», which turned the Italian Zionists «automatically into disagreeable suspects». 12 The Duce’s perception of international Zionism was more sympathetic, De Felice maintained, and in the 1930s Mussolini saw the Revisionist movement and its most outspoken anti-British leaders as useful allies and a vehicle to disrupt British presence in the Eastern Mediterranean. Attempting to reconstruct a more coherent narrative of Mussolini’s foreign policy in the Middle East, De Felice concluded that «the Zionist card, just as at a later date the Arab card […] was for Mussolini a pawn that could also be used in his Mediterranean game». 13 Therefore, in the early 1930s Mussolini, in search of a more successful approach to the Middle Eastern question and still lacking a coherent long-term policy towards the dominant forces in the Near East, «was determined to maintain (and if possible enhance) his reputation as a friend and protector of the Jews». 14 In the period between 1934 and 1935, the Italian dictator met some of the most charismatic figures of the Zionist movement, assuring them of his support for a Jewish National Home. Attempting to replace British 12 R. DE FELICE, The Jews in Fascist Italy: A History, New York, Enigma Books, 2001, p.150. 13 Ibid., p.151. 14 M. MICHAELIS, Mussolini and the Jews: German-Italian Relations and the Jewish Question in Italy 1922-1945, Oxford, Clarendon Press, 1978, p. 62. 94 Between Arab Nationalism and Zionism influence in the region, Mussolini conveyed his desire to champion the creation of a Jewish state small enough to be accepted by the Arabs and that, at the same time, would open the door to Italian influence in Palestine. Confronting nationalism in the Arab world The Italian regime’s casual and short-lived interest in Zionism, and in particular Revisionist Zionism, markedly contrasts with the systematic effort to build a solid partnership with Arab nationalist forces in North Africa and the Levant during the period 1934-1940. It was in the mid1930s that, whilst flirting with Revisionist Zionism, the Fascist regime began acknowledging claims and grievances of the Arab community in Palestine. The political appreciation of the Palestinian events in 1935 and 1936 circulated within the Italian government illustrates sensitivity to the deepening of racial and religious division that was threatening the political stability of the whole area. The opportunity to attack British conduct in Palestine could not be missed. The Italians perceived the tumultuous circumstances that led to the beginning of the 1936 Arab revolt as the result of a substantially ambiguous policy formulated by the government in London whose ultimate objective was the defence of the imperial interests and the creation of an efficient naval base in Haifa that would host the British Mediterranean fleet. Despite having initially tried to win the sympathy of the Arabs without generating discontent among the Jews, the British government had eventually succumbed to the “influence of the Zionists”. According to Italian sources, the very 95 Manuela Williams few concessions granted to the Arab Palestinians were offset by measures adopted in favour of the Jewish community: after the long dispute over the establishment of a legislative council that would take into account Arab grievances, the British authorities in Palestine had endeavoured to regain popularity among the Jews by granting legal status to many of those who had entered Palestine illegally and allowed the new colonists to purchase arms for defence in case of unprovoked aggression.15 Indeed, the Arab rebellion of 1936-1939 brought to a sudden end the already fragile relationship between Zionism, and in particular Revisionist Zionism, and the Fascist regime. In the increasingly violent Arab-Jewish dispute over Palestinian land, the Italian government seems to have taken a fairly explicit position in support of Arab claims. The reason for that is not to be found in an anti-Semitic prejudice motivating the decisions taken in Rome, but in political and strategic considerations: in the eyes of the Italians, a powerful and independent Jewish community in Palestine, and eventually a Jewish state, would provide a solid and permanent base for Britain in the Mediterranean. The arrival of Jewish immigrants was then seen within the context of a deliberately aggressive policy carried out by the Zionist movement with the complicity of the British government, an expedient aiming at reducing the Arabs of Palestine to a numerical minority. Hence, the turbulent and sometimes extreme reaction of the Arab community, through petitions, rallies and protests 15 See Situazione politica in Palestina, 1935, NATIONAL ARCHIVES, GFM 36/508. Italian captured documents are kept together with material from the German Foreign Ministry, hence their class mark GFM. GFM 36, in particular, are the files photocopied from the Italian Ministry of Popular Culture and the Ministry of Foreign Affairs. 96 Between Arab Nationalism and Zionism that were gradually turning into riots. The objective was to defend the Palestinian soil «against the Jewish conquest», obstructing Jewish immigration, placing a veto to land sales and introducing an independent local government. Facing a “mortal threat” to their very existence and an opponent that had found apparent support in the British High Commissioner, the Arabs had begun to defend their rights and the course of events in Palestine was regarded in Rome as a prelude to more dramatic future developments.16 Italian endorsement of the Arab cause became even more explicit as a clear division of camps gradually emerged both in Europe and in the Middle East. Thus Italian propaganda bluntly presented the Axis coalition as the saviour of the Arab world. In a communiqué issued in the name of the Axis powers and broadcast in English, Italian propagandists claimed: «The Arab populations of the Levant must be freed from the yoke of their present masters interested only in their capitalistic and imperialistic achievements. […] Arab patriots in Palestine, Egypt, Iraq, Syria and Trans Jordan – and all those who have not been contaminated by British gold – know well the consequences of Britain’s rule, they know how much grief and bloodshed Britain has caused in Palestine and in the other Arab countries; finally they know that it is in the interest of Fascist Italy that the Arab nations of the Levant attain their freedom and 17 independence». The myopic and schizophrenic directions of Italian foreign policy would become evident in the 1930s when despite Italian outright support of Arab nationalist demands, Italy’s prestige in the Arab world was seriously undermined by the war in Abyssinia and by the events in 16 17 See ibid. Comunicato trasmesso in inglese, undated, NATIONAL ARCHIVES, GFM 36/14. 97 Manuela Williams Libya. The harsh regime imposed in Tripolitania and Cyrenaica by the Italian Governor of Libya, General Pietro Badoglio, was subsequently mitigated by Italo Balbo, appointed as the new Governor in 1933. Pursuing a policy of pacification, Balbo promoted the repatriation of thousands of Cyrenaican exiles from Egypt. At the same time though, he endeavoured to build a strong and large community of Italian nationals in Libya who would one day be able to resist the surge of Arab nationalism.18 The contradictions of Italian policies in Libya were recognised by nationalist forces in some Arab capitals; Galeazzo Ciano, the Italian Foreign Minister, noted in his diary on 4 th January 1939: «At Baghdad there have been demonstrations against our mass immigration to Libya; they think this nucleus of Italians will break the Arabic preponderance in the Mediterranean. They are right, this is our objective, but the Duce wanted me to reassure the 19 minister of Iraq». In a long editorial that examined Italy’s expansionist drive in the Mediterranean and in Africa, «La Nation Arabe» noted in 1931 that within less than twenty years the Italian state had attempted to reclaim 2 million hectares of land in Tripolitania and as much in Cyrenaica to make room for 2 to 3 million of Italian settlers in north Africa. 20 Italy’s colonial ambitions had not gone unnoticed: by 1935, Mussolini’s plans for expansion in East and North Africa had become clear. In Palestine, the Jewish press echoed the call for international 18 See ARIELLI, Fascist Italy and the Middle East, 1933-40, cit., p. 28. Ciano’s Diary, 1937-1943, London, Phoenix Press, 2002, p.173. 20 See “Procédés de guerre moyenageux ressuscités per les italiens fascistes”, in «La Nation Arabe», I, Avril 1931, p. 9. 19 98 Between Arab Nationalism and Zionism sanctions put forward by the British government at the League of Nations; more worryingly for the Italians, Arab newspapers and periodicals voiced Arab solidarity with their Muslim brothers of Abyssinia who were fighting for freedom against another imperialistic European power. Notwithstanding this, officials in Rome were quite certain that, after the first wave of indignation that had seized Arab public opinion against the Abyssinian “adventure” had subsided, Italy would gradually succeed in regaining the trust of the Arab peoples and leadership, eager to find an external champion to their cause. However, they claimed that Britain had plotted to incite the Arabs against Italy exploiting the threat of Italian colonial ambitions. British officials in Palestine, for their part, appeared increasingly puzzled by the influence exerted by the Fascist government over some Arab nationalist circles. Although often dismissive of the political power and popularity of nationalist and pan-Arab ideas, British officials in London and – especially – in Palestine were weary of the convergence of nationalist forces and Fascist regime, which could progressively and rapidly erode from within Britain’s influence at the periphery of the empire. Police reports and telegrams from British representatives in Palestine were read with growing discomfort at the Foreign and Colonial Offices, and provided often detailed accounts of anti-British propaganda and activities organised by Italian agents and their Arab collaborators. Seeking friends among the Arabs: Mussolini and Emir Shakib Arslan 99 Manuela Williams Emir Shakib Arslan constitutes perhaps one of the most intriguing and controversial linkages between Fascist Italy and nationalist circles in the Arab world. His name had appeared very frequently in weekly and monthly intelligence and police reports sent from Palestine to London since 1934, when the Foreign Office opened a new file containing information on all the most prominent figures in Syrian politics. The assessment of Shakib Arslan’s activities is both bitter and contemptuous. «La nation arabe», the publication created in Geneva by Shakib Arslan in 1930, was described as «an incendiary and puerile journal»; the portrayal of Arslan was certainly not more flattering, he was described as «intelligent, self-seeking, treacherous».21 In truth, during the course of his life and career, Shakib Arslan remained committed to the cause of Islamic, rather than Arab, unity. To this end, he had supported the partnership with the Turks, while serving as a member of the Ottoman Parliament between 1913 and 1918; at the outbreak of the First World War, he had been an outspoken supporter of the alliance between Istanbul and Germany. His hostility towards British and French presence in the Levant led him to seek support in the most unusual quarter; his praise of the Italian Fascist regime, albeit short-lived, severely undermined his credibility among mainstream Arab nationalists. Shakib Arslan, however, believed that Fascist Italy posed less of a threat to Islamic unity than Britain and France, the major European colonial powers; furthermore, he felt that Mussolini’s regime 21 Record of Leading Personalities in Syria, August 26, 1936, NATIONAL ARCHIVES, FO 371/20018/E5398/209/89. 100 Between Arab Nationalism and Zionism might prove a useful ally in the fight to dismantle the much-reviled Mandate system. A writer, journalist, political activist and diplomat, Shakib Arslan is representative of a generation of Arabs born and brought up under the Ottoman Empire and who were suddenly confronting the emergence of a powerful Arab nationalist movement and new concepts of selfdetermination and nation state. Born in 1869 in a Lebanese village and member of a Druze family (he was the grandfather of Druze leader and Lebanese politician Walid Jumblatt), Shakib Arslan received a broad education at the Christian preparatory school and subsequently completed his studies in Islamic sciences and Ottoman Turkish at the governmental institution of Madrasah al-Sultaniyyah. His literary talent was rather precocious: at the age of fourteen he saw his first poetry published in Arabic journals, four years later his collection of poems Prémices was published as a book. The seven years spent at the Christian Maronite school provided him with access to the intellectual and literary circles of Beirut and Damascus; his flair for writing would help him in his future career as a journalist and politician, gaining respect and admiration as well as criticism for the often ambiguous political stance reflected in his articles and prose. Although he did not take his education to university level, Shakib Arslan enjoyed the acquaintance and protection of some of the most influential political and religious thinkers of his time, like the celebrated Islamic reformer Muhammad Abduh. The idea of Islamic unity was central to Arslan’s political vision, for the rise of a strong Islamic power would contain the expansion of Europe into the Arab world. 101 Manuela Williams At the outbreak of the First World War, Arslan, still loyal to the imperial policies of the Ottoman empire and its universal Islamic aspirations, decided to give his personal contribution and joined the Ottoman army. Here, the first of his unwise associations: although many Arabs had initially given their support to the Caliphate in its war against the Western powers, many had also distanced themselves from those Ottoman rulers, like Ahmad Jamal Pasha, whose policy of terror had alienated large sectors of the Syrian opinion to the Ottoman government. Arslan’s relation with Jamal Pasha, as twenty years later with Mussolini, generated suspicion and disapproval, by linking him «in the minds of many Arabs to the harsh regime of the most hated of Turks».22 During the final years of the war, Arslan was in Istanbul, taking care of his responsibilities in the Ottoman parliament. In 1918 he was sent to Berlin to harness support for the Ottoman cause. But the collapse of the Empire was imminent; in Germany, Arslan learnt of the victory of the Allies and the armistice. He believed it dangerous to return to a British occupied Istanbul and preferred to remain in Europe, travelling from Germany to Switzerland, Russia and Italy always following with great 22 W.L. CLEVELAND, Islam Against the West: Shakib Arslan and the Campaign for Islamic Nationalism, London, Al Saqi Books, 1985, p. 29. A bibliography on Shakib Arslan that would exclude texts in Arabic is rather limited. However, apart from the above quoted monograph, other contributions worth looking are: J. BESSIS, Chekib Arslan et les mouvements nationalists au Maghreb, in «Revue Historique», CCLIX, 526, AprilJune 1978, pp. 467-489; E. LÉVI-PROVENÇAL, L’Emir Shakib Arslan (1869-1946), in «Cahiers de l’Orient Contemporain», IX-X, 1947-1948, pp. 1-15; G. WIDMER, Ubertraugungen aus der neuarabischen Literatur. III. Emir Shakib Arslan, in «Die Welt des Islams. International Journal for the Study of Modern Islam», XIX, 1937. More information on the life and career of Shakib Arslan, as well as translations of articles elsewhere published by the Syrian journalist, are given in the Italian periodical «Oriente Moderno», particularly in the years 1933-1936. 102 Between Arab Nationalism and Zionism attention the political developments in the Levant and tirelessly campaigning for Syrian independence. Condemned to death in absentia for his role in the Syrian revolution of 1925-1926, Arslan remained in exile in Europe for almost twenty years until 1937, when the French authorities in Syria, attempting to encourage the dialogue with the moderate fringes of the Arab nationalist movement, granted to him and his long time collaborator, Ishan al-Jabiri, permission to make their way back to the country. In Switzerland, his activities received new impetus; with al-Jabiri he recreated the Permanent Delegation of the SyrianPalestinian Congress and set up office at 21 Glacis de Rive in Geneva, the city that had become the home of the newly-established League of Nations. From his office, Arslan would lobby the League of Nations to harness support for Syrian independence through letters, memoranda and petitions. The flurry of activities generated turned the SyrianPalestinian Delegation into «a focus for Arab hopes in the interwar years».23 During the first years of his European exile, Arslan’s political horizon enlarged considerably: until then he had been committed to promoting the interests of a single nation, Syria; now, the scope of his intense political and literary activity had broadened to encompass the issues of Arab nationalism and anti-imperialist struggle. He travelled extensively from Berlin, to Rome and Brussels to preside over, coordinate or simply participate to political protests that increased his popularity among the other Arab exiled and refugees in Europe as well 23 P. SEALE, The Struggle for Arab Independence: Riad el-Solh and the Makers of the Modern Middle East, Cambridge, CUP, 2010, p. 209. 103 Manuela Williams as his compatriots in his homeland. Arslan had, by the early 1930s, defined his “mission” as a leading figure and promoter of a number of cultural and political nationalist movements that were flourishing in the Middle East and North Africa. He employed his talent as a writer to «internationalize the issues facing the Arab-Islamic lands under European domination and to galvanize Arab-Islamic opinion into recognition that only through mutual assistance based on common Islamic bonds could they gain independence and restore the proper social order».24 Arslan’s simultaneous engagement on many fronts, however, generated mixed feelings, as some admired his fervour and total dedication to the Arab cause, others were more sceptical and saw him as an ambitious manipulator, a meddler and a political agitator. His previous alliance with some of the most ruthless Ottoman commanders had not been completely forgotten or forgiven; to regain the esteem of many of his earlier followers, Arslan was now determined to put «his words and his pen at the service of the Arab movement and Arab unity, acting as a mediator and, by embracing an impeccable Muslim orthodoxy, he attempted to dispel the mistrust that he might have caused among the Arabs».25 Geneva undoubtedly provided a fertile environment for Arslan’s activities; here, the presence of the secretariat of the League of Nations and a large number of political refugees welcome by the Swiss government had contributed to creating an unrivalled forum for world 24 25 CLEVELAND, Islam Against the West, cit., p. 68. LÉVI-PROVENÇAL, L’Emir Shakib Arslan, cit., p.10. 104 Between Arab Nationalism and Zionism politics as well as a unique centre for the defence of the rights and aspirations of the Arab peoples.26 Geneva hosted numerous Arab committees and delegations whose ideas were circulated through a number of pamphlets, journals and publications of various nature. It was in Geneva that eventually Shakib Arslan founded in 1930, together with Ishan al-Jabiri, the periodical «La nation arabe», organ of the Syrian-Palestinian delegation in Europe and whose objective was «to present to the Western world the demands of a nation which has projected its civilising light across the darkness of the Middle Ages and the ruins of the Greco-Roman world and thus served as one of the principal agents in the formation of the modern world». 27 A monthly review of politics, literature, economics and social issues, «La nation arabe» was intended to amplify Arslan’s personal engagement in supporting the claims of his people as well as a voice of the whole Arab nation who had recently become aware of the importance of solidarity and common intents in the strive for independence. Between 1930 and 1938, 38 issues of «La nation arabe» were discontinuously published and mostly sponsored by Arslan’s personal finances, providing the Syrian writer with invaluable opportunities to cultivate useful contacts in the political establishments of some of the European powers. It was during the years in Geneva and through the pages of «La nation arabe» that Arslan had sought a rapprochement with the Italian government whose violent conquest of Libya and the ruthless regime imposed on the Libyan populations had 26 See A. FLEURY, Le mouvement national arabe à Genève durant l’entre-deux-guerre, in «Relationes Internationales», XIX, Autumn 1979, p. 329. 27 S. ARSLAN, Préface, in «La Nation Arabe», I, Mars 1930, pp.1-2. 105 Manuela Williams caused great dismay among Arab public opinions. When Italy, seeking to rehabilitate its image in the Middle East and North Africa, converted to a more conciliatory attitude towards the Arabs of Libya, Arslan found that the Syrian-Palestinian cause and his own paper could benefit from a precious political and financial support. The new alliance inflicted a severe blow to Arslan’s restored credibility among Arab intellectuals, leading him into some of the «most twisted polemics of his career’ and subjecting him ‘to fierce attacks on his integrity». 28 Arslan’s friendship with Mussolini began in 1933 and the Italian Ministry of Foreign Affairs hoped that gaining Arslan’s acquiescence would move Italian-Arab relations in a different direction. The brutal repression of the Arab tribes of Libya, and especially the atrocities and summary executions perpetrated in Libya under the stern regime imposed by the Italian Colonel Graziani, had set the rest of the Arab world against Italy. In «La nation arabe», before Arslan’s change of mind, had commented on Graziani’s repression of the Libyan rebellion: «We do not believe that such measures represent an achievement whatsoever for Italy: on the contrary, they will only serve to inflame hatred and hinder the prosperity of both countries. The Arabs will not be the only ones who will be hurt». 29 In 1934, Shakib Arslan accepted Mussolini’s invitation to Rome on condition that Italy softened its policy towards the populations of Libya and allowed those Libyan tribes that had been deported to be repatriated. The effects of the deal that had allegedly been struck in Rome became soon evident. In the 28 29 CLEVELAND, Islam against the West, cit., p.144. S. ARSLAN, L’action coloniale italienne, in «La Nation Arab», I, Jouillet 1930, p. 239. 106 Between Arab Nationalism and Zionism issue of September-October 1934 of «La nation arabe», the tone of Arslan’s commentary on Italy’s colonial policy is extremely friendly, especially considering the anti-colonialist and anti-imperialist tendencies within the Syrian-Palestinian Delegation and the Arab nationalist movement, whose aspirations had always driven Arslan’s work. It was not an easy task, but the Syrian journalist seemed to have accepted the challenge to turn Mussolini from the villain of Libya and the ruthless invader of Abyssinia into the champion of modern Islam. “L’Italie en Erythrée. Comparaisons avec d’autres puissances colonisatrices” is a manifest praise of Italy’s virtues and successes in administrating Abyssinia compared with the despotic yoke the Muslims of other nations, «although more advanced than those of Eritrea», had been brought under.30 It is legitimate to ask whether the intense rhetoric used by Arslan was skilfully intended to appeal to the emotions of the reader or genuinely reflected the author’s Italophile feelings and gratitude for the «wise and fruitful policy adopted by Italy in its East African colony», where Muslims had been awarded seats in the high ranks of the administration, and the Islamic faith and the Arab culture and language were protected under the benevolent Italian patronage. Italy had, according to Arslan, mended its torn relations with the Arabs, the deplorable events of Libya belonged to the past: finally and «luckily the “duce”, whose spirit and high feelings did not match the measures 30 S. ARSLAN, L’Italie en Erythrée. Comparaisons avec d’autres puissances colonisatrices, in «La Nation Arabe», II, Septembre-Octobre 1934, p. 50. 107 Manuela Williams taken, and who had never agreed with foolish initiatives, has without delay put right the harm caused».31 Arslan’s partnership with Mussolini, whether based on sincere esteem of Italy’s conduct in North and East Africa or on convenient convergence of interests, soon produced its fruits. Apart from financial contributions to his precarious publication, Arslan acquired a solid political backing to his campaign against British and French presence in the Middle East. Arslan was most probably aware of the real aims of Italy’s foreign policy; he was using Italy to further Arab grievances and aspirations as much as Italy was endorsing the Arab cause to strengthen its prestige and credibility in the Arab world. In a letter published by the Palestinian newspaper «al Moqattan» in 1935 and allegedly addressed to the Mufti of Jerusalem, the Syrian writer declared his satisfaction at the understanding reached with Mussolini, and his trust in the Italian authorities who would “not dare” treat the Arab populations «in the same manner as did France and Great Britain». 32 From the letter it is possible to infer that arrangements for a coordinated propaganda campaign had been made between Arslan and Mussolini and that, in case of war, those arrangements were to be executed as soon as possible. The Italian Undersecretariat for Press and Propaganda – later renamed Ministry for Popular Culture – would provide the necessary material for publication, which would also to be distributed to other newspapers in Palestine. Arslan added a twist and sought to transform Italy’s colonial adventure in Abyssinia into Italy’s 31 Ibid., p. 48. Extract from «al Moqattan», April 17, 1935, NATIONAL ARCHIVES, FO 371/18925/E2695/2695/65. 32 108 Between Arab Nationalism and Zionism triumphal liberation of the Muslims of Abyssinia: «My opinion is this, that we should seize the opportunity of the dispute between Italy and Abyssinia in order to show the Islamic world the evils of the Abyssinians towards the Mohammedans». 33 Nationalist and radical movements in Egypt The paradoxical relationship between Arab nationalists and Fascist Italy remains at the heart of this article for despite all the inconsistencies of Italian foreign policy between 1930 and 1936 Italian policy-makers had understood that nationalism was the force that would corrode the structure of the British empire from within. The network of personal contacts developed by Fascist representatives and Arab nationalist forces was not unique to Palestine. In Egypt Italian diplomats failed to engage with mainstream nationalist forces such as the WAFD and resorted to courting more radical political organisations that operated on the fringes of parliamentary life. The 1930s witnessed a growing interest in European politics and in particular on contemporary Fascism among the Egyptian educated classes; such an interest was reflected in public discussions on the merits of the new authoritarian and totalitarian regimes emerged in Europe versus the virtues of liberal democratic systems. However, despite the proliferation of youth and paramilitary organisations that mimicked Fascist rhetoric and practices, recent studies 33 Ibid. convincingly argue that «Egyptian attitudes towards 109 Manuela Williams authoritarian fascism and liberal democracy were neither uniform nor static».34 In the 1930s, at the height of the constitutional crisis in Egypt, the WAFD proved to be an elusive, if not hostile, counterpart. Fascist Italy and Egyptian WAFD were never very close: the Italian government was regarded with suspicion and hostility due to its links with the Egyptian Palace and its ruthless policy in North and East Africa. Furthermore, the democratic parliamentary principles underpinning the Wafdist policies were incompatible with the militarism and authoritarianism of Fascist ideology. In 1932 the Italian philosopher Giovanni Gentile together with Mussolini wrote The Doctrine of Fascism, which was published as an entry in the Italian Encyclopaedia. Here, the tenets of the Fascist doctrine were for the first time laid out; contempt and distaste for the democratic process is evident: «[…] Fascism denies that numbers, as such, can be the determining factor in human society; it denies the right of numbers to govern by means of periodical consultations; it asserts the irremediable and fertile and beneficent inequality of men who cannot be levelled by any such mechanical and extrinsic device as universal suffrage. Democratic regimes may be described as those under which the people are, from time to time, deluded into the belief that they exercise sovereignty, while all the time real sovereignty resides in and is exercised by other and 35 sometimes irresponsible and secret forces». Likewise, Italy’s imperial aspirations were clearly spelt out. This is a clear message that should have crushed the hopes of nationalists like 34 GERSHONI - JANKOWSKI, Confronting Fascism in Egypt, cit., p. 268. B. MUSSOLINI, The Doctrine of Fascism, 1932, (English translation), in http://www.upf.edu/materials/fhuma/nacionalismes/nacio/docs/muss-doctrine.pdf, accessed on 21/12/2012. 35 110 Between Arab Nationalism and Zionism Arslan who had actively sought the support of the Fascist regime to remove Britain’s and France’s colonial presence from the Arab world: «Imperial power, as understood by the Fascist doctrine, is not only territorial, or military, or commercial; it is also spiritual and ethical. […] Fascism sees in the imperialistic spirit -- i.e. in the tendency of nations to expand – a manifestation of their vitality. In the opposite tendency, which would limit their interests to the home country, it sees a symptom of 36 decadence». The Italian government was well aware of the distrust and animosity felt within the WAFD and expressed by the Egyptian press close to the nationalist party.37 The Egyptian newspapers «al Jihad» and «al Balagh», for example, voicing Wafdist concerns, campaigned against «Italian atrocities in Libya», the inhuman treatment the Senussi tribe, and the «martyrdom of Omar el-Muktar».38 However, Italian claims that the «al Balagh» was controlled by the British government were wide of the mark. Towards the end of 1935, Radio Bari, the mouthpiece of Italian propaganda in the Middle East established in 1934 by Galeazzo Ciano, retaliated and reported that the Egyptian press had been unanimously criticising the policy of the Prime Minister Nessim Pasha, considered to be too easily influenced by Britain. Among the newspapers at the forefront of the campaign, the «al Balagh» stated that Britain had taken «advantage of the weakness of the present cabinet to 36 Ibid. See Egitto, situazione politica: 1936, undated, NATIONAL ARCHIVES, GFM 36/505/321/3. 38 Ibid. 37 111 Manuela Williams make Egypt a British colony and to return to the regime of 1914». 39 These were certainly not the remarks of Anglophile reporters. However, the broadening of the Egyptian political spectrum offered Fascist Italy opportunities for new alliances. In the early and mid1930s, the emergence of militant and regimented youth organisations – such as the Muslim Brotherhood, the WAFD-sponsored Blue Shirts, the Green Shirts, and the Young Egypt – was a clear sign of the transformation of the core values of Egyptian nationalism. Some scholars have emphasised that these newly born groups imitated «fascist behaviours and symbols and, while spreading continual violence, had the effect of rapidly and irrevocably undermining Egypt’s parliamentary system».40 It could be argued, however, that the very existence of an intense political debate is a testimony to the health of the Egyptian democracy. The anti-parliamentary tendencies and paramilitary behaviour manifested by youth organisations in Egypt certainly appealed to the Italian authorities who were looking for an amenable interlocutor. Among these nationalist offspring, for example, the Young Egypt was born in 1933 as a “patriotic society” working to reform the social and political system in Egypt. The paramilitary structure of the organisation and the “martial spirit” promoted by its members were complemented by the use of a wide range of modern propaganda techniques. 39 Extract from Radio Bari broadcasts, 14 October 1935, NATIONAL ARCHIVES, FO 371/19077/J6763/110/16. 40 H. ERLICH, British Internal Security, in M.J. COHEN - M. KOLINSKY, eds., Britain and the Middle East in the 1930s: Security Problems, 1935-39, London, Macmillan, 1992, p.108. 112 Between Arab Nationalism and Zionism The Young Egypt found its small but loyal core supporters in the middle class educated youth of the Egyptian University in Cairo, and in a young generation of teachers, intellectuals and governmental bureaucrats. Direct action, marches and rallies were often employed by members of the Young Egypt together with propaganda through press and pamphlets. It has been observed that «pressure was brought on public officials through the publication of open letters and the collection of signed petitions calling for such things as British evacuation of their military forces from Egypt and the Sudan, the abolition of the Capitulary system and Mixed Courts, and the introduction of universal military conscription in Egypt». 41 Both Italian and British records seem to identify the Young Egypt as the political force that was most receptive to the values and messages of the Fascist regime. The Young Egypt had found a source of political and financial support, Italy had found a cause to champion. Through the channels opened by the Italian journalist Ugo Dadone, by many regarded as the architect of Fascist propaganda in Egypt in the 1930s, and his Egyptian collaborators, the Italians consular offices of Cairo successfully approached the leadership of the Young Egypt; the movement would be at the forefront of a new anti-British campaign designed to exploit the volatile political situation and further weaken the already fragile Anglo-Egyptian relations. Attempting to strike a cord with the radicalised youth of Egypt, the Fascist regime – the «revolutionary and radical» regime of the «young and virile Italians» – 41 J.P. JANKOWSKI, Egypt’s Young Rebels: “Young Egypt”, 1933-1952, Stanford, University Hoover Institution Press, 1975, p.17. 113 Manuela Williams claimed to be prepared to back the Egyptian cause to the extent of «assisting a revolution to secure full Egyptian independence». 42 This, however, was not to last. As Italy’s ambitions to replace Britain as the leading colonial power in the Middle East began to emerge, the gap between the Fascist authorities and Egyptian militant nationalist groups – who had initially been inclined to «identify with Mussolini, the enemy of the British enemy» – became unbridgeable.43 Italian Fascism and Revisionist Zionism The development of closer relations between Fascist Italy and nationalist forces in Egypt and Palestine is not the only story to be told here. For a brief period, in search of widespread political support, the Fascist regime, oblivious of its own contradictions, sought, although sometimes half-heartedly, a dialogue with the Zionist leadership. Mussolini’s relations with the Italian and the international Jewish Community were rather tortuous; eager to play the role of the mediator between the Jews and Nazi Germany, the Duce, according to one historian, «resumed his diplomatic tightrope walking between the two, alternately attacking and defending both». 44 If anti-Semitism had not been endemic under the Liberal government, the early 1920s saw the emergence of anti-Judaic sentiments that were often expressed through publications that identified the Jews as the corrupting force within 42 Kelly to Hoare, September 4, 1935, NATIONAL 371/19075/J4831/110/16. 43 ERLICH, British Internal Security and Egyptian Youth, cit., p.105. 44 MICHAELIS, Mussolini and the Jews, cit., p. 65. 114 ARCHIVES, FO Between Arab Nationalism and Zionism Italian society – as well as culture, the arts and the economy – and highlighted the role of the Italian Jewry within the international bolshevik-plutocratic-masonic conspiracy; the Jews had become «the silent, new organism, that like woodworms are not discovered until they start gnawing holes».45 The extent of overt and latent anti-Semitism in Italy prior to and during the Fascist years is still the subject of a vibrant historical debate that revolves around the reaction generated among the Italians by the racial laws of 1938.46 The implementation of antiSemitic legislation, according to a growing number of historians, although part of the increasing alignment between Rome and Berlin, should be regarded as a clear expression of racism, which «was endemic in Fascism, and in large sectors of Italian society before the Fascist period».47 Evidence to this claim is offered by the brutal repression of the nationalist rebellion in Libya, by war crimes in Ethiopia, by the harsh treatment of Slav minorities in the North East of Italy. Yet, by many account the Italian Jewish population of some 40,000 individuals was well integrated and some of the leaders of the community had developed over time close relations with the leadership of the Fascist Party. During the first half of 1930s, the increasing rivalry with Hitler, the deterioration of German-Italian relations and the need to present to the 45 M. MARTELLI, La propaganda razziale in Italia, 1938-1943, Rimini, Il Cerchio, 2005, p.13 46 See, for example, A. VISANI, Italian Reactions to the Racial Laws of 1938 as Seen through the Classified Files of the Ministry of Popular Culture, in «Journal of Modern Italian Studies», XI, 2, June 2006. 47 J. DUNNAGE, Twentieth Century Italy: A Social History, London, Longman, 2002, p.107. 115 Manuela Williams western public opinion the superiority of “Roman” Fascism over «the crude Teutonic imitation», prompted Mussolini to deepen his relationship with the Zionist leaders.48 In the period between 1934 and 1935, the Italian dictator met some of the most charismatic figures of the Zionist movement, assuring them of his support for a Jewish National Home. Seeking to expand Italian influence in Palestine, where the fierce confrontation between the Arab and Jewish communities was weakening Britain’s mandatory policies, Mussolini indicated that Italy would support the creation of a Jewish state small enough to be accepted by the Arabs and that, at the same time, would further Italian presence and commercial interests in the area. Furthermore, support from the international Zionist network could be harnessed to undermine Britain’s influence in Europe and within the League of Nations. The latter turned to be a very appealing proposition in the wake of the Abyssinian crisis, when two representatives of the Italian Jewish community agreed to meet Chaim Weizmann in London on behalf of Mussolini to warn the Zionist leader that supporting the application of sanctions against Italy would have serious consequences as it would draw Italy into the arms of Nazi Germany and confine Palestine under Britain’s domination.49 In Palestine, the Fascist regime strengthened its relations with the Revisionist movement as a potential ally against British presence in the area. During the last decade, scholarly research has cast new light over the seemingly ambiguous relations established between the Jewish 48 49 See MICHAELIS, Mussolini and the Jews, cit., p.75. See MARTELLI, La propaganda razziale in Italia, cit., p.189. 116 Between Arab Nationalism and Zionism Revisionist movement and the Nazi and Fascist regimes. Recent studies have sought to prove that the alliance between a Fascist power and a Zionist movement was not as paradoxical as it might have at first appeared, as both Fascism and Revisionist Zionism found their ideological roots in the inter-war European radical right. 50 On pragmatic grounds the already divided Revisionist leadership was also looking for a country that would support the establishment of a Jewish state, thus hoping to compel the British government to relinquish its mandatory control over Palestine. Sentiments of friendship and sympathy towards Revisionist Zionism and its leader, Vladimir Jabotinsky, were repeatedly expressed by the Fascist regime and a school for training young Revisionists was open in 1934 and remained in activity until 1937 in the costal town of Civitavecchia. 51 The private correspondence between Jabotinsky and Isacco Sciaky, the Italian Revisionist theorist, is in this context enlightening. In the early 1930s, the Revisionists’ attempts to open the dialogue with the Fascist regime intensified. In 1932, Jabotinsky approached the Italian embassy in Paris through an intermediary. He made his feelings towards Italy and Fascism clear and hoped to be able to count on the support of the Fascist regime. His short-term objective was to create a special school in Italy for those who wished to visit the Middle East; in return, Jabotinsky promised to boost Italian propaganda in Palestine. Jabotinsky would later claim that his activities as propagandist for the Fascist regime dated back to his youth in Ukraine, when, working as a 50 On the origins of the Jewish Revisionist movement, see J. HELLER, The Stern Gang: Ideology, Politics and Terror 1940-1949, London, Frank Cass, 1995. 51 See MARTELLI, La propaganda razziale in Italia, cit., p.190. 117 Manuela Williams journalist, he began encouraging young people to study in Italian universities rather than in France or Eastern Europe.52 However, officials of the Italian Foreign Ministry were rather uneasy at the prospect of a meeting between Mussolini, as requested by Jabotinsky, and the Revisionist leader, for such an audience could be exploited by Zionist Revisionists in Palestine.53 The marriage of convenience between Fascist Italy and Revisionist Zionism was thus short-lived; Mussolini’s increasing distaste for mainstream Zionism, the growing tension in Palestine that culminated with the Arab rebellion of 19361939, the rapprochement between Italy and Germany in the face of deteriorating Anglo-Italian relations brought the pro-Zionist rhetoric of the regime to a swift end. In March 1937, with a pompous ceremony in Tripoli, Mussolini was offered the “Sword of Islam”; the Duce gratefully accepted the new role bestowed on him, that of protector of the oppressed Arab nations. Isacco Sciaky for a short period of time encouraged Jabotinsky to persevere in the search of a contact with the Duce; in June 1937, following a disagreement between the Italian authorities in Palestine and the Jewish community, the Italian Ministry of Foreign Affairs reiterated – perhaps less convincingly – the government’s general feelings of sympathy towards Revisionist 52 See Lettera manoscritta di Jabotinsky a Sciaky, 10 luglio 1936, in V. PINTO, ed., Stato e Libertà. Il carteggio Jabotinsky-Sciaky (1924-1939), Soveria Mannelli, Rubbettino, 2002, p.161. 53 See Pro-memoria di Guariglia, direttore generale per l’Europa, il Levante e l’Africa per il Gabinetto di S.E. il ministro, 1 febbraio 1932, ASDMAE, AP 1931-45, Palestina 1932, busta 4, fascicolo Vladimiro Jabotinsky, capo del movimento sionista secessionista, ibid, p. 61. 118 Between Arab Nationalism and Zionism Zionism, although the regime felt that it ought to maintain cordial relations with all political forces in Palestine, including the Arabs. 54 Conclusions In the 1930s, Italy’s policy of expansion on the opposite shore of the Mediterranean and in the Middle East was centred upon the development of a preferential partnership with Arab governments and nationalist movements, which would eventually replace the political and economic links created by the British empire. Throughout the colonial world, nationalist groups had sought the support of external forces capable of providing political, financial and military backing needed to overthrow foreign rulers. In the second half of the 1930s, the Axis powers attracted a remarkable degree of attention from radical fringes of the nationalist movements, determined to remove the last vestiges of the British empire. Italy’s policies towards both Arab nationalists and Revisionist Zionists were characterised by ambiguity: the regime’s promise to pave the road for the independence of the Arab nations stands in stark contrast with the Fascist notion of empire-building as natural expansion of the nation. War and conquest sit at the heart of the Fascist ideology, whilst territorial expansion in the Mediterranean was regarded as the first step towards the recreation of the glory of the Roman empire. Likewise, Italy’s overtures to Zionism, and in particular that anti- 54 See Lettera dattiloscritta di Sciaky a Jabotinsky, 28 giugno 1937, posizione: IJTA, P307, fascicolo 2, sottof.4/2, ibid, p.186. 119 Manuela Williams British brand of Zionism, the Revisionist movement, were full of contradictions. At the heart of Italian policies in the Mediterranean and the Middle East was the Fascist regime’s firm intention to compete with Britain and France on their own ground: the “least of the Great Powers”, as Italy was described, would rapidly build an empire at the expense of her major European competitors. To this end, an alliance with indigenous forces capable of challenging and eventually dismantling British and French imperial structures was indispensable. But mainstream Arab nationalist and Zionist forces remained by and large impervious to Mussolini’s charm and assessed the regime’s claims against the regime’s deeds: the massacre of the Senussi in Libya, the war in Abyssinia and the use of nerve gas against poorly equipped enemy troops cast serious doubt over Mussolini’s Arab policies; and, as far as the Zionists were concerned, Italy’s oscillating relations with Nazi Germany and its fascination with Arab nationalism, strengthened the perception of the regime as an unreliable ally. At the outbreak of the Second World War, few Arab leaders and no Arab government lent their assistance to the Axis powers, choosing to side with the Allies, despite their ties with Zionism and their role in creating and supporting a strong and viable Jewish national home in Palestine. Those Arabs and Muslims who did collaborate with the Axis powers represented a minority and more radical fringe of nationalist forces, what Herf 120 Between Arab Nationalism and Zionism describes as «the extremist wing of a much broader anti-Zionist consensus».55 55 HERF, Nazi Propaganda for the Arab World, cit., p. 264. 121 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 123-162 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p123 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Stefano Cambi Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program nel contesto della guerra fredda: promuovere per escludere?1 Abstract: Using sources mostly unpublished, this brief paper aims to review and expand a segment of the research field originally explored by Thomas H. Guback, whose pioneering work still represents a fundamental historiographical landmark for those who study the expansion of American motion pictures industry within the context of the American cultural diplomacy. Moving from the specific circumstances affecting post-war Germany, the cultural historian generally concludes that Hollywood and Washington represented, on the international scenario, a “coalescence of interests”. However, for what concerns the kind of film to be distributed, business affairs and affairs of state were proved to be, practically if not theoretically, difficult to assemble. This is what emerges from the documents belonging to the Economic Cooperation Administration and its Advisory Committee on Motion Picture Guaranties, in charge of selecting the entertainment commercial films that would have had a financial support as part of a project called Informational Media Guaranty Program. Generally speculating, the idea presented is that the mentioned plan allowed American functionaries to cope with the alleged issue of potential negative influence of Hollywood on the foreign public without harming, at least directly, the principle of free expression, considered as sacred. Keywords: Informational Media Guaranty Program; Hollywood; Cultural Diplomacy; Cold War. «Oggi siamo coinvolti in […] uno sforzo per la conquista delle menti degli uomini. Questa lotta deciderà la disputa tra libertà e schiavitù. […] Se avremo successo, ciò sarà dovuto al fatto che i popoli del mondo libero credono in noi e sono decisi a seguire la nostra leadership. […] Ogni punto di contatto che abbiamo con i popoli oltreconfine, […] il più importante dei quali è forse il cinema, è un veicolo d’informazione circa 1 Il presente articolo è incentrato su parte degli argomenti trattati nella tesi finale del dottorato di ricerca in Storia delle Relazioni Internazionali (ciclo XXIV) dell’Istituto Italiano di Scienze Umane – SUM, intitolata: Diplomazia di celluloide? Hollywood dalla seconda guerra mondiale alla guerra fredda, tra intrattenimento, relazioni internazionali e affari (1941-1953). Il volume contenente la versione rivista e ampliata del lavoro è in corso di pubblicazione. Stefano Cambi noi stessi, nel bene o nel male. […] La somma di ciò che essi vedono e 2 sentono, determinerà la loro opinione e, infine, la loro azione». Il discorso di benvenuto che l’assistente del segretario di Stato, James E. Webb, pronunciò nel settembre del 1951 dinanzi alla Film Advisory Committee, formata da elementi provenienti «dal campo della cinematografia commerciale e non», rende quanto mai chiara quella che a Washington era considerata essere la natura della problematica che ci accingiamo a considerare. La rilevanza per la politica estera americana dell’immagine degli Stati Uniti proiettata all’esterno era stata esasperata dal confronto ideologico innescatosi con la guerra fredda e, in questo contesto, l’impatto dei film commerciali statunitensi sul pubblico straniero era guardato con preoccupazione negli ambienti governativi. Il fatto stesso che, per la prima volta nella tarda estate del 1953, il dipartimento di Stato commissionasse, relativamente alla Repubblica Federale Tedesca (d’ora in poi Germania Ovest), un vero e proprio studio (gli intervistati furono duemila) per far luce sulla percezione del modo di vivere americano trasmessa agli spettatori, sembra di per sé confermare la crescente apprensione nei confronti di un prodotto dell’industria culturale, il cui impatto appariva, nella migliore delle ipotesi, difficile da decifrare. 3 Anche col senno di poi, pare pressoché 2 Mr. Webb’s Welcome to the Film Advisory Committee, September 24, 1951, Department of State: Welcome to Film Advisory Committee to U.S. Advisory Committee on Information, PAPERS OF JAMES E. WEBB, DEPARTMENT OF STATE, Speeches and Statements, Harry Truman Library & Museum [d’ora in poi HTLM]. 3 Riportiamo di seguito il testo originale riassumente i risultati dell’indagine: «Cospicue minoranze hanno dichiarato di recarsi al cinema una volta la settimana (13%), da due a tre volte (14%) o circa una volta al mese (14%), e quasi la stessa percentuale ha detto di non essere mai stata al cinema. Non sorprende che la maggior parte dei tedeschi occidentali (78%) abbia dichiarato di preferire i film tedeschi. Il numero dei film americani superava di molto quello dei film di qualsiasi altro paese. Quasi la metà (45%) di quelli che hanno 124 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program impossibile stabilire se Hollywood aiutasse o danneggiasse effettivamente la causa della “libertà”. Nel dubbio, i responsabili americani presero comunque le loro “precauzioni”. L’occasione provenne dall’acuirsi, nell’immediato dopoguerra, del problema denominato “dollar gap”, originato dal generale aumento della domanda d’importazioni di beni primari dagli Stati Uniti. 4 La Motion Picture Export Association (MPEA), al pari di altre aziende del settore della comunicazione, era tra i soggetti industriali più penalizzati dalle limitazioni imposte sulle transazioni monetarie dai governi europei.5 William I. Nichols, editor del popolare supplemento domenicale «This Week Magazine», si espresse in questi termini in occasione della celebrazione del Bill of Rights il 14 dicembre 1947: visto diversi film americani pensano che questi abbiano per lo più un’influenza positiva sulla popolazione tedesca. È abbastanza interessante notare che, tra coloro che ne hanno visti solo uno o due, la percentuale di quelli che vi hanno scorto una qualche influenza positiva diminuisce (29%). Anche impressioni negative sono state riscontrate: in particolare per quel che riguarda i film western e gangster. Data una lista di undici aspetti legati al modo di vivere americano (elencati secondo un ordine di preferenza: tenore di vita, polizia, sguardo alla vita, persone, educazione e comportamento dei figli, ruolo della donna, uomini e mondo degli affari, interesse nella religione, famiglia e vita coniugale, trattamento dei negri, crimine e gangsterismo) in tutti, eccetto che negli ultimi tre casi, la maggioranza degli intervistati ha dichiarato che i film americani forniscono un’impressione favorevole. Una tabulazione successiva ha rivelato che, in ciascuna delle undici aree considerate, l’effetto principale dei film commerciali americani sugli spettatori tedeschi occidentali è stato quello di rafforzare le convinzioni già detenute». A. & R. MERRITT, ed., Public Opinion in Semisovereign Germany: The HICOG Surveys, 1949-1955, Chicago-London, University of Illinois Press, 1980, pp. 237-238. 4 Cfr. A. MILWARD, The Reconstruction of Western Europe 1945-51, Berkeley and Los Angeles, University of California Press, 1984, p. 465. 5 La Motion Picture Export Association Inc., fondata alla fine del 1945, era un vero e proprio cartello costituito in base al Webb-Pomerene Export Trade Act (1918), che ammetteva alcune discriminazioni rispetto alle leggi anti-trust per consorzi creati al solo scopo di commerciare all’estero. Inizialmente, comprendeva le otto maggiori compagnie, ossia: Columbia Pictures, Metro-Goldwyn-Mayer, Paramount, RKO Radio Pictures, 20th Century-Fox, United Artists, Universal e Warner Brothers. La sua missione era promuovere gli interessi delle majors come gruppo nei paesi dove più difficoltose erano considerate le condizioni di mercato. 125 Stefano Cambi «Nella fase dell’attuale scarsità di dollari, il governo deve trovare i modi per aiutare le imprese private a continuare le loro attività divulgative oltre-oceano. […] La continuità della distribuzione di pubblicazioni e film americani è minacciata dalle crisi finanziarie che stanno affliggendo il mondo. I loro introiti sono incamerati per la maggior parte in valuta estera bloccata. Molti dei loro costi devono essere [invece, nda] pagati in pesanti dollari americani. Il risultato è che le imprese di comunicazione private sono obbligate a limitare la loro esemplare libertà di parola nel momento in cui il mondo ne ha maggiormente bisogno. Il congresso ha espresso l’auspicio che le imprese private portino avanti il messaggio. Ma le imprese private non possono operare se non vi è ossigeno nell’aria. […] A causa dei problemi di convertibilità, i film americani sono stati costretti a lasciare la Danimarca – per citare solo un paese – e i film finanziati dai russi stanno colmando il vuoto. […] Il congresso ha già espresso […] il suo generale intendimento affinché il nostro programma d’informazione sia portato avanti da agenzie private qualora ciò fosse possibile. Adesso, in questo stato di emergenza, esso dovrebbe rendere effettiva la sua Simili manifestazioni d’inquietudine spronarono i vertici istituzionali ad attuare quanto in precedenza dichiarato circa l’importanza per la politica estera americana dei media commerciali, su cui il governo contava quale canale principale per “raccontare” l’America al mondo. In seguito a una richiesta del congressman Karl E. Mundt, «“al fine di promuovere, attraverso quei canali privati fino a ora impossibilitati a operare, una reale comprensione tra le nazioni delle istituzioni e della politica americana […] e di potenziare le attività del nostro programma d’informazione oltremare”», nell’aprile del 1948 la clausola 111 (b) (3), che autorizzava a «elargire garanzie sugli investimenti d’imprese produttrici di media a carattere informativo coerenti con l’interesse nazionale degli Stati Uniti, […] fu inserita nell’originario Economic Cooperation Act».6 Concretamente, era predisposta la possibilità per 6 Memorandum: Informational Media Guaranty Program, from Milton Quint to Robert L. Mullen, October 25, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign 126 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program l’Economic Cooperation Administration (ECA), l’agenzia incaricata di amministrare negli Stati Uniti il programma di aiuti messi in moto dal piano Marshall, di garantire l’acquisto in dollari della valuta estera accumulata da imprese dei media selezionate (come previsto per altri comuni progetti industriali), in modo da fornire all’impresario la possibilità effettiva di usufruire di una certa parte del ritorno economico derivante dall’investimento sostenuto. Il rilancio dell’economia del continente non poteva prescindere dal contrasto alla delegittimante propaganda dei comunisti, ragion per cui – evidenziava il responsabile per l’informazione dell’ECA in Europa, Alfred Friendly – l’Informational Media Guaranty Program (IMG) era stato concepito come uno strumento volto «più a respingere la propaganda antiamericana e aiutare la creazione di un clima favorevole per l’ECA che a stimolare la produzione in senso stretto». 7 Secondo quanto riportato in un promemoria inviato l’11 agosto 1948 alla sede centrale di Washington, i funzionari dell’ECA avevano contemplato fino a quel momento film formativi, cinegiornali e documentari, ma non i film d’evasione commerciali tra i media idonei a far parte dell’IMG.8 Sappiamo da un'altra fonte che la MPEA aveva nel frattempo interrotto il programma d’esportazione in Germania, cuore di Assistance Agencies 1948-61, NATIONAL ARCHIVES AT COLLEGE PARK, MD (d’ora in poi NARA). 7 Alfred Friendly, Chief – ECA European Information, to A.E. Staley Jr. Chief of Mission – ECA – American Embassy, Oslo, Norway, September 9, 1948, Guaranties – Informational Media, Industry Division Subject File, 1949-1959, Mission to Norway, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 8 Cfr. Alfred Friendly, Chief, ECA European Information, to Bryan Houston, Director of Information, ECA, August 11, 1948, Informational Media Guaranties, Central Secretariat – Policy Subject Files 1948-61, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 127 Stefano Cambi una guerra fredda divenuta sempre più “calda” in virtù dell’imperversare, dal giugno dello stesso anno, della prima crisi di Berlino. Se non avesse ottenuto la garanzia per i film non ancora mostrati (coprente, oltre al costo della pellicola grezza, la spesa necessaria per pagare il trasporto e il personale americano in loco) la distribuzione non sarebbe stata ripresa. Nel caso i rulli non fossero giunti a destinazione, i cinema della bizona anglo-americana sarebbero stati chiusi entro settembre.9 In una logica commerciale, e in una prospettiva di lungo periodo, l’ipotesi dell’interruzione delle esportazioni potrebbe apparire alquanto improbabile, se non altro perché gli studios avrebbero lasciato campo libero alla concorrenza. In altre parole, si potrebbe immaginare che quello della MPEA fosse semplicemente un bluff. Questa ipotesi è tuttavia svilita da un precedente: in seguito alla decisione da parte del governo del Regno Unito d’imporre un’imposta altissima sull’importazione dei film, il cartello statunitense aveva intrapreso, dall’agosto del 1947, quello che sarebbe stato ricordato come il più lungo boicottaggio della sua storia. Dopo otto mesi, a seguito del raggiungimento di un accordo sulle rimesse, l’imposta fu ritirata. 10 I funzionari americani avevano delle valide ragioni per prendere in seria considerazione le minacce della MPEA. L’episodio aveva peraltro palesato l’incapacità della produzione 9 Cfr. Definition of Investment” in Informational Media Cases, from Wayne C. Taylor to Sherlock Davis, August 9, 1948, Guaranties – Informational Media, Office of Ass’t to Administrator – Subject Files, 1948-1950, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 10 Cfr. I. JARVIE, Hollywood’s Overseas Campaign: The North Atlantic Movie Trade, 1920-1950, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, pp. 213-246; J. TRUMPBOUR, Selling Hollywood to the World: U.S. and European Struggles for Mastery of the Global Film Industry, 1920-1950, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, pp. 200-208. 128 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program britannica di sopperire a eventuali vuoti lasciati nel mercato dai film americani. L’impreparazione della “Hollywood sul Tamigi” a rispondere alle richieste del momento è confermata in Germania da un rapporto delle autorità francesi sulle attività culturali del Regno Unito nella zona di sua competenza: «La distribuzione britannica si è trovata spesso gravemente indebolita per la mancanza di un numero certo di copie e si è vista frequentemente obbligata a ricorrere in massa ai vecchi film tedeschi (allora presenti nella zona di competenza inglese) per mantenere in piedi un programma 11 cinematografico verso cui il pubblico mostrava disinteresse». I film d’evasione servivano ad attirare la popolazione nelle sale, dove i cortometraggi (cinegiornali e documentari) svolgevano la funzione di principale veicolo di “rieducazione”.12 Di fronte al legittimo ricatto della MPEA, Sydney L.W. Mellen, responsabile dell’amministrazione dell’IMG, non poté che assecondare le richieste avanzate: «La storia legislativa della clausola [111 (b) (3), nda] rende chiaro che il congresso pensava principalmente a pubblicazioni americane tradizionali di carattere giornalistico e generalmente informativo, come l’edizione europea del “New York Herald Tribune”, “Time”, “Life”, “Newsweek” e “Reader’s Digest”. Dal momento che il congresso pensava evidentemente anche ai film, si presume che esso non intendesse escludere tutte quelle pubblicazioni di carattere ricreativo, 11 MAE Colmar, AC 4/3, N° 3953/MC, “Rapport de l’Attaché culturel sur les activités culturelles anglaises en Allemagne”, le 19 décembre 1947, p. 10, cit. in L. THAISY, La politique cinématographique de la France en Allemagne occupée (1945-1949), Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 2006, p. 109. 12 Cfr. “Germans Want Comic, Factual Films, U.S. Survey Discloses”/“U.S. Film Policy In Germany Needs Overhaul, Says Army”, in «The Hollywood Reporter», November 18, 1946, Motion Pictures – Research – Clippings, Papers of Harry S. Truman – SMOF: Dallas C. Halverstadt Files – Subject File, 1946 – 1951, HTLM. 129 Stefano Cambi come le fiction, posto che fosse trasmessa un’immagine della vita in 13 America ragionevolmente rappresentativa ed equilibrata». Il nodo fu sciolto ufficialmente a settembre, quando «gruppi di lungometraggi il cui soggetto sia rappresentativo del panorama, dei costumi, della storia, delle istituzioni e del popolo, inducenti un apprezzamento del modo di vivere americano», furono introdotti nella lista dei media considerati “informativi”, seppur di serie “D” (l’ultima in ordine d’importanza).14 Una volta concesso il loro consenso, i funzionari dell’ECA discussero con la MPEA la quantità di dollari da allocare per ciascuna garanzia. Alla fine fu deciso di coprire l’ammontare delle spese vive, ossia «il costo in dollari di materiale grezzo e della stampa dei film per la distribuzione nel paese straniero. Poiché ci sono delle differenze in questi costi secondo la lunghezza del film, del numero delle copie stampate, e di altri fattori, si può assumere che le spese vive sostenute per un film distribuito in Germania di solito varino tra i quattromila e i cinquemila dollari nel caso di un film in bianco e nero, e tra i sedicimila 15 e i ventimila dollari nel caso di un film a colori». 13 Guaranty Program: Informational Media, from Sydney L.W. Mellen, to Wayne C. Taylor, Assistant to the Administrator – Guaranty Division, January 26, 1949, p. 3, Informational Media Guaranties, Central Secretariat – Policy Subject Files 1948-49, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 14 Statement of Principles to Guide Consideration of Applications for Guaranties of Investment in Informational Media Project, As Revised, Sept. 13, 1948, Informational Media Guaranties, Central Secretariat – Policy Subject Files 1948-61, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 15 Memorandum: Guaranties for Motion Picture Projects, from S.L.W. Mellen to C. Tyler Wood, Robert Mullen, Luther Smith, John Harris, December 20, 1949, Moving Pictures: General, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 130 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program Il primo contratto, siglato nel dicembre 1948 per un valore complessivo di 230mila dollari destinati ai film da distribuire nella zona angloamericana nel corso di sei mesi, ebbe carattere retroattivo per ricompensare gli studios degli investimenti fatti dal primo agosto su richiesta del governatore militare della zona statunitense, Lucius Clay. Questi, nell’intento di non compromettere il programma di rieducazione, aveva chiesto e ottenuto che la MPEA continuasse a mettere a disposizione i suoi film senza aspettare la firma dell’accordo, in fase di negoziazione.16 Pochi giorni dopo la sottoscrizione del primo contratto, la copertura accordata alla MPEA fu elevata a 457mila dollari ed estesa fino all’agosto del 1949 attraverso un secondo contratto. Da un punto di vista tecnico, i contratti prevedevano che la MPEA sottoponesse la lista dei film da garantire alla Civil Affairs Division dell’esercito e all’Information Services Division del governo militare statunitense, cui spettava approvarla.17 Con l’emendamento apportato alla clausola 111 (b) (3) dell’Economic Cooperation Act il 19 aprile 1949, fu introdotta la possibilità per l’ECA (che, nel frattempo, aveva rilevato anche la gestione operativa dell’IMG) di destinare, oltre allo stanziamento sufficiente a coprire i costi vivi dei progetti industriali, «fondi ulteriori alla copertura degli utili e degli introiti derivanti dalla vendita, per un 16 Cfr. Press Release ECA No. 312, Washington, Dec. 13 [1948], Informational Media Guaranties, Central Secretariat – Policy Subject Files 1948-49, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 17 Cfr. Press Release ECA No. 387, Washington, Jan. 27, 1949, Informational Media Guaranties, Central Secretariat – Policy Subject Files 1948-49, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 131 Stefano Cambi ammontare pari a quello indicato nella garanzia». 18 La reazione degli studios non si fece attendere: «Durante la prima metà del 1949, le principali compagnie cinematografiche decisero che non avrebbero più potuto permettersi di inviare i loro film in Germania (o in Giappone, dove una simile assistenza finanziaria era fornita dal ministero della Guerra) senza ricevere una compensazione in dollari per una cifra superiore a quella dei costi vivi diretti. La MPEA notificò che sarebbe stata impossibilitata a continuare la distribuzione di film in Germania dopo il primo agosto (quando la garanzia esistente sarebbe scaduta), a meno che non fossimo stati in grado di lì in avanti di fornire una garanzia su una base più generosa. Abbiamo appreso dal dipartimento della Guerra che lo stesso 19 sarebbe accaduto per il Giappone dopo il 30 giugno 1949». Mellen, nel caldeggiare ai suoi superiori la massima disponibilità nei confronti delle richieste della MPEA, spiegava le ragioni di tale premura: «L’interesse nazionale risente concretamente del carattere dei film d’evasione distribuiti all’estero. Sono immensamente popolari e in Germania [Ovest, nda] milioni di persone li vedranno restandone influenzati nella formazione delle loro idee sugli Stati Uniti. Quasi tutti gli osservatori concordano che i cattivi film ci provocano un serio danno, ma Hollywood ne produce di molto buoni – alcuni che presentano un ritratto essenzialmente equilibrato della vita in America, e altri di cui possiamo andar fieri quali traguardi culturali. […] Almeno la metà delle compagnie ha fatto sforzi considerevoli nell’accordarsi con noi sulla scelta dei film da distribuire. Due esempi sono la Twentieth Century-Fox e la Paramount. […] La lista di film che ciascuna di queste compagnie è in procinto di distribuire […] è molto vicina a quella che comprenderebbe quanto di meglio ciascuna può offrire. […] Tuttavia, è ancora possibile per loro apportare cambiamenti, 18 ECA, Guaranties for Informational Media under the Economic Cooperation Act of 1948 as amended, Information for Applicants, June 30, 1949, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 194851, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 19 Memorandum: Guaranties for Motion Picture Projects, from S.L.W. Mellen to C. Tyler Wood, Robert Mullen, Luther Smith, John Harris, December 20, 1949, Moving Pictures: General, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 132 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program o inviare in aggiunta un numero considerevole di film di più scarsa qualità. […] Sarebbe difficile tenerle a bada se le nostre garanzie 20 dovessero scendere sotto i venticinquemila dollari». Nonostante il loro indiscusso successo, certi film di Hollywood, secondo molte persone negli ambienti federali, trasmettevano all’estero un’immagine distorta e infelice degli Stati Uniti e del popolo americano, soprattutto quelli realizzati con budget modesti, usando formule collaudate e ripetitive. La loro distribuzione, che dal punto di vista della diplomazia culturale americana si traduceva anche nella difficoltà di sostenere (come imponeva la retorica propagandistica del momento) che la “libertà” fosse un presupposto fondamentale dell’eccellenza anche artistica, rispondeva tuttavia a precise strategie aziendali. La MPEA, nel tentativo di ridurre la concorrenza tra gli associati e massimizzare i profitti, non piazzava grandi produzioni nella stessa area contemporaneamente.21 La congiuntura economica spingeva, altresì, a ritardare l’uscita dei film più importanti fino al momento in cui le compagnie avessero avuto la certezza che la valuta straniera accumulata avrebbe avuto un qualche valore. Nella vicina Ungheria, dove esisteva una situazione simile quanto a svalutazione della moneta e convertibilità degli incassi, alcuni critici si domandavano perplessi: «Perché non ci mandano dei film decenti dagli Stati Uniti? Selvaggio West e romanzi malavitosi, una volta ogni tanto film vecchi di vent’anni, sono il solo materiale disponibile nei cinema 20 Ibid. Cfr. R. WAGNLEITNER, American Cultural Diplomacy, the Cinema, and the Cold War in Central Europe, in D.W. ELLWOOD - R. KROES, eds., Hollywood in Europe: Experiences of a Cultural Hegemony, Amsterdam, VU University Press, 1994, p. 201. 21 133 Stefano Cambi magiari […]».22 Nel caso della Germania occidentale, la calmierazione dei costi del noleggio e del biglietto, come costatato dalle stesse autorità americane, rappresentava un ulteriore ostacolo verso l’importazione di «film stranieri di alto livello». 23 Il governo americano non aveva semplicemente bisogno delle produzioni hollywoodiane, quanto di assicurare la circolazione di film considerati qualitativamente eccelsi e, se possibile, utili – o quantomeno non deleteri – da un punto di vista propagandistico. Riguardo quest’ultimo aspetto, è importante considerare un ulteriore dato. Secondo quanto riportato in quel frangente da Henry J. Kellermann, della Division of German and Austrian Information & Reorientation Affairs del dipartimento di Stato, «in base a una legge tri-partita esistente in Germania è possibile bandire film indesiderati solo in casi estremi. Esiste inoltre un consiglio tedesco per la censura che può anch'esso bandire un film per una questione d’immoralità».24 L’IMG permetteva, d'altro canto, di «comprare la censura». Pertanto, i funzionari americani non poterono che assecondare l’ennesima richiesta della MPEA. La «cifra nominale» coperta 22 da garanzia fu concordata tra le varie compagnie Telegram No. 1573: New Americans Films for Commercial Distribution, from American Legation, Budapest, Hungary, to Department of State – IMP, June 11, 1946, Cartella senza titolo, Decimal File 1945-49, RG 59, Department of State, NARA. 23 Report from the Motion Picture Branch – Information Services Division, [1949], Motion Picture Branch – Information Services Division, International Information Administration – European Field Program (IFI/E) – Subject Files, 1949-1952, RG 59, Department of State, NARA. Sulle limitazioni del costo del noleggio imposte dalla German Price Control Authority nel 1948, cfr. Th.H. GUBACK, Shaping the Film Business in Postwar Germany: The Role of the US Film and the US State, in P. KERR, ed., The Hollywood Film Industry, Bloomington, IN, Indiana University Press, 1986, p. 275, note 47. 24 Record of Action ACMPG, November 1-2, 1949, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 134 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program cinematografiche e l’ECA sulla base della stima della media degli introiti di un film (pari a un equivalente di circa centomila dollari) e fissata in venticinquemila dollari a film. 25 I termini e le condizioni del nuovo bando furono adattati in modo tale da concedere una maggiore forza negoziale all’ECA. Secondo il suo prospetto informativo, il “progetto” sottoposto da ogni impresa, ossia, nel caso degli studi cinematografici, la lista di film di ciascuno, doveva essere approvato o respinto «in blocco».26 Tuttavia, è precisato in una nota di Mellen, «nel caso delle garanzie per i film, si è rivelato necessario e conveniente considerare il progetto di ciascuna compagnia su una base film per film. Ciò vuol dire che, se dieci compagnie hanno in programma di distribuire in un paese straniero quindici film ciascuna in un dato anno, la garanzia può essere accordata a una di loro per la copertura di quindici film e a un'altra solamente per uno, due o tre, considerati i 27 meriti di ogni singolo film». Com’era prevedibile, la compilazione delle liste fu il risultato di una costante negoziazione. L’ECA intrattenne colloqui con quasi tutte le compagnie in procinto di distribuire film in Germania Ovest nel 1950, nel complesso un totale di circa centosessanta. Nove di queste, le maggiori, prevedevano di distribuire quindici film ciascuna, una dieci, 25 Cfr. Confidential Memo ACMPG/RA-13, October 17, 1950, p. 3, ACMPG/RA-13 Oct. 17, 1950 Meeting (American University), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 194861, NARA. 26 ECA, Guaranties for Informational Media under the Economic Cooperation Act of 1948 as amended, Information for Applicants, June 30, 1949, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 194851, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 27 Memorandum: Guaranties for Motion Picture Projects, from S.L.W. Mellen to C. Tyler Wood, Robert Mullen, Luther Smith, John Harris, December 20, 1949, Moving Pictures: General, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 135 Stefano Cambi una sei, e le restanti più piccoli quantitativi. La speranza dei funzionari americani era di riuscire a determinare circa novanta (il 56%) dei film in procinto di raggiungere il mercato.28 L’elenco dei titoli raccomandati fu completato entro la fine di aprile del 1950.29 Una parte rispondeva ai tradizionali “canoni hollywoodiani”. Come sottolinearono Thomas K. Finletter, George N. Shuster e Louise Quincy Wright, i tre membri dell’Advisory Committee on Motion Picture Guaranties (ACMPG) incaricati di selezionare i film idonei al ricevimento della garanzia dell’ECA, tale scelta originava da considerazioni di ordine pragmatico: «La lista include qualche film sulla criminalità e qualcuno mostrante aspetti poco attraenti della vita in America. Consideriamo ciò opportuno per varie ragioni: (1) i film in questione sono particolarmente buoni; (2) entro certi limiti, film contenenti un’autocritica intelligente e matura 28 Cfr. ibid. Vedi APPENDICE I. L’ACMPG aveva, altresì, accettato, alla fine del 1949, l’incarico di determinare quali dei trentacinque film distribuiti dalla MPEA tra il primo agosto e il 31 dicembre (approvati dall’esercito) avrebbero goduto della copertura-extra accordata con l’emendamento introdotto ad aprile. La commissione accordò, sulla base di sole recensioni, la copertura massima (105mila dollari) ai seguenti diciotto film: Drums Along the Mohawk (La più grande avventura, JOHN FORD, 1939), [A] Letter to Three Wives (Lettera a tre mogli, JOSEPH L. MANKIEWICZ, 1949), My Gal Sal (Follie di New York, IRVING CUMMINGS, 1942), The Snake Pit (La fossa dei serpenti, ANATOLE LITVAK, 1948), Unfaithfully Yours (Infedelmente tua, PRESTON STURGES, 1948), Western Union (Fred il ribelle, FRITZ LANG, 1941), The Pearl (La perla, EMILIO FERNANDEZ, 1947), The Great Waltz (Il grande walzer, JULIEN DUVIVIER, VICTOR FLEMING, JOSEF VON STENBERG, 1938), The Philadelphia Story (Scandalo a Filadelfia, GEORGE CUKOR, 1940), The Picture of Dorian Grey (Il ritratto di Dorian Grey, ALBERT LEWIN, 1945), Waterloo Bridge (Il ponte di Waterloo, MERVYN LEROY, 1940), The Yearling (Il cucciolo, CLARENCE BROWN, 1946), A Song to Remember (L’eterna armonia, CHARLES VIDOR, 1945), Night and Day (Notte e dì, MICHAEL CURTIZ, 1946), The Naked City (La città nuda, JULES DASSIN, 1948), Phantom of the Opera (Il fantasma dell’opera, ARTHUR LUBIN, 1943), Night Has A Thousand Eyes (La notte ha mille occhi, JOHN FARROW, 1948), Road To Rio (Avventura in Brasile, NORMAN Z. MCLEOD, 1947). A questi fu aggiunto, successivamente, The Dude Goes West (Daniele tra i pellerossa, KURT NEUMANN, 1948). ACMPG to Paul G. Hoffman, December 27, 1949, ACMPG Committee Recommendations 1949 -1950, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 29 136 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program rappresentano un vanto per il nostro paese e ci procureranno rispetto all’estero; e (3) è un dato di fatto che le compagnie sono consapevoli di distribuire alcuni film che mostrano la criminalità e altri aspetti poco edificanti della vita in America; se l’ECA impiega i suoi fondi in questo genere così come in altri, si crea un incentivo che spinge le compagnie a 30 usare i loro film migliori invece dei peggiori». Nel quadro di questa politica, ispirata alla “limitazione del danno”, non mancarono comunque esclusioni eccellenti. Di particolare interesse, a questo riguardo, risulta il caso di Citizen Kane (Quarto potere, Orson Welles, 1941), ispirato alla figura del magnate dell’editoria statunitense William R. Hearst. Nonostante fosse comunemente definito «uno dei più grandi film mai realizzati negli Stati Uniti», l'esercito, responsabile del programma fino al settembre 1949, aveva vivamente sconsigliato la sua distribuzione in Europa. Il rapporto su Citizen Kane era considerato da Mellen «uno dei più lunghi e intelligenti pervenuti alla commissione dalla Screening Unit [della Motion Picture Section, nda]».31 Di seguito riportiamo i punti salienti: «Lo splendido film di Welles, uno dei migliori di tutti i tempi, è troppo caotico, complicato e confuso per essere mostrato in questo momento al pubblico oltreoceano, la cui opinione sull’America è stata recentemente plasmata dalla propaganda nazista ed è attualmente esposta a quella comunista. […] Come biografia, il film resta inestricabilmente impigliato negli aspetti più degenerativi della diplomazia del dollaro, dell’instabilità economica, dello sfruttamento imperialistico e delle attività monopolistiche, nessuno dei quali è adatto al pubblico tedesco in questo momento. […] Come uomo pubblico, Kane è descritto come un fascista e un comunista a fasi alterne. […] Dal punto di vista specifico del ri-orientamento, l’opera fornisce alcuni dettagli che mostrano pratiche editoriali discutibili. […] Egualmente sgradevole risulta l’immagine fornita delle elezioni in America. […]. Come fotografia 30 Ibid. Memorandum: Citizen Kane, from Sydney L.W. Mellen to ACMPG, November 4, 1949, Cartella senza titolo, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, A-C, NARA. 31 137 Stefano Cambi della vita culturale in America, l’opera lascia un’impressione ancora 32 peggiore». Per tutte queste ragioni, nonostante il probabile successo che il film avrebbe incontrato, la sua distribuzione in Germania Ovest doveva essere evitata: «Questo film è indubbiamente concepito in modo brillante e il pubblico tedesco non tarderebbe certo a scoprirne le virtù. Tuttavia le implicazioni esposte sopra s’imprimerebbero nella mente anche del più obiettivo degli spettatori, facendo sorgere seri dubbi circa il modo di vivere americano. Il film è pertanto considerato, al momento, 33 assolutamente indesiderabile». Per quanto ritenesse Citizen Kane un «buon film», Shuster ne raccomandò l’esclusione, in quanto il protagonista «rappresenta un contraltare troppo buono di un vero nazista, visto che sarebbe stato ambientato sei anni fa». Finletter credeva che, «dal Congresso, sarebbero sicuramente piovute critiche se si fosse dipinto W[illia]m. R. Hearst come un grande americano». Wright, «nonostante ne raccomandasse il respingimento, si sentiva veramente dispiaciuta in quanto riteneva Citizen Kane, sotto diversi punti di vista, un ottimo film». Tuttavia, pensava, «il fatto che l’esercito lo abbia disapprovato in modo così perentorio renderebbe necessario affiancare, a un’eventuale approvazione da parte dell’ECA, una buona giustificazione per confutare il giudizio precedente». Pertanto, il film di Welles fu, «a 32 Office of the Under Secretary of the Army, New York Field Office, Memorandum: Screening Report – Citizen Kane – RKO Radio, from Screening Unit, to Chief, Motion Picture Section, September 7, 1949, Cartella senza titolo, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 33 Ibid. 138 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program malincuore», respinto.34 Il caso di Citizen Kane dimostra come, di fronte al dilemma tra valore artistico e pericolosità dei contenuti, sia stato quest’ultimo tipo di considerazione a prevalere. Questo dato risulta ancora più significativo se consideriamo che, nel loro complesso, i film selezionati furono – così come definiti da uno dagli stessi commissari – «Grade B», ossia «film ben girati, moderatamente ben diretti, sufficientemente seri, abbastanza divertenti, e perfettamente presentabili». Rari furono i casi in cui le scelte erano state accompagnate dalla ferma convinzione di approvare film «tali da conferire prestigio alla cultura degli Stati Uniti» o, usando ancora le parole dei commissari, «per cui uno può andare orgoglioso in quanto esempi di raffinatezza culturale». 35 Lo stesso resoconto inviato dall’ACMPG a Paul G. Hoffman, amministratore dell’ECA, insieme alla lista dei film raccomandati, evidenzia quest’aspetto: «Ovviamente il criterio dei “meriti a livello di produzione, direzione o recitazione” è relativo, e dipende dal più o meno alto standard di comparazione fissato. […] Ciò che abbiamo fatto è fissare lo standard a un livello tale da rendere praticamente possibile per una grande compagnia, pienamente collaborante con l’ECA, comporre una lista di quindici film da distribuire in Germania [Ovest, nda] che siano tutti o quasi tutti all’altezza. Abbiamo ritenuto che solo in questo modo il programma di garanzie dell’ECA avrebbe esercitato la massima influenza sull’industria cinematografica perché selezionasse i migliori film disponibili per la distribuzione in Germania [Ovest, nda]. […] Tutto considerato, come risultato, sappiamo che la qualità media dei film distribuiti in Germania [Ovest, nda] nel 1950 sarà sostanzialmente 34 Record of Action ACMPG, November 1-2, 1949, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 35 Our Very Own [film review], Cartella senza titolo, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 139 Stefano Cambi più alta rispetto a quella che si sarebbe determinata qualora questo 36 programma non fosse esistito». Nell’agosto del 1950, l’ECA decise di riattivare l’ACMPG (in cui Paul F. Douglass e Harry A. McBride avevano sostituito Finletter e Shuster), al fine di vagliare le domande per le garanzie relative ai film distribuiti in Germania Ovest nel 1951. Tuttavia, come si legge nella bozza del verbale della prima riunione, la commissione era «molto in ritardo rispetto alle previsioni». Un problema imprevisto aveva alterato i piani iniziali. In estate, i funzionari dell’ECA avevano creduto «che il programma si riferisse ai film la cui distribuzione era prevista per il 1951, con inizio a gennaio»; invece, spiegava il nuovo responsabile dell’IMG, Albert W. Scott, «il governo tedesco ha anticipato il periodo coperto da licenza annuale a settembre – in virtù della richiesta da parte dei rappresentanti della nostra industria cinematografica, insistevano per farla decorrere dall’inizio della stagione». 37 che Quando l’ECA fu portata a conoscenza della questione, «l’amministratore decise di proseguire sulla base della situazione così com’era in quel momento. Non sapevamo quello che sarebbe successo – racconta Scott –; pensavamo, a quel tempo, che, nel caso non avessero cooperato, avremmo considerato l’ipotesi di non elargire tutto quel denaro. […] Loro dovranno accettare le decisioni della commissione 36 ACMPG to Paul G. Hoffman, April 21, 1950, ACMPG Committee Recommendations 1949-1950, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 37 Meeting in Prof. Douglas’ Office at American University, September 26, 1950, 10:0012:45, ACMPG/RA - 12 Sept. 23, 1950 Meeting (American University), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 140 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program rispetto ai film selezionati; se non possono operare alcuna sostituzione 38 avendo solamente tre o quattro film approvati, peggio per loro». Evidentemente i responsabili dell’ECA avevano agito in maniera impulsiva, sottovalutando la determinazione degli studios nel perseguimento dei loro obiettivi commerciali: «I rappresentati dell’industria cinematografica – riferì Scott ai commissari – sostengono di essere in ritardo nello stipulare accordi e devono necessariamente proseguire senza [aspettare, nda] le [nostre, nda] decisioni, a prescindere all’ottenimento delle garanzie o meno». Il fatto che la maggior parte delle compagnie stesse sottoponendo «liste di film che credono noi [dell’ECA, nda] troveremmo idonei», e che sia la MPEA sia gli Indipendenti si fossero impegnati sulla parola a non inviare quelli ritenuti dall’ECA del tutto inadeguati, rappresentava poco più che un pro forma.39 Dopo una «lunga e serrata discussione, considerati i diversi fattori in gioco», l’ACMPG decise di raccomandare che le garanzie fossero «elargite nello stesso ammontare dell’anno precedente e di usare gli stessi standard per la selezione dei film, ma di essere un poco più rigidi nel considerare i cosiddetti casi-limite».40 Una rottura definitiva, d’altronde, non era considerata utile da nessuno. All’ECA erano ancora convinti che «i progetti cinematografici non hanno portato 38 ACMPG/RA - 13, October 17, 1950, ACMPG/RA – 13, Oct. 17, 1950 Meeting (American University), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 39 Cfr. Meeting in Prof. Douglas’ Office at American University, September 26, 1950, 10:00-12:45, ACMPG/RA - 12 Sept. 23, 1950 Meeting (American University), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 40 Record of Action ACMPG, October 17, 1950, ACMPG/RA - 13 Oct. 17, 1950 Meeting (American University), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 141 Stefano Cambi tanto beneficio al governo quanto i progetti relativi a libri e riviste, ma le garanzie ai film stanno portando, a un costo relativamente contenuto, un miglioramento apprezzabile nella qualità dei film d’evasione americani mostrati in Germania Ovest». 41 La MPEA considerava «molto utile per la Germania [Ovest, nda], oggi uno dei più importanti paesi europei che si affaccia sulla cortina di ferro, in bilico tra l’Est e l’Ovest, così come per l’industria cinematografica, protrarre il programma di garanzie per i film. Nonostante i film selezionati dall’Advisory Committee on Motion Picture Guaranties non siano sempre quelli che producono i migliori incassi al botteghino – affermò il presidente Eric Johnston – essi sono generalmente eccellenti dal punto 42 di vista dell’orientamento del popolo tedesco […]». In apparenza, l’ECA e la MPEA desideravano esportare i film “migliori”, ma ognuna concepiva diversamente questo parametro. La “ragione di stato” e la “logica del profitto”, semplicemente, non coincidevano. Infatti, anche stavolta, non fu semplice per l’ACMPG compilare liste di film il più possibile equilibrate rispetto ai vari generi. L’elenco definitivo fu consegnato il 12 febbraio 1951. Nella lettera indirizzata al nuovo amministratore dell’ECA, William C. Foster, i commissari anticiparono che avrebbero sottoposto «nel prossimo futuro un altro rapporto» in cui avrebbero esposto il loro «punto di vista circa l’utilità di questo programma».43 41 Report of Meeting to Discuss Informational Media Guaranties, from Albert W. Scott, December 13, 1950, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 42 Record of Action ACMPG, January 19, 1951, ACMPG/RA-16 Jan. 19, 1951 Meeting (National Gallery of Art), Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 43 Per la lista dei lungometraggi raccomandati, cfr. APPENDICE II. 142 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program Alla fine di aprile il dettagliato resoconto sull’attività dell’ACMPG fu inoltrato a Foster. Di seguito riportiamo il passaggio più significativo: «I Commissari hanno dovuto lavorare sotto diversi handicap. In primo luogo hanno potuto considerare solamente quei film sottoposti dall’industria. […] Secondariamente, la Commissione non aveva alcun potere di impedire l’invio di un film, neanche qualora pensasse che questo non fosse “nell’interesse nazionale”. Lo scorso anno la Commissione ha approvato solo novantatré film e l’industria ne ha inviati circa centottantacinque. Alcuni dei film che la Commissione ha approvato non furono inviati dall’industria e diversi di quelli che la Commissione aveva respinto furono comunque inviati in Germania [Ovest, nda] dall’industria. […] Il fatto che l’industria abbia inviato qualsiasi film servisse i suoi scopi pare annullare ogni influenza che la commissione possa aver avuto. È chiaro che il programma porta vantaggi all’industria ma, sulla base dell’esperienza di due anni, è difficile immaginare che il programma abbia portato sufficienti vantaggi per i contribuenti, o per gli obiettivi della politica estera americana, tali 44 da giustificare la sua prosecuzione». Il rapporto certificò la posizione di subordinazione dell’ECA nei confronti di Hollywood, abile a servirsi della “politica cinematografica” governativa – improvvisata nel quadro del sostegno economico ai divulgatori non istituzionali del modo di vivere americano – per attuare la propria “politica aziendale”. Lo scetticismo espresso dall’ACMPG confermò, inoltre, le perplessità contenute in un dispaccio inviato qualche giorno prima dal direttore dell’Office of Public Affairs dell’U.S. High Commissioner for Germany (HICOG) al dipartimento di Stato, in cui si faceva presente che il massiccio aumento dei film americani in Germania Ovest aveva suscitato aspre critiche da parte di importanti personalità della vita pubblica tedesca: «A giudicare dal crescente 44 Report Concerning the Value of the Program, ACMPG to William C. Foster, April 27, 1951, ACMPG Committee Recommendations 1950-1951, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 143 Stefano Cambi numero di rimostranze che arrivano sulla mia scrivania, i tedeschi vedono in fin troppi film americani una seria e immediata minaccia per la loro cultura».45 Una serie di aggettivi poco lusinghieri riempivano le pagine di riviste e giornali: «“Stereotipati”, “senza senso”, “mediocri” erano termini usati spesso, con indignazione, per definire i film americani. Si ha l’impressione che la critica metta in discussione non solo il valore del film dal punto di vista del divertimento, ma sia permeata da un risentimento generato da 46 un prodotto considerato un’offesa all’intelligenza dello spettatore». La cosa più preoccupante, dal punto di vista dei funzionari dell’HICOG, risiedeva nel fatto che «tali critiche erano opera non solo di gruppi anti-americani. Tedeschi filo-statunitensi criticavano la rappresentazione che questi film davano degli Stati Uniti quale paese caratterizzato da violenza sadica, criminalità, una morale sessuale libertina, e da uno stile di vita comodo e superficiale. Il fatto che tale rappresentazione sia falsa – sostenevano – non è assolutamente evidente ai frequentatori dei cinema, che credono a 47 ciò che vedono». Pochi giorni dopo l’arrivo del preoccupante dispaccio da Francoforte, al segretario di Stato giunse un secondo rapporto in cui era sottolineata l’insoddisfazione della Motion Picture Association of America (MPAA), rappresentata in Germania Ovest dalla MPEA, per l’apporto delle autorità americane durante le trattative con i rappresentanti tedeschi sul numero delle licenze d’importazione da elargire durante la stagione 45 Dispatch No. 3186, Poor quality of American films distributed on the German economy, from HICOG, Frankfort to Department of State, Washington, April 4, 1951, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 194861, NARA. 46 Ibid. 47 Ibid. 144 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program 1950/51. Un simile atteggiamento era considerato, dai vertici dell’ECA, al quale il dipartimento di Stato aveva girato tutte queste comunicazioni, un’ulteriore, chiara dimostrazione della «mancanza di cooperazione della MPAA in Germania [Ovest, nda]». Malgrado fosse «perfettamente cosciente del desiderio del governo americano di veder proiettati in Germania Ovest film americani che non danneggino la statura morale e politica del paese agli occhi di una popolazione europea sottoposta alla pressione diretta del comunismo», l’associazione di categoria pareva focalizzata esclusivamente sui suoi interessi immediati: «L’industria cinematografica non ha esitato a inviare in Germania Ovest film considerati dall’ACMPG inadatti dal punto di vista della politica statunitense. Secondo il Sig. John McCarthy, della MPAA, questi film non garantiti producono un giro d’affari assai più alto rispetto a quelli che ricevono le garanzie dell’ECA. McCarthy ha affermato, in una recente conversazione telefonica, che una media compresa tra i due e i quattro milioni di tedeschi occidentali vede ciascuno dei film garantiti dall’ECA, mentre [una media, nda] dai quattro a sei milioni, o circa il 48 50% in più, vede i film non garantiti». Neanche la prospettiva dell’impossibilità di convertire la valuta aveva scoraggiato i magnati di Hollywood. «Vale la pena notare», continuava la nota preparata per il direttore dell’Office of Information dell’ECA, Robert. R. Mullen, «che l’industria cinematografica ha inviato questi film non garantiti senza avere allora la benché minima speranza di 48 Memorandum: Termination of Currency Conversion Guaranties for United States Motion Picture Exhibited in Western Germany, from Gilbert P. Simons, to Robert R. Mullen, April 24, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 145 Stefano Cambi recuperare alcuna parte dei dollari derivanti dai profitti prodotti». 49 Questa rivelazione sembra contraddire quanto affermato da Guback, che riconduce alle facilitazioni introdotte con l’IMG il netto aumento dei film americani in circolazione in Germania Ovest dopo la stagione del 1948/49.50 In realtà, non è possibile stabilire con certezza un rapporto di causa-effetto, o la misura in cui tale incremento sia effettivamente dipeso dalla concessione delle garanzie. Comunque, a prescindere da questo dato numerico, appare importante evidenziare che la ricostruzione descritta sembra mettere in dubbio il merito dell’assunto dello storico della cultura, per il quale «lo stimolo a distribuire scaturì dalla disponibilità di dollari, e la disponibilità di dollari originava dal bisogno di propaganda». 51 Più precisamente, la disponibilità di dollari derivava soprattutto dal bisogno di influenzare le scelte di distribuzione o, in altri termini, dalla necessità di applicare una censura non attuabile per vie ufficiali. La paura dei funzionari americani per l’impatto psicologico dei film che la MPEA intendeva distribuire sembra essere, infatti, la vera costante che caratterizza, in modo più o meno evidente, tutti i documenti d’archivio rinvenuti. E, non a caso, la palese incapacità di condizionare le scelte degli studios, sempre più “garantiti” 49 Ibid. Cfr. TH. GUBACK, The International Film Industry: Western Europe and America Since 1945, Bloomington, Indiana University Press, 1969, pp. 133-134. Successivamente, Guback ha parzialmente rivisto la sua tesi, asserendo: «In virtù del programma IMG, così come del rafforzamento dell’economia tedesca preannunciante l’imminente possibilità di convertire i marchi direttamente in dollari, gli interessi dei distributori americani cambiarono. Mentre negli anni immediatamente successivi alla guerra essi limitarono decisamente le loro esportazioni verso il mercato tedesco, la loro nuova politica divenne quella di esportare quanti più film fosse possibile mostrare con profitto». GUBACK, Shaping the Film Business in Postwar Germany, cit., p. 261. 51 Ibid. 50 146 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program dal sollevamento economico della Germania Ovest, sarà all’origine della sospensione del programma in questo paese. L’intraprendenza del cartello hollywoodiano era stata ulteriormente incoraggiata dalla notizia che, in virtù della licenza 49/51 promulgata dal Council of the Allied High Commission (HICOM) il 2 marzo 1951, sarebbe stato possibile per le case cinematografiche trasferire i loro marchi accumulati fuori dalla Germania Ovest. Per quanto il tasso di cambio fosse decisamente meno favorevole rispetto a quello offerto dall’ECA (dodici centesimi di dollaro contro ventiquattro per un marco tedesco), il mercato offriva comunque un’alternativa alle compagnie. Queste non intendevano, tuttavia, rinunciare alle garanzie pattuite con l’ECA. Il desolante rapporto inviato dall’HICOG, in cui i film hollywoodiani erano ritenuti un fattore negativo per le relazioni tedesco-americane, e la critica relazione fornita dall’ACMPG, indicante l’effettiva impossibilità di incidere sulla qualità artistica e morale dei film americani diretti nella Germania Ovest, avevano insinuato seri dubbi negli amministratori dell’IMG circa l’opportunità di elargire i due milioni e mezzo di dollari pendenti per i cento film approvati con riferimento al periodo compreso tra il settembre 1950 e l’agosto 1951. Altrettanto stringente era considerata la questione del se e su quali basi mantenere in piedi il programma l’anno successivo. 52 Il quadro della 52 Cfr. Memorandum: Consequences of Germany Making Dollars Available to Motion Picture Companies, from Gilbert P. Simons, to Milton Quint, Office of the General Counsel, Paul Green, Office of the Controller, April 5, 1951; Memorandum: Summation on German Movie Situation, from Robert L. Mullen, to William C. Foster, May 22, 1951; Memorandum: German Movie Guaranties, from Robert R. Mullen to William C. Foster, June 8, 1951; Robert R. Mullen to Alvin C. Roseman, November 5, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 147 Stefano Cambi situazione divenne ancor più complesso quando, all’inizio di maggio 1951, la Germania Ovest sottoscrisse il General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), in base al quale sarebbero state rimosse tutte le barriere all’importazione dei film, posto che i cinema locali riservassero una frazione del tempo della programmazione (massimo il 27%) a quelli di produzione tedesca. La ratifica da parte dal parlamento di Bonn dell’accordo raggiunto durante la conferenza di Torquay, avallato pienamente dalle grandi compagnie di Hollywood (che, a quel punto, sarebbero state libere di distribuire un numero illimitato di film nel quadro delle percentuali di tempo di programmazione fissate) era prevista entro l’inizio dell’autunno e, secondo i funzionari dell’ECA, avrebbe avuto quale «risultato più probabile […] quello di eliminare definitivamente qualsiasi minima influenza l’ACMPG […] possa aver esercitato […] sui film americani mostrati in Germania Ovest». 53 La notizia che, su insistenza dei produttori americani, il governo tedesco occidentale aveva incrementato il numero delle licenze assegnate agli statunitensi per l’anno corrente da centosessanta a duecento, procurò ulteriore inquietudine. Al di là della stupefacente mancanza di coordinamento tra gli attori istituzionali (informazioni su aspetti così rilevanti ci saremmo aspettati giungessero da Bonn o Francoforte piuttosto che dalla rivista «Variety»), la reazione di fronte all’accordo dei funzionari dell’ECA, per i quali esso «indica chiaramente l’interesse commerciale dell’industria cinematografica statunitense a mostrare in 53 Memorandum: Motion Picture Guaranty Program, from Gilbert P. Simons, to Robert R. Mullen, May 8, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 148 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program Germania [Ovest, nda] film che non sono coperti dalle garanzie dell’ECA», risulta alquanto significativa: l’ipotetico aumento dei film in circolazione «indebolisce ulteriormente qualsiasi lieve influenza l’ACMPG possa aver avuto sulla qualità dei film americani mostrati quest’anno nel paese».54 Inizialmente, fu considerata l’ipotesi di annullare la stipula dei contratti di garanzia.55 Tuttavia, dopo un incontro con i rappresentanti della MPAA/MPEA, l’idea fu ufficialmente abbandonata, principalmente in considerazione del fatto che le compagnie avevano ormai operato le loro scelte distributive sapendo di poter contare sull’assistenza dell’ECA, ragion per cui risultava, a quel punto, problematico tirarsi indietro. Niente era stato comunque deciso in merito all’eventuale continuazione del programma l’anno successivo, questione la cui discussione fu rinviata a un altro incontro. 56 Questo si tenne all’inizio di luglio. L’ECA era quanto mai determinata a porre 54 Exhibit D: “U.S. Distrib[utor]s, Via MPAA, Win Victory In West Germany on Film Imports”, by G.F. GASE, in «Variety», May 16, 1950 [1951], Memorandum: Termination of Currency Conversion Guaranties for United States Motion Picture Exhibited in Western Germany, from Gilbert P. Simons, to Robert R. Mullen, April 24, 1951, (Addendum, May 21, 1951), Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 55 Cfr. Memorandum: Motion Picture Guaranty Program, from Gilbert P. Simons, to Robert R. Mullen, May 8, 1951; Memorandum: Motion Picture Guaranties, from Gilbert P. Simons to Robert R. Mullen, May 22, 1951; Memorandum: Summation on German Movie Situation, from Robert L. Mullen, to William C. Foster, May 22, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 56 Cfr. Memorandum: German Movie Guaranties, from Robert R. Mullen to William C. Foster, June 8, 1951, Informational Media Guaranties, Office of the Director Subject Files, 1949-53, Office of Information, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 149 Stefano Cambi termine al programma.57 I rappresentanti degli studios non cercarono di negare le premesse da cui tale intendimento nasceva. Nella circostanza ci si limitò a certificare ciò che era ormai sancito dai fatti: «Non vi è modo alcuno di bloccare il fluire in Germania [Ovest, nda] di film dannosi. Nel corso della riunione è stato riconosciuto che il problema corrente è l’esatto contrario di quello che l’ECA si trovò originariamente ad affrontare, quando si temeva che nessun buon film sarebbe giunto in Germania [occidentale, nda] senza il supporto delle sue garanzie sulla convertibilità. Tutti i presenti concordarono sul fatto che, se anche l’ECA fosse scomparsa quella notte, le compagnie avrebbero continuato a inviare in Germania [Ovest, nda] qualsiasi film 58 reputassero utile a produrre profitti». Malgrado ciò, Joyce O’Hara (della MPAA/MPEA) e gli altri rappresentanti dell’industria s’impegnarono a fornire una soluzione rispetto alla questione del come tenere i “film dannosi” fuori dal mercato tedesco, oltre a fornire elementi per confutare le conclusioni dell’ACMPG circa lo scarso effetto delle garanzie sull’innalzamento della qualità dei film distribuiti.59 Il tutto nella speranza di riuscire a convincere l’ECA a protrarre l’assistenza finanziaria per un altro anno ancora, seppur su basi differenti. Alla fine di ottobre, a Washington, si tenne l’ennesimo incontro. John G. McCarthy recapitò la proposta scritta della MPAA/MPEA quale base per proseguire i negoziati sulle garanzie coprenti il periodo dal primo settembre 1951 al 31 agosto 57 Memorandum: Execution of Currency Conversion Contracts Now Pending with U.S. Film Companies, and Continuation of This Program Next Year, from Robert R. Mullen to William C. Foster, June 1, 1951, Informational Media Guaranties, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 58 Memorandum: Meeting with Joyce O’Hara of MPAA, from Gilbert P. Simons to Robert R. Mullen, July 2, 1951, Informational Media Guaranties, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 59 Cfr. ibid. 150 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program 1952. Dopo averla letta, l’allora responsabile dell’Informational Media Guaranties Branch, Gilbert P. Simons, si diceva “attonito” per la sua inconsistenza. La proposta glissava clamorosamente la questione della non dipendenza dell’industria dagli aiuti dell’ECA, presupposto giuridico per la concessione degli stessi; inoltre, lasciava le prerogative in fatto di selezione pressoché invariate e quasi interamente a discrezione degli studios, senza prevedere, come evidentemente auspicato, alcuna contropartita per l’ECA nel caso i film risultassero offensivi per le popolazioni straniere. Preso atto degli intendimenti della controparte, l’ECA decise di interrompere il programma in Germania Ovest. Tuttavia, per ragioni di sensibilità diplomatica, l’annuncio della cessazione sarebbe stato dato in contemporanea con quello della probabile attivazione di un nuovo programma in Jugoslavia, in procinto di concludere un accordo bilaterale in base al quale era prevista la distribuzione nel paese di una trentina di film americani.60 Il Mutual Security Act, varato a ottobre, aveva, infatti, autorizzato la possibilità di estendere l’IMG a nuovi territori oltre a quelli compresi nel piano Marshall.61 60 Cfr. Memorandum: Motion Picture Program, from Gilbert P. Simons to Robert R. Mullen, December 13, 1951; John G. McCarthy to Gilbert Simon[s], November 5, 1951; John G. McCarthy to Gilbert Simons, November 13, 1951; Simons, no title/date, Informational Media Guaranties, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. Guback sostiene, presumibilmente sulla base della testimonianza resa da un funzionario addetto alla stipula dei contratti (rimasto, per sua stessa volontà, anonimo), che l’ultimo contratto di garanzia con l’industria cinematografica fu siglato il 28 febbraio 1953. Cfr. GUBACK, The International Film Industry, cit., p. 133. 61 Cfr. Memorandum: Informational Media Guaranty Program, from Milton Quint to Robert R. Mullen, October 25, 1951, Informational Media Guaranties, Office of Information – Office of the Director Subject Files, 1949-53, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 151 Stefano Cambi Per concludere, molti negli ambienti governativi avevano creduto nella possibilità di poter presentare «una completa e corretta immagine degli Stati Uniti» attraverso l’uso di mass media non-governativi e la cooperazione con l’industria dell’informazione statunitense in un’ottica per cui, come spiega il responsabile per la politica estera culturale del dipartimento di Stato, John M. Begg, con l’avvento della guerra fredda in Europa e la maggiore presa di coscienza da parte delle imprese americane della loro responsabilità, «la vera “Voce dell’America” può divenire e sta divenendo un complesso di voci, governative e non. Il ruolo del governo è sempre più quello di dirigere il coro, almeno in misura tale da far sì che tutti i membri cantino la stessa canzone, per quanto parti differenti».62 Seguendo la falsariga di questa espressione metaforica, si può dire che l’IMG sia stato usato per limitare le “stonature”. L’opuscolo informativo dell’ECA precisava che «non è una questione di censura, giacché l’ECA non è nella condizione di proibire alcun media, […] ma di garantire o meno un’assistenza finanziaria […] a vantaggio di media su cui l’amministratore ha un positivo dovere di selezione».63 A prescindere dalla formula giuridica adoperata, l’IMG aveva progressivamente assunto, relativamente ai film commerciali distribuiti dalla MPEA in Germania Ovest, una connotazione effettivamente 62 “discriminatoria”. Attraverso i dollari messi a “Cooperation With Private Enterprise”, John M. Begg to Chairman, June 10, 1948, pp. 1-2, State - Overseas Information [2 of 2], PAPERS OF HARRY S. TRUMAN – SMOF: Charles W. Jackson Files – Assistant to the Assistant to the President File, 1948 – 1952, HTLM. 63 ECA, Guaranties for Informational Media under the Economic Cooperation Act of 1948 as amended, Information for Applicants, June 30, 1949, ACMPG Correspondence and Memoranda, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 194851, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 152 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program disposizione dal Congresso, le autorità americane a Washington e Francoforte hanno cercato di condizionare Hollywood senza ledere, se non altro direttamente, il principio della libertà d’espressione, tradizionalmente considerato sacro. Tale conclusione spinge a formulare un’ulteriore congettura circa la possibilità che il caso tedesco abbia rappresentato, in questo senso, un precedente. Sul finire del 1952, la Special Subcommittee (of the Committee on Foreign Relations) on Overseas Information Programs, incaricata di indagare i vari aspetti legati alla trasmissione dell’informazione dagli Stati Uniti verso l’estero, raccolse resoconti da avamposti americani in tutto il mondo in cui erano avanzate forti perplessità nei confronti di molti dei film commerciali esportati, ritenuti deleteri per la reputazione del paese. Tra le testimonianze rese di fronte alla commissione presieduta dal senatore Bourke B. Hickenlooper, di particolare interesse appare quella di Julien Bryan, che aveva lavorato dal 1941 al programma d’informazione statunitense (prima per il Coordinator of Inter-American Affairs e poi per il dipartimento di Stato), il quale fornì la seguente spiegazione in merito alla natura di certi inconvenienti: «È facile criticare Hollywood dall’esterno. Ma oggi i migliori film di Hollywood rappresentano indubitabilmente la nostra migliore propaganda all’estero. E dove sono adesso? In larga misura i nostri migliori film non sono oggi esportati in molte aree critiche del mondo a causa della carenza di dollari. Alcuni riescono a passare, ma limitati nel numero e spesso i peggiori, non i migliori, di questi film di 64 Hollywood». 64 Statement of Julien Bryan, Overseas Information Program of the United States, Hearings before a Subcommittee of the Committee on Foreign Relations – United States Senate, 83° Congress, I Session, April 23, 1953, Washington D.C., U.S. Government Printing Office, 1953, p. 1383. 153 Stefano Cambi Su scala globale, fino alla metà del 1966, le compagnie cinematografiche americane ricevettero, attraverso l’IMG, una copertura finanziaria pari a circa sedici milioni di dollari.65 Non sembra improbabile, alla luce di quanto esposto, che i fondi del programma siano stati impiegati dai funzionari americani in un’ottica soprattutto “difensiva”, specificamente, per condizionare una rappresentazione cinematografica degli Stati Uniti non sempre allineata con quella “ufficiale”. 65 Cfr. GUBACK, Shaping the Film business in postwar Germany, cit., p. 261. 154 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program APPENDICE I La lista comprendeva: per la 20th Century-Fox: - Come to the Stable (Le due suore, HENRY KOSTER, 1949) How Green Was My Valley (Com’era verde la mia valle, JOHN FORD, 1941) Leave Her to Heaven (Femmina folle, JOHN M. STAHL, 1945) Down To the Sea in Ships (Naviganti coraggiosi, HENRY HATHAWAY, 1949) The Black Swan (Cigno nero, HENRY KING, 1942) Blood and Sand (Sangue e arena, ROUBEN MAMOULIAN, 1941) Prince of Foxes (Il principe delle volpi, HENRY KING, 1949) My Friend Flicka (Flicka, un cavallo per amico, HAROLD D. SHUSTER, 1943) I Was a Male War Bride (Ero uno sposo di guerra, HOWARD HAWKS, 1949) Kiss of Death (Il bacio della morte, HENRY HATHAWAY, 1947) The Street With No Name (La strada senza nome, WILLIAM KEIGHLEY, 1948) Cry of the City (L’urlo della città, ROBERT SIODMAK, 1948) Buffalo Bill (Buffalo Bill, WILLIAM A. WELLMAN, 1944); per la RKO: - Mr. Blandings Builds His Dream House (La casa dei nostri sogni, H.C. POTTER, 1948) Love Affair (Un grande amore, LEO MCCAREY, 1939) The Woman in the Window (La donna del ritratto, FRITZ LANG, 1944) The Fugitive (La croce di fuoco, JOHN FORD, 1947) The Informer (Il traditore, JOHN FORD, 1935) The Last Days of Pompei (Gli ultimi giorni di Pompei, ERNEST B. SCHOEDSACK, 1935) Joan of Arc (Giovanna d’Arco, VICTOR FLEMING, 1948) Divided Opinion, Top Hat (Cappello a cilindro, MARK SANDRICH, 1935) The Window (La finestra socchiusa, TED TETZLAFF, 1949) Snow White [and the Seven Dwarfs] (Biancaneve e i sette nani, WILLIAM COTTRELL, DAVID HAND, WILFRED JACKSON, LARRY MOREY, PERCE PEARCE, BEN SHARPSTEEN, 1937) Bambi (Bambi, JAMES ALGAR, SAMUEL ARMSTRONG, DAVID HAND, GRAHAM HEID, BILL ROBERTS, PAUL SATTERFIELD, NORMAN WRIGHT, 1942) Wuthering Heights (Cime tempestose, WILLIAM WYLER, 1939) My Foolish Heart (Questo mio folle cuore, MARK ROBSON, 1949); per la Paramount: - The Heiress (L’ereditiera, WILLIAM WYLER, 1949) The Uninvited (La casa sulla scogliera, LEWIS ALLEN, 1944) And Now Tomorrow (Il grande silenzio, IRVING PICHEL, 1944) Monsieur Beaucaire (n.d., GEORGE MARSHALL, 1946) The Paleface (Viso pallido, NORMAN Z. MCLEOD, 1948) 155 Stefano Cambi - The Road to Zanzibar (Avventura a Zanzibar, VICTOR SCHERTZINGER, 1941) Double Indemnity (La fiamma del peccato, BILLY WILDER, 1944) California (Vecchia California, JOHN FARROW, 1947) The Plainsman (La conquista del West, CECIL B. DEMILLE, 1936) Reap the Wild Wind (Vento selvaggio, CECIL B. DEMILLE, 1942); per la Loew’s: - Fiesta (n.d., RICHARD THORPE, 1947) Rage in Heaven (Follia, W.S. VAN DYKE, 1941) Undercurrent (Tragico segreto, VINCENTE MINNELLI, 1946) The Good Earth (La buona terra, SIDNEY FRANKLIN, 1937) A Date With Judy (Così sono le donne, RICHARD THORPE, 1948) Bathing Beauty (Bellezze al bagno, GEORGE SIDNEY, 1944) [The] Merry Widow (La vedova allegra, ERNST LUBITSCH, 1934) Lassie Come Home (Torna a casa Lassie!, FRED M. VILCOX, 1943) A Night at the Opera (Una notte all’opera, SAM WOOD, 1935); per la Warner Brothers: - Possessed (Anime in delirio, CURTIS BERNHARDT, 1947) Dark Victory (Tramonto, EDMUND GOULDING, 1939) [The] Hasty Heart (Cuore solitario, VINCENT SHERMAN, 1949) Under Capricorn (Il peccato di Lady Considine, ALFRED HITCHCOCK, 1949) Look for the Silver Lining (La vita a passo di danza, DAVID BUTLER, 1949) [The] Inspector General (L’ispettore generale, HENRY KOSTER, 1949) Conflict (Nebbie, CURTIS BERNHARDT, 1945) Key Largo (L’isola di corallo, JOHN HUSTON, 1948); per la Universal: - The Suspect (Quinto non ammazzare!, ROBERT SIODMAK, 1944) Phantom Lady (La donna fantasma, ROBERT SIODMAK, 1944) [The] Dark Mirror (Lo specchio scuro, ROBERT SIODMAK, 1946) Letter from an Unknown Woman (Lettera da una sconosciuta, MAX OPHULS, 1948) Ride ’Em Cowboy (Gianni e pinotto tra i cow boys, ARTHUR LUBIN, 1942) The Spoilers (I cacciatori dell’oro, RAY ENRIGHT, 1942) Ali Baba and the Forty Thieves (Alì Babà e i 40 ladroni, ARTHUR LUBIN, 1944) The Invisible Man (L’uomo invisibile, JAMES WHALE, 1933); per la Republic: - 156 The Red Pony (La valle lunga, LEWIS MILESTONE, 1949) Moonrise (La luna sorge, FRANK BORZAGE, 1948) The Wake of the Red Witch (La strega rossa, EDWARD LUDWIG, 1948) Macbeth (Macbeth, ORSON WELLES, 1948) Concerto (Non ti appartengo più, FRANK BORZAGE, 1946) Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program Man of Conquest (Cavalcata ardente, GEORGE NICHOLS JR., 1939) Rock Island Trail (Frecce avvelenate, JOSEPH KANE, 1950); per la Columbia: - Only Angels Have Wings (Avventurieri dell’aria, HOWARD HAWKS, 1939) [The] Bandit of the Sherwood Forest (Il figlio di Robin Hood, HENRY LEVIN, GEORGE SHERMAN, 1946) [The] Black Arrow (La freccia nera, GORDON DOUGLAS, 1948) Cover Girl (Fascino, CHARLES VIDOR, 1944) The Desperadoes (Desperados, CHARLES VIDOR, 1943) Lost Horizon (Orizzonte perduto, FRANK CAPRA, 1937); per la United Artist: - Carnegie Hall (Sinfonie eterne, EDGAR G. ULMER, 1947) City Lights (Luci della città, CHARLES CHAPLIN, 1931) Stagecoach (Ombre rosse, JOHN FORD, 1939) Johnny Holiday (Prigioniero del male, WILLIS GOLDBECK, 1949); per la Monogram: - It Happened on Fifth Avenue (Accade nella quinta strada, ROY DEL RUTH, 1947) Sunbonnet Sue (n.d., RALPH MURPHY, 1945) Sixteen Fathoms Deep (Pescatori di spugne, ARMAND SCHAEFER, 1934); per George J. Schaefer: - Champion (Il grande campione, MARK ROBSON, 1949) The Men (Il mio corpo ti appartiene, FRED ZINNEMANN, 1950); per Samuel Goldwyn: - The Hurricane (Uragano, JOHN FORD, 1937) The Adventures of Marco Polo (Uno scozzese alla corte del Gran Khan – Le avventure di Marco Polo, ARCHIE MAYO, 1938); per David O. Selznick: - Rebecca (Rebecca – La prima moglie, ALFRED HITCHCOCK, 1940) Spellbound (Io ti salverò, ALFRED HITCHCOCK, 1945); per la Eagle Lion: - He Walked by Night (Egli camminava nella notte, ALFRED L. WERKER, 1948) Northwest Stampede (L’amazzone domata, ALBERT S. ROGELL, 1948); per la Motion Picture Investors: 157 Stefano Cambi - Red River (Fiume rosso, HOWARD HAWKS, ARTHUR ROSSON, 1948); per Edward Small: - The Man in the Iron Mask (La maschera di ferro, JAMES WHALE, 1939); per Franchot Tone: - The Man on the Eiffel Tower (L’uomo della torre Eiffel, BURGESS MEREDITH, 1949). FONTE: ACMPG to Paul G. Hoffman, April 21, 1950, ACMPG Committee Recommendations 1949-1950, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 158 Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program APPENDICE II Lista dei lungometraggi raccomandati dall’ACMPG il 12 febbraio 1951: per la Columbia: - Jolson Sings Again (Non c’è passion più grande, HENRY LEVIN, 1949) Woman of Distinction (Lo scandalo della sua vita, EDWARD BUZZELL, 1950) No Sad Song for Me (Non siate tristi per me, RUDOLPH MATÉ, 1950) The Doolins of Oklahoma (Solo contro il mondo, GORDON DOUGLAS, 1950) The Man from Colorado (Non si può continuare a uccidere, HENRY LEVIN, 1948) [The] Fuller Brush Girl (Accidenti che ragazza!, LLOYD BACON, 1950); per la Eagle Lion: - Destination Moon (Uomini sulla luna, IRVING PICHEL, 1950) Young Lovers o Never Fear (n.d., IDA LUPINO, 1949) The Second Face (n.d., JACK BERNHARD, 1950) The Sun Sets at Down (n.d., PAUL SLOANE, 1950); per Samuel Goldwyn: - The Westerner (L’uomo del West, WILLIAM WYLER, 1940) Our Very Own (Noi che ci amiamo, DAVID MILLER, 1950) Roseanna McCoy (La morte aldilà del fiume, IRVING REIS, 1949); per la Loew’s – MGM: - The Barkleys of Broadway (I Barkleys di Broadway, CHARLES WALTERS, 1949) Anchors Aweigh (Due marinai e una ragazza (canta che ti passa), GEORGE SIDNEY, 1945) [The] Wizard of Oz (Il mago di Oz, VICTOR FLEMING, 1939) Father of the Bride (Il padre della sposa, VINCENTE MINNELLI, 1950) Luxury Liner (Crociera di lusso, RICHARD WHORF, 1948) Ambush (L’imboscata, SAM WOOD, 1950) Kismet (n.d., WILLIAM DIETERLE, 1944) Neptune’s Daughter (La figlia di Nettuno, EDWARD BUZZELL, 1949) On an Island With You (Su di un’isola con te, RICHARD THORPE, 1948); per la Monogram: - Blue Grass of Kentucky (n.d., WILLIAM BEAUDINE, 1950) Lady, Let’s Dance (n.d., FRANK WOODRUFF, 1944) 159 Stefano Cambi - Mutiny in the Big House (Gli ammutinati, WILLIAM NIGH, 1939) Silver Skates (n.d., LESSLIE GOODWINS, 1943) County Fair (n.d., WILLIAM BEAUDINE, 1950) Father Makes Good (n.d., JEAN YARBROUGH, 1950); per la Paramount: - The Furies (Le furie, ANTHONY MANN, 1950) The Perils of Pauline (La storia di Pearl White, GEORGE MARSHALL, 1947) Sorrowful Jones (Come divenni padre, SIDNEY LANFIELD, 1949) Copper Canyon (Le frontiere dell’odio, JOHN FARROW, 1950) Sorry, Wrong Number (Il terrore corre sul filo, ANATOLE LITVAK, 1948) September Affair (Accadde in settembre, WILLIAM DIETERLE, 1944) Unconquered (Gli invincibili, CECIL B. DEMILLE, 1947) Reap the Wild Wind (Vento selvaggio, CECIL B. DEMILLE, 1942); per la Republic: - Dark Command (Il generale Quantrill, RAOUL WALSH, 1940) California Passage (Il sentiero degli Apaches, JOSEPH KANE, 1950) Driftwood (Fiore selvaggio, ALLAN DWAN, 1947) Bill and Coo (n.d., DEAN RIESNER, 1948); per la RKO: - Cinderella (Cenerentola, CLYDE GERONIMI, WILFRED JACKSON, HAMILTON LUSKE, 1950) Pinocchio (Pinocchio, NORMAN FERGUSON, T. HEE, WILFRED JACKSON, JACK KINNEY, HAMILTON LUSKE, BILL ROBERTS, BEN SHARPSTEEN, 1940) Station West (La città della paura, SIDNEY LANFIELD, 1948) Secret Life of Walter Mitty (Sogni proibiti, NORMAN Z. MCLEOD, 1947) White Tower (La torre bianca, TED TETZLAFF, 1950) It’s a Wonderful Life (La vita è meravigliosa, FRANK CAPRA, 1946) Savage Splendor (Continente nero, LEWIS COTLOW, ARMAND DENIS, 1949) The Spanish Main (Nel mare dei Caraibi, FRANK BORZAGE, 1945) Tarzan and the Hunters (Tarzan e i cacciatori bianchi, KURT NEUMANN, 1947); per George J. Schaefer: - Champion, The Men (confermati); per David O. Seznick: - 160 The Adventures of Tom Sawyer (Le avventure di Tom Sawyer, NORMAN TAUROG, 1938) Hollywood e l’Informational Media Guaranty Program - The Paradine Case (Il caso Paradine, ALFRED HITCHCOCK, 1947) Rebecca, Spellbound (confermati); per la 20th Century-Fox: - Panic in the Streets (Bandiera gialla, ELIA KAZAN, 1950) Cheaper by the Dozen (Dodici lo chiamano papa, WALTER LANG, 1950) Captain from Castile (Il capitano di Castiglia, HENRY KING, 1947) Slattery’s Hurricane (Furia dei tropici, ANDRÉ DE TOTH, 1949) Green Grass of Wyoming (I verdi pascoli del Wyoming, LOUISE KING, 1948) Thieves’ Highway (I corsari della strada, JULES DASSIN, 1949) Thunderhead (Il figlio del fulmine, LOUISE KING, 1945) Heaven Can Wait (Il cielo può attendere, ERNST LUBITSCH, 1943) The Dolly Sisters (Donne e diamanti, IRVING CUMMINGS, 1945) The Foxes of Harrow (La superba creola, JOHN M. STAHL, 1947) Mother Wore Tights (Come nacque il nostro amore, WALTER LANG, 1947) Whirlpool (Il segreto d’una donna, OTTO PREMINGER, 1949) Yellow Sky (Cielo giallo, WILLIAM A. WELLMAN, 1948); per la United Artists: - Carnegie Hall (confermato) The Big Wheel (La pista di fuoco, EDWARD LUDWIG, 1949) City Lights (confermato) Cyrano de Bergerac (Cirano de Bergerac, MICHAEL GORDON, 1950) The Fabulous Dorseys (L’America dei Dorsey, ALFRED E. GREEN, 1947) Johnny Holiday, Stagecoach (confermati) Ellen (La seconda moglie, JAMES V. KERN, 1950); per la Universal: - One Touch of Venus (Il bacio di Venere, WILLIAM A. SEITER, 1948) Francis (Francis il mulo parlante, ARTHUR LUBIN, 1950) The Lady Gambles (La roulette, MICHAEL GORDON, 1949) Johnny Stool Pigeon (Cocaina, WILLIAM CASTLE, 1949) A Woman’s Vengeance (Il sorriso della Gioconda, ZOLTAN KORDA, 1948) Harvey (Harvey, HENRY KOSTER, 1950) Louisa (Amo Luisa disperatamente, ALEXANDER HALL, 1950) The Milkman (Il lattaio bussa una volta, CHARLES BARTON, 1950) Singapore (Singapore, JOHN BRAHM, 1947) Woman on the Run (Il mistero del marito scomparso, NORMAN FOSTER, 1950) Bagdad (Bagdad, CHARLES LAMONT, 1949); per la Warner Brothers: 161 Stefano Cambi - Dark Passage (La fuga, DELMER DAVES, 1947) The Prince and the Pauper (Il principe e il povero, WILLIAM KEIGHLEY, 1937) My Dream is Yours (Musica per i tuoi sogni, MICHAEL CURTIZ, 1949) Young Man With a Horn (Chimere, MICHAEL CURTIZ, 1950) Arsenic and Old Lace (Arsenico e vecchi merletti, FRANK CAPRA, 1944) Jezebel (Figlia del vento, WILLIAM WYLER, 1938) Life With Father (Vita col padre, MICHAEL CURTIZ, 1947) Private Lives of Elizabeth & Essex (Il conte di Essex, MICHAEL CURTIZ, 1939) Now Voyager (Perdutamente tua, IRVING RAPPER, 1942) Charge of the Light Brigade (La carica dei seicento, MICHAEL CURTIZ, 1936) The Unfaithful (Le donne erano sole, VINCENT SHERMAN, 1947); per gli Independenti: - Guilty of Treason (Colpevole di tradimento, FELIX E. FEIST, 1950) Heaven Only Knows o Montana Mike (Solo il cielo lo sa, ALBERT S. ROGELL, 1947). FONTE: ACMPG to William C. Foster, February 12, 1951, ACMPG Committee Recommendations 1950-1951, Records Re. Advisory Committee on Motion Picture Guaranties 1948-51, RG 469, Records of U.S. Foreign Assistance Agencies 1948-61, NARA. 162 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 163-194 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p163 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Maria Luisa De Benedetto Quando la minaccia arriva dall’etere: la Repubblica Popolare di Polonia e Radio Free Europe nei primi anni Settanta Abstract: This paper aims to discuss the problem of socialist Poland and Radio Free Europe during the period of Détente, 1969-1975, when the two Superpowers and their allies adhered to a policy of dialogue and coexistence. In the early 1970s there were new challenges for Warsaw not only in foreign affairs arena (the treaty with the Federal Republic of Germany and the Helsinki process), but also domestically with the Gierek leadership’s policy of building a new ‘second’ Poland. Radio Free Europe was established at the beginning of the Cold War to transmit uncensored news behind the Iron Curtain. Socialist regimes launched diplomatic and propaganda offensives intended to discredit broadcasts. Radio Free Europe was nothing but an obstacle on the Polish way to Détente. Keywords: Poland; Radio Free Europe; Détente. La guerra fredda fu un confronto tra due sistemi politico-istituzionali, ed economico-sociali, contrapposti: non si trattò solo del confronto militare di due potenze che si dividevano il controllo delle relazioni internazionali, ma anche della contesa tra due modelli culturali e sociali. Quest’ultima connotazione del conflitto amplifica l’impatto che sulla guerra fredda ebbe l’uso di “armi alternative” come le operazioni “speciali” che la Central Intelligence Agency (CIA) si trovò a gestire a seguito della decisione del National Security Council di arginare la Maria Luisa De Benedetto propaganda sovietica contro l’operato degli Stati Uniti e dei loro alleati.1 Rientrò in questo piano d’azione il sostegno a Radio Free Europe (RFE) e Radio Liberty (RL), che rappresentarono negli anni Cinquanta la voce di quanti, fuggiti dai neonati regimi filosovietici, manifestavano il proprio dissenso. Le due emittenti radiofoniche trasmettevano dall’altra parte della cortina di ferro notizie che sfuggivano alla censura dei regimi, contrastando la manipolazione propagandistica delle notizie divulgate dai media ufficiali. RFE trasmetteva nelle repubbliche socialiste di Polonia, Ungheria, Cecoslovacchi, Ungheria e Romania, mentre la voce di RL arrivava direttamente in Unione Sovietica. Dare risonanza al dissenso rappresentava un modo alternativo per minacciare il sistema sovietico, agendo sull’opposizione interna al regime: ecco perché RFE è stata considerata una delle armi più efficaci in mano agli Stati Uniti d’America nel corso della guerra fredda. 2 Obiettivo di questo lavoro è dimostrare come anche negli anni in cui la retorica della distensione parlava la lingua degli accordi e dell’incontro tra Est e Ovest, la presenza di RFE continuasse a 1 Cfr. Memorandum from the Executive Secretary of the National Security Council (Souers) to Director of Central Intelligence, Hillenkoetter, Washington, December 17, 1947 in G.W. LA FANTASIE (gen. ed.) – C.T. THORNE JR., D.S. PATTERSON (eds.), Foreign Relations of the United States (d’ora in poi FRUS), 1945-1950, Emergence of the Intelligence Establishment, Washington D.C., United States Government Printing Office, 1996, doc. 257, pp. 649-651. 2 Sull’importanza di Radio Free Europe e Radio Liberty nella strategia statunitense, cfr. A. ROSS JOHNSON, Radio Free Europe and Radio Liberty: The CIA Years and Beyond, Woodrow Wilson Center Press and Stanford University Press, 2011. Sulla storia di Radio Free Europe e Radio Liberty, cfr. S. MICKELSON, America’s Other Voice: The Story of Radio Free Europe and Radio Liberty, New York, Praeger Publishers, 1983; A. PUDDINGTON, Broadcasting Freedom: the Cold War Triumph of Radio Free Europe and Radio Liberty, Lexington, University Press of Kentucky, 2003. 164 Quando la minaccia arriva dall’etere preoccupare il regime socialista polacco: in un mondo in cui Oriente e Occidente finalmente riconoscevano il proprio diritto a coesistere e stabilivano i principi pacifici della convivenza, che senso aveva il linguaggio ormai obsoleto di RFE? 1. Il contesto Il 3 maggio del 1952, da Monaco di Baviera, iniziarono le trasmissioni radiofoniche di RFE verso la Polonia. In breve tempo, l’emittente divenne uno strumento in mano ai dissidenti polacchi emigrati in Occidente e desiderosi di sensibilizzare i propri connazionali sulle reali condizioni del loro paese e sugli sviluppi negativi della Polonia socialista. La sezione polacca di RFE ebbe nella direzione di Jan Nowak-Jeziorański una guida energica e indipendente che rappresentò un punto di riferimento importante nel mantenere saldo il valore della nazione polacca e nel rivendicare un’identità culturale del paese, prima ancora di entrare nel merito della dissidenza politica.3 Furono proprio i microfoni di RFE a diffondere messaggi che mettevano a confronto le promesse ideologiche del regime con la realtà economica e sociale del paese, e fu sempre RFE ad accogliere tra le sue file un numero sempre maggiore di dissidenti polacchi, soprattutto dopo il 1968: tutto ciò avrebbe fornito le basi per quel dissenso aperto che si sarebbe manifestato dal 1976. 4 Eppure, proprio negli anni in cui RFE diventava un punto di riferimento fondamentale per l’opposizione oltre 3 Cfr. A. PACZKOWSKI, The Spring Will Be Ours: Poland and the Poles from Occupation to Freedom, University Park, Pennsylvania State University Press, 2003, p. 245. 4 Cfr. ibid., pp. 385-387 e p. 455. 165 Maria Luisa De Benedetto cortina, all’interno degli Stati Uniti ne veniva messo in discussione il finanziamento da parte della CIA. Nel febbraio del 1967, il presidente statunitense, Lyndon B. Johnson, istituì una commissione, la Commissione Katzenbach, per rispondere alle richieste di chiarimento dell’opinione pubblica sui finanziamenti segreti della CIA per le attività di organizzazioni private particolarmente attive nel confronto tra capitalismo e comunismo, come, appunto, le emittenti radio in questione. Il mese dopo, nella relazione conclusiva e nelle dichiarazioni successive del presidente, si suggeriva di trovare strumenti politicamente “meno vulnerabili” per sostenere le radio.5 Nell’estate del 1967 fu il segretario di Stato, Dean Rusk, a prendere in mano la questione ritenendo che RFE e RL dovessero essere trattate come “casi speciali”. Così, dopo aver interpellato autorevoli voci all’interno del Congresso, e cercando di non forzare eccessivamente quanto previsto dalla Commissione Katzenbach, fu approvato, nel dicembre del 1967, un piano di finanziamenti garantito sino a giugno del 1969, con la raccomandazione che tale sostentamento continuasse, ma rimandando amministrazione. la questione, evidentemente, alla nuova 6 Il 1968 aveva rappresentato l’anno delle conferme per chi aveva creduto nel potenziale delle trasmissioni di Radio Free Europe: fonti americane riportavano che, durante i disordini in Polonia, almeno il 5 Cfr. Memorandum for the 303 Committee, Washington, January 27, 1969, in E. KEEFER (gen. ed.) - J.E. MILLER - D.E. SELVAGE - L. VAN HOOK (eds.), FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, Eastern Europe; Eastern Mediterranean, 1969-1972, Washington D.C., United States Government Printing Office, 2008, doc. 28, pp. 81-82. 6 Cfr. ibid., pp. 82-84. 166 Quando la minaccia arriva dall’etere 40% degli studenti aveva seguito le trasmissioni di RFE perché erano stati riportati i fatti così come realmente accaduti, smascherando la versione fornita dai media ufficiali. 7 Si era trattato di un anno difficile per l’opposizione nell’Europa Orientale: i carri armati del Patto di Varsavia a Praga avevano tagliato le ali a qualsiasi tentativo di “socialismo dal volto umano” e la “dottrina Brežnev” aveva sancito il diritto dei sovietici a interferire negli affari interni dei loro alleati in nome della sicurezza dell’intero blocco. In Polonia appariva sempre più evidente l’esistenza di due anime: uno Stato polacco socialista allineato alle decisioni del Cremlino e una nazione polacca caratterizzata da tratti propri e poco propensa all’assoggettamento a Mosca. Tali elementi furono ben evidenziati da un attento osservatore della realtà polacca, l’ambasciatore americano a Varsavia, Walter J. Stoessel. Si trattava di segnali di un’evidente diversità all’interno del sistema socialista, segnali da collocare alla base di proficui rapporti con l’Ovest, quali un forte orgoglio nazionale, il potente ruolo della Chiesa cattolica, un sistema agricolo che era nell’85% dei casi privato, un popolare sentimento antirusso e dunque anti-sovietico. Non solo: Stoessel credeva che gli avvenimenti in Cecoslovacchia, ovvero l’invasione del 1968, avessero rafforzato tali elementi, nonostante l’atteggiamento della leadership polacca fermamente allineata alle posizioni sovietiche: «Gomułka può dire che la Polonia è accanto all’Unione Sovietica “nel bene o nel male” e la sua gente può essere d’accordo in proposito ma non ne è certo 7 Cfr. ibid., p. 86. 167 Maria Luisa De Benedetto felice». 8 Stoessel era testimone di una realtà polacca in fermento che reclamava novità in materia economica e che era saldamente legata agli interessi nazionali; per tale ragione, gli Stati Uniti avrebbero potuto puntare a intensificare i propri rapporti con le personalità polacche più attive in tali rivendicazioni. Naturalmente, la posizione che gli Stati Uniti avrebbero adottato nei confronti della Polonia sarebbe rientrata nel più ampio disegno strategico che il presidente Richard M. Nixon e il suo consigliere per la Sicurezza nazionale, Henry A. Kissinger, avrebbero riservato all’Est europeo. Il piano prevedeva come prioritario il dialogo tra le due superpotenze e quindi rassicurava Mosca sul fatto che gli Stati Uniti riconoscevano gli interessi strategici dell’Unione Sovietica in Europa Orientale. Nonostante questo, il rifiuto della “dottrina Brežnev” e il continuo riferimento alla sovranità degli Stati dell’Europa dell’Est sarebbero stati elementi fondamentali dei rapporti tra Washington e le capitali orientali. Nixon e Kissinger avrebbero scelto una politica di differenziazione verso l’Europa orientale e avrebbero avuto degli strumenti molto vantaggiosi dalla propria parte, come il supporto economico, le innovazioni tecnologiche, la cooperazione scientifica. 9 A 8 Cfr. Airgram from the Embassy in Poland to the Department of State, Warsaw, January 20, 1969, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 130, p. 309. 9 Per una visione globale del rapporto tra le due superpotenze negli anni della distensione, cfr. D.C. GEYER - D. SELVAGE, eds., Soviet-American Relations: The Détente Years, 1969-1972, Washington, D.C., U.S. Government Printing Office, 2007; per la visione di Nixon e Kissinger sull’Europa orientale, cfr. D. SELVAGE, Trasforming the Soviet Sphere of Influence? U.S.- Soviet Détente and Eastern Europe, 1969-1976, in «Diplomatic History», XXXIII, 4, September 2009, pp. 671-687. 168 Quando la minaccia arriva dall’etere tali strumenti decisero, comunque, di aggiungere RFE, orientandosi sulla strada della continuazione dei finanziamenti all’emittente radiofonica.10 Proprio tra la fine del 1969 e gli inizi del 1970, non erano i soli Stati Uniti a programmare una politica di avvicinamento all’Europa orientale. Il cancelliere della Repubblica Federale Tedesca, Willy Brandt, con la sua Neue Ostpolitik rappresentò, per l’Europa, la possibilità di un dialogo riconciliatore di là dal confronto tra le due superpotenze. Per Varsavia, invece, si trattava del rischio concreto di vedersi nuovamente schiacciata dall’accordo tra tedeschi e russi. Nel maggio del 1969, in occasione di un discorso elettorale, il segretario del Partito Operaio Unificato Polacco, Władysław Gomułka dedicò una buona mezz’ora del proprio intervento alla questione tedesca. 11 Il rapporto con la Repubblica Federale Tedesca era subordinato, per Varsavia, al riconoscimento dei propri confini, e principalmente il confine con la Germania orientale, lungo la linea dei fiumi Oder e Neisse, una sicurezza che non era arrivata da alcun trattato di pace e che, quindi, poteva essere garantita solo dalla fedeltà al Cremlino. 12 10 Cfr. Memorandum for Record, Washington, February 5, 1969, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 30, pp. 96-98, e Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, undated, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 34, pp. 105-107. 11 Zgodnie z najbardziej żywotnymi interesami nadoru polskiego. Z przemówienia na spotkaniu z wyborcami w Warszawie wygłoszonego 17 maja, 1969 [A favore dei più vitali interessi della nazione polacca. Da un discorso pronunciato in occasione di un incontro con gli elettori di Varsavia, 17 maggio, 1969], in W. GOMUŁKA, O Problemie Niemieckim. Artykuły i przemówienia [Sul problema tedesco. Articoli e discorsi], Warszawa, Ksiąźka Wiedza, 1984, p. 375. 12 Durante la conferenza di Potsdam, ed esattamente il 1° agosto 1945, i capi di Stato di Stati Uniti, Regno Unito e Unione delle Repubbliche Socialiste Sovietiche avevano approvato una risoluzione in base alla quale il territorio tedesco fino alla linea del fiume Oder-Neisse veniva affidato in amministrazione alla Polonia, la quale dichiarava il confine in questione come confine permanente, mentre gli Stati Uniti rimandavano la 169 Maria Luisa De Benedetto Gomułka espresse chiaramente la propria posizione nei confronti della Ostpolitik di Willy Brandt: non sarebbero bastate alla Polonia le parole o le rassicurazioni sul confine Oder-Neisse, sarebbe stato necessario un impegno scritto, in forma di trattato. 13 Un accordo simile a quello stipulato con la Germania Est nel 1950, poiché, una formula del genere avrebbe escluso qualsiasi ambiguità a proposito del carattere provvisorio del confine e della presenza di due Stati egemoni tedeschi. 14 Sicuramente il governo di Bonn, sosteneva il primo segretario, si sarebbe opposto, a causa del mancato trattato di pace e, per tale motivo, secondo Gomułka, Brandt avrebbe dovuto chiarire la propria posizione in materia di Oder-Neisse con i firmatari della Conferenza di Potsdam, prima di avviare le discussioni con i paesi del blocco socialista. 15 Per il governo di Varsavia esistevano due Stati tedeschi, entrambi rappresentanti della nazione tedesca e il popolo polacco si dichiarava pronto ad avere rapporti pacifici «con l’intera nazione tedesca».16 questione solo alla risoluzione finale della questione tedesca e cioè al trattato di pace con la Germania. 13 Cfr. Gomułka and Oder-Neisse Frontier, Telegram from Warsaw, Warsaw, May 19, 1969, in U.S. NATIONAL ARCHIVES AND RECORDS ADMINISTRATION (d’ora in poi NARA), College Park, MD, Record Group 59 (d’ora in poi RG 59), Subject Numerical Files (d’ora in poi SNF) 1967-1969, Political and Defense, POL 15-1 POL to POL 23-8 POL, box 2434. 14 Cfr. Formuły uznania granicy na Odrze i Nysie przez NRF, Warszawa, dnia 17 lipca 1969r. [Formule per il riconoscimento del confine Oder-Neisse, da parte della Repubblica Federale Tedesca, Varsavia, 17 luglio 1969], in ARCHIWUM MINISTERSTWO SPRAW ZAGRANICZNEJ [ARCHIVIO DEL MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI, d’ora in poi AMSZ], Varsavia, Gabinet Ministra (d’ora in poi GM), 26/29, 275, p. 4. 15 Cfr. GOMUŁKA, O problemie niemieckim, cit., p. 375. 16 Uzasadanienie propozycji polskiej z 17 Maja 1969 r., dot. uznania przez NRF granicy na Odrze i Nysie [Motivazioni della proposta polacca del 17 maggio 1969, a proposito del 170 Quando la minaccia arriva dall’etere Nel proprio intervento, per la prima volta dopo diverso tempo, il primo segretario del partito prendeva, dunque, posizione sulla questione tedesca: riferendosi a Brandt, Gomułka lo definiva «un uomo di buona volontà, sebbene tedesco» e ne riconosceva l’impegno a dirigere Bonn verso una nuova strada per la politica estera nei confronti del blocco socialista. Inoltre, Gomułka si richiamava alle parole del cancelliere tedesco sulla questione del confine, aggiungendo una propria valutazione e presentando una proposta concreta, poiché non sarebbe stato sufficiente un richiamo al “non uso della forza” per impedire il rischio di cambiamenti rispetto al confine, sino a quando la sua definitiva sistemazione non fosse stata garantita dal trattato di pace.17 Secondo le analisi polacche, solo il riconoscimento ufficiale dell’inviolabilità dei confini nazionali e la rinuncia ad avallare diritti sul territorio polacco a Nord-Ovest avrebbe garantito la rinuncia della Repubblica Federale Tedesca ad un eventuale revisionismo. E la garanzia che chiedeva la Polonia era una garanzia per il bene della sicurezza di tutta Europa, com’era stato stabilito nel Trattato di amicizia, collaborazione e cooperazione, stipulato nell’aprile del 1965 tra Varsavia e Mosca. In particolar modo, l’articolo 5 di tale trattato riportava che «uno degli elementi basilari del concetto di sicurezza per riconoscimento da parte della Repubblica Federale Tedesca del confine Oder-Neisse], in AMSZ, GM, 26/29, 275, p. 5. 17 Cfr. Research Memorandum: Poland: a More National Posture Toward Germany, May 28, 1969, in NARA, RG 59, SNF 1967-1969, Political and Defense, POL 17 POLUS to POL 2-1 PORT, box 2436. 171 Maria Luisa De Benedetto l’Europa è l’inviolabilità del confine Oder-Neisse della Repubblica Popolare di Polonia».18 Un passo importante, quindi, nella costruzione di un’Europa sicura fu il 18 novembre del 1970, quando il ministro degli Esteri tedesco, Walter Scheel, e quello polacco, Stefan Jędrychowski, conclusero il trattato sulla normalizzazione delle relazioni tra Polonia e Repubblica Federale Tedesca. Tale trattato, che sarebbe stato firmato il 7 dicembre a Varsavia, prevedeva cinque articoli, preceduti da un preambolo in cui veniva specificato che la Polonia era stata la prima vittima della seconda guerra mondiale e che venticinque anni erano passati da quel triste evento;19 anni che avevano determinato la nascita di una nuova generazione, «alla quale va assicurato un avvenire pacifico, […] nella coscienza che l’inviolabilità dei confini e il rispetto dell’integrità territoriale e della sovranità di tutti gli Stati in Europa entro le frontiere attuali sono una condizione fondamentale e necessaria per la pace». Era, inoltre, confermata dalle due parti l’inviolabilità (nienaruszalność/Unverletzlichkeit) dei confini esistenti, e l’obbligo, senza riserve, di rispettare l’integrità territoriale reciproca. Infine, 18 Uzasadanienie propozycji polskiej z 17 Maja 1969 r., dot. uznania przez NRF granicy na Odrze i Nysie [Motivazioni della proposta polacca del 17 maggio 1969, a proposito del riconoscimento da parte della Repubblica Federale Tedesca del confine Oder-Neisse], in AMSZ, GM, 26/29, 275, pp. 1-2. 19 Le due versioni del trattato, in lingua tedesca e polacca, sono disponibili sul sito del ministero degli Esteri polacco, http://www.traktaty.msz.gov.pl/SearchTreaties.aspx?t=DW. Per la versione in lingua inglese, cfr. Treaty between the Federal Republic of Germany and Poland Concerning the Basis for Normalizing Their Mutual Relations, Signed at Warsaw, December 07, 1970, in D. PAINTER - J.E. MILLER, eds., Documents on Germany, 1944-1985, Washington, D.C., U.S. Government Printing Office, 1985, pp. 1125-1127. Per il testo in italiano, cfr. G. SELVA, Brandt e la Ostpolitik, Bologna, Cappelli, 1974, pp. 240-241. 172 Quando la minaccia arriva dall’etere entrambe le parti dichiararono che non avrebbero sollevato alcuna rivendicazione territoriale.20 Ulteriori passi nella normalizzazione dei rapporti tra Est ed Ovest sarebbero stati avviati a partire dal cosiddetto “Appello di Budapest” del marzo 1969,21 con cui i paesi del Patto di Varsavia riproponevano l’idea di una conferenza sulla sicurezza in Europa. L’appello presentava al mondo un tema fondamentale: il presente e il futuro delle genti d’Europa sarebbero dipesi dalla volontà di superare tensioni e di convivere pacificamente. Tuttavia, non mancava un riferimento a quanti, trattenendo forze armate sul territorio europeo dimostravano di non facilitare tale proposito. La volontà dei paesi del blocco socialista era quella di creare un sistema di sicurezza europeo, costruito attraverso sforzi comuni e nell’interesse di tutti gli Stati europei e delle loro genti. Si trattava dell’avvio di un percorso che avrebbe portato, nell’estate del 1975, alla firma dell’Atto Finale della Conferenza di Helsinki, un documento che, dal punto di vista sovietico, sanciva il riconoscimento dello status quo in Europa, ma, dal punto di vista occidentale, apriva una breccia nel sistema socialista, che per la prima volta parlava di libera circolazione di idee, di merci e, soprattutto, di persone.22 Certo, 20 Articolo 1, paragrafo 1, del Trattato sulla normalizzazione delle relazioni bilaterali tra la Repubblica Popolare di Polonia e la Repubblica Federale Tedesca. 21 Cfr. Public Appeal for a European Security Conference, Budapest, March 17, 1969, in Records of the Warsaw Pact Political Consultative Committee, 1955-1990, in PARALLEL HISTORY PROJECT ON NATO AND WARSAW PACT (d’ora in poi PHP), in www.php.isn.ethz.ch, by permission of the Center for Security Studies at ETH Zurich on behalf of the PHP Network. Parte del documento è presente in V. MASTNY - M. BYRNE, eds., A Cardboard Castle? An History of the Warsaw Pact, 1955- 1991, Budapest, CEU Press, 2005, doc. 63, pp. 330-331. 22 Cfr. Conferenza sulla Sicurezza e la Cooperazione in Europa, Atto Finale, Helsinki, 1° agosto 1975, in www.osce.org. 173 Maria Luisa De Benedetto per la Polonia socialista il tema fondamentale restava quello della sicurezza e dell’inviolabilità dei confini, anche dopo l’uscita di scena di Gomułka e l’elezione del nuovo segretario del Partito Operaio Unificato Polacco (POUP), Edward Gierek, nel dicembre del 1970. Gierek non ebbe un compito facile, poiché, sebbene dalla fine dell’anno fossero state annunciate manovre economiche volte a migliorare le condizioni dei cittadini e vi fosse stato un grosso prestito da parte di Mosca per controbilanciare il congelamento dei prezzi, i disordini continuarono. Il nuovo primo segretario del partito non si scoraggiò; piuttosto, andò tra i lavoratori a chiedere il loro aiuto: «To tak, jak, Towarzysze, pomozecie?» [«Allora, compagni, darete una mano?»]; si presentò come un primus inter pares, iniziando, in questo modo, a costruire quella che diventerà la propaganda di un decennio. Ma, tralasciando la propaganda, solo il passo indietro del partito sull’aumento dei prezzi, avvenuto il 15 febbraio 1971, fece cessare le tensioni.23 I fatti del dicembre 1970, indiscutibilmente, avevano fatto apparire Edward Gierek come il leader in grado di risollevare il paese, un po’ come era stato per l’ormai dimenticato Gomułka nell’ottobre del 1956. Tuttavia, erano molte le differenze tra Gierek e Gomułka: Gierek non parlava per categorie ideologiche e preferiva andare tra la gente ed era, innanzitutto, un ottimo organizzatore. Il suo successo arrivava dai risultati che aveva ottenuto a livello locale, nella sua Slesia, mentre la sua vicinanza col mondo operaio era dovuta agli anni trascorsi in Europa occidentale (era stato in Francia e in Belgio, lavorando come 23 Cfr. PACZKOWSKI, The Spring Will Be Ours, cit., pp. 352-353. 174 Quando la minaccia arriva dall’etere minatore). Gierek aveva un suo fascino e una grande dose di autocontrollo, anche se, per alcuni, non aveva la solidità caratteriale dimostrata da Gomułka.24 Inoltre, il nuovo primo segretario del POUP aveva uno stile “consultivo”, cioè possedeva la capacità di gestire e sfruttare a suo vantaggio una dirigenza del partito allargata, fatto che non aveva precedenti nel segretariato del suo predecessore.25 Kissinger lo definì uno «zelante comunista ed un patriota polacco» e ne comprese i problemi: vivere tra un vicino potente, allontanarsi dal quale avrebbe voluto dire il suicidio, e il nemico di sempre, quella Germania verso la quale nessun polacco ancora riusciva a nutrire sentimenti di fiducia. Gierek si trovava a guidare il paese tra questi due “incubi nazionali”, cercando il massimo di autonomia, ma senza per questo rinunciare ai principi comunisti ai quali aveva dedicato la propria vita.26 In conclusione, nel momento in cui iniziava il periodo della distensione, gli uomini di Varsavia avevano due priorità in politica estera: normalizzare i rapporti con la Germania Federale e arrivare alla realizzazione di una conferenza sulla sicurezza e cooperazione in Europa. Non è un caso che le priorità della Polonia fossero proprio quelle: l’attenzione polacca nasceva, innanzitutto, dall’esigenza di Varsavia di vivere in un contesto europeo che riconoscesse il volto post-bellico che l’Europa aveva assunto de facto senza un 24 Cfr. Z.A. PEŁCZYŃSKI, Poland under Gierek, in R.F. LESLIE, ed., The History of Poland since 1863, New York, Cambridge University Press, 1980, p.143. 25 Cfr. K.J. LEPAK, Prelude to Solidarity: Politics of the Gierek Regime, New York, Columbia University Press, 1988, p. 41, e A. KEMP-WELCH, Poland under Communism: A Cold War History, Cambridge, Cambridge University Press, p. 194. 26 Cfr. H.A. KISSINGER, Gli anni della Casa Bianca, Milano, SugarCo, 1980, p. 987. 175 Maria Luisa De Benedetto riconoscimento formale dei confini orientali tedeschi. La paura polacca era un sentimento che nasceva da un senso di profonda insicurezza e che aveva spinto il governo a cercare l’accordo con la Repubblica Federale Tedesca e a fare pressioni per il riconoscimento dello status quo. In questo percorso, Radio Free Europe rappresentò spesso un elemento di disturbo su cui i polacchi non mancarono di porre l’accento. 2. Il confronto Lavorando al progetto di una conferenza così come proposto dall’Appello di Budapest, obiettivo del nuovo sistema europeo sarebbe stato il poter garantire ad ogni nazione l’indipendenza e l’integrità territoriale, il rispetto dei confini nazionali e della propria politica interna. Queste erano state le parole del ministro degli Esteri polacco, Stefan Jędrychowski, al segretario di Stato americano, William P. Rogers, in un incontro del settembre 1969 a New York, tredici mesi dopo l’invasione della Cecoslovacchia. Il segretario di Stato americano, in quell’occasione, chiese se il principio di sovranità nazionale avesse riguardato anche Praga, alludendo, provocatoriamente, all’invasione del 20 agosto 1968. Come risposta, Jędrychowski affermò che l’instabilità della Cecoslovacchia avrebbe potuto rappresentare una minaccia per la sicurezza della Polonia stessa: la storia aveva impartito lezioni importanti a Varsavia, poiché molti degli attacchi che essa aveva subito erano partiti proprio dalla Cecoslovacchia. La drammatica fine della “primavera di Praga” avrebbe dovuto far comprendere che un’Europa sicura, senza turbolenze, avrebbe dovuto implicare, necessariamente, il 176 Quando la minaccia arriva dall’etere processo di riconoscimento dello status quo, inclusi i confini stabiliti a Potsdam. 27 Jędrychowski colse l’occasione per esprimere le proprie idee anche direttamente al popolo tedesco, rispondendo alle domande del corrispondente per l’Europa orientale del «Die Zeit» di Bonn. Nel corso di un’intervista, il 16 ottobre del 1969, il ministro degli Esteri ebbe modo di insistere sul concetto di normalizzazione dei rapporti tra Varsavia e Bonn, anche alla luce del nuovo attivismo polacco verso la creazione di una conferenza per la sicurezza e cooperazione in Europa. Al giornalista che chiedeva quali fossero le idee polacche in merito alla normalizzazione dei rapporti con Bonn, Jędrychowski rispondeva che la normalizzazione sarebbe stata la conseguenza di un processo realizzato attraverso duraturi rapporti di pacifica coesistenza e di collaborazione tra i due paesi, perché la Polonia non era mai stata contro la nazione tedesca, piuttosto contro l’elemento militare tedesco, contro il militarismo tedesco nel suo essere aggressivo e revanscista. Per il ministro polacco, la coesistenza tra i due sistemi sarebbe stata possibile attraverso l’impegno a rinunciare all’uso e alla minaccia dell’uso della forza, rispettando la sovranità territoriale di ogni Stato e i confini esistenti in Europa, e con l’impegno a non intervenire nelle questioni interne di Stati sovrani. Un elemento nuovo che emergeva dall’intervista del ministro era l’importanza che Jędrychowski attribuiva ai media: essi avrebbero potuto contribuire alla creazione di un’atmosfera «sana, salutare». Coloro i quali lavoravano nel settore dell’informazione avrebbero dovuto permeare la loro attività di un 27 Cfr. Telegram from Secretary of State Rogers to the Department of State, New York, September 24, 1969, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 132, pp. 310-313. 177 Maria Luisa De Benedetto grande senso di responsabilità per il destino dell’Europa. Questo non si poteva dire per l’attività di quella stazione radio che, sosteneva Jędrychowski, «definisce se stessa “Europa libera”» e che mirava a mettere in cattiva luce i governi della Polonia e degli altri paesi socialisti e del cui operato riteneva direttamente responsabile proprio il governo della Germania Federale, poiché «la stazione radio sovversiva» si trovava sul territorio della Repubblica Federale Tedesca. Secondo il ministro degli Esteri polacco, l’esistenza di due sistemi diversi e la diversa visione del mondo non avrebbero dovuto rappresentare un ostacolo alle genti europee determinate ad opporsi alla tensione e alla guerra psicologica. Dopotutto, i polacchi avevano «sete di essere ascoltati e capiti».28 Quindi, secondo il ministro, le trasmissioni di RFE non contribuivano assolutamente al clima di dialogo che si voleva costruire; al contrario, rischiavano di compromettere il buon esito delle trattative tra Varsavia e i suoi interlocutori, con particolare riferimento alle conversazioni che erano state avviate con la Germania Federale e che avrebbero portato al trattato del dicembre 1970. Nell’ambito della seconda sessione delle conversazioni tra tedeschi e polacchi, questi ultimi avevano sollevato il problema delle trasmissioni radio, documentando, con una serie di registrazioni relative agli anni 1968 e 1969, gli attacchi rivolti a personaggi di spicco della vita politica del paese e affermando che tali attacchi avrebbero potuto 28 Airgram from the American Embassy in Bonn to the Department of State: Text of Polish Foreign Minister Jędrychowski’s German TV Interview, Bonn, November 12, 1969, in NARA, RG 59, SNF 1967-1969, Political and Defense, POL 15-1 POL to POL 23-8 POL, box 2434. 178 Quando la minaccia arriva dall’etere compromettere il buon esito delle trattative tra Bonn e Varsavia. A questo punto, i tedeschi si erano rivolti agli americani, suggerendo un intervento rivolto alla direzione di RFE a Monaco di Baviera. Il problema incontrava le preoccupazioni di Washington, poiché si avvicinava il termine della concessione a RFE per trasmettere dalla città e il timore che i tedeschi non volessero rinnovarla non appariva del tutto infondato. Frank M. Shakespeare, direttore della United States Information Agency (USIA), percepì immediatamente il pericolo che le lamentele polacche avrebbero potuto rappresentare per RFE. Durante una sua visita in Polonia, egli stesso aveva avuto modo di appurare la questione perché «letteralmente ogni rappresentate del governo» da lui incontrato aveva sollevato il problema di RFE. Per Shakespeare, bisognava essere prudenti e far presente ai tedeschi la preoccupazione degli Stati Uniti. Il punto su cui fare leva era il valore che gli Stati Uniti avevano riservato a RFE, «la più potente arma di propaganda» nell’Europa orientale.29 I polacchi, d’altra parte, avendo notevolmente diminuito i propri attacchi verbali alla Germania occidentale, almeno nei discorsi ufficiali, ponevano i rappresentati di Bonn in una posizione piuttosto scomoda e destinata a preoccupare gli Stati Uniti. Horst Pommering, direttore dell’ufficio per le questioni con l’Est del ministero degli Esteri tedesco, dopo aver incontrato il direttore della sezione di RFE a Monaco di Baviera, Ralph Walter, non si tranquillizzò affatto. I tedeschi erano seriamente preoccupati che le trasmissioni della radio avrebbero potuto 29 Memorandum from Helmut Sonnenfledt of the National Security Council Staff to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, April 07, 1970, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 35, pp. 107-108. 179 Maria Luisa De Benedetto compromettere le relazioni di Bonn con Polonia, Ungheria, Bulgaria e Romania. Pommering era particolarmente preoccupato dall’eventualità che quei paesi boicottassero le Olimpiadi del 1972 previste proprio a Monaco, e per tale ragione chiedeva l’intervento diretto degli Stati Uniti. Da parte loro, gli uomini di Washington non avrebbero rinunciato a RFE ma, allo stesso tempo, avrebbero cercato di tranquillizzare i tedeschi, rassicurandoli del fatto che l’approccio di RFE sarebbe cambiato, cosicché essi avrebbero potuto resistere alle pressioni dei rappresentanti dei regimi socialisti.30 A conferma di questo, il 21 giugno del 1970, in un articolo sul «Washington Star», il presidente Nixon assicurava che la presenza di RFE non era “negoziabile”. Allarmato da tali dichiarazioni, l’ambasciatore polacco a Washington, Jerzy Michałowski, incontrò Edward Weintal, dell’USIA, e chiarì la posizione polacca in merito. Varsavia non avrebbe posto la questione dell’esistenza di RFE nella prima parte delle trattative con Bonn, ma sicuramente lo avrebbe fatto nel momento in cui, dopo l’accordo, si fosse passati alla “normalizzazione” dei rapporti. A quel punto, per i polacchi, la presenza di RFE sul suolo tedesco avrebbe rappresentato una conditio sine qua non. Secondo l’ambasciatore, i tedeschi avrebbero coinvolto gli Stati Uniti e la questione RFE sarebbe diventata oggetto delle relazioni tra Varsavia e Washington: come ambasciatore, era suo preciso compito, pertanto, adoperarsi per evitare tali tensioni. Michałowski aggiunse che RFE era una «rubrica di gossip», gestita da 30 Cfr. Telegram from the Embassy in Germany to the Department of State, Bonn, June 03, 1970, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 36, pp. 108-110. 180 Quando la minaccia arriva dall’etere giornalisti «maligni, ma estremamente abili», al punto che avrebbe voluto assumerli alla radio polacca ufficiale. 31 Se le rimostranze polacche avevano preoccupato il più stretto dei collaboratori di Brandt, Egon Bahr, che avrebbe voluto sbarazzarsi dell’emittente radiofonica, gli Stati Uniti continuavano a sostenere la propria posizione e si auguravano vivamente che la questione non arrivasse a compromettere le relazioni tra Bonn e Washington. 32 In effetti, la tensione a livello internazionale venne allentata dall’accordo del dicembre del 1970, ma il successo diplomatico non salvò Gomułka dalla contestazione. Il vecchio segretario del partito venne messo in minoranza ed estromesso dalle stanze del potere; in Polonia sembrò aprirsi una nuova stagione di disgelo con l’arrivo di Gierek, anche se, negli ambienti diplomatici e militari, permaneva un clima di diffidenza nei confronti del dialogo con l’Occidente. Per i polacchi, la strategia dell’Alleanza Atlantica restava quella di negoziare da una posizione di forza e si traduceva nel tentativo di destabilizzare l’equilibrio interno del blocco socialista, utilizzando gli strumenti della guerra psicologica, con particolare riferimento a RFE.33 31 Memorandum from Edward Weintal of the United States Information Agency to the Director of the United States Information Agency (Shakespeare), Washington, July 01, 1970, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 43, pp. 121-122. 32 Cfr. Memorandum from Helmut Sonnenfeldt of the National Security Council Staff to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, July 17, 1970, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 45, pp. 124-126. 33 Cfr. Wezłowe problem bezpieczeństwa europejskiego ze szczególnym uwzglednieniem aspektów militarnych w świetle dotychczasowych koncepcji i propozycji państw i układów polityczno- militarnych stron oraz perspektyw rozwojowych, 13.05.1971 [Problemi fondamentali della sicurezza europea con particolare riguardo agli aspetti militari alla luce delle idee e delle proposte esistenti da parte degli stati e dei patti politico-militari e delle prospettive di sviluppo], in CENTRALNE ARCHIWUM WOJSKOWE [ARCHIVIO 181 Maria Luisa De Benedetto I polacchi più e più volte avevano insistito per la chiusura delle trasmissioni radiofoniche da Monaco di Baviera, le quali, dopo aver rischiato di compromettere l’accordo, rappresentavano ora un intralcio alla normalizzazione dei rapporti con Bonn, ma altrettante volte avevano ottenuto rassicurazioni sul fatto che RFE avrebbe attenuato i toni eventualmente polemici.34 Nella primavera del 1971, i diplomatici polacchi si erano impegnati nel mettere in atto una strategia politico-diplomatica in materia di RFE, inviando delle lettere, in forma di aide-mémoire, agli ambasciatori di Austria, Francia, Gran Bretagna, Italia, all’incaricato di affari di Svezia e, ovviamente, al ministro degli Esteri della Germania Federale, Walter Scheel, cioè ai rappresentanti di quei paesi ritenuti direttamente coinvolti nella faccenda. Le lettere presentavano la medesima struttura e gli stessi contenuti, insistendo sul fatto che RFE ostacolasse le dinamiche della distensione, utilizzando un linguaggio che ormai apparteneva al passato. Inoltre, nelle lettere ai rappresentanti europei, venne fatto esplicito riferimento al coinvolgimento della CIA nell’attività di RFE. Tale riferimento, tuttavia, non fu riportato nella lettera preparata per gli Stati Uniti.35 Il governo di Varsavia chiedeva l’interruzione delle trasmissioni poiché l’azione della radio era «ancora in stile guerra fredda» e MILITARE CENTRALE, d’ora in poi CAW], Varsavia, Dział IV, Sztab Generalny Zarząd 1, 1643/78/51. 34 Cfr. Notatka informacyjna, Warszawa, 28 maja 1971 r. [Nota informativa, Varsavia, 28 maggio 1971], in AMSZ, Dep. IV, 28/77,6. 35 Cfr. Pilna notatka dot. planowanej przez MSZ akcji dyplomatyczno-politycznej w sprawie RWE, Warszawa, 07.05.1971 [Nota urgente a riguardo della pianificazione dell’azione politico-diplomatica da parte del Ministero degli Esteri in relazione a Radio Free Europe, Varsavia, 07.05.1971], in AMSZ, Dep. IV, 28/77, 6. 182 Quando la minaccia arriva dall’etere comprometteva seriamente la stabilità del clima politico europeo. Si trattava di accuse che erano state già mosse, tuttavia, nella primavera del 1971; la protesta sollevata dai polacchi riguardò tutti i paesi coinvolti nelle attività di RFE, e a tutti veniva chiesto di intervenire in maniera decisa, sulla base dello spirito di distensione così “pubblicizzato” in Europa. Le risposte dei paesi occidentali, seppure politicamente corrette, non avrebbero portato ad azioni volte a limitare quella che comunque era una forma di «libertà di stampa e di espressione», come sottolineato da parte francese. 36 Gli americani definivano i toni usati da Varsavia nell’aide-mémoire particolarmente severi: nell’incontro con il viceministro degli Esteri, Józef Winiewicz, Stoessel sottolineò che RFE non parlava a nome del governo degli Stati Uniti d’America. L’ambasciatore americano non poteva non notare come, sebbene la nuova leadership polacca fosse di mentalità più aperta rispetto alla precedente, per essa le trasmissioni radiofoniche incriminate costituissero realmente un ostacolo sulla via della normalizzazione dei rapporti con Washington. I polacchi ritenevano RFE uno dei problemi più “spinosi” nelle relazioni tra i due paesi. Per Winiewicz, le voci della radio che trasmetteva dalla sede di Monaco di Baviera appartenevano a emigrati polacchi ansiosi di mettere in cattiva luce la Polonia di Gierek solo perché non sopportavano l’idea che il modello socialista avesse vinto e stesse raccogliendo tanti successi. Se in passato, l’attività, “presumibilmente” privata di RFE, era stata tollerata, ora diventava difficile non fare rimostranze dinanzi ai fondi 36 Notatka informacyjna, Warszawa, 01 czerwca 1971 r. [Nota informativa, Varsavia, 01 giugno 1971], in AMSZ, Dep. IV, 28/77, 6. 183 Maria Luisa De Benedetto che il Congresso avrebbe stanziato. 37 Difatti, nel 1971, americani e tedeschi di Bonn stabilirono che RFE sarebbe sopravvissuta alle pressioni della Polonia. Era comprensibile che un mezzo di comunicazione così diffuso e attento alla realtà dei paesi socialisti non fosse ben visto dai regimi orientali; anche la Cecoslovacchia aveva avanzato delle proteste, ma, per i polacchi, la questione era così importante da assorbire preziose energie e determinare prese di posizione decisamente forti.38 Varsavia cercò di risolvere la controversia ponendola in relazione ai contatti bilaterali, senza ottenere grossi risultati: ancora una volta le paure “ataviche” della classe dirigente polacca non venivano del tutto comprese. I timori manifestati non facevano altro che rilevare la fragilità del sistema politico nel paese, la consapevolezza, da parte della classe dirigente, che l’equilibrio su cui si manteneva in vita la Repubblica Popolare di Polonia fosse alquanto precario. L’elemento psicologico aveva un’importanza particolare per la classe dirigente del POUP, perché la nazione polacca non era controllabile al cento per cento e si temevano le ripercussioni di quello che la gente ascoltava durante le trasmissioni di RFE. Lo stesso ministero dell’Interno era particolarmente attento a notare quelle che potevano essere le “subdole” infiltrazioni dell’Occidente nella vita del paese, studiando in maniera 37 Cfr. Telegram from the Embassy in Poland to the Department of State, Warsaw, May 26, 1971, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 54, pp. 150-152. A partire dalla seconda metà del 1971, i fondi per RFE e RL divennero competenza del Congresso, che subentrava, così, alla CIA. Cfr. Letter from Director of Central Intelligence Helms to the Director of the Office of Management and Budget (Shultz), Washington, June 16, 1971, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 55, pp. 153-154. 38 Cfr. Memorandum of Conversation, Washington, June 17, 1971, in FRUS, 1969-1976, vol. XXIX, doc. 56, pp. 154-155. 184 Quando la minaccia arriva dall’etere approfondita le dinamiche “nascoste” della guerra fredda, andando oltre la diplomazia tradizionale e puntando sugli aspetti “invisibili” della politica del confronto bipolare. Il nodo centrale era proprio l’attenzione che gli analisti del ministero dell’Interno ponevano alle potenzialità di una possibile infiltrazione nel campo delle attività economiche e scientifiche, a seguito della nuova dimensione di dialogo che apriva la distensione: i polacchi erano preoccupati per eventuali nuove attività di spionaggio che riguardavano proprio i contatti culturali e scientifici che la distensione stava favorendo.39 La ricerca di collaborazioni economiche, scientifiche e culturali con l’Occidente caratterizzò, in effetti, il modo di agire della nuova direzione del partito. Gierek fu un leader con la valigia sempre pronta, un tratto che lo avrebbe distinto dal suo predecessore e che avrebbe ancora di più indotto i paesi occidentali a credere in un nuovo slancio in politica estera da parte del più grande degli alleati di Mosca. Per i diplomatici polacchi, la politica verso l’Europa occidentale avrebbe rappresentato «una funzione della partecipazione di Varsavia nel fronte socialista» e tutte le iniziative di politica estera avrebbero avuto l’obiettivo di rafforzare la sicurezza della Polonia e la sua posizione internazionale, poiché tale circostanza avrebbe contribuito allo sviluppo economico del paese. 40 I polacchi, tuttavia, erano intenzionati a non 39 Cfr. Działania wywiadowcze państw NATO wobec Polski. Notatka, Warszawa, 17.02.1970 [Attività di spionaggio dei paesi NATO verso la Polonia. Appunti, Varsavia, 17.02.1970], in INSTYTUT PAMIĘCI NARODOWEJ [ISTITUTO DI MEMORIA NAZIONALE, d'ora in poi IPN], Varsavia, IPN, BU 0665/5. 40 Wstępne założenia perspektywicznego planu działania w stosunku do krajów Europy Zachodniej, Poufne, Warszawa, 30.06.1971 [Preliminare piano del programma sulle prospettive dell’azione nel rapporti con i paesi dell’Europa occidentale, urgente, Varsavia, 30.06.1971], in AMSZ, Dep. IV, 27/77, 10. 185 Maria Luisa De Benedetto trascurare i rischi che tali contatti avrebbero potuto provocare, a seguito della «pericolosa azione nemica», che avrebbe potuto compromettere «la sicurezza dell’economia del paese». Per tale ragione, sarebbe stata prestata particolare attenzione ai movimenti dei polacchi nei paesi dell’Ovest, selezionando con attenzione i cittadini che avrebbero oltrepassato la cortina di ferro. 41 In questa direzione andavano anche gli sforzi della diplomazia di Varsavia verso il processo di Helsinki e la Conferenza sulla sicurezza e la cooperazione in Europa, che avrebbe determinato un nuovo sistema di sicurezza e cooperazione, incrementando gli scambi scientifici, tecnologici e commerciali. Rispetto agli aspetti ideologici della questione, gli obiettivi polacchi sarebbero stati l’eliminazione di RFE e altri media che avevano spesso accusato il sistema socialista in sé e ostacolato la dimensione della coesistenza pacifica di due sistemi e modelli sociali diversi. Per gli uomini di Varsavia, infine, la conferenza avrebbe reso l’Europa occidentale più autonoma nei confronti delle scelte politiche degli Stati Uniti: in questo modo, i contatti tra i paesi europei sarebbero sicuramente migliorati.42 41 Cfr. Notatka dot. Współdzialnia Departamentu II i III MSW oraz ich jednostek terenowych w zakresie ochrony gospodarki narodowej przed wrogą i szkodliwą działalnoscią, Warzsawa, maja 1971 r. [Appunto sulla collaborazione dei Dipartimenti II e III del Ministero dell’Interno e le loro unità sul terreno in relazione alla sicurezza dell’economia nazionale da parte della dannosa e nemica azione, Varsavia, maggio 1971], in IPN, IPN BU 0665/225. 42 Cfr. Pilna notatka na temat udziału Polski w przygotowaniach do EKBiW, Warszawa, dnia 20.06.1972 r. [Nota urgente sul tema della partecipazione della Polonia ai preparativi per la CSCE, Varsavia, 20.06.1972], in W. BORODZIEJ, ed., Polskie Dokumenty Dyplomatyczne (Documenti Diplomatici Polacchi, d’ora in poi PDD), 1972, Varsavia, Polski Instytut Spraw Międzynarodowych, 2005, doc. 127, pp. 347-355. 186 Quando la minaccia arriva dall’etere La necessità di arginare la propaganda inutile e pericolosa di RFE fu espressa persino in quello che fu il momento di massimo splendore della politica estera polacca, ovvero la visita del presidente degli Stati Uniti d’America, Richard Nixon, nel 1972. Il presidente, arrivato a Varsavia il 31 maggio, fu accolto dal capo dello Stato, Henryk Jabłoński, e, in seguito, s’intrattenne con il primo segretario del partito, Gierek. Durante la serata, fu firmata una convenzione consolare tra il ministro Olszowski e il segretario di Stato, William P. Rogers, nella sede del ministero degli Esteri. Il giorno dopo, vi furono le conversazioni ufficiali e un pranzo al Palazzo del Belvedere.43 Nel suo colloquio con il segretario di Stato, Olszowski fece un chiaro riferimento al danno che RFE arrecava alla distensione, presentando un’immagine della società polacca che non corrispondeva alla realtà. In particolar modo, il ministro contestava gli attacchi agli uomini del governo e del partito e sosteneva che i tentativi di staccare Varsavia dall’amicizia con l’Unione Sovietica potevano essere sostenuti solo da quanti desideravano “cattive relazioni” tra la Polonia e gli Stati Uniti. RFE sbagliava a definirsi una “radio polacca”, a usare l’inno polacco, a manipolare le notizie sulla politica interna del paese. 44 Rogers, dal canto suo, evitò di affrontare la questione in maniera diretta, non escludendo che potesse essere risolta nell’ambito delle problematiche 43 Cfr. S. GŁĄBIŃSKI, President Nixon’s 24 Hours in Warsaw, Warsaw, Interpress Publishers, 1972, pp. 5-9. 44 Cfr. Informacja dla Sekretarzy KW o wizycie Nixona w Moskwie i w Warszawie, Warszawa 6 czerwca 1972 r. [Informazione per i segretari dei paesi alleati sulla visita di Nixon a Mosca e a Varsavia, Varsavia, 6 giugno 1972], in AMSZ, Dep. I, 16/77, 8. 187 Maria Luisa De Benedetto da affrontare nella Conferenza sulla sicurezza e cooperazione in Europa.45 Il ministro polacco ebbe modo di ritornare sull’argomento anche in occasione delle sue visite a Bonn e a Washington, nel settembre del 1972. In Germania, Olszowski rivolse un duro attacco all’attività di RFE, pur non riferendosi a precisi episodi. Fonti americane riferivano che si trattava di una nuova linea di condotta stabilita direttamente dalla direzione centrale del partito a Varsavia: gli uomini del POUP avrebbero avuto un atteggiamento costante di critica e di opposizione all’attività della radio.46 Così, anche durante la visita di Gierek e del suo ministro degli Esteri negli Stati Uniti, nell’ottobre del 1974, l’argomento fu riproposto: l’attività di RFE continuava a essere giudicata “anacronistica” dai polacchi. Ascoltate le lamentele di Olszowski, il nuovo segretario di Stato, Kissinger, fece notare al suo interlocutore come la faccenda non fosse di competenza del dipartimento di Stato, ma accettò di analizzare il materiale prontamente fornito dai polacchi. Ricordando le precedenti sollecitazioni a Rogers e rilevando che le trasmissioni radiofoniche continuavano, il ministro parlò di dissonanza nelle relazioni tra Varsavia e la Casa Bianca. Olszowski terminava così il proprio resoconto: «Sollevando questo tema, credo che, nell’interesse 45 Cfr. Informacja o wizycie Prezydenta Stanów Zjednoczonych R. Nixona w Warszawie, Warszawa 2 czerwca 1972 r. [Informazione sulla visita del presidente degli Stati Uniti R. Nixon a Varsavia, Varsavia, 2 giugno 1972], in AMSZ, Dep. I, 16/77, 8. 46 Cfr. Telegram from the American Embassy in Bonn to the Secretary of State in Washington D.C., Bonn, September 28, 1972, in NARA, RG 59, SNF 1970-1973, Political and Defense, POL 7 POL to POL 12- 3 POL, box 2552. 188 Quando la minaccia arriva dall’etere delle relazioni tra Polonia e Stati Uniti e della distensione, debbano cessare le trasmissioni di RFE in lingua polacca».47 Agli inizi del 1975, il governo polacco sembrò convinto di raccogliere i frutti della propria linea politica nei confronti di RFE. In un documento preparato in occasione della visita che Edward Gierek avrebbe fatto negli Stati Uniti nel 1976, si rilevava che «nell’ultimo periodo si è osservato un abbassamento dei toni di RFE in riferimento ai nostri affari interni». 48 Tuttavia, il 1976 sarebbe stato un anno particolarmente difficile per il paese e gli “affari interni” della Polonia socialista sarebbero stati al centro degli attacchi di RFE. Il VII congresso del POUP, aperto l’8 dicembre del 1975, fu l’occasione per affrontare una questione cruciale come l’innalzamento dei prezzi, quei prezzi che erano stati bloccati nel 1971, dopo l’uscita di scena di Gomułka. Le decisioni del congresso avrebbero decretato i provvedimenti che, nel corso del 1976, avrebbero portato all’effettiva delibera sull’aumento dei prezzi dei generi 47 Rozmowa Ministra Spraw Zagranicznych PRL, Stefan Olszowskiego z Sekretarzem Stanu USA Henry Kissingerem w Departamencie Stanu w Wszyngtonie, 08 października 1974 r. [Conversazione del ministro degli Esteri della Repubblica Popolare di Polonia, Stefan Olszowski, con il segretario di Stato degli Stati Uniti d’America, Henry Kissinger nel dipartimento di Stato a Washington, 08 ottobre 1974], in ARCHIWUM AKT NOWUM [ARCHIVIO DEGLI ATTI MODERNI, d’ora in poi AAN],Varsavia, KC PZPR [Comitato Centrale del POUP], XIA /706. Documento pubblicato in A. KOCHANSKI - M. MORZYCKI-MARKOWSKI, eds., PDD, 1974, Varsavia, Polski Instytut Spraw Międzynarodowych, 2007, doc. 195, pp. 603-611. 48 Informacja w sprawie realizacji zadań wynikających z wizyty I sekretarza KC PZPR towarzysza Edwarda Gierka w Stanach Zjednoczonych, Warszawa, 26 lutego 1975 r. [Nota informativa sulla risoluzione dei problemi sollevati nella visita del primo segretario del comitato centrale del POUP, il compagno Edward Gierek, negli Stati Uniti, Varsavia, 26 febbraio 1975], in AAN, KC PZPR, Wydział Zagranyczny, 850/7, 970. 189 Maria Luisa De Benedetto alimentari. Nel frattempo, la costante penuria di prodotti, soprattutto carne, aveva provocato frequenti disordini, nella capitale e non solo.49 In occasione della visita a Bonn, tra l’8 e il 12 giugno del 1976, Gierek fu piuttosto ambiguo con i giornalisti, rispondendo, a proposito delle ormai evidenti difficoltà economiche del proprio paese, che ogni decisione sarebbe stata presa previe “consultazioni” nazionali. 50 In realtà, appena due settimane dopo, il 24 giugno, veniva imposta alla popolazione la decisione relativa all’aumento dei prezzi di generi alimentari di prima necessità. RFE fu particolarmente dura a proposito dei fatti di giugno, sostenendo le proteste degli operai e documentando il disastro economico della Polonia di Gierek. In un colloquio con l’ambasciatore americano, Richard T. Davies,51 il primo segretario del POUP, nel luglio del 1976, si lamentò apertamente di quei commenti, chiedendosi come fosse possibile che venisse finanziata una stazione radio che non ponderava, evidentemente, i rischi delle proprie affermazioni. Il discorso si stava spostando dal piano della politica interna alle dinamiche della politica estera. Secondo il leader slesiano, le parole di RFE mettevano in cattiva luce la Polonia socialista, distorcendo la realtà e fornendo delle “armi” agli oppositori del governo. Gierek aggiunse, con una punta di sarcasmo prontamente notata da Davies, che «[…] il fallimento della riforma dei prezzi indebolirà la Polonia e farà il gioco 49 Cfr. Poland: Annual Review for 1975, Warsaw, December 30, 1975, in NATIONAL ARCHIVES (d'ora in poi NA), Kew Gardens, London, Records of the Foreign and Commonwealth Office and Predecessors (d’ora in poi FCO), 28/2726. 50 Cfr. LEPAK, Prelude to Solidarity, cit., p. 91. 51 Richard T. Davies era subentrato a Walter J. Stoessel, come ambasciatore degli Stati Uniti d’America in Polonia, nel 1973. 190 Quando la minaccia arriva dall’etere di quelli che non vogliono che il nostro paese occupi una posizione rilevante in Europa. Ma credevo che il suo governo, signor ambasciatore, fosse d’accordo sul fatto che sia un bene avere una Polonia più forte piuttosto che una Polonia più debole»; di conseguenza, ai paesi occidentali, sarebbe convenuto avere una Polonia senza Gierek?52 Evidentemente il primo segretario sentiva che la propria credibilità era stata minacciata da quanto riportato da RFE e insisteva sui rischi che avrebbero potuto avere gli stessi paesi occidentali approvando le rimostranze che gli si rivolgevano. Gierek considerava gli attacchi rivolti alla propria persona come degli attacchi rivolti a un uomo politico che aveva, senza alcun dubbio, sposato la causa della distensione e del dialogo. Lo stesso ambasciatore Davies avrebbe dichiarato, quasi cercando una giustificazione, che gli americani, presi, forse, dai festeggiamenti per il loro bicentenario, non avevano controllato a dovere le trasmissioni di RFE.53 Ad ogni modo, mentre Gierek difendeva il proprio operato e il proprio ruolo, alla fine del 1976 la questione del debito polacco non mancava di impensierire i critici del sistema socialista. RFE non poteva quantificare l’ammontare del debito, ma si era espressa in maniera decisa sui rischi che stava correndo la società polacca: i segnali erano 52 Telegram 4657 from the Embassy in Poland to the Department of State, Warsaw, July 06, 1976, in E.J. KEEFER (gen. ed.) - P. KRAEMER (ed.), FRUS, 1969-1976, vol. E-15, Documents on Eastern Europe, 1973-1976, doc. 55, http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76ve15p1/d55. 53 Cfr. Telegram 4666 from the Embassy in Poland to the Department of State, July 06, 1976, in FRUS, 1969-1976, vol. E-15, doc. 56, http://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76ve15p1/d56. 191 Maria Luisa De Benedetto sempre più evidenti, la situazione nei primi mesi del 1976 non stava facendo altro che peggiorare e la classe dirigente sembrava non voler ammettere tale deterioramento.54 3. Conclusione Edward Gierek sarebbe sopravvissuto ai disordini dell’estate del 1976. Per gli uomini del partito si trattava di una crisi che il popolo avrebbe potuto superare se si fosse dimostrato unito e pronto a reagire alle difficoltà economiche del momento.55 Gierek era arrivato al potere chiedendo al popolo, ai suoi “compagni” di aiutarlo, ma la strada percorsa dalla nuova leadership ben presto si era allontanata dalle esigenze reali del paese e la stessa immagine del primo segretario del partito sarebbe stata indebolita dai fatti del 1976: da lì a qualche anno nuove tensioni e nuove proteste ne avrebbero sancito la definitiva uscita di scena. Il partito non avrebbe mai potuto conquistare pienamente il popolo polacco e questo soprattutto perché esso veniva identificato con l’ingerenza di Mosca negli affari interni di un paese, il cui popolo sentiva di appartenere alla tradizione culturale dell’Europa occidentale.56 54 Cfr. R. STEFANOWSKI, Poland’s Indebtedness with the West, October 19, 1976, in OPEN SOCIETY ARCHIVES (d’ora in poi OSA), Radio Free Europe/ Radio Liberty (d’ora in poi RFE/RL), Background Reports (Country Series: Poland), HU OSA 300-8-3, Poland. 55 Cfr. Gierek’s Call for Patience and Unity, Munich, September 06, 1976, p. 1, in OSA, RFE/RL Background Reports (Country Series: Poland), HU OSA 300-8-3, Poland. 56 Cfr. Intelligence Memorandum CI 76-10173 Prepared in the Central Intelligence Agency, Washington, November 10, 1976, in FRUS, 1969-1976, vol. E-15, doc. 57, http://www.state.gov/r/pa/ho/frus/nixon/e15. 192 Quando la minaccia arriva dall’etere L’atteggiamento che il POUP dimostrò nei confronti di RFE fu così duro e determinato proprio perché gli uomini del partito percepivano la distanza tra la gente polacca e loro stessi. Quando, nel settembre del 1975, furono resi noti gli emendamenti alla Costituzione che il parlamento polacco, il Sejm, avrebbe approvato in dicembre, in molti sollevarono obiezioni. 57 Chiesa e intellettuali fecero sentire la propria voce, e difatti la leadership ritirò alcune delle frasi che avevano suscitato le critiche maggiori: a proposito del rapporto con l’Unione Sovietica si preferì, dunque, parlare di «amicizia e collaborazione», invece che di «legami fraterni e indissolubili» e di «alleanza». Il 10 febbraio del 1976, il Sejm approvava gli emendamenti alla Costituzione, con l’unica astensione del deputato cattolico Stanisław Stomma, il cui nome sarebbe poi scomparso dalle successive liste elettorali. 58 I nuovi articoli aggiunti alla Costituzione incrementavano e istituzionalizzavano la presenza del partito nella vita del paese, ma nello stesso tempo lo allontanavano dalla nazione, creando i presupposti per un progressivo distaccarsi del popolo dallo Stato. Gli episodi di dissenso nei confronti degli emendamenti alla Costituzione, secondo RFE, avevano mostrato che l’opinione pubblica era attiva in Polonia, che aveva modo di esprimere se stessa e, soprattutto, era lì, pronta «ad ascoltare».59 Henry Kissinger sosteneva che, in Europa, non esistesse paese nel quale l’aspirazione all’indipendenza fosse così inseparabile 57 Cfr. Polish Public Opinion and the Constitutional Amendments, s.d., in OSA, RFE/RL Background Reports, HU OSA 300-8-3, Poland. 58 Cfr. PACZKOWSKI, The Spring Will Be Ours, cit., pp. 366-367. 59 Polish Public Opinion and the Constitutional Amendments, s.d., cit. 193 Maria Luisa De Benedetto dalla propria storia, come in Polonia.60 Una riflessione che riecheggia nelle considerazioni sul 1976 polacco degli analisti della CIA: «La riottosità dimostrata nei disordini avvenuti è profondamente radicata nel carattere polacco. A partire dalle spartizioni di duecento anni fa, i polacchi hanno considerato la disobbedienza e l’opposizione agli occupanti stranieri come virtù patriottiche essenziali al riemergere di uno Stato polacco. Il periodo tra le due guerre mondiali è stato troppo breve per alterare questo modo di agire e l’opposizione all’autorità è diventata nuovamente un comportamento standard dopo la presa di potere da parte dei comunisti».61 L’efficacia di RFE come arma durante la guerra fredda è assolutamente verosimile per il caso polacco, non soltanto perché il tempo avrebbe dato ragione a chi aveva sparso i semi della dissidenza nell’etere, arrivando direttamente nelle case della gente polacca, ma anche perché, nell’opposizione che ad essa fece il POUP, vi è tutto il senso di quel potenziale: le paure del partito erano reali perché la società era, evidentemente, recettiva a quei richiami. Stava ascoltando. 60 Cfr. KISSINGER, Gli anni della Casa Bianca, cit., p. 985. Intelligence Memorandum CI 76- 10173 Prepared in the Central Intelligence Agency, Washington, November 10, 1976, cit. 61 194 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 195-218 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p195 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Anna Silvia Bruno A Space without Frontiers and the New Nomos of the Earth Abstract: Following the process of globalization, national law has lost its normative force as a symbol of positive legal order. The legislators’ intentions have been substituted by those of the judges, allowing human rights, fundamental individual rights – in the most modern sense of the term – to produce institutional and judicial artifices to effectively safeguard “individualism”, in and of globalisation against the abuse of the majority. In this sense, a denationalisation of the States has followed the creation of the global juridical dimension. The creation of new alternative spaces to national space, determined both by processes that respond to transnational power and processes that operate outside institutionalised political power, can appear physiological in global logic, but it shows the absence (or non-activation) of a set of tools with which to generate “antibodies” against external attacks brought about by new situations and the subsequent artificiality of the relationship between the two dimensions (national and supranational). Keywords: Nomos Policontexturality. 1. of the Earth; Globalization; Transconstitutionalism; Introduction The problem of “where” has taken on a great deal of importance following the global phenomena which have forced legal scholars to reconsider the question of space. In Europe and the United States, constitutionalism is established according to two different cultures of constitutional changes. On one hand, the European context is marked by the tension between Constitution/State and politics (the best example of which being the German Weimar Republic); on the other hand, with the new Nomos of the Earth (20th century), dominated by American international doctrines of interference on a global level, politics takes Anna Silvia Bruno hold of the economy to identify itself with it and give life to the principle of cujus oeconomia, ejus regio. European States stop being exclusively guided by political interest of intrastate power (the Nomos of the Earth) to take an interest in governing the change of social structures. Mirkine-Guetzevitch spoke about a European «general constitutional law» founded on the rationalisation of power to respond to society’s needs and the transformational requirements of rights (in a social dimension and no longer in an economic-individual dimension), in accord with an international public law of reciprocal respect between the States.1 In actual fact, the logic of cujus oeconomia, ejus regio follows the expansion of the American Nomos of the Earth in its different directions compared to the jus publicum europeaeum. The global context is characterised by moments of transformation, for example the process of European integration and the “constitutional” role of European judicial decisions and international cases of the ECHR. European culture entrenches itself behind the law against “informal” changes, negating validity to phenomena which are placed extra constitutionem. In this picture we include both attempts at constitutional reform which are constitutionally unfaithful and political tendencies in fraud of the Constitution; so that, if the legal and political systems begin to use the same language, decisions are made within the bounds of political correctness but outside the correct constitutional structure. 1 See B. MIRKINE-GUETZEVITCH, Le costituzioni europee, Milano, Edizioni di Comunità, 1954. 196 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth The article develops the following questions in three sections. In the first part, I underline how national law has lost its normative force as a symbol of positive legal order: with the process of globalisation, it has been overtaken by a law whose origin is in the public opinion of members of society, in judges’ decisions and in judicial science. In the second paragraph, I will focus on the role of the new technoeconomical space which has eradicated the original Nomos which marked the link between a social community and its territory to indicate the beginning of a new configuration of the relationship between economy and politics. Finally, I support the thesis in which the State must intervene in regulating and constitutionalising the global market, otherwise, along with the social counter-power of other spheres (NGO, media, trade unions etc.) it can have an effect on the economy, generating rules of self-limitation in order to preserve itself. 2. From a denationalisation of the States to the global judicial dimension From the Single European Act to the Maastricht Treaty and the Charter of Rights, the phases of evolution of European constitutionalism have generated among member States an awareness that the “Constitution” of the European Union would never be a “document” created by one single constituent power but something different to the classical Constitution in the Kelsenian sense; something that was being structured as a “process” through which to acknowledge the empirical legitimacy of the “Constitution” even after the consolidation of its formal authority. Confirmation of this is given in the constitutional 197 Anna Silvia Bruno architecture which, currently, does not appear to have been validated by any formal procedure of adoption by a constitutional demos.2 The absence of a Grundnorm (Fundamental Law), as an incomplete moment of European integrity-integration, has caused multiple consequences both internally and externally, both on a European level and a global level. On one hand, this has led to national demands for definition of collective identity: the lack of a common code (in which every individual can identify himself, as this code has been created by everyone) and the consolidation of a supranational public power has caused reactions of delimitation of power among the member States, opposing the protection of fundamental rights and national identity to it in order to preserve the constitutional specificity. On the other hand, the individual, through European legislation, has been emancipated from national restrictions to the point of becoming one of the main pivotal of the European legal system, bringing about a multilevel judicial constitutional law, a multilevel protection which has broadened the space of intervention of judges in giving greater clarity to the indeterminate nature of precepts. With the process of globalisation, national law has lost its normative force as a symbol of positive legal order. It has been overtaken by a law whose origin is in the public opinion of members of society, in judges’ decisions and in legal science.3 2 See J.H.H. WEILER, Federalismo e costituzionalismo: il «Sonderweg» europeo, in G. ZAGREBELSKY, ed., Diritti e Costituzione nell’Unione Europea, Roma-Bari, Laterza, 2003, p. 22. 3 See G. FASSÒ, Storia della filosofia del diritto, Roma-Bari, Laterza, 2001, p. 197. 198 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth The legislators’ intentions have been substituted by those of the judges, allowing human rights, fundamental individual rights – in the most modern sense of the term – to produce institutional and judicial artifices to effectively safeguard “individualism”, in and of globalisation against the abuse of the majority. In this sense, a denationalisation of the States has followed the creation of the global juridical dimension. The States, with the choice of giving way to judges, have legitimised a dialogue which, in recent years, has involved national courts, the Court of Justice and the European Court of Human Rights. This has in part led to the communitarisation of domestic law through shared values and spaces,4 and subsequently, to the increased flexibility of State powers; in part it has also led to the creation of a soft law,5 a law which is not binding in its legal strength but sufficiently strong in its programmatic structure to represent a break from traditional laws which have become too rigid for the logic behind European Union governments, and instrumental in steering capitalism and “technique”. The processes of internationalisation have put national legal systems up against the same structural problems, producing forms of convergence in the search for solutions that, while different, can be considered “equivalent” in the functional sense. If we consider the European Treaties, it is clear that after the creation of a space without frontiers, a process of “delocalisation” and “dehistoricization” 4 See V. PICCONE, L’«internazionalizzazione» dei diritti umani, in G. BRONZINI – F. GUARRIELLO – V. PICCONE, eds., Le scommesse dell’Europa, Roma, Ediesse, 2009, p. 22. 5 See G. AZZARITI, Brevi notazioni sulle trasformazioni del diritto costituzionale e sulle sorti del diritto del lavoro in Europa, ibid., p. 139. 199 Anna Silvia Bruno followed, after which individuals experienced the gap between being an “individual-member” of a political and legal institution and an “individual-member” of the economic space, that is, an active and passive part of the new economic assets. The effect on global society was also the division into sectors according to functions, a mass of global cultures, a vast amount of social systems which allow only single fragmented ties. Each of us feels as if we belong to two spatial orders: the concrete places of our origin, our homeland, small or large, mutual exchanges influenced by State borders; on the other hand, the “system of universal dependence”, the global extents of constitutional “technique” and economy, telematic communication, silent and objective markets. We come and go between places and non-places, between terrestrial positions and pure spaces. Our identity is split between civis and homo oeconomicus, between obedience to the laws of the city and the laws of global space.6 Throughout time the relationship between the individual and society has never been static because it is built around and through two protagonists which are neither isolated nor immobile. In order to interact with society an individual has to look out on the world and open himself to it. The world welcomes him and shows itself to have a wealth of definitions, a whole system of attitudes, an ever active patrimony of ways of operating.7 Consequently, the individual is conditioned by his being in the world, in his being a product of his own particular time which becomes entwined with the time of the society in 6 7 See N. IRTI, Norma e luoghi. Problemi di geo-diritto, Roma-Bari, Laterza, 2001, p. 80. See G. CAPOGRASSI, Analisi dell’esperienza comune, Milano, Giuffrè, 1975. 200 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth which he is operating. The aims which a society intends to pursue become an integral part of a “continuous flow of events” of which that continuum of deeds done by the individual becomes a part. This is the origin of social and juridical pluralism, by which, ever new instances and events refer back to constitutionally safeguarded values which are waiting to be realized, while the certainty of the law is continually undermined, never completely made concrete. Although the law is expected to guarantee juridical safety it cannot in the long run avoid, as it evolves, creating something “new” bringing a social harmony founded on a balance between stability and change. A continual evolution and controlled transformation can be envisaged where the function of the law is not decided exclusively by an analysis of the equilibrium of the system but instead, takes into account upheavals, irregularities and states of transition. It could be said that it is a time of “metamorphosis”,8 founded on the gradual change of a system whose identity has to remain unaltered. The Constitution needs to be aware of social change, new conflicts, the continuing need for new solutions and interpretations, and institutional requirements for abstract and general rules in order to achieve certainty in the law and for the law. On the other hand, the Constitution needs to evaluate the real possibilities for resolving controversy and preserving its fundamental values. The fundamental principles are the tool which the Constitution uses to resolve controversy, considering that these to be such, and therefore, effective (as the base of social and legal order which remains faithful to 8 See F. OST, Le temps du droit, Paris, Odile Jacob, 1999. 201 Anna Silvia Bruno its original matrix, while constantly renewing itself), must be witness to a present which does not repudiate its history, or rather, a history which extends seamlessly into the present: being and becoming a time. For this reason, these principles carry out a function that is both conservative and promotional, maintaining the original values, (of which they are an imperfect translation) and at the same time opening up to new developments.9 It is well known that Europe has always sought in the law the tool of unification so as not to yield to the individualist temptation of overseas case law and to maintain the culture of common law and civil law separate in respect for their different historical origins;10 but the passage of one “rule” from one legal order (supranational) to another (national) has put an end to the original significance of the rule and the necessary re-elaboration of the same in consideration of the new socio-legal context. This artificial relationship that has arisen between the two systems has given way to something that could be assimilated in a new legal formant, a «legal irritant», to quote Gunther Teubner, allowing the inclusion of a “rule” from one context to another by using techniques of adaptation (e.g. constitutionally conforming interpretation or Drittwirkung) or inexorably evolving dynamics that expose the internal context to changes (e.g. community or international judicial living 9 See A. RUGGERI, L’identità costituzionale alla prova: i principi fondamentali fra revisioni costituzionali polisemiche e interpretazioni-applicazioni «ragionevoli», in «Ars Interpretandi. Rivista di ermeneutica giuridica», 1996, pp. 113-129. 10 G. TEUBNER, “Legal Irritants”: come l’unificazione del diritto dà luogo a nuove divergenze, in «Ars Interpretandi. Rivista di ermeneutica giuridica», 2006, p. 156. 202 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth law).11 Consequently, the main dilemma seems not only to be the inadequacy of the law in incorporating the external rule in the national territory: after all, in the past, positivism bent to procedural rules and the Kelsenian Grundnorm, which claimed to explain the validity of any system, in fact, based all the States on the “rule of law”, to then reveal itself as an empty container, suitable for the inclusion of any content but determining several problems of transformation of meaning and role of the accepted term. Artificiality, absolute unnaturality, is the foremost trait of modern law, or rather, of legal modernity. After breaking with natural law and every binding foundation, political and legal will can receive any content, adopt any rule. Laws are artificial, indifferent to their content, able to determine their own time and space. Enactment of these laws is mere formality: it is just procedure, and procedure becomes the basis of the law. Such artificiality allows the law to detach itself from its place of origin and to be extended as an agreement between States, to any number of territories.12 The current dilemma concerns the division between cultural polycentrism and functional differentiation which has led the national territory to be part of the worldwide framework and thus the national law detached from its culture of origin. 13 For this reason, Teubner’s «legal irritants» irritate the links of law to society. Foreign laws are 11 In Italy, uniformity of the court decisions comes by means of living law, meaning the settled interpretation of the higher courts and successive adaptation by the lower courts. 12 See N. IRTI, Il carattere politico-giuridico del mercato, in «Rassegna economica», LXVIII, 2, 2004, p. 1. 13 See N. LUHMANN, The Paradoxy of Observing Systems, in «Cultural Critique», 31, The Politics of Systems and Environments, Part II, Autumn 1995, p. 37. 203 Anna Silvia Bruno irritating not only in relation to the national legal situation itself but also in relation to the social situation to which the law is closely linked in certain circumstances. As legal irritants, they force the specific episteme of national law to a reconstruction in the network of its distinctions. As social irritants, they lead the social discourse to which the law is closely bound to a reconstruction of itself. In this way, they give way to two different series of events whose interaction leads to an evolving dynamic that could find a new balance in the self-value of the situation involved. Such a complex and unstable process rarely leads to the convergence of the legal systems in question, but rather to the creation of new gaps in the relationship between operationally close social systems.14 This founding relationship of recontextualisations both in a legal and social sense, as Teubner writes, cannot be considered the creator of a new institutional identity for unilateral determination (or rather, for legal transfer), nor can it reduce itself to the causal dependence between independent and dependent variables, or a relationship between an economic base and a legal supra-structure. Rather, it is a symbolic space of compatibility of different meanings that allows different possible results. 14 See TEUBNER, Legal Irritants, cit., p. 169. 204 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth 2. Artificiality of Law and global techno-economy. The fall of the ancient Nomos of the Earth The importance to replace the Constitution in a spatial dimension which takes into account the abolition of frontiers will allow the final board of coordinates so that constitutional laws do not become lost in existential ontologism, whose futile result is the same as all the ahistorical conceptions of subjectivity, well expressed in Heidegger’s human Dasein, in Jaspers’ confused historic conscience or in Gadamer’s labyrinthine hermeneutic historicity.15 To depend solely on temporality to give continuity to the Constitution and identify its application with an act of faith in an “open” Constitution that reveals a mythical nature means to expose the Constitution to attacks and manipulations, because no barriers have been created which can define and realise the spatial dimensions of the Constitution (and the State). The eradication of constituent power signifies the lack of a precise moment in time in which a pluralist society chooses to organise itself according to a set of rules and principles to “rely on” and recognise a “writing degree zero” from which to derive the history of the new Nomos of the Earth. The opening of “economic globalisation”, in the era of cosmopolitanism and internationalisation, has brought about a defenceless, neutral State, not only as a welfare state, but also as a political entity and binding form of organised cohabitation.16 15 See P. DE VEGA GARCIA, Mondializzazione e diritto costituzionale: la crisi del principio democratico nel costituzionalismo attuale, in «Diritto pubblico», VII, 3, 2001, p. 1087. 16 See ibid., p. 1091. 205 Anna Silvia Bruno The intermediate function carried out by the same State at a supranational level between the European Union and the national system, in order to guarantee stability and legitimacy of the process of social integration is, however, decisive in the safeguarding of constitutional guarantees that risk being evaded by European economic policies. The strength of Europe lies in the institutions which represent it and in the political processes determined by “regularity” of integration. What emerges from the phase of transition that has involved all member States towards the unification of Europe is a process of transformation realised in its “applicational level” and not only in the phase of «enactment of formal legislation». 17 The logic of the market and the representative State support the unstoppable and detailed enactment of European legislation in which the determination of the aim is essentially the «fundamental political decision», normatively consolidated, therefore all political acts are instrumental in the phase of implementation of the Union’s goals. These acts, differentiated by name, type, value and legal force do not take into account any form of responsibility and control of political trends – due to a lack of suitable methods of implementing liability and the lack of a liable body which can regulate political power.18 These acts do not express any determining authority of the aims of the Union: the opening towards “impersonal” logic (the universality of human rights is the 17 M. CARDUCCI, Il problema esplicativo delle trasformazioni costituzionali. Appunti per una comparazione di teorie e prassi, in A. SPADARO, ed., Le «trasformazioni» costituzionali nell’età della transizione, Torino, Giappichelli, 2000, p. 162. 18 See G. FERRARA, L’indirizzo politico dalla nazionalità all’apolidia, available at http://www.astrid-online.it. 206 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth clearest example of this, both for the unconditional nature of the theme, and for the risk of it becoming merely a constitutional “symbol”) has started a process of universalisation of the content of western constitutionalism (democracy, delegation, values, equality) which in reality clashes with the primary social levels (race, religion, language) that seem to prevail over functional roles imposed by law. 19 The political trend which on a global scale have been consolidated in institutions, in the long term risks being exhausted by the regularity of politics functioning without law; it continues to be denationalised to the point of becoming stateless due to something that has always been able to cross borders, more or less legally, but surely efficiently: money, which in turn has always had much to do with State sovereignty but never with popular sovereignty. The creation of new alternative spaces to national space, determined both by processes that respond to transnational power and processes that operate outside institutionalised political power, can appear physiological in global logic, but it shows the absence (or nonactivation) of a set of tools with which to generate “antibodies” against external attacks brought about by new situations and the subsequent artificiality of the relationship between the two dimensions (national and supranational). Artificiality of law goes hand in hand with global techno-economy and therefore in identifying its essence, it can be placed either opposite it as an enemy or beside it as an ally. The eradication of law, the fall of the ancient Nomos, the ability to determine times and spaces of 19 See CARDUCCI, Il problema esplicativo delle trasformazioni costituzionali, cit., p. 166. 207 Anna Silvia Bruno application: only these factors permit it to be on the same level of the techno-economy. Through agreements between States and therefore with artificial tools, the law is able to embrace, either entirely or partially, the planetary economy. The new techno-economical space has eradicated the original Nomos which marked the link between a social community and its territory to indicate the beginning of a new configuration of the relationship between economy and politics. This process of reconfiguration, having in legal “technique” the most suitable tool and the natural environment with and in which to develop, must overcome the constitutional problems of transnational regimes in which the structural aspect, determined by constitutional rules, which give rationality to the system, has already been created. It is raising consciousness that the process of European integration, European judicial acts and International decisions of the European Court of Human Rights are not a product of the historical conflict between law and politics but the results of new mechanisms: or technical structuring (like European Governance, which seems to be a “tacit revision” of national Constitutions or “anaesthesia” of their normative power) or jurisprudential structuring (with the decisions of the Court of Justice or the European Court of Human Rights in Europe, and especially the Inter-American Court of Human Rights in Latin America, where the interpretation of the InterAmerican Convention are imposed on or condition the national interpretations of judges, becoming a heteronomous factor of informal modification compared to the contradictory national constitutional 208 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth results).20 The global picture determined by economic power, which crosses territorial confines according to market logic and world trade, shows how State law struggles to provide the suitable conceptual tools for forming institutions capable of distinguish, if not managing, State sovereignty and free supranational economy. 21 3. Relying on the State sovereignty against the great virtue of artificiality But the process of European integration is involved in more widespread phenomena of constitutional inter-connection which does not always respond to the logic of cujus oeconomia, ejus regio. Alongside the well known phenomenon of the relationship between international public law and State law, is the new dynamic recently named “transconstitutionalism”. In particular between international law for the protection of human rights and fundamental constitutional laws (e.g. ECHR and Const. States); supranational law and State laws (e.g. E U); State law and transnational organisations (e.g. WTO); national systems and local extra-State systems (e.g. indigenous law); supranational law and international law (e.g. ECHR and EU). Therefore, the connection, being no longer intrastate, becomes characterised by contexts of different places and subjects – public or private – leading to the assertion of what has been defined «polycontextural law». Can «polycontextural law» destructure the unilateralism of the American 20 See M. CARDUCCI, Dal Nomos della terra del diritto costituzionale occidentale al trans costituzionalismo policontesturale, lecture in Comparative Public Law at the University of Bari (Italy), May 7, 2010. 21 See C. SCHMITT, Il Nomos della terra, Milano, Adelphi, 1991, p. 301. 209 Anna Silvia Bruno Nomos? Can polycont2extural law favour the reciprocity of intrastate standards?22 Furthermore, the management of the global dimension itself – whether it is considered trans-constitutional or polycontextural – is not necessarily subjected to the logic of cujus oeconomia, ejus regio, but it is entrusted to the States, to interstate agreements (according to the original project through which the European Union was decided by the same States in full implementation of their sovereignty). It is evident that the current scenario presents a severance between territory and space, that is, between State sovereignty and the (supranational) dimension of the economy, between “where” and “everywhere”. The “where” of law could be “everywhere”: anywhere that has been agreed upon by interstate pacts. We discover in this way the great virtue of artificiality, which may not be of any place but can be in any place, and can therefore give a terrestrial base to global phenomena. It does not obey any Nomos, which would joined it to the individuality of a place, but merely answers the need for more precise and effective functionality.23 If the response to a «catastrophe contingency», ever more acute in the current financial crisis, can only come from within the State, then the State must intervene in regulating and constitutionalising the global market, otherwise, along with the social counter-power of other spheres (NGO, media, trade unions etc.) it can 22 See CARDUCCI, Dal Nomos della terra del diritto costituzionale occidentale al trans costituzionalismo policontesturale, cit. 23 See IRTI, Norma e luoghi, cit., pp. 76-77. 210 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth have an effect on the economy, generating «self-controlling impulses» through rules of self-limitation.24 These rules of self-discipline are not inherent to every system but represent that «clamping lever» of the system against internal risks and external attacks: this is the distinction between structural and functional Constitution, both relating to the necessary content of a “Fundamental Law”. Structural/Kelsenian Constitution represents the sources of producing law that guarantees the rationality of the system, while functional Constitution differs from structural Constitution in that it does not belong necessary to any system, it comprises all limitative rules which impede self-damage of the system by driving out any such tendencies. The Constitution will be ultimately tested when appealing to those limitative rules when faced with a challenge – almost a circuit breaker when faced with a blackout. These rules will protect the Constitution from destructive and self-destructive attacks only if political forces can guarantee the effectiveness of these rules. Mediation of political will permit the States to construct their own sovereignty by translating the responsibility of decisions into laws. At the same time, political choices are as ever the real creators of economic spaces and the economy is formed around State rules and laws. Therefore, on one hand, the crisis of normativity is cause and effect of the creation of contra or extra constitutionem rules which are legitimate because they conform to an evolutional process which recognises the EU as the ideal space in which to embrace the challenges 24 M. DOGLIANI, Costituzione in senso formale, materiale, strutturale e funzionale: a proposito di una riflessione di Gunther Teubner sulle tendenze autodistruttive dei sistemi sociali, available at http://www.costituzionalismo.it. 211 Anna Silvia Bruno of globalisation: a «process of positivisation» that is modulated around a «series of operations of recognition and identification», or rather, a continuing and widespread hermeneutic practice of acceptance and use, articulated over all levels, from “technical” levels, recognised by the same system, to non-institutionalised levels of private citizens, who experience the law as valid and favour it over other possibilities. On the other hand, there is the affirmation of a new aequitas in the “figurative” path of modern subject, summoned to reclaim the past in order to preserve it and support it in the future. «The process of European integration presents many challenges to the member States. The ECHR is an international treaty with a Fundamental Rights Charter and the national constitutions consider it as an essential parameter for their jurisprudence. National constitutional jurisprudence is to be in conformity with Strasbourg jurisprudence: this kind of approach allows fundamental rights to have two sides of the same identity, one is handled by the national constitution, and the other one by the ECHR. In this context a frequent question is what the mechanism to link the ECHR to the national constitutional orders is: being a formal part of the national constitutional order as in Austria (the most far-reaching solution); being the essential criteria for the interpretation of internal fundamental rights as in Spain (Constitution Art. 10.2); being a normative layer between ordinary legislation and the Constitution as in France and the new democracies of Central and Eastern Europe; or, 25 being equal to ordinary laws such as, for example, in Germany». The global dimension of these problems brings with it a new law of spaces which can no longer provide answers relevant to historical continuity and logical unity typical of European law, but which will permit various, defined and efficient solutions. An interesting example of this is article 6 of the TEU: «Fundamental rights, as guaranteed by the European Convention for the Protection of Human Rights and 25 A. RAINER, The Emergence of European Constitutional Law, available at http://www.ejcl.org. 212 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth Fundamental Freedoms and as they result from the constitutional traditions common to the Member States, shall constitute general principles of the Union's law». 26 But the Lisbon Treaty did not only succeed in combining two notions, “constitutional traditions” and “general principles”, simplifying the long debate which had involved both notions; it also appears to have given the European Court of Human Rights a new legal status in the system of sources of law, thus benefiting from a role of primauté over national law. The decision of the Italian Consiglio di Stato (Council of State)27 no. 1220 of 2 March 2010 on this topic does not limit the sphere of Community law, object of direct application, as if it could ignore the controversial matter and above all, ignore the deficiency of national legislation in resolving the question at hand.28 Often Italian decisions has appealed to the principles of the ECHR, highlighting the exceptional necessity to disapply the national law in order to guarantee minimum rights to the individual or to apply the judicial decisions of the Strasbourg Court; or to produce a “community aimed” result; as the Court of Strasbourg encouraged to respect article 35 of the ECHR which permits an appeal to the judge of the Convention only after exhausting internal legal paths, even though the national judge must interpret the State legal tools in a manner conforming to the Convention. 26 See «Official Journal of the European Union», March 30, 2010, available at http://eurlex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.douri=OJ:C:2010:083:0013:0046:en:PDF 27 It is the Supreme Court in the hierarchy of administrative courts. 28 See G. COLAVITTI – C. PAGOTTO, Il Consiglio di Stato applica direttamente le norme CEDU grazie al Trattato di Lisbona: l'inizio di un nuovo percorso? Nota a Consiglio di Stato, sent. 2 marzo 2010, n. 1220, available at http://associazionedeicostituzionalisti.it. 213 Anna Silvia Bruno However, in this particular case, the judge opted for the principle of full and direct application of the ECHR, without disapplying specific internal laws contrasting with the Convention. Fully respecting constitutional guarantees of legality and motivation of judgements (art 97 and 111 Italian Const.), the Council of State wanted to motivate the logical legal iter of the choice to disapply the national law, in order to ensure the prevalence of a fundamental human right safeguarded by the ECHR. For years constitutional decisions has swayed between trying to safeguard the national Nomos, favouring the territorial element, and practical remedies which, with the support of interpretational activity, opted for solutions which were more “effective” than respectful of the hierarchy of sources of law. The entrance of the communitarian law on the national territory should take place through the application of international law in the light of a certain “peculiarity” or a “particular relevance” according to interpretation, the simplest tool with which to validate a system of values carried by law across socially accepted formats. Over time, the artificial and disconnected law of the new spaces has found in constitutional “technique” and economy loyal allies to set against the multiplicity of the States and the uniformity of legal discipline. It has to be highlighted that, the Italian system is a unified system of civil law (that is, of codified statutory law) and the sources of law are mainly written: there are several codes (civil, criminal, civil procedure, criminal procedure, etc.) and a large number of statutes. Precedent is used but not as a real “source” of law because its force is merely persuasive. Until the 1950s, Italian judges interpreted the law in 214 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth conformity to the Constitution as long as it was not in contrast to it, in defence of the unity and of the logical coherence of the entire juridical system. From the 1970s it was felt that there was a new need to overturn the principles of positivism. Judges turned their attention to the private individual, towards the recognition and defence of his rights, to compensation for injuries and damage. Judicial decisions are not traditionally a source of law in Italy and they are supposed to affect only the parties in the case at hand. Italian democracy, heavily influenced by the example of France and the writings of French scholarship, has regarded legislative supremacy as a fundamental principle. Consequently, only the legislature, which speaks for the people, is supposed to make law. Although the role of Judicial precedent in the Italian system is not that of a source of law, nor is it a mere virtual authority. Instead, drawing strength over time through the interpretive activity of judges, it does not have prognostic pretensions and therefore it does not have a definitive character, limiting itself to the present. In this way, precedent constitutes an indicator to the predictability of the juridical consequences of an act, thus assuring the certainty of the law. It is realised in the certainty of the action through the law, in an ethical and utilitarian perspective, so as not to reduce it to pure appearance. The value of the certainty of law and in law indicates the need for the individual to be in a position to know the consequences of his own actions so as to avoid intervention by the authorities, the arbitrary nature of power which identifies itself in the principle of constitutionality. In Italy, uniformity of the court decisions comes by 215 Anna Silvia Bruno the means of living law, meaning the settled interpretation of the higher courts and successive adaptation by the lower courts. Since living law is the concrete symbol of the evolution of leading case shift, it constitutes one of the parameters to which the Court can refer in the evaluation of the constitutional legitimacy of a law. Therefore, living law is placed as a representative of a precise cultural context but is supported by the element of precedent and, thus, from the acts which are “crystallized” through it, it is made concrete. Particular difficulties arise in the search for suitable criteria for identifying a sufficiently homogeneous and constant standpoint capable of producing living law. For this purpose, precedent plays a fundamental role because it contributes to the concretization of living law itself; the nature of precedent is not binding but nevertheless has a fundamental role because it can constitute the heart of judicial dialectic. Since the decision of a judge is the result of a choice influenced by a surrounding socio-cultural environment, the existence of a consolidated standpoint constitutes a limit to the discretion of the Constitutional Court. It will have to evaluate the constitutional legitimacy of a law interpreted according to the standpoint of the Courts on the basis of living law. On the other hand, it represents a parameter, a value on which the relationship between a decision and the actual exercising of jurisdiction is founded. The judge refers to foreign law in cases characterized by elements of internationalization or trans-nationalization with regard to the Italian system. A cross-reference to foreign law can be demanded as a result of adherence to an agreement governing uniform law; is a cultural choice made by the judge, a voluntary remittal and it is often determined by 216 A Space Without Frontiers and The New Nomos of the Earth the need to increase the level of persuasion of the decision made. Furthermore, the subject of comparative law is often used as a tool to reinforce a final decision. The diffusion of a mixed law, both public and private, emerges, arising from the dismissal of public functions, the penetration of private law within public law in civil law systems, and the split between public and private law in the common law system. Particularly with regard to Community law, it is possible to see a process of “hybridization”, which is a direct and indirect influence (of the Community law) of the reception of foreign experiences. In this sense, the judicial decisions of the Court of Justice and of the European Court of Human Rights can be seen as “legal formants” which produce “law”, allowing foreign experience to enter the national system and, through the support of national living law, to be part of “consolidated law”. Different agencies, such as the standardisation commissions, technical regulating agencies and central banks have direct transactions which cut through State confines, meaning that the previous division between internal and external affairs is less clear in many areas; international treaties have been used to synchronise political-legal decisions, a way of increasing global, international, regional and sociolegal dynamics; but the most radical change concerns national hierarchies replaced by a combination of institutions and treaties in which case, inter-dependence is the most appropriate way to describe the relationship between States. The practical result of this attempt of coexistence of the two spheres (national and supranational) has not led to the disappearance of States, nor to the loss of their powers, but to the 217 Anna Silvia Bruno conviction that they will have to operate in a new way and that international cooperation plays an ever greater role in government institutions, characterised by new international orders, negotiations, competencies, conflict-resolving mechanisms, decentralisation policies of international cooperation and growing flexibility. This process of denationalisation has placed law and authority at a spread level among organisations operating at a supranational, transnational and international level, while nation-States are part of an interaction and a framework of “superior” dynamics. The recognition of the autonomy and authority of Community law, immediately applicable and obligatory in domestic legislation, shows the existence of a legal space, or rather a law not defined internally, and autonomous institutions, unbound from hierarchical relationships, in which order seems to simply coincide with the «pure effectiveness of the law».29 29 IRTI, Norma e luoghi, cit., p. 75. 218 Gradus ad Parnassum Sezione studenti Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 221-272 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p221 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Teodolinda Pascali La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948: la scelta atlantica Abstract: After the World War II, between 1947 and 1949, the government of the Italian Republic took the basic decisions of its foreign policy in order to readmit Italy in the international political system, where the rivalry between the United States and the Soviet Union pictured the bipolar system of the Cold War. The analysis of the Italian diplomatic documents of the years 1947 and 1948, recently published by the Ministry of Foreign Affairs, has made it possible to track the evolution of the foreign policy established by the Italian government in the late summer of 1948 and recorded in the “telespresso segreto 1284/C. Segr. Pol.” of August 31, 1948, sent from Rome to the embassies in London, Moscow, Paris and Washington. The direction embodied in the document did express the basic choice of the whole Italian foreign policy, the reasons for which lied in the need for both domestic and external security. Italy was already included in the Western bloc, by virtue of the participation in the Marshall Plan and the OEEC, and, while it was keeping the distances from the Brussels Pact, it was trying to get the "American guarantee." Such a choice was taken when the Italian government, by excluding for Italy any policy of neutrality or equidistance within the international framework and the accession to the Western European Union, did authorize military-technical talks with the U.S. government, while waiting for the American strategic area was extended until the Italian peninsula. By so doing, a large Atlantic defense system was envisaged. In this way, a new path was undertaken, the one that would have brought Italy to join the North Atlantic Treaty on April 4, 1949. The Italian “Atlantic choice” would have found its genesis in the summer of 1948. Keywords: Cold War; Marshall Plan; Brussels Pact; North Atlantic Treaty; The Italian “Atlantic choice”. 1. L’Italia nel sistema internazionale della guerra fredda Nell’immediato dopoguerra, tra il 1947 e il 1949, il governo della repubblica italiana compì le scelte fondamentali di politica estera per reinserire l’Italia – uscita sconfitta dal secondo conflitto mondiale – come potenza “democratica” nel sistema politico internazionale, in cui la rivalità Teodolinda Pascali tra Stati Uniti e Unione Sovietica strutturava la guerra fredda.1 Le prime avvisaglie del cambiamento e la conseguente spaccatura nel 1947 dell’Europa in due blocchi contrapposti, occidentale e orientale, interagirono con i processi di organizzazione dei nuovi sistemi politici dei paesi europei dell’Est e dell’Ovest. Anche in Italia l’assestamento della situazione politica si evolverà sotto la spinta dell’azione internazionale. La letteratura sulle dinamiche della politica estera italiana nel secondo dopoguerra, le memorie dei protagonisti e l’ampia documentazione raccolta nei volumi dei Documenti Diplomatici Italiani degli anni 1947, 1948 e 1949, di recente pubblicati a cura del ministero degli Affari Esteri,2 hanno consentito di seguire il processo decisionale del governo italiano nel definire un indirizzo di politica estera nel sistema di relazioni con le potenze occidentali europee, con gli Stati Uniti e con l’Unione Sovietica, che potesse garantire la sicurezza interna ed esterna dell’Italia. Il percorso intrapreso dal governo italiano fu caratterizzato dai limiti posti dal trattato di pace del 1947 – con le questioni di Trieste e delle colonie, lasciate insolute, e delle onerose riparazioni che negavano la possibilità di difesa di un paese disarmato – e dalla prospettiva della sua revisione; dalle elezioni politiche generali del 18 aprile 1948; dalla posizione politica dell’Italia già inserita nello schieramento del blocco occidentale, per la partecipazione al piano Marshall e all’OECE, pur senza aderire al patto di Bruxelles, e dalla sua posizione geografica di “una invitante porta aperta” in un eventuale conflitto; dai progetti di 1 Cfr. R. CROCKATT, Cinquant’anni di guerra fredda, Roma, Salerno, 1997. Cfr. MINISTERO DEGLI AFFARI ESTERI, I documenti diplomatici italiani, Decima serie: 19431948 [d’ora in avanti, MAE, DDI], vol. VII (15 dicembre 1947 – 7 maggio 1948), Roma, Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 2000; MAE, DDI, Undicesima serie: 1948-1953, vol. I (8 maggio 1948 – 31 dicembre 1948), Roma, Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 2005. 2 222 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 cooperazione europea; dalle contrastanti tendenze dell’opinione pubblica e dei partiti e, soprattutto, dalla ricerca della “garanzia americana”. Alla fine dell’estate del 1948, il governo italiano fissò una linea di politica estera per agire nella politica internazionale, in condizioni di parità giuridica e morale, nel telespresso segreto 1284/C. Segr. Pol., inviato da Roma il 31 agosto del 19483 alle ambasciate a Londra, Mosca, Parigi e Washington, riportato nella raccolta dei documenti diplomatici italiani con l’oggetto: “Istruzioni di avviare uno scambio di vedute presso i rispettivi governi di accreditamento circa la linea di condotta che l’Italia intenderebbe seguire verso il Patto occidentale illustrandone le motivazioni di ordine interno ed internazionale”.4 L’indirizzo, così definito, esprimeva la scelta di fondo di tutta la politica estera italiana e trovava le sue ragioni nell’esigenza di sicurezza interna ed esterna del paese. Esso si concretizzava nel momento in cui il governo italiano, escludendo per l’Italia ogni politica di neutralità o di equidistanza nell’assetto internazionale e di adesione all’Unione occidentale, autorizzava l’avvio di conversazioni tecnico-militari con il governo degli Stati Uniti, in attesa che l’area strategica americana fosse estesa sino alla penisola italiana, prefigurandosi un ampio sistema difensivo atlantico. In tal modo, veniva intrapreso un percorso nuovo, quello che avrebbe portato l’Italia ad aderire al patto atlantico il 4 aprile 1949.5 La “scelta atlantica” dell’Italia avrebbe trovato la sua genesi nell’estate del 1948. 3 Cfr. Sforza alle ambasciate a Londra, Mosca, Parigi e Washington, Roma, 31 agosto 1948, TELESPR. SEGRETO 1284/c. SEGR. POL., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 547-549. 4 MAE, DDI, vol. I, cit., p. XLI. 5 Cfr. A. BRECCIA, L’adesione dell’Italia al Patto Atlantico, in «Rivista di Studi Politici Internazionali», Numero 161, XLI, 1, gennaio-marzo 1974, pp. 65-80; L. ZENO, Il dissenso tra De Gasperi e Sforza circa l’adesione al Patto Atlantico, in A. MIGLIAZZA – E. DECLEVA, a 223 Teodolinda Pascali 2. Dal trattato di pace del 1947 al rifiuto pre-elettorale dell’Italia di aderire all’Unione Europea occidentale All’indomani del 25 aprile 1945 e sino al referendum istituzionale del 2 giugno 1946, la collocazione internazionale dell’Italia fu rappresentata dall’occupazione anglo-americana. Nel 1947, dalla rivalità tra Stati Uniti e Unione Sovietica ebbe origine in Europa il sistema bipolare della guerra fredda e gli Stati Uniti decisero di includere l’Italia – con una situazione interna caratterizzata da una grave crisi economica e dalla presenza di un forte partito comunista nella coalizione di governo – nella strategia di contenimento delle zone più esposte all’espansionismo sovietico, anche in considerazione della posizione geografica della penisola al centro del Mediterraneo.6 Di conseguenza, gli eventi internazionali interagirono nel sistema politico italiano, collegando strettamente le azioni di politica interna ed estera. Nel gennaio del 1947, il presidente del consiglio, Alcide De Gasperi, si recò in visita ufficiale negli Stati Uniti; poi ci furono la “scissione di palazzo Barberini” e la crisi del secondo governo De Gasperi. 7 In febbraio, De Gasperi formò il terzo governo sostenuto dai partiti antifascisti, ma con una partecipazione più debole del PCI e del PSI, e nominò il conte Carlo Sforza alla guida del ministero degli Affari Esteri, con cui instaurò «una proficua collaborazione».8 Entrambi furono convinti cura di, Diplomazia e Storia delle Relazioni Internazionali – Studi in onore di Enrico Serra, Milano, Giuffrè, 1991, pp. 547-561. 6 Cfr. E. DI NOLFO, La guerra fredda e l’Italia (1941-1989), Firenze, Polistampa, 2010, p. 264. 7 Cfr. G. FORMIGONI, La democrazia cristiana e l’alleanza occidentale (1943-1953), Bologna, Il Mulino, 1996, pp. 117-133. 8 A. VARSORI, L’Italia nelle relazioni internazionali dal 1943 al 1992, Bari, Laterza, 1998, pp. 47-48. 224 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 della necessità di firmare, il 4 febbraio 1947, a Parigi, il trattato di pace tra le potenze alleate e associate e l’Italia, per consentire al paese di superare la condizione di nazione sconfitta e di rimodulare un’azione di politica estera; pertanto, la posizione internazionale dell’Italia e le questioni connesse al trattato di pace – Trieste, le colonie e le riparazioni – rientrarono nella logica delle dinamiche della guerra fredda.9 In marzo, l’assemblea costituente della repubblica italiana avviò la discussione del “progetto di Costituzione della repubblica italiana”. Il 12 marzo 1947, negli Stati Uniti, fu annunciata la “dottrina Truman”, rendendo, così, definitiva la rottura della “grande alleanza” bellica tra Stati Uniti e Unione Sovietica. Una nuova crisi del governo italiano, tra il 12 e il 31 maggio 1947, si concluse con la nascita del quarto governo De Gasperi, sostenuto da DC, PLI e indipendenti,10 con l’esclusione dei comunisti e dei socialisti. La fine della collaborazione tra i partiti antifascisti suscitò le reazioni dei comunisti. Quando, in giugno, fu annunciato il piano Marshall, l’Italia scelse di aderirvi e partecipò per la prima volta nel dopoguerra a un’azione internazionale.11 L’assemblea costituente ratificò il trattato di pace nel luglio del 1947, un trattato che rappresentava «[…] il sacrificio necessario a chiudere definitivamente il passato e aprire al nostro paese le possibilità di un avvenire ricostruttivo, volgendo a questo scopo ogni nostra energia»; 12 nello stesso tempo, «le prospettive di revisione o di superamento del “trattato” comincia[va]no a farsi luce anche nella considerazione di talune 9 Cfr. E. DI NOLFO, Gli studi sulla politica estera italiana nel secondo dopoguerra, in «Cultura e Scuola», n. 25, gennaio-marzo 1968, p.106. 10 Cfr. FORMIGONI, La democrazia cristiana e l’alleanza occidentale, cit., pp. 134-142. 11 Cfr. Di NOLFO, La guerra fredda e l’Italia, cit., p. 269. 12 ATTI PARLAMENTARI, ASSEMBLEA COSTITUENTE, N. 23-A, Relazione della Commissione per i trattati internazionali, p. 2, in http://storia.camera.it/documenti/progetti-legge/23. 225 Teodolinda Pascali delle Nazioni Unite».13 L’entrata in vigore del trattato, il 15 settembre 1947, pose il problema della sicurezza esterna e interna dell’Italia, perché da quella data sarebbe decorso «[…] il termine massimo di tre mesi entro il quale le forze armate anglo-americane avrebbero dovuto sgomberare tutto il territorio italiano, e questo significava che sarebbe da allora ricaduta interamente sulle spalle del governo la responsabilità di garantire la sicurezza delle frontiere nazionali da eventuali minacce esterne, e delle istituzioni statali da tentativi di sovversione interna». 14 Il governo italiano avrebbe dovuto provvedervi con i soli mezzi consentiti dal trattato e questo avrebbe costituito, per tutto il 1948, «uno dei profili essenziali» della politica interna ed estera italiana.15 Mentre le truppe alleate di occupazione lasciavano l’Italia, il 22 dicembre 1947 fu approvato il testo definitivo della Costituzione della repubblica italiana, promulgata il 27 dicembre ed entrata in vigore il 1° gennaio 1948. La coalizione espressa dal quarto governo De Gasperi era in sintonia con la collocazione internazionale del paese, che – oramai uscito dall’isolamento post-bellico – riceveva aiuti economici ed alimentari dagli Stati Uniti, nei quali sperava per rafforzare la sua forza politica nei confronti della forte opposizione delle sinistre. A questo punto, si trattava di verificare, mediante le elezioni del 18 aprile 1948, se il popolo italiano avrebbe confermato o smentito la scelta governativa di allineare definitivamente l’Italia al sistema occidentale, e in quale misura la sinistra avrebbe acconsentito a restare esclusa dal potere.16 Il 1947 si era concluso, 13 Ibid. P. PASTORELLI, La politica estera italiana del dopoguerra, Bologna, Il Mulino, 1987, pp. 107-122. 15 Ibid., p. 107. 16 Cfr. VARSORI, L’Italia nelle relazioni internazionali, cit., p. 59. 14 226 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 sul piano internazionale, con il fallimento della conferenza di Londra sul futuro della Germania, che portò alla definitiva frattura tra Est ed Ovest.17 Questi eventi complicarono il processo formativo della politica estera italiana, con la presenza, come ha sottolineato Ennio Di Nolfo, «[…] dell’aspetto internazionale nel dibattito politico italiano; dominante presenza, anzi. Il tutto esasperato, direttamente o indirettamente, dai condizionamenti imposti dallo schema bipolarizzato internazionale, ormai non più sotterraneo, bensì esploso in palese guerra fredda».18 Nella ricerca di una linea di politica estera, il governo italiano tenne conto degli orientamenti – divergenti e conflittuali – delle componenti istituzionali, dei partiti, dell’opinione pubblica e della diplomazia. L’azione dei diplomatici italiani, mediante l’analisi degli eventi internazionali, fornì al governo le prospettive e i presupposti su cui poter lavorare, in un sistema ove la guerra fredda “dilagava”.19 Di fatto, gli ambasciatori descrissero la crescente competizione Est-Ovest dall’osservatorio privilegiato nella sede diplomatica del rispettivo Stato di accreditamento. Raccontarono nelle lettere riservate e non, nei telegrammi, nei memoranda, nella corrispondenza che quotidianamente perveniva a Palazzo Chigi, gli avvenimenti, le notizie della stampa locale, gli orientamenti dell’opinione pubblica e degli ambienti politici delle capitali nel mondo; così come riportarono le riflessioni sulle attitudini dei protagonisti delle vicende, sulle 17 Cfr. Tarchiani a Sforza, Washington, 17 dicembre 1947, T. 17192/1106, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 9-10; Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 17 dicembre 1947, T. 17195/993, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 10-11; Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 19 dicembre 1947, T. 17389/1001, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 20-21. 18 DI NOLFO, La guerra fredda e l’Italia, cit., p. 274. 19 Cfr. B. VIGEZZI, De Gasperi, Sforza, la diplomazia italiana e la politica di potenza dal Trattato di pace al Patto Atlantico, in E. DI NOLFO – H.R. RAINERO – B. VIGEZZI, a cura di, L’Italia e la politica di potenza in Europa (1945-50), Settimo Milanese, Marzorati, 1990, p. 10. 227 Teodolinda Pascali possibili conseguenze di una scelta al posto di un’altra, i colloqui con i responsabili di governo. E, per primi, compresero che il “problema italiano” andava considerato nel sistema mondiale, che le ambiguità presenti nelle relazioni tra l’Italia e le potenze occidentali avrebbero messo a dura prova la fiducia reciproca, partecipando essi stessi alla definizione di una linea di politica estera italiana. 20 I timori di un’aggressione sovietica e di pressioni verso l’Europa occidentale, che avrebbero potuto generare un processo di disgregazione al suo interno, da cui l’Unione Sovietica avrebbe tratto profitto, posero la questione della difesa dell’Occidente.21 Pertanto, l’azione di ogni paese occidentale fu rivolta alla ricerca di alleanze per costruire un sistema d’integrazione europea e un sistema difensivo, nella speranza di ottenere l’impegno militare degli Stati Uniti verso un progetto di difesa del continente europeo, che avrebbe consentito alle forze governative di rafforzarsi rispetto a quelle forze di opposizione che facevano riferimento all’Unione Sovietica. Nelle iniziative diplomatiche europee e americane dei primi mesi del 1948 va collocata la genesi di due alleanze nel sistema internazionale. La Gran Bretagna, la Francia e i paesi del Benelux avviarono, il 4 marzo 1948, i negoziati per discutere un progetto di trattato per costituire un’Unione Europea occidentale – come aveva proposto il ministro degli Esteri britannico, Bevin, il 22 gennaio 1948 –, negoziati che 20 Per la corrispondenza tra il ministero degli Affari Esteri e i diplomatici italiani, cfr. tutto il vol. VII, cit., e tutto il vol. I, cit., in MAE, DDI. A proposito del “problema italiano”, cfr. Sforza a Tarchiani, Roma, 1° febbraio 1948, L. 259 Segr.pol., in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 252253. 21 Cfr. Bombieri a Sforza, L’Aja, 5 marzo 1948, ore 14,50 (per. ore 4 del 6), T. 3006/32, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 468. 228 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 si conclusero il 17 marzo 1948 con la firma del trattato di Bruxelles.22 Il 22 marzo 1948, ci furono a Washington le conversazioni anglo-americanocanadesi sul tema della sicurezza dell’Occidente. Dal loro evolversi prese avvio, nel mese di luglio, il negoziato per il patto atlantico tra Stati Uniti, Canada e i paesi del patto di Bruxelles. Il 4 aprile 1949, a Washington, fu firmato il trattato dell’Atlantico del Nord da Belgio, Canada, Danimarca, Francia, Islanda, Italia, Lussemburgo, Norvegia, Olanda, Portogallo, Regno Unito e Stati Uniti. L’Italia non partecipò alla fase preparatoria di questi processi di politica internazionale perché si pose da sé in attesa, spettatrice dei loro sviluppi – prima, con la riserva elettorale e, poi, con l’adesione condizionata all’Unione occidentale – per motivi strettamente legati all’assestamento del sistema politico interno, con un atteggiamento che risultò essere equivoco e ambiguo verso le potenze occidentali. Ma soprattutto perché all’Italia non pervenne alcun invito a partecipare alla costituenda alleanza dai governi britannico, francese e del Benelux, firmatari del patto di Bruxelles, che chiedevano esplicitamente agli Stati Uniti una garanzia militare per la difesa dell’Europa occidentale. L’Italia intraprese una via diversa per perseguire gli interessi nazionali e dare una soluzione al problema della sua sicurezza, al di fuori di un patto per un’Unione Europea occidentale, ma anch’essa impegnata nella ricerca della garanzia americana. Nonostante le limitazioni del trattato di pace e le difficoltà interne, il governo avrebbe compiuto, nell’estate del 1948, la scelta di fondo di tutta la politica estera italiana, portando l’Italia ad aderire al patto atlantico il 4 aprile 1949. 22 Cfr. A. VARSORI, Il patto di Bruxelles, 1948: tra integrazione europea e alleanza atlantica, Roma, Bonacci, 1988, pp. 80-86. 229 Teodolinda Pascali Dopo il piano Marshall, il piano Bevin per un’Unione Europea occidentale rappresentò per l’Italia una nuova opportunità – con le condizioni e le premesse necessarie – per il reinserimento internazionale. 23 Ma il piano non piacque a Sforza, perché non prendeva in considerazione «una completa rivalutazione morale, giuridica e politica del nostro paese nel concerto delle nazioni europee»;24 anzi, in caso di adesione, lo avrebbe esposto a gravi rischi, disarmato com’era dal trattato di pace e trovandosi in prima linea per la sua posizione geografica. E, per di più, l’avvicinarsi delle elezioni generali di aprile avrebbe offerto argomenti alle forze di destra e di sinistra per influire sull’opinione pubblica e per attaccare i partiti al governo. I sovietici avrebbero senz’altro rivolto l’attenzione sulle questioni delle riparazioni, delle colonie, ma anche «[sul]l’ermetico silenzio degli Stati Uniti»25 su tali argomenti, per trarne vantaggio. Mentre, agli inizi di marzo, presero avvio i negoziati tra Gran Bretagna, Francia e Benelux sul progetto di Unione Europea occidentale, 23 Il ministro degli Esteri britannico, Bevin, nel discorso pronunciato alla Camera dei Comuni il 22 gennaio 1948, (cfr. Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 23 gennaio 1948, T. 1005/62, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 186) aveva proposto un progetto per formare un’Unione occidentale basata sulla Francia e sui paesi appartenenti al Benelux, a cui avrebbero potuto associarsi in seguito «altri storici membri della civiltà europea includendo la nuova Italia, in questa grande concezione». L’ambasciatore era dell’avviso che vi fosse, da parte dei britannici, una riserva mentale verso l’Italia, nell’incertezza dell’estensione geografica dell’Unione occidentale, illustrata da Bevin, e nella domanda ricorrente nell’ambiente politico inglese: «Quale Italia emergerà dalle elezioni del 18 aprile 1948? […] La convinzione generale è che questa data sia davvero una data storica non solo per gli italiani, ma per tutti gli europei in quanto segnerà il momento decisivo della posizione che il nostro paese intenderà prendere nella compagine del mondo e più particolarmente nella riorganizzazione del mondo occidentale». Sulla questione coloniale italiana, cfr. Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 27 gennaio 1948 (per. il 31), L. 422/156, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 226-228. Sull’adesione di “principio” al piano Bevin, cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 27 gennaio 1948 (per. il 31), R. 133/1330/363, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 222-223. 24 Sforza a Tarchiani, Roma, 1° febbraio 1948, cit., p. 253. 25 Sforza a Tarchiani, Roma, 6 febbraio 1948, ore 12,30, T. 1481/71, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 283. 230 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 aumentavano le preoccupazioni americane per la stabilità interna dell’Italia in ragione del clima d’attesa, d’insoddisfazione e d’irrequietezza che pervadevano l’opinione pubblica italiana: Trieste, l’ammissione dell’Italia all’ONU, la questione africana, la quota flotta attribuita all’URSS, il programma francese di gesti di amicizia. 26 In un promemoria consegnato a Sforza l’11 marzo 1948, il direttore degli Affari Politici, Zoppi, sul patto occidentale scriveva: «Premesso che nessuna decisione può prendersi prima delle elezioni, gli occidentali devono aver presente che in Italia rimarrà pur sempre una forte minoranza di oppositori a tale patto per ragioni ideologiche e politiche (estreme sinistre) e un’altra minoranza (destra) che, pur non essendovi contraria per principio, non ammetterebbe una nostra inserzione in tale sistema sin che l’Italia sarà tenuta nella presente posizione di inferiorità giuridica e politica. Ciò renderà indubbiamente difficile qualsiasi azione di qualsiasi governo diretta a tal fine». 27 In sostanza, un inserimento dell’Italia in “un patto occidentale” sarebbe stato preceduto da un esame delle esigenze italiane – il riferimento era al trattato di pace – a causa della posizione geografica che consentiva una minima possibilità di difesa e dell’atteggiamento delle potenze occidentali verso l’Italia. Nella stessa data, l’ambasciatore Tarchiani segnalava che a Washington la notizia del piano Bevin aveva avviato un dibattito sull’opportunità di aiuti americani non solo economici, ma anche di impegno militare, soprattutto alla luce degli eventi nel continente europeo.28 26 Cfr. Tarchiani a Sforza, Washington, 4 marzo 1948, L. segreta personale, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 463-467. 27 Zoppi a Quaroni, Roma, 11 marzo 1948, L. 5/4136, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 504506. 28 Cfr. Tarchiani a Sforza, Washington, 11 marzo 1948, Telespr. 2438/908, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 509-513. Gli eventi erano così riportati: «Gli accordi “a catena” conclusi ormai tra 231 Teodolinda Pascali Nella seconda metà del mese, le preoccupazioni americane per la situazione italiana, pre e post-elettorale, determinarono, come ha scritto Luigi Vittorio Ferraris, la messa a punto, «in via precauzionale, [di] una vigorosa strategia ad ampio raggio, che incluse sia attività di propaganda, sia iniziative di gruppi privati – soprattutto della comunità italiana negli Stati Uniti – e istituzioni non governative. […] piani di emergenza in caso di vittoria elettorale delle sinistre […]. Anche la dichiarazione alleata su Trieste del 20 marzo 1948 viene considerata, per il tempismo, una mossa elettorale».29 Tale dichiarazione, con cui la Francia, la Gran Bretagna e gli Stati Uniti s’impegnavano a promuovere la restituzione all’Italia di tutto il Territorio Libero di Trieste, pareva una risposta all’offerta di Mosca di restituire all’Italia le sue colonie prefasciste sotto forma di amministrazione fiduciaria.30 La crisi che in marzo investì le relazioni dell’Italia con gli Stati Uniti – generata dai sospetti del dipartimento di Stato sui reali propositi del governo italiano verso le iniziative occidentali – fu descritta nella corrispondenza tra Tarchiani e Sforza dal 14 al 19 marzo 1948.31 Il 2 aprile 1948, Sforza scrisse un “Appunto” sul colloquio con l’ambasciatore degli Stati Uniti tutti gli Stati satelliti dell’URSS, la nuova politica d’occupazione attuata dagli anglo-americani in Germania, i recenti eventi in Cecoslovacchia e in Finlandia, i timori non lievi per il risultato delle prossime elezioni elettorali in Italia e la convocazione della conferenza di Bruxelles fra Gran Bretagna, Francia e Benelux per la formulazione del progetto iniziale di organizzazione dell’Unione dell’Europa occidentale, hanno poi contribuito ad accelerare qui i tempi ed or da più parti si giunge ad affermare senza veli che gli Stati Uniti dovrebbero assumersi in relazione alla formazione di detta Unione Europea anche impegni militari». Ibid. 29 L.V. FERRARIS, Manuale della politica estera italiana, Bari, Laterza, 1996, pp. 13-14. 30 Cfr. Tarchiani a Sforza,Washington, 19 marzo 1948, ore 15,31 (per. ore 2 del 20), T. urgente 3677/232, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 578-579. 31 Cfr. Tarchiani a Sforza,Washington, 14 marzo 1948, L. segreta personale, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 540-542; Sforza a Tarchiani, Roma, 18 marzo 1948, T. S.N.D. 3356/181, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 574; Tarchiani a Sforza, Washington, 19 marzo 1948, L. personale, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 579-581. 232 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 d’America a Roma, Dunn. A proposito dei sospetti di Washington sulla “presunta freddezza” dell’Italia verso il patto occidentale, egli spiegava a Dunn che «l’Italia è ovviamente un paese di civiltà e tradizione occidentali e fatalmente si avvia ad associarsi sempre di più all’Occidente. Vi sono, tuttavia, problemi di ordine interno e internazionale, politico e militare, che un governo rappresentativo e responsabile non può ignorare. La questione sarà affrontata al momento opportuno e con la migliore disposizione di spirito».32 Le dichiarazioni di Sforza sarebbero state il filo conduttore della politica estera italiana nei mesi seguenti: «Del resto – ho fatto notare a Dunn – nessuno ci ha sino a questo momento invitato ad aderire al patto di Bruxelles sicuramente perché ci si rende conto della nostra situazione particolare. Dunn si è reso conto di quanto il presidente De Gasperi ed io avessimo ragione e mi ha detto di avere molto apprezzato la mia assoluta franchezza. Ha aggiunto che non aveva preso sinora alcuna iniziativa circa la nostra eventuale partecipazione al patto occidentale perché nell’attuale momento ciò gli sembrava inopportuno e indiscreto». 33 Invece, c’era stata l’iniziativa verso l’Italia,34 con il conseguente rifiuto di aderire all’Unione occidentale, che veniva«[…] formalizzato nel corso di un tempestoso colloquio tra il capo del governo e l’ambasciatore americano a Roma, James Dunn, il 12 marzo 1948, cioè poco più di un mese prima delle elezioni politiche previste per il 18 aprile […]. De Gasperi ringraziava per l’offerta ma si diceva costretto a non accoglierla, perché riteneva preferibile, alla 32 Appunto. Roma, 2 aprile 1948. Colloquio del ministro degli Esteri, Sforza, con l’ambasciatore degli Stati Uniti d’America a Roma, Dunn, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 633634. 33 Ibid. 34 Ibid. 233 Teodolinda Pascali vigilia del voto, evitare un impegno che avvicinasse troppo l’Italia all’Unione occidentale, tale da poter essere sfruttato elettoralmente dal fronte social-comunista».35 Poiché la linea di politica estera che il governo italiano aveva deciso di seguire era quella di rinviare ogni decisione a un momento successivo allo svolgimento delle elezioni del 18 aprile 1948, l’Italia rifiutò di aderire all’Unione Europea occidentale. 3. L’Italia e il patto di Bruxelles Il patto di Bruxelles fu firmato il 17 marzo 1948 dal Regno Unito, dalla Francia e dal Benelux. Ma l’interesse del governo italiano era rivolto all’Unione doganale italo-francese e al protocollo aggiuntivo al trattato di pace del 1947, proposto da Stati Uniti, Regno Unito e Francia per riportare il Territorio Libero di Trieste sotto la sovranità italiana. 36 Agli inizi di aprile, la questione della partecipazione dell’Italia al patto di Bruxelles era l’oggetto di due rapporti dell’ambasciatore a Parigi, Quaroni, sui colloqui con Chauvel e con Couve de Murville. Egli riferì sull’iniziativa dei paesi firmatari di discutere con Marshall la questione del collegamento americano con “il patto a cinque”, soprattutto sotto l’aspetto militare, e sulla possibilità di un invito formale all’Italia già prima della conferenza di Bruxelles, ma erano sorti dubbi sulle intenzioni italiane di volere o no l’invito in quel 35 G. MAMMARELLA – P. CACACE, La politica estera dell’Italia. Dallo Stato unitario ai giorni nostri, Roma-Bari, Laterza, 2010, p. 167. De Gasperi rifiutò anche un’offerta americana di forniture militari, considerate indispensabili per la sicurezza dell’Italia dopo la partenza delle truppe alleate. 36 Per il trattato, cfr. Diana a Sforza, Bruxelles, 18 marzo 1948, ore 20,15 (per. ore 7,30 del 19), T. 365268-69, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 573; Sforza a Tarchiani, Roma, 31 marzo 1948, ore 12,30, T. S.N.D. 379/211, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 621-622. 234 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 periodo. Il suggerimento francese all’Italia era di attendere lo sviluppo delle conversazioni militari con gli Stati Uniti, di cui ci avrebbero informato e che avrebbero portato poi alla “giunzione americana” e alla «[…] sua estensione a noi una cosa automatica, allora e solo allora la nostra adesione avrebbe dovuto diventare una realtà. Tutto questo avrebbe potuto svolgersi con ritmo abbastanza rapido, comunque non certo dell’ordine di giorni». 37 Ma, all’insaputa della Francia e dei paesi del Benelux, dal 22 al 31 marzo 1948 si erano svolti a Washington i colloqui anglo-americano-canadesi sul tema della sicurezza occidentale, conclusi con un documento programmatico sulla creazione di un’alleanza atlantica, il tipo di garanzia e l’estensione geografica.38 Pur non avendo ricevuto da Roma istruzioni sulla questione della partecipazione italiana al “patto a cinque”, Quaroni espose ai francesi quella che riteneva fosse l’idea del suo governo, dichiarazioni poi confermate da Sforza, perché ben rispondenti alle esigenze della situazione italiana.39 Innanzitutto, intese chiarire tutti i malintesi sorti sulle “riserve italiane”, espresse in vista delle elezioni e interpretate come una tendenza al doppio gioco. Non vi erano dubbi sul fatto che l’Italia facesse parte dell’Europa occidentale e sulla volontà del governo che vi restasse, a 37 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 1° aprile 1948 (per. il 3), Telespr. 482/5055/1270, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 628-630. L’idea del governo francese era che, «[…] prima delle elezioni, naturalmente la cosa era fuori questione; ma anche dopo le elezioni non era forse bene per noi andare troppo in fretta. La nostra posizione – a parte la situazione interna – era delicata, perché noi ci trovavamo a diretto contatto con uno dei più irresponsabili satelliti di Mosca: l’aderire ad un blocco politico e militare occidentale poteva esporci a qualche rischio sulle nostre frontiere: come una provocazione senza reale contropartita, con tutta la loro buona volontà, l’aiuto che ci potevano dare i cinque alleati europei era ben poca cosa: il rischio per noi poteva essere compensato solo quando si fosse precisata la questione della garanzia americana». Ibid. 38 Sul memorandum del 1° aprile per estendere l’alleanza ed elaborare un accordo per l’area dell’Atlantico settentrionale, cfr. VARSORI, Il patto di Bruxelles, cit., pp. 117-128. 39 Cfr. Sforza a Quaroni, Roma, 13 aprile 1948, Telespr. 596 Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 691. 235 Teodolinda Pascali meno di un risultato elettorale contrario. Invece, “l’adesione di fatto” del governo italiano al “patto a cinque” avrebbe richiesto una discussione perché era necessario risolvere «la questione della situazione morale nostra». Le clausole militari del trattato limitavano la capacità di difesa dell’Italia, tanto da non consentirle di partecipare a un’alleanza militare.40 Inoltre, sarebbe stato difficile per il governo italiano far accettare all’opinione pubblica del paese, «in condizioni di minorazione giuridica», l’adesione a un trattato, in sostanza militare, che, per di più – come si presentava in quel momento il patto occidentale –, era un’alleanza militare «fra cinque impotenze militari». Solo «una definitiva assistenza e garanzia americana» avrebbe rassicurato l’Italia, una garanzia da ricercarsi anche per un’altra via e non unicamente attraverso un’estensione del “patto a cinque”.41 Alcuni giorni prima delle elezioni, l’ambasciatore a Mosca, Brosio, riferiva quanto era stato scritto sulla «Pravda» circa le questioni italiane.42 Pareva che la stampa sovietica avesse ridotto i temi della campagna elettorale alle questioni lasciate insolute dal trattato di pace – le colonie e il Territorio Libero di Trieste – e che la scelta elettorale fosse configurata come un’opzione fra due differenti politiche estere economicofinanziarie, che avrebbero strutturato l’economia dell’Italia. Ma, in realtà, il popolo italiano avrebbe scelto tra due sistemi politici differenti, perché basati su ideologie antitetiche, che, altresì, si scontravano sul continente europeo per stabilire le rispettive sfere d’influenza. 40 Quaroni a Sforza, Parigi, 1° aprile 1948 (per. il 3), cit., pp. 629-630. Quaroni a Sforza, Parigi, 8 aprile 1948, R. 515/7315/1407, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 671-673. 42 Cfr. Brosio a Sforza, Mosca, 15 aprile 1948, ore 11,22 (per. ore 7,30 del16), T. 49704968/140-141, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 705. 41 236 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 4. Il dibattito sulla questione dell’adesione dell’Italia all’Unione Europea occidentale all’indomani delle elezioni del 18 aprile 1948 Il 18 aprile 1948 si svolsero le elezioni per formare il parlamento della I legislatura della repubblica italiana. Esse rappresentarono, per l’Italia del dopoguerra, una scelta fondamentale di politica interna e, nello stesso tempo, una scelta fra due differenti sistemi politici e ideologici. Lo scontro elettorale molto forte “radicò” le scelte di politica estera nei partiti e nell’opinione pubblica.43 L’esito delle elezioni – con la vittoria della DC, che ottenne la maggioranza assoluta, e la sconfitta del fronte socialcomunista – confermò l’appartenenza dell’Italia al mondo occidentale. Tuttavia, esso produsse l’effetto, senza dubbio inatteso, di complicare il processo decisionale di politica estera, che a molti, invece, era sembrato essere lineare e rapido perché non c’era più il rischio di una sovietizzazione del paese. La politica estera italiana del dopo elezioni non era stata definita o concordata in alcun consesso decisionale tra i vari attori del sistema interno, politico e istituzionale. Essa si creava, si formava, si definiva, sotto l’input di forze interne ed esterne al sistema. Il governo, i partiti politici, l’opinione pubblica, la diplomazia, il clima di guerra fredda, tutto 43 A questo proposito, cfr. VIGEZZI, De Gasperi, Sforza, cit., p.17. Il ministro degli Esteri, Sforza, nel discorso pronunciato a Milano l’11 aprile 1948, in occasione della campagna elettorale, affermò: «Per la prima volta siamo chiamati a votare su un dilemma internazionale: cioè votare pro o contro il piano Marshall. E, in fondo, non è un male. Gli italiani han tutto da guadagnare se [...] si abitueranno a riconoscere che in questo mondo che sempre più si impicciolisce non vi sono più problemi esclusivamente nazionali; ma che quasi tutti i nostri problemi sono aspetti italiani di problemi europei o mondiali». C. SFORZA, Cinque anni a Palazzo Chigi. La politica estera italiana dal 1947 al 1951, Roma, Atlante, 1952, pp. 54-55. 237 Teodolinda Pascali concorreva alla sua formazione, che «[…] rivela tutte le tracce del passaggio da una politica di “grande potenza” a una politica di media potenza, e di “potenza democratica”». 44 Le sue criticità – emerse con il trattato di pace e accentuate dal rifiuto governativo pre-elettorale di aderire al patto di Bruxelles45 – si manifestarono in un atteggiamento d’incertezza, ovvero di attesa, sempre da parte governativa, dovuto all’esistenza di posizioni neutraliste e pacifiste nei partiti politici e nell’opinione pubblica, contrarie all’adesione a qualsiasi alleanza politico-militare. La difficoltà di elaborare, dopo il 18 aprile 1948, una linea di condotta per partecipare alla politica internazionale46 suscitò presso il ministero degli Affari Esteri, nel timore di un nuovo conflitto, la preoccupazione per una reale e quanto mai pericolosa posizione d’isolamento del paese nel sistema bipolare della guerra fredda. Era, questo, un momento delicatissimo per le relazioni dell’Italia con le potenze europee occidentali e con gli Stati Uniti, in quanto il sistema politico interno, stabilizzandosi attorno all’asse principale democristiano, aveva garantito la permanenza dell’Italia nella sfera occidentale del sistema internazionale. L’intento programmatico di politica estera, espresso prima delle elezioni e che appariva alquanto lineare, si era concretizzato nel primo punto con il risultato elettorale favorevole al governo in carica. Dopo le elezioni, l’Italia repubblicana doveva definire in breve tempo e in modo chiaro e univoco la sua politica estera. 47 La 44 VIGEZZI, De Gasperi, Sforza, cit., p. 17. Cfr. PASTORELLI, La politica estera italiana del dopoguerra, cit., pp. 209-214. 46 Cfr. E. DI NOLFO, Prima lezione di storia delle relazioni internazionali, Roma-Bari, Laterza, 2006, pp. 107-108. 47 La corrispondenza pervenuta dalle ambasciate italiane (cfr. MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 720-748), successiva al 18 aprile 1948, riportava nel contenuto l’appartenenza del paese di accreditamento alla sfera d’influenza orientale, oppure occidentale. 45 238 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 questione dell’adesione italiana all’Unione Europea occidentale fu esaminata nei rapporti degli ambasciatori Tarchiani, Quaroni, Gallarati Scotti e Brosio. Nella lettera di congratulazioni “reciproche” del 21 aprile 1948, per l’esito favorevolissimo delle elezioni, Tarchiani chiese a Sforza di recarsi a Roma «preferibilmente ai primissimi di maggio», per ricevere istruzioni sulla linea di condotta da seguire e per riferire sui colloqui che in quei giorni avrebbe avuto con i politici americani. 48 A suo avviso, non essendo più condivisibile una politica di attesa – si riferiva a Quaroni – il governo doveva «mettersi attivamente al lavoro per cominciare a risolvere i più urgenti problemi interni, come ha già annunciato il presidente del consiglio, per trovare una via adeguata alla nostra necessaria emigrazione, e impiantare su solide basi d’equilibrio economico e di sicurezza nazionale la nostra politica estera».49 Ma Sforza gli consigliò di attendere la formazione del governo italiano, perché in quei giorni di maggio l’attenzione politica sarebbe stata rivolta alla costituzione degli organi istituzionali dello Stato e la sua presenza a Roma avrebbe dato un’impressione di "febbrilità" non corrispondente al vero.50 Nei telespressi del dopo-elezioni, Quaroni riferì l’atteggiamento di attesa dei governi europei verso la formazione del nuovo governo italiano e il fatto che gli americani avrebbero considerato come presupposto di qualsiasi "garanzia americana" un’organizzazione politica e militare dei cinque Stati firmatari e, comunque, avrebbero garantito un’organizzazione più vasta. Nei colloqui con l’ambasciatore statunitense a Parigi, Caffery, era emersa, da parte italiana, come conditio sine qua non 48 Tarchiani a Sforza, Washington, 21 aprile 1948, L. in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 731-732. Ibid. 50 Cfr. Sforza a Tarchiani, Roma, 26 aprile 1948, L. 641 segr.pol., in MAE, DDI, Vol. VII, cit., p. 758. 49 239 Teodolinda Pascali all’adesione del paese al patto occidentale, la questione della revisione delle clausole militari del trattato di pace.51 Tale questione era diventata oggetto di dibattito internazionale, perché pubblicamente sollevata dal presidente del consiglio, De Gasperi, in una conferenza stampa e in un’intervista del 22 e 26 aprile 1948.52 Ma, a Washington, erano sorti forti dubbi sull’opportunità politica di quanto accaduto, pur essendo il governo americano favorevole alla revisione, posizione di cui aveva dato prova all’ONU. In Italia, come sottolineava Quaroni, il clima di risentimento verso il trattato di pace era così opprimente, che era difficile per il governo italiano non considerare la questione della revisione. E gli americani sapevano bene come le necessità della politica interna costringessero a fare pubbliche dichiarazioni non sempre rispondenti alle reali convinzioni. Anche in un colloquio con Bidault si faceva riferimento a «provocazioni verbali», a proposito del discorso di De Gasperi.53 51 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 23 aprile 1948 (per. il 1° maggio), Telespr. 576/7867/1524, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 744-746; Quaroni a Sforza, Parigi, 29 aprile 1948 (per. il 1° maggio), T. S.N.D. per corriere 5712/104, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 770; Quaroni a Sforza, Parigi, 29 aprile 1948, Telespr. 610/8633/1667, in MAE, vol. VII, DDI, cit., pp. 772-776; Quaroni a Sforza, Parigi, 6 maggio 1948, Telespr. segreto 629/8955/1761, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 805-807. 52 Sulle dichiarazioni di De Gasperi, cfr. M. TOSCANO, Appunti sui negoziati per la partecipazione dell’Italia al Patto Atlantico, in «Storia e Politica», I, 1, gennaio-febbraiomarzo 1962, pp. 1-37; I, 2, pp. 3-5 e pp. 196-231. 53 L’ambasciatore Quaroni chiariva che si trattava di dichiarazioni alla stampa e che non aveva elementi tali da poter interpretare in forma ufficiale il pensiero del governo italiano, ma affermava: «Per noi era una questione di principio [la questione del riarmo] fin qui tutte le volte che si trattava di prendere parte ad una Conferenza internazionale, l’invito ci era stato esteso sotto forma di una grande concessione: ci si dava più o meno l’impressione che ci si facesse un grande onore nell’invitarci in compagnia in cui altri invece sedevano di pieno diritto. Poteva anche trattarsi di eccessiva sensibilità da parte nostra: doveva però capire [Bidault] che dopo quattro anni di trattamento di minorati noi avessimo il diritto di avere la pelle delicata: ora noi eravamo decisi che questo stato di cose dovesse finire una volta per tutte». Quaroni a Sforza, Parigi, 6 maggio 1948, R. segreto. 631/3957/1763, in MAE, DDI, vol. VII, cit., p. 807. 240 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 A causa della complessità del problema, i responsabili della politica estera italiana lavoravano con difficoltà all’interno del sistema politico italiano e di quello internazionale. Quando, poi, i due sistemi venivano ad interagire, ecco che tutto si complicava: le dichiarazioni di De Gasperi, a Roma, rimbalzavano a decine di migliaia di chilometri; erano ritenute provocazioni «puramente verbali ed inutili» da evitare, perché non erano state espresse nel chiuso delle cancellerie; sicché creavano dubbi e interrogativi.54 Il governo italiano tenne conto degli orientamenti dell’opinione pubblica nella campagna elettorale e così continuò anche nella fase post-elettorale. Le tendenze erano diverse: oltre alle istanze revisioniste del trattato di pace, nelle forze politiche dell’arco costituzionale, vi era una corrente trasversale schierata su posizioni pacifiste e neutraliste, decisamente contraria alla collocazione dell’Italia accanto alle potenze occidentali in un’alleanza militare. Era rappresentata ideologicamente dai comunisti e socialisti, ma anche da un’area interna alla democrazia cristiana, quella della sinistra cattolica, contraria alla politica occidentalista del governo.55 Gallarati Scotti, ambasciatore a Londra, con un telegramma segreto del 5 maggio 1948, riferì che «Bevin […] aveva detto a proposito Italia “vi sono ancora gravi ostacoli da superare prima che sia chiaro con esattezza il compito che Italia dovrà svolgere nel mondo del dopoguerra e questione richiederà accurato esame e accurate discussioni” […]. Suo accenno a gravi ostacoli si riferiva principalmente a situazione e riserve dal punto di vista 54 TOSCANO, Appunti sui negoziati, cit., pp. 3-5. Cfr. G. FORMIGONI, Il mondo cattolico e «la scelta occidentale» dopo le elezioni del 1948, in B. VIGEZZI, a cura di, La dimensione atlantica e le relazioni internazionali nel dopoguerra (1947-1949), Milano, Jaca Book, 1987, p. 194. 55 241 Teodolinda Pascali italiano come mi pare gli risultassero da sue notizie in seguito conversazioni De Gasperi-Mallet. […] Egli mi ha dichiarato non aver voluto in alcun modo con intempestive dichiarazioni mettere nuovo governo di fronte a necessità dare risposta o provocare polemiche stampa comprendendo benissimo impossibilità in questa vigilia di vita parlamentare italiana prendere alcuna decisione concreta». 56 In realtà, il governo britannico voleva prendere tempo, perché i “gravi ostacoli”, a parere di Gallarati Scotti, provenivano dall’atteggiamento italiano – la riserva «mentale o esplicita» su cui si basava la questione della revisione parziale del trattato di pace (nella parte relativa al disarmo) – e da quello dei paesi firmatari del patto di Bruxelles, contrari alla partecipazione italiana per motivi diversi. Anche se le potenze europee non avevano fretta di discutere, l’Italia premeva per dare una soluzione ai problemi della sicurezza delle frontiere e dell’eccesso di popolazione, mediante il riarmo e la restituzione delle colonie. Il governo britannico pensava, invece, a una soluzione differente.57 L’ambasciatore a Mosca, Manlio Brosio, in una lettera personale del 28 aprile 1948,58 commentò i rapporti di Quaroni sulla partecipazione dell’Italia all’Unione Europea occidentale e sui possibili effetti nei rapporti italo-sovietici. Tarchiani, Quaroni e Gallarati Scotti avevano auspicato un’adesione dell’Italia all’Unione occidentale, richiedendo al governo una certa sollecitudine nel costruire una nuova politica estera per l’Italia 56 Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 5 maggio 1948, T. S.N.D. 5880/251, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp. 800-802. 57 Sul “sistema” della guerra fredda, formato a sua volta da “sistemi” di relazione tra due o più Stati, con un livello di complessità crescente, in cui l’Italia non poteva essere neutrale, perché parte di uno dei due blocchi, cfr. Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 10 maggio 1948, (per. il 15). Telespr. 2499/950, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 12. 58 Cfr. Brosio a Sforza, Mosca, 28 aprile 1948, L. personale, in MAE, DDI, vol. VII, cit., pp.766-769. 242 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 democratica. Il parere di Brosio era, invece, differente, perché rivolto a promuovere una posizione di non adesione dell’Italia ai blocchi sia occidentale, che orientale, e di una sua neutralità verso qualsiasi tipo di alleanza militare.59 La formula proposta era quella di una neutralità politicomilitare come «vera e seria alternativa» all’appartenenza al blocco occidentale, e anche come base per una revisione del trattato di pace.60 Il rapporto di Brosio fu trasmesso a Parigi e a Washington. 5. L’azione di Palazzo Chigi nell’estate del 1948 All’indomani delle elezioni, proseguì il lavoro istituzionale dell’Italia democratica: l’8 maggio 1948, in parlamento, si tenne la prima seduta della I legislatura repubblicana e l’11 maggio Luigi Einaudi fu eletto presidente della repubblica italiana. Il 23 maggio si costituì il quinto governo De Gasperi, sostenuto dalla coalizione quadripartita DC-PRI-PLI-PSLI;61 al ministero degli Affari Esteri fu confermato il conte Carlo Sforza, che guidò la diplomazia italiana sino al 1951, trattando le questioni internazionali in 59 Sul tema, cfr. M. DE LEONARDIS, Manlio Brosio a Mosca e la scelta occidentale, in E. DI NOLFO – R.H. RAINERO – B. VIGEZZI, a cura di, L’Italia e la politica di potenza in Europa (1945-50), Settimo Milanese, Marzorati, 1990, pp. 124-125. 60 Cfr. Brosio a Sforza, Mosca, 28 aprile 1948, cit., pp. 766-769. Brosio condivideva con Quaroni la premessa indiscutibile che «[…] noi siamo nell’Europa occidentale e vogliamo restarci» e intendeva la partecipazione dell’Italia al piano Marshall come «[…] una espressione di questa solidarietà spirituale ed economica occidentale, sulla cui necessità credo sia del tutto superfluo indugiare maggiormente». Pur apprezzando la cautela del governo italiano nel trattare la questione dell’adesione al patto occidentale reputava tale politica un atto ostile verso i sovietici, contrari a una revisione connessa ad un’alleanza contro di loro. L’Unione occidentale era un’alleanza politico-militare, ma un’alleanza, come – aveva scritto Quaroni – di «cinque impotenze», così come sarebbe stato ancora peggio nel caso di «una eventuale unione mediterranea occidentale». Ibid. 61 Sugli avvenimenti legati alla I Legislatura, cfr. il PORTALE STORICO della CAMERA DEI DEPUTATI, in storia.camera.it/. 243 Teodolinda Pascali grande sintonia con il presidente del consiglio De Gasperi, soprattutto mediante il lavoro dei suoi collaboratori a Palazzo Chigi. L’azione del ministero degli Affari Esteri, in quegli anni, fu diretta ad aiutare «[…] la classe dirigente repubblicana nello sforzo di lavoro di riabilitare il paese sul piano internazionale e d’inserirlo nel blocco economico-politico occidentale guidato dagli Stati Uniti che si venne a costituire a partire dal 1946». 62 L’impegno fu rivolto a individuare una linea di politica estera rispondente all’esigenza di far uscire il paese dallo stato d’impasse e d’isolamento del dopo elezioni, che fosse espressione dell’interesse nazionale e, innanzitutto, fosse condivisa da tutta la società italiana. In realtà, l’esito delle elezioni, se aveva confermato l’appartenenza dell’Italia al mondo occidentale – «La scelta, come vuole la formula d’uso, è per l’Occidente»63–, tuttavia non aveva convinto De Gasperi e Sforza del poter favorire una linea di politica estera che risultasse conforme ad esso, per agire nella vita internazionale. Da Palazzo Chigi, nell’estate del 1948, presero avvio sondaggi e dibattiti, che misero al centro la situazione internazionale dell’Italia, in tutti i suoi aspetti, come oggetto di analisi e di valutazione da parte degli «osservatori privilegiati» di Mosca, Londra, Parigi, Washington, con gli interrogativi, le contraddizioni, la prudenza e i timori presenti nella politica estera, mentre la guerra fredda era in atto. Dalla lettura d’insieme e di lungo periodo della corrispondenza del ministero degli Affari Esteri, da aprile sino ad ottobre del 1948, emergono i temi principali e secondari della questione italiana nell’ambito internazionale. La lettera di Brosio del 28 aprile sul tema “patto di 62 L. MONZALI, Mario Toscano e la politica estera italiana nell’era atomica, Firenze, Le Lettere, 2011, pp. 52-54. 63 VIGEZZI, De Gasperi, Sforza, cit., p. 17. 244 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 Bruxelles-Italia”, in cui aveva avanzato l’idea di un sondaggio ufficiale e segreto, sul punto di vista «[…] di chi sta a Mosca, di chi cioè cerca naturalmente di immaginare quale potrebbe essere una posizione politica di un’Italia non comunista, fermamente democratica in senso occidentale, e tuttavia disposta a offrire all’Unione Sovietica una politica, nei limiti del possibile, amichevole»,64 offrì l’opportunità di avviare un sondaggio presso le altre ambasciate sull’ipotesi di una “neutralità politico-militare” per l’Italia. Il segretario generale del ministero degli Esteri italiano, Fransoni, ritrasmise65 la lettera di Brosio agli ambasciatori a Washington e a Parigi. La discussione era oramai iniziata e servì ad approfondire l’argomento. A distanza di pochi giorni, Quaroni e Tarchiani risposero,66 escludendo una qualsiasi posizione di neutralità per l’Italia nell’assetto internazionale. Quaroni, che era stato ambasciatore a Mosca fra il 1944 e il 1946, affermava che il problema di Brosio era il medesimo che egli aveva avuto nei tre anni di permanenza a Mosca, ossia quello di trovare un punto di contatto tra l’Italia e l’Unione Sovietica. Ma questo era ancora più difficile nel 1948, perché il problema si connotava come un carattere della guerra fredda, essendo le relazioni tra Italia e Russia strettamente connesse con lo stato delle relazioni russo-americane: «La realtà è che noi, come tutti gli 64 Brosio a Sforza, Mosca, 28 aprile 1948, cit., pp. 766-768. Cfr. Fransoni a Tarchiani e Quaroni, Roma, 24 maggio 1948, T. Segr. 16273, Patto di Bruxelles-Italia, in VIGEZZI, La politica estera italiana, cit., pp. 74-79. 66 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 2 giugno 1948 (per. il 9), R. 713/10149/2024, in MAE, DDI, vol. I, pp. 110-114; Tarchiani a Sforza, Washington, 6 giugno 1948, R. riservato 5500/2119, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 128-131. Copia del rapporto di Quaroni fu ritrasmessa a Mosca e a Washington. Brosio, in luglio, inviò a Sforza le risposte ai pareri di Quaroni e di Tarchiani. Cfr. Brosio a Sforza, Mosca, 9 luglio 1948, L. 1371/327, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 285-289; Brosio a Sforza, Mosca, 30 luglio 1948, L. 1493/355, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 388-392. 65 245 Teodolinda Pascali altri paesi di Europa, abbiamo cessato di essere indipendenti e che, dato lo stato dei rapporti russo-americani, oggi noi siamo altrettanto liberi di riavvicinarci alla Russia, come la Polonia di riavvicinarsi all’America. […] Poiché l’URSS per nessuna ragione può ammettere il principio della revisione – tutta l’impostazione della sua politica rebus sic stantibus cadrebbe, se essa accettasse il principio, anche per la minima cosa – […]».67 L’ambasciatore non aveva condiviso “la revisione” del trattato di pace sin dal momento della «brillante trovata della firma con revisione» del 1947 e tanto meno la condivideva ora che era diventata «il punto cardinale» della politica estera dell’Italia, l’unico filo conduttore. Di conseguenza, l’unica vera alternativa al patto di Bruxelles sembrava essere una politica basata sulla neutralità politico-militare, suggerita da Brosio; ma l’Italia non era in grado di farla valere in caso di un conflitto, nella dimensione mondiale della guerra fredda, dove era evidente la sproporzione di forze tra essa e le due potenze contrapposte.68 Tarchiani rispose il 6 giugno 1948, ripetendo, con tono irritato, le osservazioni già espresse ai punti salienti del discorso di Brosio, così densi di incongruenze e contraddizioni, dagli «equilibri impossibili» all’atteggiamento di doppio gioco, alla neutralità politicomilitare, proposta come alternativa all’adesione al patto occidentale «senza o contro il consenso di Mosca».69 Egli sottolineava, invece, l’impossibilità e la difficoltà di «[…] “essere Europa occidentale ”, (cioè, più esattamente, “sistema atlantico”) soltanto nel campo “spirituale ed economico”, ammesso e non concesso, che ci possa essere, specie in questa ardua svolta 67 Quaroni a Sforza, Parigi, 2 giugno 1948, cit., p. 111. Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 2 giugno 1948 (per. il 9), R. 713/10149/2024, in MAE, DDI, vol. I, pp. 110-114; 69 Tarchiani a Sforza, Washington, 6 giugno 1948, cit., pp. 128-131. 68 246 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 del mondo, una solidarietà “spirituale ed economica” indipendente dalla politica e dalle sue esigenze».70 Si chiedeva come fosse possibile per l’Italia beneficiare degli aiuti dell’ERP e, nello stesso tempo, mantenere una posizione di neutralità politica e militare con il consenso di Mosca. Ma se la neutralità disarmata era praticabile a rischio e pericolo per l’Italia, quella armata e permanente era solo teorica per le disastrate condizioni economiche e finanziarie dell’Italia e per l’ipotesi di riarmo con l’aiuto degli Stati Uniti. Pertanto, sentiva il dovere di esprimere il suo parere per la salvaguardia dell’Italia, perché il paese aveva bisogno di «[…] sicure ed efficienti amicizie, con ogni dovuta garanzia, e del riarmo effettivo e sufficiente per la difesa dei nostri confini, del nostro mare e del nostro cielo, lungo le sole vie pratiche per le quali può essere realizzato». 71 Agli inizi di maggio 1948, Palazzo Chigi avviò una seconda azione di sondaggio a livello internazionale e nei confronti dell’opinione pubblica sulla possibilità di sollevare una questione italiana nella discussione di politica estera.72 Il direttore generale degli Affari Politici, Zoppi, il 4 maggio 1948, trasmise all’ambasciatore a Washington un memorandum.73 Esso conteneva un primo appunto riassuntivo delle principali questioni italiane, in cui si chiedeva agli Stati Uniti di proseguire nell’azione di appoggio all’Italia, anche dopo le elezioni, elencandone le ragioni e i relativi punti. Nel secondo promemoria, di carattere militare, si riconsiderava la questione, per il governo statunitense, dell’esecuzione delle 70 Ibid., p. 129. Ibid., p. 131. 72 Cfr., a tale proposito, TOSCANO, Appunti sui negoziati, cit., p. 15. 73 Cfr. Zoppi a Tarchiani, Roma, 4 maggio 1948, L. 683 Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. II, cit., pp. 797-800. 71 247 Teodolinda Pascali clausole militari del trattato di pace, chiedendone la sospensione per motivi connessi sia alla difesa dell’Italia, che per gli studi in corso, collegati ai progetti dell’Unione occidentale. Inoltre, anche se gli articoli del trattato prevedevano la modifica delle clausole, esse non potevano essere applicati poiché l’Italia non era stata ammessa all’ONU, nonostante l’appoggio delle potenze occidentali. Come ha scritto Toscano negli “Appunti”, Gallarati Scotti e Quaroni – a cui era stata inviata copia del memorandum – risposero all’impostazione del problema, espressa da Palazzo Chigi per il sondaggio, l’uno con una immediata reazione negativa e l’altro con analoga presa di posizione critica. Quando i documenti furono redatti – il 26 e 29 maggio 1948 – in Italia era stato appena formato il quinto governo De Gasperi e non c’era stata alcuna dichiarazione governativa su un indirizzo di politica estera, assenza lamentata in entrambi. Anche se Gallarati Scotti riteneva che le pregiudiziali di accesso all’Unione, espresse nel documento – il riarmo, la Germania, le colonie – potessero essere oggetto di discussioni confidenziali, come previsto dal testo del trattato di Bruxelles, suggerendo la massima discrezione nelle eventuali trattative per non suscitare la reazione dell’Unione Sovietica e dell’opinione pubblica dei paesi europei, tuttavia insisteva sull’inopportunità di subordinare l’ingresso dell’Italia alla restituzione delle ex colonie, trattandosi di una questione secondaria, d’importanza soltanto «morale e politica».74 Anche Quaroni ritenne errata l’impostazione governativa, in quanto si continuava a considerare l’adesione al patto come un mezzo per risolvere questioni secondarie ed anche perché fondata sulla premessa che i suoi firmatari, avendone 74 Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 26 maggio 1948, Promemoria segreto 2743, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 72-74. 248 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 interesse, avrebbero invitato l’Italia ad aderirvi. In realtà, la presenza italiana nel patto avrebbe solo disturbato il complesso negoziato che essi conducevano, o che s’illudevano di condurre con l’America.75 Invece, egli evidenziava che la questione principale per l’Italia, la “numero uno”, «[…] perché è questione di esistenza, non di prestigio o di grandezza come le altre due – è la nostra possibilità di resistenza di fronte ad una magari eventuale, ma certo possibile, aggressione russa. È un problema, questo, che è presente a tutti in Italia, checché se ne voglia dire. [Esso] non presenta che due possibili soluzioni. O la soluzione Togliatti, ossia buttarci completamente nelle braccia della Russia con quello che significa sul piano interno, oppure l’assistenza americana».76 L’inasprirsi delle relazioni tra russi e americani prospettava la possibilità di un conflitto, e poiché all’America interessava anche la difesa dell’Italia, oltre a quella dei cinque paesi dell’Unione occidentale, la politica estera italiana doveva impegnarsi a ottenere la garanzia americana. Di fatto, tale garanzia era costituita dalla presenza delle truppe americane a Trieste, ma ora si trattava di ottenere dagli Stati Uniti un aiuto per creare forze armate italiane efficienti per un minimo di difesa e di chiarirne le procedure. In tal modo, si andava delineando una direttiva di politica estera, chiedendo al governo italiano di continuare fino in fondo, anche dopo la vittoria delle elezioni generali, la battaglia contro la propaganda secondo cui l’opinione pubblica voleva la neutralità, e, dunque, contro il tentativo di “morfinizzare” l’Italia con l’illusione di essa.77 75 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 29 maggio 1948, R. 708/110144/2019, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 91-96. 76 Ibid., pp. 93-94. 77 Cfr. ibid., p. 96. 249 Teodolinda Pascali Le osservazioni degli ambasciatori al memorandum richiesero a Palazzo Chigi una riflessione più attenta su una situazione generale alquanto complessa.78 In una lettera segreta, Zoppi rimproverò a Quaroni l’inesattezza dell’impostazione data al problema e puntualizzò che il promemoria non conteneva delle “condizioni”, ma «[…] indicava solamente la necessità di ottenere l’appoggio americano, anche dopo le elezioni, per raggiungere determinati obiettivi, tra l’altro anche in vista di preparare l’ambiente ad una nostra eventuale adesione al “patto a cinque”, adesione di fronte alla quale il paese (come constaterai tu stesso venendo qui) è perplesso e portato a giudicarla per lo meno non attuale». 79 Al documento non vi era stata risposta da Washington, perché Tarchiani era arrivato a Roma e gli erano state date «nuove direttive suggerite dall’evolversi della situazione».80 Ci si riferiva al fatto che l’impostazione della questione italiana andava rivista, poiché le cinque potenze firmatarie avevano espresso la volontà di non premere per un ingresso dell’Italia al patto di Bruxelles, per le medesime ragioni esposte da Quaroni e già note a Palazzo Chigi. Pertanto, si poteva ragionare da un’altra prospettiva: «In realtà, quindi, non 78 Si veda TOSCANO, Appunti sui negoziati, cit., p. 29. «Ivi, nel frattempo, era pure arrivato l’ambasciatore a Washington, Tarchiani, il quale aveva potuto prendere visione soltanto a Palazzo Chigi della comunicazione che gli era stata diretta per corriere. In seguito agli scambi di idee avuti con Tarchiani, il quale aveva opinioni analoghe a quelle dei suoi colleghi a Londra e da Parigi e tenuto conto delle risposte di Gallarati Scotti e di Quaroni, il segretario generale del ministero degli Esteri [Zoppi] ritenne necessario precisare meglio, in una lettera inviata a Parigi all’inizio del giugno 1948, la propria posizione». Pertanto, si trattava della «[…] prima reazione individuale del conte Zoppi di fronte alle insistenze degli ambasciatori a Washington, a Londra e a Parigi», che veniva espressa in una lettera segreta inviata a Quaroni il 5 giugno 1948. Zoppi a Quaroni, Roma, 5 giugno 1948, L. 886 Segr. pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 123-124. 79 Zoppi a Quaroni, Roma, 5 giugno 1948, L. 886 Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 123124. 80 Zoppi a Quaroni, Roma, 1° luglio 1948, L. 1067 Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 239-240. 250 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 abbiamo per nulla cavato le castagne dal fuoco per gli altri, ma sono gli altri, e cioè i “cinque”, che le hanno cavate [le castagne] per noi di fronte agli americani, i quali risultano i più interessati a una nostra presa di posizione e ai quali possiamo presentarci, dicendo che la colpa di questa mancata presa di posizione non è nostra».81 Quindi, il governo italiano, secondo Zoppi, usciva da quella situazione perfettamente illeso anche «dal punto di vista della dignità» e poteva essere preso l’impegno di avviare conversazioni tra Roma e Washington. A questo punto, egli poteva anche dichiarare di essere d’accordo con Bevin, quando aveva detto che un governo democratico non poteva non tener conto dell’opinione pubblica. 82 A distanza di circa un mese, il segretario generale fece seguire un’altra lettera, che riportava la postilla apposta dal ministro Sforza sul rapporto di Quaroni sul patto occidentale, precisando che gli era stato restituito il giorno precedente. Tale sottolineatura era necessaria, perché la postilla conteneva una dichiarazione di Sforza, fatta in nome del governo italiano – e non si trattava certo della reazione individuale di Zoppi –, in cui il ministro, mentre polemizzava con Quaroni, manifestava apertamente quale fosse l’interesse italiano: «Il governo della repubblica è convinto che molto di più si può ottenere dalla presenza che non da poco simpatici mercanteggiamenti quali essi siano; ma è per lo meno altrettanto convinto che il problema non dipende da nostri contatti con Francia e Gran Bretagna, ma cogli Stati Uniti, ed essi soli. Aggiungo che ella può essere sicuro che – contrariamente a quanto può esserle apparso [...] – il problema supremo è per me oggi la 81 82 Ibid. Cfr. ibid. 251 Teodolinda Pascali difesa eventuale del territorio nazionale, e anche qui solo l’America conta: che il trattato o altro non è in confronto che secondario». 83 Oramai un indirizzo di politica estera italiana si definiva, anche se espresso in termini approssimativi da Roma e dagli ambasciatori, e forse anche con delle forzature: la ricerca della garanzia americana per la sicurezza dell’Italia.84 Tarchiani, rientrato a Washington a fine maggio, prese i primi contatti con esponenti del dipartimento di Stato americano, per parlare, in virtù delle istruzioni ricevute a Roma, dello stato delle relazioni tra Italia e Stati Uniti e dei problemi della sicurezza italiana. 85 L’11 giugno 1948, il senato statunitense approvò il progetto di risoluzione preparato dal 83 Ibid. A questo proposito, si legga la nota di Quaroni del 1° luglio 1948 – in risposta alla lettera di Zoppi del 5 giugno 1948, quando non aveva ancora ricevuto la lettera del 1° luglio con la postilla di Sforza – in cui affermava di mantenere le opinioni espresse nel rapporto del 2 giugno sul Patto di Bruxelles, che tanto aveva fatto arrabbiare Zoppi, e di aver seguito le sue istruzioni nei colloqui con Chauvel e con Couve de Mourville. Ma – e qui vi era la sua iniziativa – aveva ritenuto opportuno «[…] marcare ai francesi che noi parliamo con Washington – e che quindi la decisione non è nelle loro mani [dei francesi] – e che curiamo i nostri rapporti con la Grecia e la Turchia. La loro politica nei nostri riguardi, in questo come in altri affari, non mi sembra tanto rettilinea quanto essi vorrebbero dire: è bene quindi far loro vedere che poi non stiamo al cento per cento colle mani in mano in attesa della manna che ci piova dal cielo da Parigi». Quaroni a Sforza, Parigi, 1° luglio 1948 (per. il 7), R. 847/12036/2454, in MAE, DDI, vol. I, cit., p. 247. 85 Cfr. Tarchiani a Sforza, Washington, 5 giugno 1948 (per. il 15), R. SEGRETO 5485/2104, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 126-127. Tarchiani riferiva che il colloquio avuto con Hickerson, direttore generale degli Affari Politici del dipartimento di Stato, era stato la prima occasione «[…] in cui si è parlato di garanzie e aiuti militari da dare al sistema protettivo dell’Europa occidentale ed eventualmente all’Italia». Gli aveva fatto presente che era necessario che gli Stati Uniti tenessero conto della condizione di debolezza in cui l’Italia si trovava per la sua collocazione geografica, di “porta aperta” tra il sistema difensivo greco-turco-iraniano e il costituendo sistema occidentale “a cinque”. Hickerson aveva risposto che gli Stati Uniti, in considerazione della posizione europea e mediterranea dell’Italia nella difesa degli ideali e degli interessi comuni, avrebbero esteso all’Italia tutte le garanzie e gli aiuti che sarebbero stati accordati ai paesi dell’Unione occidentale. In quei giorni, a Washington erano in corso di definizione le relazioni giuridiche e pratiche degli Stati Uniti con “i cinque”, per cui all’Italia conveniva aspettare. 84 252 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 senatore Vandenderg, come l’ambasciatore comunicò a Roma il giorno successivo.86 In Europa, gli eventi precipitarono e la guerra fredda raggiunse l’apice nell’estate del 1948. Il 24 giugno, a seguito della riforma monetaria decisa unilateralmente dalle potenze occidentali, l’Unione Sovietica bloccò gli accessi ai settori di Berlino occupati dagli americani, inglesi e francesi e furono tagliati tutti i collegamenti stradali e ferroviari che attraversavano il territorio tedesco controllato dai russi; il giorno dopo, iniziò un ponte aereo degli occidentali per aggirare il blocco. Il 28 giugno, il partito comunista jugoslavo fu espulso dal Cominform con l’accusa di ostilità nei riguardi dell’Unione Sovietica. Questi eventi sbloccarono la situazione di stallo in cui erano le relazioni degli Stati Uniti con le potenze occidentali. Il 6 luglio 1948 iniziarono a Washington gli “Exploratory Talks of Security”, continuati poi per tutta l’estate,87 e si costituì un’alleanza extraeuropea con un sistema difensivo così ampio da comprendere i paesi democratici dell’Europa occidentale, gli Stati Uniti e il Canada. Fu Tarchiani a informare Sforza, con due telegrammi, dell’avvio delle conversazioni 86 Il 20 maggio l’incaricato d’affari a Washington, Egidio Ortona, che in quel momento sostituiva Tarchiani, informò Sforza che «il noto progetto di risoluzione preparato da Vandenberg […], inteso nello stesso tempo a venire incontro alla esigenza di un rafforzamento delle NU ed a creare la base per l’auspicata garanzia e assistenza americana ai paesi democratici dell’Europa occidentale [...]» era stato approvato dalla commissione senatoriale per gli Affari Esteri. Ortona a Sforza, Washington, 20 maggio 1948 (per. il 29), TELESPR.4904/1862, in MAE, DDI, vol. I, cit., p. 48; Ortona a Sforza, Washington, 12 maggio 1948 ore 12,40 (per. ore 3 del 13), T. 6199/391, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 19-20. Per la risoluzione Vandenberg, cfr. VARSORI, Il patto di Bruxelles, cit., p. 154. 87 Cfr. PASTORELLI, La politica estera italiana, cit., pp. 220-227. Sugli “Exploratory Talks on Security”, cfr. VARSORI, Il patto di Bruxelles, cit., p. 155-159. In luglio si creò una situazione di stallo nelle conversazioni e le delegazioni affidarono a un gruppo di esperti – il “Working Group” – il compito di esaminare le caratteristiche della minaccia sovietica e il tipo di risposta occidentale a tale pericolo. Agli inizi di settembre fu redatto un memorandum da sottoporre all’attenzione dei governi partecipanti. 253 Teodolinda Pascali preliminari circa l’assistenza militare nord-americana ai paesi dell’Unione occidentale. La conclusione del secondo telegramma pareva quasi predittiva della scelta che l’Italia avrebbe compiuto: «A tale riguardo rilevo che dipartimento mostra non dubitare affatto che a tempo necessario Italia farà parte integrante schieramento potenze occidentali così come già partecipa OECE e gode benefici piano Marshall».88 A metà luglio, in una situazione interna resa ancora più problematica dall’attentato a Togliatti il 14 luglio, prese avvio una terza iniziativa di Palazzo Chigi nella ricerca di una linea di politica estera. A seguito delle valutazioni espresse nei rapporti di Tarchiani, Gallarati Scotti e Quaroni – che insistevano per l’adesione dell’Italia all’Unione occidentale in tempi brevi e senza condizioni – e di Brosio (che consigliava una posizione di neutralità), Sforza inviò, il 14 luglio 1948, il telespresso 1124/C. Segr. Pol. alle ambasciate a Londra, Mosca, Parigi e Washington, invitando i diplomatici a proseguire, insieme al ministero, l’esame della situazione internazionale dell’Italia e degli orientamenti della politica estera italiana, considerandone nel complesso gli aspetti di politica interna ed estera. 89 Il dibattito, già molto partecipato con i precedenti rapporti, si ampliò nel corso dell’estate del 1948 per il contenuto circostanziato di quest’ultima circolare, che riassumeva le criticità della situazione italiana. La pregiudiziale relativa all’adesione italiana al patto pareva essere stata messa da parte; l’ipotesi di una posizione di neutralità in caso di conflitto risultava superata, di fatto e 88 Tarchiani a Sforza, Washington, 10 luglio 1948, ore 19 (per. ore 9 dell’11), T. S.N.D. 9232/547, in MAE, DDI, vol. I, cit., p. 290. Cfr. anche Tarchiani a Sforza, Washington, 6 luglio 1948, ore 24 (per. ore 13,30 del 7), T. 8997/539, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 268-269. A questo proposito, si veda anche A. TARCHIANI, Dieci anni tra Roma e Washington, Milano, Mondadori, 1955, pp. 146-147; e TOSCANO, Appunti, cit., pp. 36-37. 89 Cfr. Sforza alle ambasciate a Londra, Mosca, Parigi e Washington, Roma, 14 luglio 1948, Telespr. 1124/C. Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 313-316. 254 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 di diritto; l’aspetto più rilevante della questione era quello militare perché l’Italia non aveva possibilità di difesa per le condizioni delle forze armate italiane e per la posizione geografica della penisola, che faceva «[…] dell’Italia, fra tutti i paesi che dovessero partecipare al patto occidentale e ad eccezione della sola Austria, quello più direttamente a contatto con il mondo orientale e quindi più esposto ad una ipotetica aggressione proveniente dall’Est [...]».90 Poiché ciò preoccupava gli ambienti militari americani, in caso di conflitto, la difesa in Europa sarebbe stata concentrata «[…] ad ovest della penisola italiana (salvo il tentativo di mantenere talune basi e capisaldi nelle isole) e in Nord Africa. Ed anche le conversazioni in corso a Washington per concretare le modalità di tale limitata difesa nonché il concorso americano ad essa, procedono assai lentamente». 91 Tuttavia, Sforza raccomandava di riferire le nuove direttive solo in conversazioni confidenziali e a titolo personale, per sfatare l’offensivo giudizio sull’atteggiamento italiano. Vi era l’urgenza di conoscere il pensiero dei diplomatici alla luce degli avvenimenti più recenti, mentre si continuava con estrema cautela e nel chiuso delle sedi diplomatiche. Nei telespressi pervenuti a Palazzo Chigi nell’estate del 1948, in risposta alle nuove istruzioni di Sforza, Brosio confermò la tesi sulla “neutralità disarmata” e sulla solidarietà spirituale ed economica dell’Italia al piano Marshall. Gallarati Scotti, Tarchiani e Quaroni continuarono a insistere per l’adesione dell’Italia all’Unione occidentale con gli argomenti di sempre e molto interessati agli sviluppi di un’organizzazione militare dell’Europa occidentale e delle conversazioni preliminari di Washington. Intanto, il 90 91 Ibid. Ibid. 255 Teodolinda Pascali governo italiano continuava a mantenere un atteggiamento d’incertezza e di attesa nella sua politica estera.92 Ma, in tutti i documenti, era presente un tema: la garanzia americana, ossia l’impegno militare degli Stati Uniti per la sicurezza dell’Italia.93 Il problema del rapporto dell’Italia con gli Stati Uniti era analizzato, discusso, argomentato, dalla diplomazia italiana che, ad eccezione di Brosio, riteneva che la “garanzia americana” fosse l’obiettivo verso cui orientare la politica estera italiana; per cui, esso andava approfondito perché la sua fattibilità comportava modi, tempi e mezzi differenti e perché era il solo percorso praticabile dal governo italiano nell’interesse del paese. Gallarati Scotti, esaminando il contesto internazionale della guerra fredda,94 propose di perseguire la sicurezza dell’Italia attraverso l’Unione occidentale, in cui il rapporto con gli Stati Uniti sarebbe stato mediato dalla Gran Bretagna.95 Anche Tarchiani, in un documento di fine luglio, consigliò di associare l’Italia al patto – avendone la possibilità sin da quel momento e senza attendere «una situazione di materiale necessità» – per iniziare a definire la sicurezza del paese attraverso l’Unione occidentale, pur condividendo le conclusioni sulla “neutralità illusoria” e le ragioni di prudenza e di dignità della posizione 92 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 15 luglio 1948 (per. il 17), T. S.N.D. per corriere 95099510/0181-0182, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 317-318; Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 27 luglio 1948 (per. il 31), Telespr. Segr. 3911/1616, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 361-363. 93 Sulla priorità del rapporto con gli Stati Uniti e sulla garanzia americana, cfr. VIGEZZI, La politica estera italiana, cit., p. 38; Zoppi a Tarchiani, Roma, 4 maggio 1948, cit., pp. 797-800; FORMIGONI, Il mondo cattolico, cit., p. 227; Zoppi a Quaroni, Roma, 1 luglio 1948, cit., p. 239. 94 Cfr. Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 20 luglio 1948, Telespr. segr. 3801/157, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 331-334. 95 Cfr. Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 10 agosto 1948, R. segreto 4117/1707, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 447-451. La penisola italiana rientrava nella strategia difensiva del Medio Oriente e del Mediterraneo non solo per gli Stati Uniti, ma molto più per la Gran Bretagna. 256 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 italiana verso gli atteggiamenti di alcuni paesi occidentali. 96 La replica di Quaroni alla circolare di Sforza del 14 luglio evidenziò che l’Italia, come singolo Stato, non poteva chiedere agli americani garanzia e armamenti – in precedenza, richiesti grazie alla dichiarazione Truman – per la sua situazione interna, ma solo tramite l’Unione occidentale, e quindi la sua adesione non era da considerarsi come una semplice adesione a un trattato di alleanza con Francia e d’Inghilterra. Una politica di neutralità era impraticabile – anche se il paese era stanco della guerra ed era diffusa una propensione verso la neutralità – perché il patto occidentale e la sua estensione erano strettamente connessi al piano Marshall, e, quindi, l’adesione spirituale ed economica al piano, suggerita da Brosio, era un’illusione. L’Italia doveva chiarire i dubbi sulla sua politica estera, interpretata come un atteggiamento equivoco per conservare libertà di azione per una politica di altalena tra i due sistemi contrapposti, e dichiarare l’adesione al patto occidentale senza condizioni, non pubblicamente, ma per via diplomatica, a Washington, a Londra e Parigi.97 Quaroni, in termini chiari, scriveva: «Sono perfettamente cosciente di esprimere con questo un’opinione che non è affatto gradita al mio governo: ma la mia coscienza di funzionario, nel senso del dovere che ho verso il mio paese, mi impone di farlo».98 96 Sui motivi contingenti considerati da Tarchiani, cfr. Tarchiani a Sforza, Washington, 27 luglio 1948, R. segreto 7185/271, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 364-368. 97 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 28 luglio 1948, R. 925/13634/2821, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 375-381. 98 Ibid. 257 Teodolinda Pascali Il 4 agosto 1948,99 Sforza, apprezzando la sincerità e la franchezza di Quaroni (in fondo, era quello che il governo italiano si aspettava dai suoi ambasciatori), sostenne che la sua risposta era la stessa che aveva inviato a Tarchiani il 27 luglio,100 trattandosi del medesimo contenuto. Riconosceva che quanto esposto nei rapporti corrispondeva alla verità, ma ricordava che purtroppo in Italia non riusciva ancora a fissarsi, a stabilizzarsi «una atmosfera nazionale», di cui gli uomini di governo dovevano tener conto nel definire un orientamento di politica estera. Poi, i toni sembravano diventare polemici, anche se l’obiettivo da raggiungere era lo stesso – la garanzia americana, il massimo possibile aiuto americano per il riarmo dell’Italia – ma erano differenti i mezzi, i tempi e i modi di attuazione proposti. In una lettera indirizzata a Gallarati Scotti, il 4 agosto 1948, Sforza scriveva che l’atteggiamento italiano non nascondeva alcun contatto con Mosca, perché un cambiamento in favore dei sovietici avrebbe significato la scomparsa fisica di De Gasperi, di Sforza e di Scelba, e che l’Italia – anche senza 99 Cfr. Sforza a Quaroni, Roma, 4 agosto 1948, L. 1207 SEGR. POL., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 425-426. 100 Cfr. T.s.n.d. personale 8591/435 del 27 luglio 1948, cit. in Tarchiani a Sforza, Washington, 12 luglio 1948 (per. il 27), L. segreta 6858/2540, in MAE, DDI, vol. I, cit., p. 306. Nel telespresso del 27 luglio, Sforza – in risposta a una lettera segreta di Tarchiani del 12 luglio che, a sua volta, commentava il telegramma urgente 8014/C. del 10 luglio di Sforza, diretto anche alle ambasciate a Londra e Parigi – scriveva: «Quanto mi espone nella sua lettera personale del 12 risponde anche secondo me alla verità ma non è tutta la verità. Certe forme di linguaggio e certe decisioni non dipendono solo dagli uomini di Stato, ma ben più da una atmosfera nazionale che finora non si fissa e ciò niente affatto per amore di una “equidistanza” in cui nessun crede. Gli eventi e, spero, la saggezza degli alleati potranno contribuire a creare una situazione più dinamica e feconda. Ciò premesso approvo che ella abbia tenuto linguaggio descritto a pagina 11 della sua lettera». Tutto ciò fu ripetuto a Quaroni (cfr. Sforza a Quaroni, Roma, 4 agosto 1948, cit., pp. 425-426) e a Gallarati Scotti (cfr. Sforza a Gallarati Scotti, Londra, 4 agosto 1948, cit., pp. 426-427) come risposta alle loro reazioni al telegramma urgente 8014/C. del 10 luglio, inviato a Washington, a Londra e a Parigi, in cui il ministro «[…] aveva adoperato frasi e formule che si prestavano benissimo a rafforzare l’equivoco e le impressioni negative ai nostri riguardi», come ricordava Tarchiani nelle sue memorie. Tarchiani, Dieci anni tra Roma e Washington, cit., p. 155. 258 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 aderire al patto – in caso di conflitto, sarebbe stata accanto a Londra, essendo impensabili una posizione di “equidistanza” e una di neutralità.101 Il 30 luglio 1948, Brosio scrisse a Sforza di ritenere chiuso “l’approfondimento” sulla tesi della neutralità e di escludere di poter procedere nel suo lavoro secondo le direttive del documento. 102 Consigliava di non assumere prese di posizione affrettate nei confronti degli avvenimenti in Iugoslavia, per la presenza dei sovietici ai confini italiani e di truppe anglo-americane in Venezia Giulia. Il discorso di Tarchiani – escludente una politica di neutralità per l’Italia – era unilaterale e non poteva persuadere; di conseguenza, si sollevavano forti perplessità sulla fattibilità della garanzia americana per l’Italia e, quindi, solo una neutralità armata era una politica concepibile e ne spiegava le ragioni. 103 L’esame della posizione dell’Italia nell’ambito internazionale fu condotto “esclusivamente” dal punto di vista tecnico-militare in un telespresso del 30 luglio inviato dal capo di Stato maggiore, Trezzani, a Zoppi. Una neutralità 101 Cfr. Sforza a Gallarati Scotti, Roma, 4 agosto 1948, cit., pp. 426-427; Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 10 agosto 1948, L. riservata personale, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 452-453. 102 Cfr. Brosio a Sforza, Mosca, 30 luglio 1948, L. 1493/355, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 388-392. Si trattava del dibattito sull’ipotesi di una posizione neutrale per l’Italia, che aveva preso avvio dalla sua lettera inviata a Palazzo Chigi il 28 aprile 1948. 103 Cfr. ibid., pp. 389-391. Secondo Brosio, la discussione sulla neutralità era un aspetto «[…] della questione concreta che la realtà ci ha sottoposto, allorché sei potenze europee hanno creato la loro unione occidentale senza sognare di invitarci, ed allorché, oggi, quelle sei nazioni medesime stanno negoziando con gli Stati Uniti e col Canada per farsi garantire od integrare quella unione – sistema atlantico, ricorda esattamente l’ambasciatore Tarchiani – nuovamente senza ricordarsi di noi». Certamente gli Stati Uniti avevano un interesse a sottrarre l’Italia «[…] all’attrazione della zona sovietica, e questo spiega i loro aiuti ERP, spiega la loro attenzione alla nostra politica internazionale ed elettorale, ma non sembrano spingere tale interesse fino a fare dell’Italia un pilastro indispensabile del loro sistema strategico, tale da dover essere guarnito e difeso a fondo e in ogni caso, con impegno di forze rilevanti». Una posizione di neutralità per l’Italia era «[…] logica, e conforme agli interessi e alle stesse ragionevoli esigenze americane: giacché o essi ci possono garantire una piena difesa, uguale a quella che senza dubbio sarebbero disposti ad assicurare alla Germania occidentale o alla Francia, oppure non possono negarci il tentativo di rimanere fuori dal conflitto». 259 Teodolinda Pascali disarmata era considerata “un assurdo”; una neutralità armata sarebbe stata possibile solo con i mezzi materiali forniti dal blocco occidentale interessato alla nostra difesa; altrimenti all’Italia non restava che far parte integrante di esso o affidare il suo avvenire alla fortuna. E, comunque, in caso di «una conflagrazione generale», sarebbe rientrata necessariamente nella strategia di quel settore difensivo occidentale che si riteneva andasse dal Mare del Nord all’Egeo. Quindi, ci sarebbe stato un interesse diretto «delle nazioni occidentali e soprattutto dell’America e dell’Inghilterra» alla difesa dell’Italia.104 Anche Zoppi, a distanza di qualche anno, esaminò la posizione dell’Italia – rimasta fuori dal patto, neutrale e disarmata – nell’ipotesi di un conflitto.105 Il suo destino sarebbe dipeso esclusivamente dall’interesse dei paesi avversari: sulle intenzioni dei russi non era possibile fare previsioni; su quelle degli Stati Uniti si sarebbe potuto accertare sino a che punto l’Italia fosse stata inclusa nella zona strategica di loro interesse. A suo avviso, una formula «atta a risolvere il problema», tenendo conto di quanto espresso dalle ambasciate e dal ministero nel corso dell’estate, si sarebbe potuta trovare nel fatto che la possibilità di un’effettiva difesa dell’Italia sarebbe diventata maggiore col passare del tempo. Dalle informazioni pervenute a Palazzo Chigi, gli Stati Uniti stavano procedendo al loro riarmo e gli eventuali aiuti americani ai paesi del Patto di Bruxelles erano fermi alla dichiarazione Vandenberg. Il primo obiettivo da difendere fuori dalle frontiere americane era la zona della Groenlandia, Irlanda e Islanda. In un 104 Trezzani a Zoppi, Roma, 30 luglio 1948, Telespr. segreto personale 201, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 395-398. L’oggetto del documento era “Osservazioni dello Stato maggiore della Difesa sulla situazione militare italiana in rapporto alla situazione internazionale”. L’aspetto militare-strategico della questione dell’adesione italiana al Patto di Bruxelles era rilevante, come aveva scritto Sforza agli ambasciatori, per poter proseguire l’esame della situazione internazionale e degli orientamenti della politica estera italiana. 105 Cfr. Zoppi a Sforza, Roma, luglio … 1948, Appunto, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 403-406. 260 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 tempo successivo, la difesa dell’Europa sarebbe stata estesa «[…] dall’estremo occidente europeo e Nord Africa, via via verso est a seconda dei progressi del riarmo americano e delle disponibilità offerte da tale riarmo. In queste condizioni è da ritenersi che l’Italia non potrebbe venir compresa nell’area di una effettiva difesa americana che in un secondo o terzo tempo».106 Ma, forse, sarebbe stato più conveniente per gli americani, sino a quando l’Italia non avesse fatto parte del loro piano strategico, provvedere ad armarla, restando non belligerante, affinché si proteggesse da sola da un’aggressione dall’Est, essendo la penisola italiana «un’invitante porta aperta». Se fosse stata attaccata, si sarebbe difesa, diventando automaticamente loro alleata. Tali considerazioni portavano direttamente alla «garanzia americana». Nel documento, Zoppi aveva considerato – oltre a tutti i temi, già noti, sulla posizione dell’Italia nel sistema della guerra fredda (il patto occidentale, la garanzia statunitense, la neutralità armata) – anche l’opportunità di sviluppare l’idea della “Federazione europea”, annunciata dal ministro Sforza a Perugia.107 Nell’estate del 1948, il governo italiano approfondì, in un memorandum, la possibilità di concordare con i paesi europei “una formula” per costituire un’unione o federazione europea, tenendo conto di un’eguale iniziativa avviata dai francesi. 108 Sforza inviò a Quaroni il memorandum da consegnare al ministro Schuman, in cui si proponeva di avviare un’iniziativa «[…] sulle basi dell’esperienze che si 106 Ibid., pp. 404-405. Cfr. SFORZA, Cinque anni a Palazzo Chigi, cit., pp. 68-69. 108 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 19 agosto 1948, Telespr. 996/14950/3036, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 495-496. Il governo francese aveva approvato un progetto di costituzione di “una assemblea europea”, inviandolo, per uno studio, ai governi del patto di Bruxelles e ai paesi che partecipavano al piano Marshall. 107 261 Teodolinda Pascali stanno facendo all’OECE»,109 che avrebbe avuto certamente l’adesione dei paesi dell’Europa del Nord, perché l’azione veniva svolta in una organizzazione che non aveva alcun carattere militare. Se l’Unione avesse preso avvio a Parigi, all’OECE, non avrebbe certamente escluso «[…] l’esistenza nel suo quadro di un’unione militare come quella di Bruxelles, cui è anzi augurabile che altri paesi possano aggiungersi, fino al giorno in cui la generale Unione Europea conglobi e riunisca tutti gli sforzi consacrati alla difesa della pace e della democrazia». 110 In sostanza, il progetto italiano di “Federazione europea” collegato all’OECE, e quindi al piano Marshall, avrebbe rappresentato, per l’Italia, un’alternativa all’adesione all’Unione occidentale, accettabile dall’opinione pubblica, evitando “le strettoie” e le difficoltà insite nel patto di Bruxelles. E se fossero seguiti il consenso delle potenze europee e l’approvazione americana, l’Italia avrebbe mantenuto i rapporti con esse e con gli Stati Uniti, senza dover chiedere di far parte di un’alleanza già costituita e alla quale non era stata mai invitata.111 Ma l’impegno del governo italiano di perseguire questa linea di politica estera non ebbe sviluppi. Tra i documenti pervenuti a Sforza nell’estate del 1948 vi era il telespresso 1895/665 del 24 agosto 1948 dell’ambasciatore presso la Santa Sede, Meli Lupi di Soragna, sul colloquio con il sostituto della segreteria di Stato, mons. Tardini. L’alto prelato esprimeva la speranza che l’Italia continuasse a rimanere “formalmente” sul terreno della neutralità, in una 109 Sforza a Quaroni, Roma, 24 agosto 1948, Telespr. 3/828, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 515517. 110 Ibid. 111 Per le ragioni del memorandum, cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 4 ottobre 1948, R. 1062/17185/3570, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 707-708. 262 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 posizione quasi di equidistanza, perché, per gli anglo-americani, era impossibile difenderla.112 Ma, in realtà, all’interno della diplomazia vaticana esistevano forti divergenze sulla politica estera italiana – pare che la tesi neutralista di mons. Tardini non fosse condivisa dal pontefice Pio XII – e si sarebbe affermata, alla fine del 1948, la linea di mons. Montini, fiduciosa nella politica di vicinanza al sistema difensivo occidentale condotta da De Gasperi.113 E solo quando, nell’autunno del 1948, furono evidenti l’impegno americano e la “dimensione” atlantica dell’alleanza difensiva che stava nascendo, «[…] parallelamente cessarono le esitazioni della Santa Sede e la parentesi dell’incertezza si chiuse, senza lasciare spiragli al dubbio». 114 Il rapporto dell’ambasciatore a Parigi, Quaroni, del 26 agosto 1948, fu l’ultimo pervenuto a Palazzo Chigi nel mese di agosto e pareva chiudere la fase del dibattito avviato dalla circolare del 14 luglio. Rispondeva con un tono pacato, anche se polemico, al rimprovero rivoltogli di non rendersi conto «dello stato dell’opinione pubblica italiana» e del fatto che di questa “atmosfera” gli uomini di Stato italiani avrebbero dovuto tenere conto, sottolineando che egli era stato sempre al corrente delle tendenze dell’opinione pubblica, perché nell’ambasciata italiana a Parigi ogni giorno giungeva gente di ogni categoria dall’Italia, cosa che non accadeva nelle altre sedi diplomatiche.115 Uno dei difetti del ministero degli Esteri era quello di «[…] non essere mai riuscito ad escogitare un sistema che permettesse agli agenti all’estero di essere veramente al corrente non solo di 112 Cfr. Meli Lupi di Soragna a Sforza, Roma, 24 agosto 1948, Telespr. 1895/665, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 518-519. 113 Sul tema, cfr. FORMIGONI, Il mondo cattolico, cit., pp. 200-203. 114 DI NOLFO, La guerra fredda e l’Italia, cit., p. 506. 115 Cfr. Quaroni a Sforza, Parigi, 26 agosto 1948, R. 1020/15396/3135, in MAE, DDI, vol. I, cit. pp. 528-532. 263 Teodolinda Pascali quello che accade, ma anche di quello che si pensa e si dice in Italia». Non ne aveva mai fatto menzione nei suoi rapporti perché riteneva suo dovere «[…] in primo luogo, riferirsi ad una situazione internazionale di fatto di cui come agente all’estero, era mio dovere riferire esattamente al mio governo».116 Quaroni, in realtà, stava lamentando a Sforza un’assenza di comunicazione tra gli ambasciatori e il ministero degli Affari Esteri. 6. Il telespresso segreto 1284/C. Segr. Pol. del 31 agosto 1948 e la scelta atlantica Fu il ministro Sforza, a fine agosto, a considerare conclusa l’analisi della posizione internazionale dell’Italia e degli orientamenti di politica estera, avviata all’indomani delle elezioni del 18 aprile 1948 dal ministero degli Affari Esteri e dagli ambasciatori italiani nelle principali capitali per definire una linea di condotta nell’interesse del paese, con il telespresso segreto 1284/C. Segr. Pol. del 31 agosto 1948.117 Il telespresso costituisce, come ha scritto Vigezzi, una «sorta di riassunto» di tutte le tendenze della politica estera italiana, che furono discusse e ridiscusse nell’estate del 1948 nei telespressi del ministro degli Affari Esteri, nei rapporti degli ambasciatori a Londra, Mosca, Parigi e Washington e del capo di Stato maggiore;118 è un documento riassuntivo «[…] che, per tutta conclusione, Sforza rielabora a fine agosto, che invia ai suoi collaboratori e allo Stato maggiore, e che a torto è stato abbastanza trascurato sin qui. […] Il rapporto, abbastanza ampio, riconsidera tutti gli 116 Ibid. Cfr. Sforza alle ambasciate a Londra, Roma, 31 agosto 1948, cit., pp. 547-549. 118 VIGEZZI, De Gasperi, Sforza, cit., p. 21. 117 264 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 aspetti e segna, infine, l’avvio, seppure un po’ circospetto, delle conversazioni a Washington in tema di difesa e di sicurezza del paese». 119 La lettura della corrispondenza ministeriale, pervenuta da aprile sino alla fine di agosto, ha consentito di conoscere come tutti gli orientamenti, le tendenze, le prospettive, le utopie per una linea di politica estera, esistenti nella diplomazia, nella vita politica e nell’opinione pubblica italiane, venissero approfondititi, messi in discussione, approvati o respinti attraverso uno scambio di rapporti, lettere, telespressi, segreti e non, redatti dal ministro Sforza, dagli alti burocrati del ministero – Zoppi e Guidotti –, dagli ambasciatori Brosio, Gallarati Scotti, Quaroni, Tarchiani, dal capo di Stato maggiore Trezzani e da altri esponenti degli ambienti politici e diplomatici.120 Riportiamo l’incipit del telespresso del 31 agosto, il cui tono declamatorio sottolinea l’importanza del suo contenuto: «Questo ministero, esaminate le considerazioni svolte nei precedenti rapporti dalle ambasciate a Washington, Londra, Parigi e Mosca e dallo Stato maggiore generale, e tenute presenti anche le osservazioni formulate nel proprio telespresso del 14 luglio, ritiene di potere – nel momento attuale – fissare come segue il proprio pensiero sull’argomento in oggetto». 121 L’oggetto del documento era “Italia e patto occidentale”. Il tema centrale, o meglio, il problema fondamentale della politica estera italiana, anche dopo il risultato delle elezioni di aprile del 1948, era sempre quello della posizione dell’Italia verso l’Unione occidentale, costituita nel marzo 1948, con le criticità 119 Ibid. Su tale argomento, cfr. buona parte del vol. VII, cit. (in particolare, pp. 628-819), e tutto il vol. I, cit., in MAE, DDI. 121 Sforza alle ambasciate a Londra, Roma, 31 agosto 1948, cit., p. 547. 120 265 Teodolinda Pascali conseguenti a una scelta di adesione o meno. Sin dal primo momento, la questione era stata esaminata sotto tutti gli aspetti morali, politici, economici e militari, che avrebbe potuto presentare nella politica interna ed estera del paese; pertanto, le soluzioni proposte erano state diverse e contrastanti. Dall’analisi svolta era emerso in modo chiaro che l’aspetto più importante era di carattere politico-militare, poiché il patto di Bruxelles era un’alleanza militare. E, di conseguenza, il problema riguardava il rapporto tra l’appartenenza o meno dell’Italia al patto e le possibilità di difesa del territorio nazionale. Tra difficoltà, dubbi e incertezze, i responsabili della politica estera italiana lavorarono per definire un indirizzo di politica estera con la preoccupazione di salvaguardare il paese da nuove calamità. Del resto, Sforza, nella circolare del 14 luglio, aveva sottolineato che l’Italia – a causa della posizione geografica e della situazione disastrosa delle forze armate – non aveva possibilità di difendersi e, quindi, in queste condizioni, non si poteva chiederle «[…] di aderire a cuor leggero ad un determinato schieramento che potrebbe maggiormente esporla, pur lasciandola senza possibilità di difesa». 122 Sarebbe stato opportuno, dunque, chiarire questo concetto ai governi occidentali che reputavano l’atteggiamento italiano non sincero e ambiguo. Nell’ottobre del 1948, Sforza spiegherà a Tarchiani che la ragione delle istruzioni contenute nel documento di fine agosto si trovava nella preoccupazione che stava dietro le perplessità manifestate sia dall’opinione pubblica, con le correnti di centro della Democrazia Cristiana e quelle di centrosinistra dei gruppi socialisti, sia dal governo: «Si è assicurato il governo che in caso di nostro schieramento politico-militare con l’Occidente, il nostro paese sarà 122 Tarchiani a De Gasperi, Roma, 14 luglio 1948, Telespr. 1124/C. Segr. Pol., cit., p. 315. 266 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 effettivamente difeso? […] Ed è perciò che abbiamo considerato come esigenze preliminari i sondaggi di carattere militare».123 Il telespresso del 31 agosto del 1948 chiudeva una fase del processo formativo della politica estera italiana, da maggio ad agosto, quella dei sondaggi, dei colloqui, delle conversazioni confidenziali, dell’atteggiamento incerto e ambiguo, che avevano determinato uno stallo nell’azione di politica estera dell’Italia, molto pericoloso per il paese. Nello stesso tempo, ne apriva un’altra, quella in cui veniva fissata una linea di politica estera, necessaria per ricollocare l’Italia democratica nella vita internazionale, superando ogni ipotesi di neutralità o isolamento. Era la fase in cui il governo italiano decideva di abbandonare quel “gioco di pendolo” – che aveva connotato la sua posizione di fronte alle potenze europee occidentali e che tanto aveva irritato i diplomatici italiani e i governi occidentali – e di operare una scelta al fine di assicurare all’Italia una possibilità di difesa, in un mondo in cui la guerra fredda pareva terminare per lasciare il posto ad una guerra totale. Nel documento, Sforza esaminava le possibilità di difesa che potevano derivare dall’appartenenza o meno dell’Italia all’Unione occidentale in due situazioni differenti, mentre sullo sfondo rimaneva la possibilità soltanto teorica per il paese di salvarsi con un atteggiamento di “neutralità disarmata”. L’ipotesi di un conflitto immediato non avrebbe portato vantaggi all’Italia rispetto ai paesi dell’Unione occidentale perché, forse, la sua non appartenenza al patto avrebbe consentito una teorica posizione di neutralità. La situazione italiana sarebbe stata completamente diversa nel 123 Sforza a Tarchiani, Roma, 19 ottobre 1948, L. 1454 Segr. Pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 788-789. 267 Teodolinda Pascali caso di un conflitto futuro, che si sarebbe presentato «[…] fra qualche anno, quando cioè l’America avrà terminato il proprio riarmo e iniziato quello dell’Unione occidentale. A quell’epoca, la differenza tra i paesi dell’Unione occidentale e quelli che ne saranno rimasti fuori sarà più sostanziale». 124 I primi sarebbero stati coinvolti “automaticamente” in un conflitto, ma altrettanto garantiti in campo militare e diplomatico. Gli altri sarebbero forse anche rimasti in una situazione di neutralità disarmata se i contendenti del conflitto non avessero manifestato un interesse strategico per possibili basi nella penisola italiana, che tuttavia sia gli Stati Uniti sia l’Unione Sovietica avrebbero potuto esprimere. L’unica certezza, per Sforza, era l’impossibilità per l’Italia di assicurare una politica di neutralità «a priori al cento per cento». 125 Il nodo da sciogliere era, dunque, quello di una concreta difesa militare per l’Italia e, quindi, occorreva «[…] giudicare sino a qual punto la fiducia o meglio la speranza di poter conservare tale neutralità possa indurre ad astenerci dall’aderire a raggruppamenti politici, i quali ci esporrebbero bensì ad entrare automaticamente in conflitto, ma ci offrirebbero al tempo stesso la possibilità di una effettiva difesa, che in caso diverso ci verrebbe a mancare. Questa possibilità di difesa è da considerarsi in progressione aritmetica e sarà pertanto più concreta col progredire del tempo; ed è in questa situazione che potrebbe forse trovarsi una formula atta a risolvere il complesso problema tenendo conto di tutte le considerazioni e circostanze 124 125 Ibid. Ibid., pp. 547-549. 268 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 già espresse dalle ambasciate che hanno trattato l’argomento, e dal ministero».126 Quindi, se il problema era rappresentato dalla necessità di assicurare la difesa del territorio italiano, Sforza cercava di individuarne la formula con i mezzi, i tempi e le modalità di soluzione. Scriveva di aver avuto informazioni che «[…] le possibilità di aiuti militari, da parte degli Stati Uniti, alle cinque potenze del Patto di Bruxelles, non vanno oltre i termini della dichiarazione Vandenberg, in quanto gli americani non ritengono di poter fare qualcosa di concreto sino a che il loro proprio riarmo, che a Washington continua ad essere considerato come la prima e più importante tappa da compiersi, non abbia raggiunto determinati livelli». 127 Gli americani avevano individuato una zona strategica fuori dalle frontiere degli Stati Uniti da mettere “in stato di difesa”: il primo obiettivo era la Groenlandia e l’Islanda, poi «[…] l’eventuale difesa dell’Europa verrà presa in considerazione in tempi successivi, estendendola progressivamente dall’estremo occidente europeo e Nord Africa, via via verso est a seconda dei progressi del riarmo americano e delle disponibilità offerte da tale riarmo. In queste condizioni è da ritenersi che l’Italia non potrebbe venir compresa nell’area di un’effettiva difesa occidentale che in un secondo o terzo tempo».128 Ma Sforza, di fronte a questa prospettiva così lontana, delineava una soluzione per le esigenze difensive dell’Italia, che sarebbe stata conveniente anche per gli americani e le potenze occidentali del patto: «Affinché un tale programma possa avere qualche probabilità, è però necessario che l’Italia 126 Ibid. Ibid. 128 Ibid. 127 269 Teodolinda Pascali sia in grado di far rispettare le proprie frontiere; è quindi necessario che sia armata in modo da rappresentare per un eventuale aggressore un serio ostacolo da superare».129 Se l’Italia fosse stata attaccata, sarebbe diventata loro alleata con tutte le conseguenze di tale condizione, altrimenti la sua non appartenenza all’Unione avrebbe potuto favorire una situazione di neutralità dei paesi balcanici. Le possibilità contenute in questa soluzione erano meritevoli di essere «approfondite ed esplorate», soprattutto perché la Turchia e la Grecia erano già nelle condizioni delineate nella sua proposta, ricevendo aiuti militari dagli Stati Uniti senza aver mai aderito ad un patto. La sola eventualità che escludeva, in quel momento, era un’adesione dell’Italia al patto di Bruxelles, che rinviava a un futuro «generale schema difensivo europeo e mediterraneo».130 Quindi, il ministro Sforza, dopo aver illustrato il nuovo indirizzo di politica estera, impartiva le dovute istruzioni agli ambasciatori italiani: «Questa linea di condotta presuppone un franco scambio di vedute col governo nordamericano che l’ambasciata a Washington è pregata di avviare e che verrà anche qui avviato con l’ambasciatore Dunn. Le ambasciate di Parigi e Londra potranno esporlo ai governi francese e britannico. Ove si incontrassero favorevoli e comprensive disposizioni di massima, non avremmo difficoltà ad avviare con Washington conversazioni tecniche per l’esame della nostra situazione difensiva». 131 Nell’ultimo capoverso del documento, Sforza confermava l’interesse dell’Italia verso quelle iniziative che promuovevano la formazione di una Unione Europea prendendo avvio dall’OECE, in cui l’Italia avrebbe potuto 129 Ibid. Ibid. 131 Ibid. 130 270 La politica estera dell’Italia nell’estate del 1948 inserirsi più agevolmente «in un piano di generale e ampia collaborazione». La linea di politica estera fissata il 31 agosto fu sviluppata, definita e diffusa negli ambienti politici, diplomatici e militari come il nuovo indirizzo della politica estera italiana, anche se non tutti, ambasciatori inclusi, furono d’accordo sulla sua praticabilità. Dalla lettura della corrispondenza immediatamente successiva al telespresso del 31 agosto – i rapporti di Di Stefano del 4 settembre 1948, quello del 6 settembre dello stesso Sforza “a complemento” delle istruzioni del telespresso 1284/C., nonché quelli di Gallarati Scotti, di Quaroni, di Tarchiani, di Zoppi che chiedevano chiarimenti sulle stesse, e si potrebbe continuare sino alla fine del 1948 132 – risulta evidente l’ipotesi di un percorso di politica estera, precisato nei suoi punti salienti in uno schema essenziale. L’Italia stava con l’Occidente, ma manteneva le distanze dall’Unione occidentale; cercava la garanzia americana e, in attesa che gli Stati Uniti avessero provveduto al proprio riarmo, per poi estendere fuori dalle loro frontiere l’area strategica americana sino all’Italia compresa, il governo italiano decideva di avanzare una proposta di collaborazione tecnico-militare agli Stati Uniti. Durante l’estate del 1948, in ambito internazionale, prendevano avvio le conversazioni tra gli Stati Uniti, il Canada e i paesi del patto di Bruxelles e non esisteva alcuna garanzia americana verso l’Unione occidentale, così 132 A proposito, cfr. Sforza a Di Stefano, Roma, 6 settembre 1948, ore 22,30, T. S.N.D. 10183/492, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 573-574; Di Stefano a Sforza, Washington, 4 settembre 1948, ore 2,12 (per. ore 17)., T. S.N.D. urgente 11868/707, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 566-567; Sforza all’incaricato d’Affari a Londra, Anzilotti, Roma, 20 settembre 1948, Telespr. segreto 1333 segr. pol., in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 650-651; Gallarati Scotti a Sforza, Londra, 7 settembre 1948 (per.l’11), Telespr. 4561/1918, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 578-580; Quaroni al presidente della repubblica, Einaudi, Parigi, 21 settembre 1948, L. 1115/16838/3452, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 656-664; Tarchiani a Sforza, Washington, 5 ottobre 1948, R. segreto 9088/3316, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 717-720; Zoppi a Sforza, Roma, 17 settembre 1948, Appunto segreto, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 633-634; Zoppi a Sforza, Roma, 27 settembre 1948, Appunto segreto, in MAE, DDI, vol. I, cit., pp. 678-679. 271 Teodolinda Pascali come non esisteva alcun progetto di «patto nord-atlantico»; la crisi di Berlino non trovava soluzione; la nuova situazione in Iugoslavia era guardata con apprensione; i vari progetti di cooperazione europea erano in discussione. Ma, soprattutto, la guerra fredda tra Stati Uniti e Unione Sovietica era in atto e si svolgeva tutt’intorno alla difesa dell’Europa occidentale. Si sperava che essa continuasse e non fosse invece il preludio di un conflitto totale armato, magari con l’uso della bomba atomica. Brunello Vigezzi, nel suo lavoro del 1987, ha scritto: «L’importanza del passo compiuto, tuttavia è evidente; ed è giusto parlare di premesse di una scelta atlantica; ma questo, di nuovo, lo si vede assai meglio a considerare nel suo complesso la discussione che si è tenuta tra le quinte, che si può ricostruire con qualche fatica tra le carte d’archivio, che tutto sommato è stata trascurata sin qui dagli studiosi, e che invece permette di capire le ragioni, la consistenza di molti atteggiamenti». 133 133 VIGEZZI, La politica estera italiana e le premesse della scelta atlantica, cit., p. 4. 272 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 273-296 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p273 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Luciana Barone Le elezioni presidenziali cilene del 1970 e la spoiling operation degli Stati Uniti Abstract: The official entry of Latin America in the bipolar confrontation had given way to a real anti-Communist crusade in the region since the strong popular discontent, due to economic backwardness and political instability, offered the favorable humus to Communist infiltration in the Western Hemisphere.Thus, it was necessary to maintain a U.S. sphere of influence within the southern continent. The possibility, more and more concrete, that the Chilean presidential election of 1970 bring to power an avowed Marxist posed to the U.S. government one of the most serious challenges ever faced in this area. Therefore, concerned at the consequences that the victory of a socialist candidate could have on the American economic and political interests in Chile – in addition to serious geopolitical repercussions throughout the region –, the United States pledged to prevent such an eventuality. So, it was decided to finance a spoiling operation against the Popular Unity, the communists, socialists and left-wing elements coalition who supported Allende. To achieve this objective, the CIA resorted to covert operations and started an intensive propaganda campaign, relying on fear that an eventual victory of Allende was identified with violence and Stalinist repression. Despite these efforts, the U.S. “spoiling campaign” was not successful and the Socialist candidate Salvador Allende won the 1970 presidential election, although by a narrow margin. Keywords: Chile; Allende; U.S. spoiling campaign. Con l’entrata ufficiale dell’America Latina nello scontro bipolare alla fine del secondo conflitto mondiale, si era dato il via a una vera e propria crociata malcontento anticomunista popolare, dovuto nella regione, all’arretratezza poiché il forte economica e all’instabilità politica, offriva l’humus propizio all’infiltrazione Luciana Barone comunista nell’emisfero occidentale. Si rendeva, in tal modo, necessario il mantenimento di una sfera d’influenza americana all’interno del continente meridionale, anche perché la presenza sovietica nell’area era in fase di espansione: l’URSS mirava, infatti, ad incrementare la propria influenza politica tramite l’istituzione di regimi amici, sostenendo i partiti comunisti e, soprattutto, cercando di ostacolare le relazioni dei paesi latinoamericani con gli Stati Uniti. Pertanto, la crescente frustrazione economica dell’America Latina e il pervicace nazionalismo antiyankee, presente in misura sempre maggiore e fomentato dalla propaganda comunista, rischiavano di mettere in pericolo gli interessi di sicurezza americani, spingendo l’emisfero occidentale verso soluzioni marxiste ai problemi socioeconomici, ed andando così ad incarnare la minaccia più temuta per gli USA.1 Come se ciò non bastasse, la posizione americana di potenza globale era correlata anche al sostegno diplomatico e al blocco di voti latinoamericani nei forum mondiali, la cui perdita avrebbe rappresentato, conseguentemente, un grave colpo per gli Stati Uniti nel confronto Est-Ovest.2 1 Obiettivo basilare dell’amministrazione Nixon nell’area latinoamericana divenne, dunque, il mantenimento dello status quo, affinché gli sconvolgimenti politici nella regione non interferissero con il suo grand design in altre parti del globo e non indebolissero il prestigio e la credibilità americana, andando a favorire, in tal modo, avamposti sovietici o cubani nei settori di tradizionale predominio americano. Cfr. F. LOGEVALL - A. PRESTON, Nixon in the World: American Foreign Relations, 1969-1977, New York, Oxford University Press, 2008, pp. 269-270. 2 Cfr. M. CRICCO - E. GUASCONI - L. NAPOLITANO, L’America Latina tra guerra fredda e globalizzazione, Firenze, Polistampa, 2010, pp. 71-72. 274 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 L'instabilità politica aveva per lungo tempo caratterizzato i paesi dell’America Latina;3 comunque, se ciò poteva comportare pesanti conseguenze per questi paesi, esse, nell’immediato, non costituivano una grave minaccia in termini di security interest degli Stati Uniti, a meno che, nel tempo, gli elementi comunisti non avessero consolidato la loro influenza e sviluppato la capacità di accedere al potere. 4 1. «Un pugnale puntato al cuore dell’Antartide»5 A differenza della maggior parte dei paesi latinoamericani, in Cile era presente una lunga tradizione democratica e il paese costituiva uno dei governi rappresentativi più stabili e civili in America Latina: la costituzione prevedeva un sistema politico multipartitico basato su libere elezioni; l’esercito cileno, a differenza di altre forze militari nella regione, manteneva un rapporto distaccato con l’élite politica; la classe media era in fase di sviluppo e le donne iniziavano a svolgere un ruolo più attivo nella vita pubblica.6 3 A favorire l’instabilità politica nell’emisfero occidentale furono, certamente, gravi difficoltà economiche e finanziarie, governi inefficaci, l’avversione per il vecchio ordine costituito (dominio militare, della chiesa o della ricca oligarchia), ed attivi elementi sovversivi che, nella maggior parte dei casi, erano supportati da Castro e dal blocco sovietico. Cfr. CIA Memorandum, “Instability in Latin America”, May 20, 1965, in http://www.foia.cia.gov/docs/DOC_0001281981/DOC_00012 81981.pdf. 4 Cfr. ibid. 5 Così Kissinger descrisse il Cile. A. HORNE, Kissinger: 1973, the Crucial Year, New York, Simon&Schuster, 2009, p. 201. 6 Cfr. R. HELMS, A Look Over My Shoulder: A Life in the Central Intelligence Agency, New York, Random House, 2003, p. 396. 275 Luciana Barone Pure, tra la fine dei Cinquanta e i primi anni Sessanta, il consenso della sinistra cilena era andato aumentando, incoraggiato dalla lunga costumanza delle libertà civili e dal tradizionale ruolo apolitico svolto dalle forze armate. Inoltre, l’accrescersi di problemi socio-economici negli ultimi dieci anni e la conseguente frustrazione popolare avevano consolidato la posizione del partito comunista e di altri gruppi di sinistra. Così, il candidato socialista Salvador Allende 7 fu sul punto di vincere le elezioni presidenziali del 1958 – ottenendo il 28,5 % del voto popolare – e le successive elezioni comunali e del Congresso avevano dimostrato il perdurare, in Cile, di una tendenza politica che virava a sinistra.8 Ciò non sfuggì a Washington e l’appeal in ascesa della sinistra 7 Salvador Allende Gossens fu uno dei padri fondatori di Unidad Popular, la coalizione di partiti di sinistra, di stampo nazionalistico, che rappresentava l’evoluzione del partito comunista cileno. Senatore della repubblica dal 1945, fu per tre volte il candidato proposto dalla sinistra alla presidenza del Cile, senza, tuttavia, conseguire la vittoria. Nelle precedenti tornate elettorali, egli aveva ottenuto un consenso del 5,5 % nel 1952, del 28,5 % nel 1958 e del 38,6 % nel 1964; in quest’ultima campagna, fu ad un passo dal vincere le elezioni, perdendo soltanto per una manciata di voti. Nelle elezioni del 1970, egli si apprestava a divenire «il primo presidente marxista eletto in questo emisfero, se non al mondo». In effetti, secondo il dipartimento di Stato, Allende partiva da una base elettorale del 30 %, possedendo una considerevole chance di realizzare il suo obiettivo. Department of State’s Note, “Allende: Program, Tacticts and Image”, May 24, 1970, in U.S. NATIONAL ARCHIVES AND RECORDS ADMINISTRATION, College Park, MD (d’ora in avanti, NARA), Record Group 84: Records of Foreign Service Posts of the Department of State (d’ora in avanti RG, seguito dal numero identificativo), Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”, p. 2. 8 Nonostante la lunga tradizione costituzionale cilena e una popolazione in rapida crescita, i salari reali erano in calo dal 1950 e gran parte della popolazione era malnutrita e non disponeva di alloggi dignitosi. Di conseguenza, con l’aumento dell'insoddisfazione popolare, era emersa una tendenza costante che spostava la preferenza politica popolare a sinistra. Nelle elezioni presidenziali del 1958, Allende non fu eletto soltanto perché un candidato minore era riuscito a sottrargli una piccola parte del voto di sinistra. Pertanto, le elezioni presidenziali del 1964 avevano sollevato nuovamente negli U SA la preoccupazione che potesse salire al potere un governo sotto forte influenza comunista. Cfr. CIA National Intelligence Estimate, “The Chilean Situation and Prospects”, n. 94- 276 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 cilena accrebbe la preoccupazione del governo americano:9 l’eventualità di un avowed marxist al potere poneva al governo degli Stati Uniti «una delle più serie sfide mai affrontate in questo emisfero»;10 pertanto, allarmati per le conseguenze che la vittoria di un candidato socialista poteva avere sugli interessi economici e politici americani in Cile – oltre alle gravi ripercussioni geopolitiche in tutta la regione – gli Stati Uniti si impegnarono per scongiurare una simile eventualità. Per comprendere pienamente lo shock che questa situazione provocò nell’amministrazione americana, occorre fare una serie di considerazioni. Anzitutto, ciò poneva agli Stati Uniti una sfida geopolitica: essi paventavano un effetto domino poiché – con Allende in Cile e Castro a Cuba – si sarebbe realizzato un sandwich rosso in America Latina;11 il Cile, poi, lungi dall’essere una recondita isola dei Caraibi come Cuba, confinava con il Perù, l’Argentina e la Bolivia, tre nazioni politicamente instabili. Quindi, dal punto di vista statunitense, 63, October 3, 1963, in Papers Relating to the Foreign Relations of the United States (d’ora in avanti FRUS), 1961-1963, vol. XII, American Republics, Microfiche Supplement, Chile, doc. 45, p. 1. 9 Cfr. P. VERDUGO, Salvador Allende: anatomia di un complotto organizzato dalla C IA, Milano, Dalai Editore, 2003, p. 34. 10 White House Secret Memorandum for the President, “NSC Meeting, November 6 – Chile”, November 5, 1970, doc. 2; cfr. P. KORNBLUH, The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability, New York, New Press, 2004, p. 121. 11 Come sostenuto da un uomo d’affari italiano in visita alla Casa Bianca, ciò che si temeva era che, «se Allende dovesse vincere le elezioni in Cile e con Castro a Cuba, in America Latina vi ritrovereste con un sandwich rosso, e ben presto il continente diventerebbe rosso». R.M. NIXON, RN: The Memoirs of Richard Nixon, New York, Grosset & Dunlap, 1978, p. 489. 277 Luciana Barone la sua influenza politica nella regione meridionale non era affatto da sottovalutare, in quanto un Cile rivoluzionario, dando appoggio ai movimenti estremisti di guerriglia negli altri paesi, poteva favorire la diffusione dell’ideologia comunista nell’intero continente, «in misura molto maggiore di Cuba, e già Cuba aveva causato abbastanza danni».12 Per di più, Kissinger temeva che il «contagious example» del Cile, oltre a concretizzare il pericolo di radicamento comunista in America Latina, creasse un precedente incoraggiante per i partiti comunisti europei – in primo luogo, italiano e francese – fino alla temuta conseguenza di una loro ascesa al potere, le cui politiche avrebbero indebolito l’Alleanza atlantica; un’eventualità che avrebbe potuto addirittura compromettere l’esito della guerra fredda.13 Inoltre, Allende, che considerava la dipendenza economica del Cile dagli USA il fattore responsabile della povertà della nazione, intendeva avviare un vasto programma di nazionalizzazione delle miniere di rame, gestite da compagnie americane, senza corrispondere loro un giusto indennizzo;14 ciò poneva la minaccia di un serio scontro con gli USA, non solo per via della vastità degli investimenti americani in Cile, ma anche perché il resto dell’America Latina guardava a ciò che stava ivi 12 H.A. KISSINGER, Years of Upheaval, New York, Simon & Schuster, 1982, p. 376. Cfr. M. HALPERIN – J. BERMAN – R. BOROSAGE – C. MARWICK, The Lawless State: The Crimes of the U.S. Intelligence Agencies, New York, Penguin Books, 1976, p. 17. 14 Allende, quando salì alla presidenza nel 1970, fece della ricerca di autonomia dagli Stati Uniti l’obiettivo principale della sua politica, che tentò di realizzare mediante la nazionalizzazione delle miniere di rame. Cfr. J.L. NOGEE – J. SLOAN, Allende’s Chile and the Soviet Union: A Policy Lesson for Latin American Nations Seeking Autonomy, in «Journal of Interamerican Studies and World Affairs», XXI, 3, August 1979, p. 339. 13 278 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 accadendo,15 e Nixon temeva il diffondersi della cosiddetta “dottrina Allende” – per la quale i paesi in via di sviluppo meritavano un compenso per il passato sfruttamento economico16 – ovvero, che l’esempio delle espropriazioni in Cile creasse un precedente per il resto dell’America Latina.17 Ancora, Allende era un risoluto oppositore dell’imperialismo yankee e, negli anni Sessanta, era stato tra i fondatori dell’Organizzazione per la solidarietà latinoamericana (OLAS), una coalizione di gruppi di estrema sinistra, con base all’Avana, che intendeva esportare la rivoluzione comunista in America Latina. 18 Ciò che preoccupava Washington era la sua conclamata ostilità nei confronti degli Stati Uniti – che definiva come «public enemy number one»19 – e «la sua evidente intenzione di creare di fatto un’altra Cuba»;20 pertanto, egli, con il suo 15 Da un’analisi dell’ambasciatore americano in Cile, Edward Korry, del 23 ottobre 1970, era emerso che alcuni punti nodali del programma politico di Unidad Popular – la coalizione di partiti di sinistra che sosteneva Allende – avrebbero, quasi certamente, generato disaccordo tra gli Stati Uniti ed il Cile; per l’ambasciatore, la gravità di questi conflitti sarebbe dipesa, in larga misura, dal taglio che Allende avrebbe dato alla sua amministrazione e dalla conseguente risposta americana alla sua politica. Cfr. Ambassador Korry’s Report, “Allende’s Program, Potential Points of U.S-Chilean Economic Conflicts”, October 23, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 6, Folder “United States/Chilean Relations, Sept-October 1970”. 16 Cfr. Historical Study, “United States Policy Toward Chile, 1970-1971”, January 1973, in NARA, RG 59: General Records of the Department of State, 1763-2002, Historical Office Research Projects, 08/1969-08/1974, Box 7, p. 44. 17 Cfr. L.Z. QURESHI, Nixon, Kissinger and Allende: U.S. Involvement in the 1973 Coup in the Chile, Lanham, MD, Lexington Books, 2009, p. 88. 18 Cfr. KISSINGER, Years of Upheaval, cit., p. 375. 19 HELMS, A Look Over My Shoulder, cit., p. 401. 20 H.A. KISSINGER, The White House Years, London, Weidenfeld & Nicolson/Michael Joseph, 1979, p. 656. 279 Luciana Barone comportamento, stava incrinando l’omogeneità delle organizzazioni pan-americane, prendendo senza riserve una posizione filo-cubana e minacciando, in tal modo, di frantumare il “cordone sanitario” disposto dagli Stati Uniti contro Castro.21 Per tutte queste ragioni, Kissinger considerava Allende «non […] un democratico riformista, ma […] un acerrimo nemico della democrazia».22 2. La campagna presidenziale del 1970 A questo punto, la sinistra sembrava essere l’onda del futuro, e il fallimento in fieri degli Stati Uniti in Vietnam sembrava mostrare che il paese aveva perso quelle attitudini di fermezza e aggressività che avevano da sempre contrassegnato la sua storia. Come ha osservato Norman Friedman, per l’America Latina, in quel frangente temporale, «Fidel era macho, il governo degli USA non lo era».23 L’eventualità, sempre più concreta, che le elezioni presidenziali cilene del 1970 portassero al potere un governo socialista, prospettando «il rischio, non del tutto infondato, di una nuova infiltrazione filo21 Kissinger ricorda: «Ciò che ci preoccupava di Allende era la sua conclamata ostilità nei confronti degli Stati Uniti e la sua evidente intenzione di creare di fatto un’altra Cuba. Suo esplicito programma, e sicuramente suo obiettivo a lungo termine, era quello di instaurare una dittatura irreversibile e di costituire una sfida permanente alla nostra posizione nell’emisfero occidentale. E all’epoca di Cienfuegos non era assurdo considerare seriamente le implicazioni militari di un altro alleato dei sovietici nell’America Latina. Le nostre preoccupazioni nei confronti di Allende si rifacevano alla sicurezza nazionale, non all’economia». Ibid. 22 KISSINGER, Years of Upheaval, cit., p. 375. 23 N. FRIEDMAN, The Fifty-Year War: Conflict and Strategy in The Cold War, Annapolis, MD, Naval Institute Press, 2000, p. 365. 280 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 sovietica o filo-castrista»,24 indusse Kissinger a temere la nascita di «un'altra Cuba».25 Come sostenuto dal noto giornalista investigativo Seymour Hersh, «Cienfuegos segnò un punto di svolta per Kissinger»; pertanto, per quanto insignificanti potessero essere il Cile e l’emisfero occidentale in confronto alla patata bollente vietnamita, ciò costituiva una minaccia che non poteva essere tollerata dagli Stati Uniti.26 «Non trovavamo facile rassegnarci a un secondo Stato comunista nell’emisfero occidentale. Eravamo convinti che [Allende] avrebbe presto adottato una politica anti-americana, intaccando la solidarietà dell’emisfero occidentale, facendo causa comune con Cuba e stabilendo, prima o poi, stretti rapporti con l’Unione Sovietica. E questo era tanto più doloroso in quanto Allende rappresentava una frattura con una lunga storia democratica del Cile»;27 quindi, «fummo d’accordo con i nostri predecessori democratici che i gruppi che difendevano i 24 E. DI NOLFO, Storia delle relazioni internazionali. 1918-1999, Roma-Bari, Laterza, 2004, p. 1215. 25 Cfr. J. HANHIMÄKI, The Flawed Architect: Henry Kissinger and American Foreign Policy, Oxford, Oxford University Press, 2004, p. 101. 26 S.M. HERSH, The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House, New York, Summit Books, 1983, p. 257. 27 KISSINGER, The White House Years, cit., p. 654. Roger Morris, membro del National Security Council, avrebbe detto in seguito: «Non credo che nessuno nel governo si rendesse conto di quanto “ideologico” fosse Kissinger sul problema del Cile. Nessuno capì che Henry considerava Allende una minaccia molto più pericolosa di Castro. Se un giorno l’America Latina avesse preso coscienza di sé, non sarebbe stato per Castro. Era Allende l’esempio vivo della riforma sociale e democratica nell’America del Sud. In quel momento, nel mondo si stavano verificando eventi catastrofici, ma solo il Cile metteva paura a Henry». P. SMITH, Talons of the Eagle: Dynamics of U.S.-Latin American Relations, Oxford, Oxford University Press, 1996, p. 174. 281 Luciana Barone valori democratici avevano bisogno del nostro aiuto contro coloro che li minacciavano pubblicamente».28 Così Kissinger nelle sue memorie. Prima del repubblicano Nixon, infatti, due amministrazioni democratiche, essendo giunte alla medesima conclusione – cioè, che una vittoria socialista avrebbe messo in pericolo gli interessi americani nell’emisfero occidentale –, avevano cercato di influenzare, con successo, la campagna elettorale del 1964 per evitare che Salvador Allende, il candidato socialista, divenisse presidente, 29 e per impedire la vittoria della sua coalizione alle elezioni parlamentari del marzo 1969.30 Dunque, «la prospettiva di un socialista al potere in America Latina sollevò campanelli d'allarme a Washington»,31 poiché una simile circostanza avrebbe costituito «a clear threat to our national interest»:32 a Nixon non restò altro che ereditare la politica delle due amministrazioni precedenti, che avevano osteggiato, sia apertamente 28 KISSINGER, Years of Upheaval, cit., p. 377. «Se una delle più importanti nazioni dell’America Latina dovesse divenire il primo paese nell’emisfero a scegliere liberamente un marxista dichiarato e a eleggerlo presidente, il dipartimento, la CIA e le altre agenzie avvieranno una vasta campagna al fine di evitare la vittoria di Allende e di sostenere Frei, l’unico candidato che abbia una chance di batterlo». Memorandum from the Assistant Secretary of State for InterAmerican Affairs (Mann) to Secretary of State Rusk, May 1, 1964, in FRUS, 1964-1968, vol. XXXI, South and Central America; Mexico, Washington, D.C., U.S. Government Printing Office, 2004, pp. 564-567. Nella campagna presidenziale del 1964, Allende aveva ottenuto il sostegno di varie organizzazioni comuniste legate a Mosca, che l'amministrazione Johnson aveva tentato di contrastare mediante l’assistenza di circa tre milioni di dollari ad associazioni cattoliche e conservatrici, nonché a giornali, tra cui il più importante quotidiano della stampa cilena, «El Mercurio». Cfr. HANHIMÄKI, The Flawed Architect, cit., p. 101. 30 Cfr. KISSINGER, The White House Years, cit., p . 661. 31 HANHIMÄKI, The Flawed Architect, cit., p. 100. 32 HELMS, A Look Over My Shoulder, cit., p. 398. 29 282 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 che segretamente, la possibile vittoria allendista, tentando di influenzare l’andamento delle elezioni cilene con il sovvenzionamento a giornali e partiti politici filoamericani.33 Per le presidenziali del 1970 furono scelti tre candidati: il Partido Nacional propose, per la destra, il settantaquattrenne conservatore Jorge Alessandri, che rappresentava la parte della società cilena preoccupata per gli effetti delle riforme avviate durante l’amministrazione uscente di Frei34 e che, già presidente dal 1958 al 1964, poteva ora nuovamente concorrere per la carica;35 la Democrazia Cristiana scelse Radomiro 33 Cfr. CRICCO – GUASCONI - NAPOLITANO, L’America Latina tra guerra fredda e globalizzazione, cit., p. 37. 34 Divenuto presidente nelle elezioni del 1964, il democristiano Eduardo Frei Montalva aveva tentato di realizzare una rivoluzione economica, politica e sociale, con mezzi pacifici e costituzionali. Tuttavia, i risultati dei suoi sforzi per migliorare le condizioni economiche del Cile furono alquanto contradditori: se si registrarono notevoli progressi in alcuni settori, in altri l’amministrazione fu ben lungi dal raggiungere gli obiettivi che si era preposta e dovette fronteggiare una grave situazione di stagnazione economica e di inflazione. Cfr. CIA National Intelligence Estimate, “Chile”, n. 94-69, January 28, 1969, p. 1, in http://www.foia.cia.gov/docs/DOC000215216/DOC0000215216.pdf. Il rallentamento del ritmo di crescita delle attività manifatturiere e il crescente divario tra la produzione agricola, ostacolata da una grave siccità, e la crescita demografica fecero sì che il paese, da esportatore di prodotti alimentari, ne divenisse importatore e, per via del languire della produzione di rame e delle eccessive importazioni, il deficit commerciale divenisse cronico. Per tali ragioni, il Cile fu costretto a richiedere ingenti prestiti all'estero, la maggior parte dei quali provenivano dagli Stati Uniti, il cui aiuto economico, nel 1964, era ammontato a 137 milioni di dollari. Perché l'economia continuasse a crescere, esso dovette sollecitare ulteriori finanziamenti e, di conseguenza, il paese era sempre più schiacciato dal pesante fardello del debito estero, che aumentava inesorabilmente. Cfr. CIA Memorandum, “Instability in Latin America”, cit. 35 Secondo quanto previsto dalla Costituzione cilena, non ci si poteva candidare alla presidenza per un terzo mandato consecutivo. Ciò avrebbe portato il governo americano, in seguito alla vittoria elettorale di Allende, all’elaborazione di un piano – denominato “Rube Goldberg gambit” e approvato dalla commissione 40 il 14 settembre 1970 – consistente nel tentativo di persuadere il congresso cileno a sfidare il precedente storico, eleggendo il conservatore Jorge Alessandri, al secondo posto nella preferenza espressa dal voto popolare, il quale si sarebbe dovuto dimettere poco dopo. Questa manovra avrebbe 283 Luciana Barone Tomic, candidato di centro-sinistra ed ex ambasciatore negli Stati Uniti, che rappresentava coloro che erano in favore di un incremento delle riforme, ma che temevano l’estremismo dei marxisti; infine, la coalizione di Unidad Popular36 candidò – per la quarta volta, dopo le sconfitte del 1952, del 1958 e del 1964 – uno dei suoi membri fondatori, il senatore Salvador Allende, che si era presentato come fautore della “via cilena al socialismo”, in rappresentanza di coloro che auspicavano una riforma più radicale.37 Con i “40 punti” – pubblicati su «El Siglo», il quotidiano del partito comunista – del suo programma elettorale, fortemente ispirato al marxismo di stampo sovietico, egli si impegnava a determinare “profondi” e “rivoluzionari” cambiamenti, promettendo come iniziali misure di governo benefit popolari, quali, ad consentito al presidente democristiano uscente, Eduardo Frei – cui la Costituzione impediva di riassumere immediatamente la carica, poiché già presidente per due mandati consecutivi – di potersi ripresentare alle elezioni nell’apparente rispetto formale della legalità. Cfr. CRICCO – GUASCONI - NAPOLITANO, L’America Latina tra guerra fredda e globalizzazione, cit., p. 37. 36 Nel 1957, il partito comunista cileno e quello socialista si erano combinati con altri frammenti di sinistra per formare il FRAP – il Fronte di Azione Popolare –, un’alleanza di partiti di sinistra che sostenne Allende alle presidenziali del 1958 e del 1964, e che nel 1969 si trasformerà in una coalizione più ampia, comprendente anche esponenti di centro, la Unidad Popular. «In proporzione alla popolazione del paese, il partito comunista cileno, fondato nel 1922, è probabilmente il partito marxista più grande e meglio organizzato in America Latina, ad eccezione di Cuba. Attraverso un abile utilizzo della tattica del fronte popolare, nel corso degli ultimi tre decenni, il partito comunista ha probabilmente fatto più progressi di ogni altro in America Latina, ottenendo in Cile un ampio consenso». Memorandum for Special Group Assistants, “A Survey of Communism in Latin America”, December 8, 1965, pp. 68-69, in htt://www.foia. cia.gov./docs/DOC0001462211/DOC 0001462211.pdf. 37 Cfr. National Security Council Memorandum for Dr. Kissinger, “Prospects for the Chilean Presidential Elections”, June 22, 1970, p. 1, in http://nixon.archives.gov/virtuallibrary/documents/ dec10/17.pdf. 284 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 esempio, un litro di latte per ogni bambino o l’assistenza sanitaria gratuita per tutti.38 Ma, più di ogni altra cosa, con la denuncia dello “sfruttamento imperialistico” e dei “monopoli americani”, egli intendeva realizzare l’espropriazione della terra, delle industrie e del sistema bancario, l’attuazione di un sistema di istruzione “radicalmente trasformato” e di un «sistema nazionale per la promozione della cultura popolare». Inoltre, in un discorso alla televisione nazionale del 10 luglio, egli aveva affermato che l’America Latina aveva «un solo nemico, l’imperialismo americano», ed essendo intervenuto, il 29 giugno, a una riunione del fronte giovanile di Unidad Popular, Allende aveva chiarito la sua concezione del principio del non-intervento, dichiarando che «Cuba nei Caraibi e il Cile socialista nel Cono Sud faranno la rivoluzione in America Latina». 39 Davanti a simili premesse, non fu difficile, per l'ambasciatore americano in Cile, Edward Korry, prevedere – come scrisse in una nota indirizzata al dipartimento di Stato – che, anche se un governo Allende avesse inizialmente agito legalmente, avrebbe in seguito utilizzato il pretesto di difendersi dagli Stati Uniti per istituire profondi 38 Cfr. Ambassador Korry’s Telegram, “Allende’s Forty Points”, June 19, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign, Jan-Jun 1970”. 39 Cfr. Ambassador Korry’s Telegram, “Allende and Foreign Policy”, July 14, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign July-Sept 1970”. 285 Luciana Barone cambiamenti nel paese e perseguire una politica estera legata a Cuba e all'URSS.40 Certamente, il Cile di queste elezioni non era quello della campagna presidenziale del 1964: le organizzazioni popolari e i sindacati si erano moltiplicati sia in città, che nelle campagne, tanto che il partito democristiano aveva scelto, come suo candidato presidenziale, il progressista Radomiro Tomic, il cui programma era molto simile a quello di Unidad Popular: critico verso gli accordi che Frei aveva stipulato con le compagnie statunitensi proprietarie delle miniere di rame cilene nel corso del suo mandato,41 anche Tomic condusse una 40 «Il programma di governo marxista [di Unidad Popular] contiene punti di politica estera. Prevedibilmente, esso fa appello alla solidarietà con i popoli che lottano per la liberazione; al consolidamento delle relazioni con i paesi socialisti; alla difesa dei principi di autodeterminazione e di non-intervento; alla promozione di sentimenti latinoamericani, anti-imperialisti ed anti-panamericani; alla denuncia dell’OSA (Organizzazione degli Stati Americani) come strumento dell’imperialismo americano ed alla creazione di un’organizzazione americana realmente latina; alla revisione o denuncia di tutti i trattati e gli accordi compromettenti la sovranità cilena, specificatamente quelli riguardanti l’assistenza reciproca ed altri patti sottoscritti con gli Stati Uniti; al rifiuto di aiuti esteri e prestiti condizionati per scopi politici; al rifiuto di tutte le imposizioni straniere sulle materie prime dell’America Latina come il rame; al riconoscimento del diritto alla ribellione per le persone che vivono in condizioni coloniali o neo-coloniali; alla condanna dell’aggressione degli USA in Vietnam e all’attiva solidarietà con il popolo vietnamita; all’effettiva solidarietà con la rivoluzione cubana; alla soluzione pacifica per la lotta antiimperialista in Medio Oriente; alla condanna dei governi reazionari che praticano la segregazione razziale e l’anti-semitismo; all’affermazione della personalità latinoamericana nel concerto mondiale; all’integrazione latino-americana libera dallo sfruttamento dell’imperialismo; alla risoluzione dei problemi di frontiera in sospeso per evitare intrighi imperialisti con i paesi vicini». Department of State’s Note, “Allende: Program, Tacticts and Image”, cit., p. 16. 41 I tre principali giacimenti di rame in Cile, che costituivano La Gran Mineria, erano quelli di Chuquicamata ed El Salvador – appartenenti all’Anaconda Copper Company – e di El Teniente, di proprietà della Kennecott Copper Company. Il 26 giugno 1969, Frei aveva firmato un accordo con la compagnia americana Anaconda, per il quale il governo cileno acquisiva il 51 % delle due principali miniere ed anche il diritto di C ODELCO – Corporaciòn Nacional del Cobre de Chile, la società mineraria statale cilena – di 286 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 campagna elettorale in favore di un’immediata nazionalizzazione delle miniere. La differenza tra i due i candidati, secondo le stime di Washington, era che, nonostante entrambi parlassero di risarcimento per la nazionalizzazione, si riteneva che, in caso di elezione, Tomic si sarebbe attenuto a un “equitable” indennizzo,42 mentre Allende no.43 Per la Casa Bianca, dunque, ambedue erano personaggi da temere. Secondo il parere del National Security Council, l’URSS stava mantenendo una distaccata neutralità durante le elezioni, probabilmente perché non era disposta a compromettere le relazioni con un eventuale governo di Tomic o Alessandri, nonostante l’allettante prospettiva di una vittoria elettorale marxista.44 Al contrario, Cuba aveva dato massima priorità alla propaganda in Cile, tant’è che, durante la consolidare le vendite estere del rame nazionale. Inoltre, l’accordo stabiliva che il governo cileno avrebbe acquistato, entro tredici anni, a partire dal 1970, il restante 49 % della proprietà straniera, ma solo dopo aver pagato almeno il 60 % del debito corrente relativo al precedente acquisto del 51 %. Questa “negotiated nationalization” incontrò numerose critiche da parte dei partiti di sinistra e di una frangia dello stesso partito del presidente, poiché si riteneva che Frei fosse stato troppo cedevole nei confronti dell’“imperialismo americano”; pertanto, nelle elezioni presidenziali del 1970, la “nazionalizzazione senza indennizzo” divenne uno dei temi principali della campagna elettorale, tant’è che due candidati su tre fecero della questione il cavallo di battaglia delle loro piattaforme programmatiche. Cfr. Ambassador Korry’s Telegram, “More Copper Conflict”, March 19, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 19681973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”; Ambassador Korry’s Telegram, “Alessandri on Copper”, February 2, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. Si consulti, inoltre, KISSINGER, The White House Years, cit., p. 662. 42 Cfr. Department of State’s Note, “Tomic on Copper”, June 5, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. 43 Cfr. Historical Study, “United States Policy Toward Chile, 1970-1971”, January 1973, in NARA, RG 59, Historical Office Research Projects, 08/1969-08/1974, Box 7, p. 8. 44 Cfr. National Security Council Memorandum for Dr. Kissinger, “Prospects for the Chilean Presidential Elections”, cit., p. 3. 287 Luciana Barone campagna elettorale, lo stesso Castro era apparso in una lunga intervista televisiva della durata di 8 ore in supporto del senatore socialista. 45 Le analisi dei servizi segreti americani portavano alla conclusione che a nulla serviva appoggiare economicamente la campagna del candidato di destra Alessandri e poiché la forza elettorale della sinistra – calcolando anche i progressisti democristiani che avrebbero votato per Tomic – era di una certa consistenza, non restava altro che il sabotaggio. Così, il 25 marzo 1970, si riunì a Washington la Commissione 40. 46 Durante il meeting, il dipartimento di Stato e la CIA proposero un programma congiunto per un’azione di boicottaggio nei confronti di Allende, che prevedeva l’assistenza americana per la preparazione di una «continua e diffusa propaganda» anti-Unidad Popular, ma senza sostenere alcun candidato in particolare.47 A tal fine, fu approvato lo stanziamento della 45 Cfr. United States Information Agency, “Communist Propaganda Activities in Latin America, 1970”, December 10, 1971, in NARA, RG 306: Records of the U.S. Information Agency 1900-2003, Textual Records from the U.S. Information Agency, Box 38, Folder R-30-71, p. 6. 46 La commissione 40 – che sostituiva l’ex commissione 303, precedentemente nota come Special Group, e così chiamata dal nome della stanza dell’ufficio in cui essa si riuniva – era composta dall’assistente del presidente per gli Affari di Sicurezza Nazionale (Henry Kissinger) in qualità di presidente, dal ministro della Giustizia, dal sottosegretario di Stato per gli Affari politici, dal ministro della Difesa e dal direttore della C IA. Essa era preposta allo studio e all’approvazione delle covert actions, ovvero di quelle attività progettate ed eseguite in modo tale che «the hand of the U.S. Government is not apparent to unauthorized persons». National Security Decision Memorandum 40, February 17, 1970, in FRUS, 1969-1976, vol. II, Organization and Management of U.S. Foreign Policy, 19691972, Washington, D.C., U.S. Government Printing Office, 2006, pp. 418- 419. 47 «Si ricorderà che, nel mese di aprile del 1969, la commissione [40] ha esaminato una relazione finale su un’operazione elettorale destinata ad influenzare l’esito delle elezioni congressuali cilene di marzo. Attualmente, le si richiede se debba essere intrapresa una qualsiasi azione riguardo le elezioni presidenziali cilene del settembre 1970. Il presente documento riflette il consenso del dipartimento e della CIA sul fatto che gli Stati Uniti non dovrebbero supportare nessuno dei tre candidati alla presidenza, ma che dovrebbero 288 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 notevole somma di 135.000 dollari; tuttavia, il dipartimento, in caso di eventuali attività segrete volte a sostenere Alessandri, avrebbe ritirato il suo appoggio. Kissinger considerava tale pretesa di sconfiggere un candidato, senza aiutare il suo principale oppositore, un «concetto […] piuttosto originale», poiché, a suo dire, lo stanziamento e la diffida si annullavano reciprocamente. 48 Comunque, anche l’ambasciatore americano in Cile, Edward Korry, riteneva che il governo degli Stati Uniti dovesse rimanere neutrale durante la campagna, poiché, sosteneva, gli USA non costituivano un argomento dibattuto nella campagna elettorale, ma lo sarebbero diventati rapidamente se fossero stati coinvolti nel supporto ad uno dei candidati alla presidenza. In una delle sue asserzioni più colorite, egli affermò che «qualsiasi significativa somma proveniente dagli Stati Uniti sarebbe stata discreta quanto un lancio sulla luna», e che, se essere attuate spoiling operations contro il fronte elettorale di Unidad Popular, una coalizione di comunisti, socialisti ed elementi di sinistra che sostengono Allende. L’attuale situazione e gli schieramenti politici sono descritti in dettaglio e si dovrebbe procedere con le seguenti spoiling operations nei confronti di Unidad Popular: 1) un’operazione prevede il continuo e diffuso utilizzo di un meccanismo di propaganda, rivelatosi sicuro ed efficace durante le elezioni del marzo 1969. Vi è una società pubblicitaria in buona fede [cancellato], che ha accesso ad alcuni dei punti radio e stampa più importanti nel paese. Oltre a produrre annunci contro Unidad Popular in radio, su manifesti, giornali, volantini, questi [annunci] saranno inviati settimanalmente a 2.200 giornalisti, accademici, politici, sindacalisti e altri influenti opinion makers. 2) L’altra operazione prevede il sostegno a determinate persone all’interno del partito radicale nello sforzo di ridurre il numero di voti che tale partito è in grado di fornire in supporto ad Unidad Popular. Tale partito si compone dei moderati che hanno rotto con il partito radicale nel luglio 1969, quando la gerarchia del partito decise di allearsi con i comunisti e i socialisti di Unidad Popular». Memorandum for Dr. Kissinger, “Agenda Items for the 40 Committee Meeting, 25 March 1970”, March 23, 1970, in http://nixon.archives.gov/virtuallibrary/ documents/dec10/08.pdf. 48 KISSINGER, The White House Years, cit., p. 666. 289 Luciana Barone questa somma fosse stata destinata al conservatore Alessandri, ciò avrebbe causato anche difficoltà immediate e nel lungo periodo con i democristiani, il cui partito era il più grande in Cile. 49 La “spoiling operation” contro la coalizione di Unidad Popular – per la quale la Commissione 40 approvò un ulteriore stanziamento di 300.000 dollari in data 27 giugno50 – aveva due obiettivi: da una parte, compromettere gli sforzi comunisti di mantenere unita la coalizione di sinistra; dall’altra, si rendeva necessario rafforzare le forze politiche cilene non-marxiste.51 Come si evince dal rapporto della commissione Church,52 per raggiungere tali obiettivi la C IA fece ricorso ad una dozzina di covert operations, ed avviò un’intensiva campagna di propaganda, servendosi di tutti i mezzi di comunicazione possibili, 49 Cfr. U.S. Policy Toward Chile, 1970-1971, in NARA, RG 59, Historical Office Research Projects, 08/1969-08/1974, Box 7, Folder “U.S. Policy Toward Chile, 19701971”. «Il quotidiano comunista “El Siglo”, il 17 giugno, ha continuato ad accusare aziende statunitensi (in particolare Anaconda) di finanziare una campagna allarmistica, in collusione con il “monopolio” cileno. […] Il nostro sforzo è di evitare totalmente di essere identificati con qualsiasi candidato o fazione in questa campagna». Ambassador Korry’s Telegram, “Communists Accuse Anaconda of Financing Anti-Allende Scare”, June 17, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. «El Siglo» aveva in precedenza accusato la Anaconda Copper Company di finanziare la campagna di Alessandri. Cfr. Ambassador Korry’s Telegram, “Communists Link Copper Companies to Alessandri Campaign”, January 19, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 19681973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. 50 Cfr. Hearings Before the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to Intelligence Activities of United States Senate, vol. 7, Covert Action, December 4-5, 1975, Washington, DC, U.S. Government Printing Office, 1976, p. 168. 51 Cfr. Statement of Karl F. Inderfurth, Professional Staff Member of the Senate Select Committee, ibid., p. 12. 52 Commissione del senato americano, presieduta dal senatore democratico Frank Church, che fu istituita per l’esame delle operazioni governative legate alle attività della CIA, nell’ambito delle quali figuravano le covert actions in Cile. Il final report della commissione si compone di sette volumi, pubblicati tra il 1975 e il 1976. 290 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 finanche della stampa internazionale. Furono finanziati gruppi femminili e fronti civici di destra e, come nella scare campaign del 1964, si fece leva sulla paura:53 un’eventuale vittoria di Allende veniva identificata con la violenza e la repressione stalinista. Furono ingaggiati pittori per dipingere sui muri delle città slogan e immagini che evocavano i famigerati plotoni d’esecuzione comunisti; i manifesti, invece, ammonivano che una vittoria di Allende in Cile avrebbe significato la fine della vita religiosa e familiare. Oltre all’enorme campagna propagandistica, si tentò anche di spaccare il partito radicale, formazione politica non marxista, perché non spendesse i propri voti in favore di Allende.54 Il 24 luglio, il presidente Nixon sollecitò una revisione urgente della politica americana; nella fattispecie, i punti esaminati dalla Casa Bianca riguardavano la politica ed i probabili obiettivi di Allende, la natura ed il grado di minaccia per gli interessi americani, nonché il modo in cui gli Stati Uniti avrebbero dovuto rispondere nel caso di una presidenza 53 «Va imponendosi la teoria comunista per la quale, dato che la campagna del terrore non sta avendo alcun impatto reale, le forze nefaste sopra citate [i partiti di destra cileni, l’ambasciata americana e la CIA] stiano cospirando per utilizzare la violenza e istillare la paura nella popolazione per bloccare il trionfo elettorale di Allende». Ambassador Korry’s Telegram, “Reaction to Violence”, June 30, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. «Il 22 giugno il fronte giovanile di Unidad Popular ha pubblicamente accusato questa ambasciata [americana] di finanziamento locale per la “campagna del terrore” progettata per dissuadere gli elettori dal votare Allende». Ambassador Korry’s Telegram, “New Accusations Against Embassy”, June 23, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. 54 Cfr. Statement of Karl F. Inderfurth, Professional Staff Member of the Senate Select Committee. Hearings Before the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to Intelligence Activities of United States Senate, cit., p. 13. 291 Luciana Barone allendista.55 Entro una settimana, la CIA produsse una National Intelligence Estimate sul Cile, all’interno della quale venivano indicati i problemi che Washington avrebbe probabilmente dovuto fronteggiare in base ai risultati delle elezioni del settembre 1970. Tale studio prevedeva che un’amministrazione Allende si sarebbe diretta il più rapidamente possibile verso la creazione di uno Stato marxistaleninista, attuando la versione cilena di un tipico Stato comunista di stampo sovietico dell’Europa dell’Est, nonostante la presenza di alcuni ostacoli, quali l’esercito, il partito democristiano, alcuni sindacati, il congresso e la Chiesa cattolica. Pertanto, in tale rapporto, la C IA si dimostrava abbastanza pessimista circa il futuro delle relazioni statunitensi con il Cile.56 Nonostante questi sforzi – la Central Intelligence Agency investì in totale da 800.000 a 1 milione di dollari in covert operations per influenzare il risultato elettorale57 –, la campagna del 1970 non ebbe successo, anche se produsse, comunque, importanti conseguenze, avendo essa contribuito al clima di violenza e alla polarizzazione politica.58 55 Cfr. National Security Memorandum 97, July 24, 1970, in NARA, RG 59, Briefing Books, 1958-1976, Box 147, Folder “Chile July 1970-Feb 1972”. 56 Cfr. Covert Action in Chile, 1963-1973. Hearings Before the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to Intelligence Activities of United States Senate, cit., p. 45. 57 Cfr. ibid., p. 167. 58 Cfr. ibid., pp. 169-170. Il presidente uscente Frei aveva dichiarato Santiago «zone of emergency». Ambassador Korry’s Telegram, “Further Violence and Reaction”, June 29, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign Jan-Jun 1970”. 292 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 Il risultato delle elezioni presidenziali del 4 settembre 1970 fu il seguente: il candidato socialista Salvador Allende vinse, sia pur di stretta misura (una precaria maggioranza di 1,4 %), con il 36,3 % dei voti – come dirà Kissinger, «per ironia della sorte si trattava di una diminuzione rispetto al 38,6 % che aveva ottenuto nelle elezioni del 1964, quando aveva perduto contro Eduardo Frei»; 59 il conservatore ed ex presidente Jorge Alessandri ottenne il 34,9 %; il cristianodemocratico Radomiro Tomic il 27,8 %.60 Alistair Horne ha osservato che la grande maggioranza dei cileni – il 62,7 % – aveva votato contro Allende.61 In un telegramma del 9 settembre, l’ambasciatore Korry scriverà che «il Cile ha votato serenamente per avere uno Stato marxista-leninista, la prima nazione al mondo che sceglie [di esserlo] liberamente e consapevolmente. […] È triste che il Cile abbia intrapreso il sentiero del comunismo con solo più di un terzo del consenso popolare, ma questo è un fatto immutabile. Ciò avrà effetti profondissimi in America Latina e oltre. Abbiamo subito una grave sconfitta. Le conseguenze saranno interne e internazionali, le ripercussioni avranno un immediato impatto in alcuni paesi e un effetto ritardato su altri». 62 Egli attribuì il 59 KISSINGER, The White House Years, cit., p. 653. Ambassador Korry’s Telegram, “Election Report”, September 9, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 5, Folder “1970 Presidential Election, Election Results”. 61 Cfr. HORNE, Kissinger: 1973, the Crucial Year, cit., p. 198. 62 Ambassador Korry’s Telegram, “Allende Wins”, September 9, 1970, in NARA, RG 84, Classified Salvador Allende Files, 1968-1973, Box 1, Folder “1970 Presidential Campaign, July-Sept 1970”. 60 293 Luciana Barone successo di Allende principalmente ai comunisti della sua coalizione, che non solo avevano previsto l’esito delle elezioni con fredda precisione, ma erano anche riusciti a costituire un “fronte popolare fasullo” e a far ottenere ad esso il primo posto nella preferenza popolare. In un altro messaggio indirizzato a Washington, dal titolo “Nessuna speranza per il Cile”, Korry riportava il giudizio unanime dei senior members dell’ambasciata circa il fatto che né le forze politiche, né quelle militari si sarebbero opposte ad una presidenza di Allende, poiché il senso civico del Cile era più forte della violenza e, in ogni caso, «i cileni preferivano parlare, piuttosto che agire»; per l’ambasciatore, dunque, c’era «odore di cimitero in Cile, i fumi di una democrazia in decomposizione. Puzzavano nelle mie narici nel 1948 in Cecoslovacchia e non sono meno nauseanti qui oggi». 63 Poiché la Costituzione cilena stabiliva che, se nessun candidato avesse ottenuto il 50 % dei voti, diveniva responsabilità del parlamento scegliere il presidente,64 fu fissata al 24 ottobre 1970, sei settimane dopo le elezioni, la seduta del congresso per designare il nuovo capo della repubblica del Cile. In passato, il congresso aveva sempre confermato il candidato che aveva ottenuto la maggioranza nel voto popolare, anche se con margine ristretto; era sempre più probabile, dunque, che Allende salisse al potere. In effetti, in seguito alla ratifica 63 “United States Policy Toward Chile, 1970-1971”, cit., pp. 12-16. Cfr. National Security Council Memorandum for Dr. Kissinger, “Prospects for the Chilean Presidential Elections”, cit., p. 2. 64 294 Le elezioni presidenziali cilene del 1970 parlamentare, il congresso scelse di designare Allende come presidente, a patto, però, che egli firmasse uno “statuto di garanzie costituzionali”, nel quale assicurava che le sue riforme socialiste non avrebbero stravolto la costituzione cilena.65 Il 4 novembre 1970, Salvador Allende assunse ufficialmente la carica presidenziale del Cile. 65 L’elezione di Allende alla presidenza doveva essere confermata dal parlamento, nel quale Unidad Popular era in minoranza. Per ottenere i voti della Democrazia Cristiana – e, quindi, guadagnare la maggioranza – egli dovette accettare tale accordo. Cfr. J. HASLAM, The Nixon Administration and the Death of Allende’s Chile: a Case of Assisted Suicide, New York, Verso, 2005, p. 54. 295 Eunomia. Rivista semestrale del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali Eunomia II n.s. (2013), n. 1, 297-322 e-ISSN 2280-8949 DOI 10.1285/i22808949a2n1p297 http://siba-ese.unisalento.it, © 2013 Università del Salento Antonio Visconti Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari Abstract: The following article scrutinizes the transitional process occurred in the Central and Eastern Europe at the end of the 20th century, that is to say the path of change that led the former communist states from authoritarian regimes to democratic governments. In particular, it tackles the Rumanian case, whose transition between communist rule and democratic government represents the longest and the most troubled one among the countries involved in this process. This article aims at determining whether a fairly smooth transition to democracy and its consequent institutional consolidation actually occurred in Romania or this is still just an ongoing and neverending process. Keywords: Democratic transition; Socialist law; Romania; The Romanian case. 1. Transizione e consolidamento democratico Il termine “transizione” non ha un significato univoco; tuttavia, si è concordi nel definirlo come un cambiamento di stato o un processo in divenire. Tale enunciazione è stata utilizzata in ambito politologico e giuridico per sottolineare il «passaggio da ordinamenti politici a vocazione autoritaria ad ordinamenti pluralisti e garantisti».1 1 L. BONANATE, Transizioni democratiche 1989-1999. I processi di diffusione della democrazia all'alba del XXI secolo, Milano, Franco Angeli, 2000. Antonio Visconti I politologi inglobano il fenomeno della transizione in un processo ampio, comunemente chiamato “processo di democratizzazione”,2 che, a sua volta, può essere scomposto in più fasi, le più importanti delle quali sono la transizione e il consolidamento. La democratizzazione non è un processo lineare: le sue prerogative sono proprio l’instabilità e la ciclicità degli eventi. Il politologo Samuel Huntington la paragonò a un’“onda”, contraddistinta da flussi e riflussi di avvenimenti che si avvicendano periodicamente. In particolare, egli definisce “ondata di democratizzazione”: «[quella] serie di passaggi da regimi autoritari a regimi democratici, concentrati in un periodo di tempo ben determinato, in cui il numero di fenomeni che si producono nella direzione opposta (passaggi da regimi democratici a regimi autoritari) è 3 significativamente inferiore». Per i giuristi, invece, la parola “transizione” va associata all’attributo “costituzionale”, facendo riferimento a quei cambiamenti che incidono sulla forma di Stato e di governo e che implicano, anche se non sempre, il ricorso a nuove costituzioni. 4 Le disposizioni costituzionali, che comprendono l’insieme dei principi, delle aspirazioni e dei programmi, in questa prima fase esistono solo sulla 2 Cfr. D. GRASSI, Le democrazie. I processi di democratizzazione dopo la caduta del Muro di Berlino, Bologna, Il Mulino, 2008, p. 25. Secondo Davide Grassi, la democratizzazione è «un processo politico complesso, articolato in fasi distinte, che ha inizio con una crisi del sistema autoritario, […] prosegue con un periodo di transizione […] e si conclude con il consolidamento o una nuova crisi del regime appena instaurato». Ibid. 3 HUNTINGTON, La terza ondata, cit., p. 36. 4 Cfr. G. DE VERGOTTINI, Costituzionalismo europeo e transizioni democratiche, in M. CALAMO SPECCHIA – M. CARLI – G. DI PLINIO – R. TONIATTI, a cura di, I Balcani occidentali. Le Costituzioni della transizione, Torino, Giappichelli, 2008, pp. 3-4. 298 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari carta e la costituzione ha solo il compito di ratificare il cambiamento al fine di immobilizzarlo nel tempo. Il “consolidamento” succede alla “transizione” e si risolve in un sostanziale adattamento-congelamento delle nuove strutture e norme democratiche. Se la fase di transizione abbraccia un periodo abbastanza limitato (governo provvisorio, fase costituente, prime elezioni), quella di consolidamento, invece, può protrarsi per un lasso di tempo più ampio ed essere suscettibile a scossoni più intensi.5 Questa fase, che si potrebbe definire di attuazione della Costituzione, è caratterizzata dalla tendenziale “convergenza della Costituzione formale alla Costituzione sostanziale”. Gli elementi cruciali di questo processo di adattamento sono: l’elezione dei rappresentanti; il rispetto della separazione dei poteri; la separazione tra potere civile e militare; la separazione tra Stato e religione; il rispetto dei diritti delle minoranze politiche e parlamentari e del diritto di associazione: «L’assenza di uno solo dei requisiti menzionati comporta lo slittamento delle democrazie liberali verso la categoria delle democrazie meramente elettorali, delle pseudo-democrazie e, persino, il ritorno al sistema autoritario».6 Questi modelli “ibridi” di democrazia sono facilmente riscontrabili tra le nascenti nazioni venute alla luce dopo la disgregazione dell’impero ideologico comunista, un avvenimento che, per le modalità e la rapidità con cui si è realizzato, non poteva che comportare un processo di transizione traumatico e complesso. 5 Cfr. J. LINZ-A. STEPAN, Transizione e consolidamento democratico, Bologna, il Mulino, 2000. 6 A. DI GREGORIO, Epurazioni e protezione della democrazia. Esperienze e modelli di “giustizia post-autoritaria”, Milano, Franco Angeli, 2012, pp. 38-41. 299 Antonio Visconti 2. La transizione nel diritto socialista La caduta del regime sovietico nel 1989 è stata un evento senza precedenti per la storia dell’umanità. La concezione ideologica su cui si fondava, infatti, ha consentito al regime di diventare, per più di quarant’anni, l’unico vero sistema stabile universalmente contrapponibile allo Stato di democrazia pluralista. Per comprendere bene gli effetti che il diritto socialista ha avuto sulle istituzioni e sulle norme dei paesi dell’Europa dell’Est, e come tali regole siano cambiate fino all’adesione al modello democratico, bisogna anzitutto evidenziarne i tratti caratteristici. Il modello di diritto sovietico, benché per sua natura pervasivo e totalizzante, soprattutto nel primo decennio, avanzò in maniera differente nei diversi settori del diritto: elevatissimo nel diritto costituzionale (basti pensare al numero cospicuo di Costituzioni emanate nel secondo dopoguerra), meno nel diritto civile e dell’economia. 7 Il conclamato modello sovietico, dunque, non poteva garantire, se non per il diritto pubblico, modelli normativi organici. I codici elaborati dal legislatore sovietico, infatti, si presentavano ormai superati rispetto alla nuova realtà di dominio; per questo, l’unico modo per imporre l’egemonia di Mosca sui paesi satelliti restava quello di 7 Nel diritto civile, la pretesa di omologazione, spesso, faceva leva su poche regole (per esempio, l’identificazione dei beni di rilevanza economica) che lasciavano ampi spazi d’intervento a norme precedenti al modello socialista. Ciò spiega perché, collettivizzata (in diversa misura) l’economia agricola e industriale, adottate le regole discriminatorie in ordine alla titolarità dei beni produttivi, tutti gli ordinamenti dell’area mantennero un forte legame con il substrato. 300 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari affidarsi alla dottrina giuridica. Quest’ultima, con gli anni, divenne la principale fonte di propagazione delle nuove regole. 8 Il compito di fornire le soluzioni migliori (ora legali, più sovente dottrinali e giurisprudenziali) furono affidate alle corti supreme, le quali fungevano da filtro nello stabilire quali regole del vecchio ordinamento applicare e quali, invece, disattendere. Ad esempio, con riferimento ai diritti e doveri dei cittadini, le costituzioni socialiste ponevano l’accento sui diritti sociali ed economici, a scapito delle libertà individuali e dei diritti politici.9 I cittadini, in questo modo, divenivano vittime di soprusi da parte degli organi giudiziari, che potevano contare sull’assenso silente dei testi costituzionali.10 Sotto il profilo istituzionale, il sistema socialista proponeva diversi livelli territoriali di democrazia assembleare, che facevano capo a un’assemblea generale dei rappresentanti del popolo. Tale modello si basava su una concezione del potere unitario, in cui i singoli apparati amministrativi si presentavano come parti di un corpo unico, secondo il modello del centralismo democratico. Se, sul piano formale, le costituzioni del blocco si preoccupavano di sancire la separazione tra il partito e gli organi statali e di imporre (attraverso il principio di legalità) il rispetto della legge ai propri cittadini, sul piano sostanziale, il partito poteva operare al di sopra della 8 Cfr. A. GAMBARO - R. SACCO, Sistemi giuridici comparati, Torino, Utet, 1996, p. 433. Nella costituzione dell’URSS del 1936, infatti, si sanciva il criterio della “tipizzazione dei diritti della persona”, principio che si fondava sul rifiuto del riconoscimento di un carattere universale e generale dei diritti alla persona. Cfr. P. BISCARETTI DI RUFFIA - G. CRESPI REGHETTI, La Costituzione sovietica del 1977, Milano, Giuffrè, 1990, pp. 475477. 10 Cfr. G. DE VERGOTTINI, Diritto Costituzionale, Padova, Cedam, 2006, p. 640. 9 301 Antonio Visconti legge, sovrapponendo alle tradizionali istituzioni moderne i propri cardini organizzativi.11 Al partito spettava, infatti, l’approvazione cautelativa delle proposte di legge discusse nell’assemblea, la selezione dei candidati (e dunque delle loro carriere) per le elezioni di qualsiasi livello, il monitoraggio sui comitati esecutivi nelle assemblee locali e, infine, il controllo sulle maggiori organizzazioni sociali (in primis, i sindacati). Le residue funzioni politiche “concesse” dal partito agli organi dello Stato furono compiute, talune volte, attraverso un organo classico dell’assetto costituzionale democratico qual è il consiglio dei ministri, altre volte da un’istituzione tipica dell’ordinamento sovietico, ossia il presidium. Entrambi gli istituti, comunque, beneficiavano di funzioni ampie, che, spesso, oltrepassavano i confini dell’esecutivo, invadendo la sfera delle attribuzioni assegnate alla stessa assemblea del popolo. L’indubbio primato concesso all’esecutivo era favorito «dall’assenza di meccanismi di controllo dell’equilibrio fra i poteri e, di converso, dalla diffusa assegnazione al consiglio dei ministri (o al presidium) dei poteri di controllo sull’osservanza della costituzione e di pronuncia di interpretazioni autentiche della legge». 12 La morte di Stalin, nel marzo del 1953, fu un evento di enorme portata per i paesi socialisti dell’Europa centro-orientale, tanto da segnare l’inizio di un timido processo di transizione verso la 11 Cfr. ibid., p. 665. G. AJANI, Diritto dell’Europa orientale, Torino, Utet, 1996, p.171. In nessun caso l’assemblea ha giocato il ruolo di organo sovrano che le era assegnato da tutti i testi costituzionali. Una prova di questa debolezza si può osservare nel rapporto fra fonti di produzione parlamentare e la massa di atti prodotta dall’esecutivo. 12 302 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari democrazia. Ad accelerare il mutamento ci pensò il nuovo segretario del partito comunista sovietico, Nikita Chruscev, il quale inaugurava la fase delle vie nazionali al socialismo. Di conseguenza, quella che sino ad allora era stata un’adesione acritica ad un modello prescritto si trasformò in una riappropriazione della propria esperienza nazionale.13 Ovunque, si assistette alla ricodificazione del diritto civile, allo scopo sia di recuperare le regole e i sistemi tradizionali (Polonia, Cecoslovacchia), che di rimarcare la propria peculiarità nazionale all’interno del modello socialista (Romania). La ritrovata autonomia permise ai paesi satelliti di apportare delle modifiche sull’assetto costituzionale, fattore che portò spesso all’affermazione della figura del presidente della repubblica. Il nuovo appeal esercitato dalla figura del capo dello Stato ha consentito, alle ex-repubbliche popolari, di poter preparare il campo sia a nuove forme di organizzazione assimilabili alle democrazie liberali (Repubblica democratica tedesca, Cecoslovacchia), sia a perseguire soluzioni di potere personale o dittatoriale (soprattutto nei paesi dei Balcani, quali Albania e Romania).14 Gli anni Ottanta furono contrassegnati da minori tassi di crescita e dall’indebitamento di tutti i paesi del blocco. La situazione si aggravò quando, per sopperire all’enorme indebitamento, molti paesi furono costretti a imporre forti misure di austerità, provocando manifestazioni 13 Si sovrapposero, così, nuove prassi organizzative alle soluzioni imposte dal centro, le regole di organizzazione tradizionali (tollerate da Mosca perché ritenute “provvisorie”) si rafforzarono, mentre la proprietà privata consolidò la sua presenza nel sommerso creando un’economia parallela di nicchia. 14 Cfr. AJANI, Diritto dell’Europa orientale, cit. 303 Antonio Visconti e dissenso popolare. Si apriva ufficialmente la seconda fase di transizione alla democrazia. In questi anni convulsi, le scelte coraggiose in economia di alcuni legislatori nazionali dell’Europa centrale (in primis Polonia, Ungheria e Cecoslovacchia) si diffusero gradualmente verso Oriente, fino a essere recepiti dall’esperienza riformatrice sovietica di Gorbaciov, a ridosso della rivoluzione del 1989. Accanto al socialismo legale, quindi, iniziarono a imporsi nuovi modelli filo-democratici di organizzazione, i quali, pur rispettosi dell’ideologia, andavano affermandosi, soprattutto per vie informali, oppure per branche specifiche del diritto. Con la rivoluzione del 1989 e la conseguente caduta dei regimi socialisti emerse l’esigenza di aderire pienamente al modello liberale. Mentre sul piano del diritto civile e commerciale, l’adattamento si presentava più immediato (perché già avviato in precedenza), per il diritto costituzionale, le soluzioni da apportare comportavano un cambiamento radicale. Per questa imponente opera di revisione, in tutti i nuovi Stati ex-socialisti furono create apposite assemblee costituenti, che avevano il compito gravoso di riformare le istituzioni e di costruire ex-novo tutto quel complesso di strutture e regole proprie del sistema democratico.15 15 Cfr. G. DI PALMA, Le transizioni democratiche in Europa orientale: una prospettiva comparata, in «Rivista Italiana di Scienza Politica», XX, 2, 1990, p. 203; P. BISCARETTI DI RUFFIA, 1988-1990. Un triennio di profonde trasformazioni costituzionali, Milano, Giuffrè, 1991. 304 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari 3. La Romania nel secondo dopoguerra: dalla dominazione sovietica al crollo del comunismo L’inizio della dominazione sovietica sulla Romania viene fatto risalire al 9 ottobre 1944 (conferenza di Mosca), giorno in cui Churchill e Stalin decisero le percentuali di influenza delle potenze vincitrici sulle nazioni dell’Est europeo. Dopo due governi militari, Sanatescu e Radescu, il 6 marzo 1945 venne istaurato il primo governo di ideologia comunista guidato da Petru Groza. Con la sua elezione, si aprì la stagione delle “grandi” riforme (confisca delle terre dei collaborazionisti, nazionalizzazione dell’industria, giustizia marxista), cui si aggiunsero tutte le pratiche del terrore stalinista (internamenti immotivati, irruzioni notturne e arresti domiciliari). Il 30 novembre 1947 il re, Michele I di Romania, fu costretto ad abdicare; negli stessi giorni, le forze democratiche di opposizione vennero brutalmente liquidate. Su queste premesse nasceva la Repubblica Popolare di Romania. 16 L’influenza sovietica, tuttavia, fu completata dopo il 1948 con la nazionalizzazione e collettivizzazione di industrie, miniere, banche e trasporti. Infine, nel 1951, prese avvio il primo piano dell’agricoltura. quinquennale per lo sviluppo dell’industria e 17 16 Cfr. J.-M. LE BRETON, Una storia infausta. L’Europa centrale e orientale dal 1917 al 1990, Bologna, Il Mulino, 1999, pp. 258-261. 17 Cfr. A. BIAGIANTI-F. GUIDA, Mezzo secolo di socialismo reale. L’Europa centroorientale dal secondo conflitto mondiale alla caduta dei regimi comunisti, Torino, Giappichelli, 1994. 305 Antonio Visconti Tra il 1955 e il 1965, sotto la leadership di Gheorghe GheorghiuDej, il partito comunista rumeno iniziò a intraprendere una nuova fase politica. In quegli anni, infatti, Mosca alleggerì la pressione sul governo di Bucarest, circostanza che agevolò una politica estera indipendente e un nuovo modello di sviluppo economico. L’industria pesante, che aveva provocato il mutamento rapido della società da agricola a industrializzata, fu ridimensionata, mentre aumentarono i sussidi all’agricoltura.18 Dalla seconda metà degli anni Sessanta, la Romania ebbe un nuovo leader carismatico, Niculae Ceausescu. La sua leadership fu incontrastata per più di un ventennio e può essere considerata, senza dubbio, la più simbolica dell’era comunista in Romania. La sua storia presidenziale può essere divisa in tre parti: una prima (1965-70), in cui il suo prestigio aumentò sempre più, grazie alla sua politica di frontale contrapposizione con Mosca; una seconda (1970-75), di consolidamento del potere e di accentramento dello stesso; una terza (fino al 1989) di declino, dovuta al risentimento sociale che la sua politica di austerità, imposta per ripianare in tempi brevi l’enorme debito pubblico, aveva provocato su una popolazione ormai allo stremo per la povertà. Negli ultimi anni di regime, inoltre, la frattura tra popolo e dirigenti era divenuta insanabile, il sistema poliziesco della famigerata Securitate 19 si era inasprito e un forte asservimento alla famiglia 18 Cfr. ibid., p. 81. La Securitate è stato il servizio segreto della Romania comunista. Fondata il 30 agosto 1948, con l'aiuto dell'NKVD sovietico, la Securitate è stata abolita nel dicembre 1989, immediatamente dopo la caduta del regime di Ceausescu. 19 306 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari Ceausescu caratterizzava i quadri dirigenziali. 20 Dopo venticinque anni di potere, la politica del Conducator aveva ridotto la Romania in uno stato di degrado totale, avallando la menzogna, la corruzione, il terrore, le ripetute violazioni dei diritti umani e provocando l’isolamento dal mondo occidentale. 21 Con la caduta del muro di Berlino, anche la Romania dovette cedere il passo all’ondata rivoluzionaria che imperversava ormai in tutta l’Europa dell’Est e il suo presidente ne divenne la vittima più illustre. Nel dicembre del 1989, una “comune” manifestazione di dissenso, nella lontana provincia di Timisoara, diede avvio alla più grande rivoluzione della storia rumena. Il fattore scatenante fu il rifiuto, da parte di Laszlo Tokes, un prete riformato ungherese, di lasciare la propria parrocchia perché accusato dalle autorità di essere dissidente. Un cordone umano di centinaia di parrocchiani difese la casa di Tokés dall’assalto della Securitate, scatenando l’ira delle forze anti-sommossa che uccisero centinaia di protestanti inermi. Dal 19 dicembre, la rivoluzione, che ormai si era estesa a macchia d’olio in tutte le provincie, arrivò a Bucarest. Il 21 dicembre, durante un discorso di Ceausescu davanti a centomila lavoratori, la televisione rumena fu costretta a interrompere la trasmissione a causa dei fischi e delle urla indirizzati al Conducator. Il giorno successivo, una folla agguerrita attentò al palazzo del presidente: Niculae ed Elena 20 Cfr. M. SHAFIR, Romania: Politics, Economics and Society. Political Stagnation and Simulated Change, London, Frances Pinter, 1985. Tra il marzo del 1985 e l’inizio del 1988, per paura di congiure, il Conducator attuò con maggior frequenza la rotazione degli incarichi nei più importanti ministeri (difesa, finanza, commercio estero) con l’obiettivo di avere in ogni punto chiave uomini a lui fedeli. 21 Cfr. J. LINZ - A. STEPAN, L’Europa post-comunista, Bologna, il Mulino, 2000, p. 208. 307 Antonio Visconti Ceausescu tentarono una fuga disperata in elicottero, fuga che finì a Targoviste, dove furono fermati e arrestati dall’esercito (ormai alleato della rivoluzione). Il giorno di Natale, la coppia venne condannata a morte da un tribunale militare speciale che ne ordinò l’immediata fucilazione. I dati ufficiali sulla rivoluzione contano almeno 689 morti a Bucarest nelle sole tre giornate di protesta. La storia democratica della Romania inizia, dunque, il 22 dicembre 1989, giorno in cui il potere dello Stato finiva nelle mani del Fronte di Salvezza Nazionale, un movimento in buona parte costituito da ex esponenti della nomenclatura. A partire da questa data, tutti gli organi del precedente potere vennero formalmente sciolti, l’esecutivo dimesso e la vecchia costituzione revocata. A capo del nuovo governo provvisorio fu nominato Petre Roman, mentre Ion Iliescu divenne il primo presidente della Romania democratica. Nel febbraio del 1990, la conduzione del paese dovette necessariamente estendersi anche ai nuovi partiti. L’esecutivo, di conseguenza, fu obbligato a cambiare denominazione, da “Consiglio del Fronte” a “Consiglio Provvisorio di Unità Nazionale”; in sostanza, però, la direzione rimaneva saldamente nelle mani di Iliescu e del suo partito. La prima fase della transizione rumena, quindi, è caratterizzata dal dominio politico degli ex comunisti e da un pluralismo che si potrebbe definire “piuttosto autoritario”. 22 I comunisti, infatti, pur potendo 22 Cfr. V. TISMANEANU, Romanian Exceptionalism? Democracy, Ethnocracy, and Uncertain Pluralism in post-Ceausescu Romania, in K. DAWISHA – B. PARROT, eds., 308 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari contare su una salda base elettorale vicina al vecchio regime, tentarono con ogni mezzo di “convincere” l’elettorato ad astenersi dal cambiamento, ricorrendo persino al vecchio metodo della violenza di piazza. Le elezioni del 20 maggio 1990 registrarono la netta affermazione del Fronte di Salvezza Nazionale e del suo leader, Ion Iliescu, che fu eletto presidente con l’85% dei voti. La conseguenza più immediata fu l’insorgere di imponenti manifestazioni di protesta in tutto il paese, cui seguì una nuova escalation di violenze. Anche all’interno della maggioranza il clima divenne più rovente. Già nei primi mesi di mandato, infatti, si manifestarono i primi contrasti tra il presidente Iliescu e il primo ministro Roman. Il conflitto istituzionale, e per molti versi personale, tra i due leaders del Fronte di Salvezza Nazionale comportò l’inevitabile scissione del partito: una parte consistente restava con Roman, mentre la restante confluiva nel nuovo partito di Iliescu, chiamato “Fronte di Salvezza Nazionale Social Democratico”. Un anno dopo la promulgazione della nuova costituzione, il 21 novembre 1991, il popolo rumeno fu nuovamente chiamato alle urne (27 settembre 1992), e, ancora una volta, la sua scelta ricadde sul partito di Iliescu, che, tuttavia, non poteva più contare sulla maggioranza assoluta dei seggi in parlamento. Le elezioni presidenziali, invece, si risolsero al secondo turno, registrando il netto successo dell’ex-leader comunista sul candidato Politics, Power, and the Struggle for Democracy in South-East Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1997. 309 Antonio Visconti democratico Emil Costantinescu. Iliescu, dunque, si riconfermava presidente della Romania. Le elezioni del 1992, ancor più delle precedenti, rappresentarono un motivo di costernazione per il popolo rumeno, dal momento che, a distanza di due elezioni dalla “rivoluzione”, i comunisti rimanevano ancora saldamente al potere. La transizione alla democrazia, perciò, restava ancora lontana. Una brillante sintesi dell’unicità degli avvenimenti occorsi in Romania, in questo breve (ma intenso) lasso di tempo, ci viene offerto dal politologo Juan Linz, il quale osserva che «[…] tra i paesi dell’Europa centro-orientale aderenti al disciolto patto di Varsavia, la Romania è quello che presenta il maggior numero di tratti distintivi. Oltre ad essere l’ultimo paese a iniziare la transizione, ha avuto anche la fine di regime più violenta; la Romania, inoltre, è stato l’unico paese a non avere un tavolo negoziale, dove il regime post-comunista ha compiuto le più rilevanti violazioni dei diritti umani, ed in cui un alto esponente dell’ex partito comunista non solo ha vinto le prime elezioni 23 presidenziali dirette, ma è anche riuscito ad essere rieletto». 4. Peculiarità della costituzione rumena rispetto alle altre costituzioni dell’Europa centro-orientale Dopo la rinuncia sovietica all’egemonia politica sugli ex paesi satelliti, tutta la zona fu interessata da una nuova ondata di cambiamenti, soprattutto dal punto di vista giuridico. Nuovi governi, democraticamente eletti, giunsero al potere, mentre, in un’atmosfera di ritrovato ottimismo, presero forma imponenti processi di modifica costituzionale. 23 LINZ - STEPAN, L’Europa post-comunista, cit., p. 199. 310 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari Anche la Romania fu interessata da questa ondata che le conferì, alla fine del 1991, una nuova legge fondamentale. Al contrario della precedente costituzione del 1965, il nuovo testo costituzionale è privo di preambolo, mentre un’ampia trattazione è dedicata ai Principi generali. 24 Le principali caratteristiche che si evincono sfogliando la prima costituzione rumena post-comunista sono: a) la Romania è uno Stato unitario e nazionale; b) adotta la forma repubblicana; c) prevede l’elezione diretta del presidente;25 d) il parlamento è organizzato secondo il modello del bicameralismo perfetto; e) si avvale di una corte costituzionale e di un difensore civico; f) concede al popolo, tramite referendum, la possibilità di esprimersi sulle norme approvate dal parlamento.26 La costituzione del 1991, pur conformando la sua adesione al costituzionalismo moderno, riprendeva alcuni tratti propri della tradizione giuridica nazionale rumena. La costituzione liberale del 1923, 24 All’art. 1 comma 3, ad esempio, si legge che «la Romania è uno Stato di diritto, sociale e democratico, basato su valori supremi quali la dignità dell’uomo, i diritti e le libertà dei cittadini, il libero sviluppo della personalità umana, la giustizia e il pluralismo politico». M. SHAFIR, Romania: Constitution Approved in Referendum, in «RFE/RL Research Report», I, 2, January 10, 1992; ID., Toward the Rule of Law: Romania, in «RFE/RL Research Report», I, 27, July 3, 1992. 25 La Romania, infatti, dopo il 1989, decise di affidarsi alla forma semi-presidenziale ispirata al modello francese del 1958. 26 Cfr. A. IORGOVAN, Le systeme politique e constitutionnel de la Roumanie, relazione presentata alle Giornate di studio sulle Costituzioni bulgara e romena, Trieste, settembre 1992, pubblicata negli Annali di Studio dell’Università di Bucarest, 1992. 311 Antonio Visconti infatti, rappresentava un precedente importante su cui rifondare la nuova identità nazionale. Nella fase preparatoria dei nuovi testi dell’Europa centro-orientale, si avvertì, sin da subito, un forte sentimento di emancipazione normativa, sostenuto dalla presa di distanza da quello che era stato, sino a poco tempo prima, il diktat imperante. 27 Due furono gli elementi fondamentali che accompagnarono il cambiamento: a) l’assolutizzazione dei diritti individuali e la loro contemporanea espansione; b) l’affrancamento della giustizia dal controllo del partito. Per quel che concerne l’assolutizzazione dei diritti individuali, le nuove costituzioni, pur accogliendo nei propri testi l’ampio e variegato catalogo dei diritti occidentali, hanno preferito mantenere un forte legame con alcuni elementi di welfare ereditati dall’esperienza socialista.28 Inoltre, la transizione alla democrazia ha determinato, per i paesi dell’Est, l’esigenza di munire i nuovi testi costituzionali di una serie di enunciazioni sulla protezione della proprietà privata e sul riconoscimento della privatizzazione, quali principi cardine della rinascita dell’economia capitalista. 29 27 In questa prima fase, si può notare una sostanziale differenza tra paesi (quali la Polonia), in cui emerse immediatamente il conflitto tra legislativo ed esecutivo, e paesi (come la Romania) che procrastinarono lo scontro, giungendo prematuramente all’adozione di costituzioni “deboli”. 28 Il legame con l’esperienza passata si riscontra nei testi di Bulgaria, Romania e Polonia, in cui rimasero intatte espressioni quali “Stato sociale”o“giustizia sociale”. 29 Cfr. L. MONTANARI, Le nuove democrazie dell’Europa centro-orientale, in P. CARROZZA - A. DI GIOVINE - G.F. FERRARI, a cura di, Diritto costituzionale comparato, Bari, Laterza, 2009, pp. 540-545. 312 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari In Romania, in particolare, il tema dei diritti e delle libertà personali, spesso, s’intrecciava con quello della salvaguardia dalle minoranze etniche. La costituzione rumena, pur affermando che la repubblica di Romania è innanzitutto uno «Stato nazionale […] unitario e indivisibile» (art.1, comma1), poneva dei limiti molto restrittivi sull’inviolabilità dei principi di «eguaglianza e di non discriminazione rispetto ai propri cittadini» (art. 6). Tale aspetto rappresenta una peculiarità del sistema rumeno, che tende a creare, all’interno del proprio territorio, differenze inaccettabili per un paese che vuole definirsi “democratico”. Una questione spinosa che troverà una soluzione accettabile, almeno formalmente, solo per mezzo della revisione costituzionale del 2003, voluta fortemente dall’Unione europea. Sulla proprietà privata, invece, la costituzione rumena si adegua allo standard degli altri paesi orientali, proclamando l’apertura all’economia di mercato (art. 134) e definendo la proprietà stessa un diritto inviolabile dell’uomo (art.135). Il secondo punto, ossia l’affrancamento della giustizia dal controllo del partito,30 merita una riflessione molto attenta. Se è vero che, per ristabilire la sovranità della legge e l’indipendenza dei poteri dello Stato, i paesi dell’Europa dell’Est non potevano prescindere dal controllo di costituzionalità delle leggi, le soluzioni a cui sono giunti non sono state sempre le più adeguate. Spesso, infatti, i nuovi modelli di controllo extra-parlamentare si sono trovati ad agire fra principi risalenti al periodo socialista (o precedenti carte solo in parte emendate) e nuovi valori di ispirazione sovranazionale (sollecitati dal Consiglio d’Europa), 30 Cfr. AJANI, Diritto dell’Europa orientale, cit., p.220. 313 Antonio Visconti determinando una condizione di incertezza normativa delle corti. 31 Il vero male che tende a non essere debellato nei diversi ordinamenti sembra essere il privilegio, ancora esistente, del controllo delle autorità pubbliche sull’accesso al giudizio; più genericamente, si può affermare che perdura il riserbo dell’esecutivo nell’accettare il giudizio delle corti.32 Riguardo alla corte costituzionale rumena, il punto più dibattuto dalla dottrina è sicuramente l’art. 145 della costituzione. Secondo il suddetto articolo, infatti, nel caso di sindacato preventivo su una legge, prima della promulgazione o del controllo di un regolamento parlamentare, «spetta al parlamento decidere o meno se respingere il giudizio della corte». 33 Questa disposizione sembra richiamare il modello del controllo di costituzionalità in vigore durante gli anni del socialismo, 34 ove la corte rappresentava un semplice collaboratore di un parlamento che non aveva alcun vincolo da rispettare. 35 Anche in questo caso sembra che il problema si sia risolto formalmente con la revisione costituzionale del 2003, che ha agito attraverso la 31 Cfr. S. BARTOLE, Riforme costituzionali nell’Europa centro-orientale, Bologna, Il Mulino, 1993, pp. 204-206. 32 Cfr. ibid., p. 206. 33 In Romania, dove la revisione giudiziaria della costituzionalità era esclusivamente preventiva, la decisione della corte costituzionale poteva essere respinta dal parlamento con maggioranza di due terzi dei voti in ciascuna camera. (artt. 144 e 145 Cost.) 34 Tale regolamentazione, non contenuta nel progetto di costituzione, fu, paradossalmente, introdotta in seguito alle critiche avanzate dall’opposizione, in particolare dai partiti democratici tradizionali, che consideravano eccessivi i poteri della corte, pronta, secondo loro, ad ergersi a “quarto potere”, superiore agli altri. 35 Cfr A. SPADARO, “Due” custodi della Costituzione rumena? Una Carta sospesa tra “sovranità” parlamentare e “supremazia” costituzionale, in Quaderni costituzionali, n.3, Bologna, Il Mulino, 1994. 314 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari soppressione dell’articolo in questione e la riformulazione dell’intera disciplina. Sul piano squisitamente istituzionale, un problema che sta ponendo numerosi interrogativi sul futuro democratico dei paesi dell’Europa centro-orientale è la deriva presidenzialista che si sta affermando. Se, agli inizi degli anni Novanta, il sistema parlamentare aveva avuto molto seguito perché ritenuto più idoneo a fronteggiare un ritorno al comunismo, di fronte ai primi problemi di natura economica e sociale la necessità di un esecutivo forte prese il sopravvento, premiando la figura del presidente della repubblica. Il sistema presidenziale che si sta affermando un po’ ovunque nell’Europa dell’Est è un mix tra passato e futuro, ossia tra centralismo democratico, di derivazione socialista, e riforme economiche eterodotte. In Romania, la stessa assemblea costituente fu molto cauta nell’assegnare un potere troppo ampio al presidente, preferendo, invece, rafforzare il ruolo del parlamento. Tuttavia, l’attuale successo del presidenzialismo può essere ascritto all'endemica immaturità del sistema politico rumeno, spesso costituito da troppi partiti tendenti a un’accentuata litigiosità. La frammentarietà del sistema politico, inoltre, tende a indebolire il parlamento e a favorire il rafforzamento dei poteri del presidente, il quale, spesso, diviene l’unico sostegno di cui gode il governo. Attualmente, sebbene nel sistema rumeno sembri prendere piede un modello semi-presidenziale perfetto “alla francese”, la mancanza di equilibrio tra i vari poteri dello Stato rischia di avere forti rigurgiti antidemocratici, se non, addirittura, autoritari. 315 Antonio Visconti 5. Una transizione infinita: le contraddizioni dell’ultimo ventennio Con le elezioni del 1996, in Romania, si assistette a uno dei cambiamenti più radicali della sua storia. Il vecchio ordine, caratterizzato dall’ancora viva presenza dei comunisti (PDSR), lasciava il posto a una coalizione democratica (CDR) che, non avendo i numeri per governare, fu costretta ad allearsi con L’USD (partito di sinistra) e L’UDMR (partito etnico e nazionalista).36 L’avvenimento più eclatante, tuttavia, si verificò alle presidenziali, che videro la vittoria al ballottaggio di Emil Constantinescu contro Ion Iliescu, 37 un evento che segnava una netta svolta e proiettava la Romania verso un potenziale cambiamento epocale: dopo più di cinquant’anni, un partito con valori liberali (qual era la CDR) otteneva il potere grazie al voto libero degli elettori a discapito degli ex-comunisti. L’euforia del momento dovette scontrarsi, già nel primo anno di governo, con le contraddizioni insite alla coalizione.38 Di conseguenza, le riforme procedevano inevitabilmente a rilento, le tensioni all’interno del parlamento crescevano e il malcontento popolare aumentava. In questo quadro di relativa fragilità riemergeva, nostalgicamente, la figura dell’ex-presidente Iliescu. Se le elezioni del 1996 possono segnare, in qualche modo, la fine della transizione rumena, la tornata elettorale del 2000 avrebbe dovuto 36 Cfr. TISMEANU, Romanian Exceptionalism?, cit. Cfr. D. DELETANT, The Romanian Elections of November 1996, in «Representations», XXXV, 2-3, 1998, pp. 155-167. 38 Le difficoltà che si delineavano all’orizzonte del convulso quadro politico rumeno di quegli anni furono dovute principalmente alla difficile coabitazione tra la destra di Costantinescu (CDR) e il centrosinistra di Roman (USD). 37 316 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari sancire, almeno teoricamente, l’inizio del “consolidamento” del paese, ovvero il momento in cui la democrazia finalmente viene percepita come l’unica opzione plausibile. Alle elezioni parlamentari riemerse il PDSR di Iliescu che, anziché allearsi con la seconda forza elettorale (il PRM del populista xenofobo Corneliu Tudor) per avere la maggioranza del parlamento, preferì optare per la formazione di un governo di minoranza di centrosinistra. 39 Alle presidenziali arrivarono al ballottaggio i due candidati più pericolosi per la democrazia rumena, Ion Iliescu (PDSR) e Corneliu Tudor (PRM). Tra i due aspiranti, l’elettorato rumeno si orientò verso l’elezione (la terza in dieci anni) di Ion Iliescu, la cui designazione veniva ormai sentita come una necessità nazionale, 40 viste le idee illiberali e antidemocratiche del suo antagonista. L’esito del voto del 26 dicembre 2000 segnò la definitiva conclusione del miraggio democratico prospettato dalle elezioni del 1996, rispetto alle quali si ebbe addirittura un’involuzione. Con la rielezione di Iliescu, infatti, molte delle riforme varate dal precedente governo per l’adeguamento agli standard europei furono bloccate e, in particolare, venne meno il disegno di riforma del sistema giudiziario tanto auspicato da Bruxelles. Già a metà legislatura, la corruzione dilagava a tutti i livelli e, per questo, nel dicembre del 2002, il consiglio europeo di Copenaghen rinviava l’ingresso della Romania dal 2004 al 2007 (qualora fossero stati compiuti i progressi auspicati). 39 L’alleanza tra questi due partiti, in realtà, era osteggiata dall’Europa; questa, forse, fu l’unica vera ragione per la quale Iliescu decise di formare un governo senza maggioranza. 40 Cfr. S. BAZIL, Romania Libera, 4 dicembre 2000, in www.romanialibera.com. 317 Antonio Visconti La sollecitazione maggiore riguardava in primis la richiesta di revisione della Costituzione, che partì ufficialmente nel 2002.41 Le modifiche apportate toccavano quasi tutti i titoli della Costituzione, 42 ma le novità più importanti riguardavano i seguenti punti: 1. il miglioramento del sistema di protezione dei diritti dell’uomo;43 2. l’adeguamento della costituzione, con l’introduzione di un nuovo Titolo (il Titolo V Bis), per consentire l’adesione all’Unione Europea e alla NATO; 3. il potenziamento della corte costituzionale, i cui poteri divennero ultimi e di chiusura dell’ordinamento.44 Il disegno di modifica della costituzione ottenne l’approvazione del parlamento nel 2002 e quello definitivo del popolo, mediante referendum, il 19 ottobre 2003. 41 Cfr. S. GAMBINO, Costituzionalismo europeo e transizioni democratiche, Milano, Giuffrè editore, 2003, pp. 313-315. La revisione doveva servire a dirottare la politica interna dello Stato rumeno verso un binario più stabile, in cui fosse garantita una reale separazione dei poteri e una maggiore libertà per i cittadini, tutto questo in previsione della futura adesione all’Unione Europea. 42 Titolo I: Princìpi fondamentali (5 articoli modificati su 14 ); Titolo II: Diritti, libertà e doveri dei cittadini (19 articoli modificati, 1 eliminato e 4 aggiunti su 43); Titolo III: Autorità pubbliche (28 modificati, 4 eliminati e 2 nuovi su 76); Titolo IV: Economia e Finanza pubblica (5 modificati su 6, e 1 aggiunto); Titolo V: Corte Costituzionale (3 modificati su 6); Titolo V bis: denominato Integrazione euro-atlantica del tutto nuovo con 2 articoli; Titolo VII: Disposizioni transitorie e finali (2 modificati su 4). 43 Il diritto a un equo processo, il diritto di asilo, la possibilità per le minoranze di usare la propria lingua in tribunale. Diritti che dovevano servire, principalmente, a favorire l’integrazione delle minoranze ungheresi. 44 La corte romena, con la revisione, assommava notevoli poteri di diverso tipo (preventivi, successivi, attivabili in via d’azione su tutti gli atti normativi) tra cui emerge il conflitto di competenza tra organi dello Stato (ignorato dai costituenti del ’91). 318 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari Le elezioni del 2004 rappresentano un altro momento cruciale per il percorso di pre-adesione della Romania. L’alleanza anti-comunista denominata “Giustizia e Verità” (formata nel 2003 tra PNL e PD), riuscì a formare una fragile maggioranza con l’UDMR e con il PUR (Partito Umanista di Romania). Calin Tăriceanu, leader del PNL, venne designato come primo ministro, mentre nelle elezioni presidenziali Traian Băsescu, membro del Partito Democratico (PD) e alleato del PNL, sconfisse al secondo turno Adrian Năstase del Partito Socialdemocratico (PSD) e fu eletto presidente. Nel dicembre 2004, la commissione europea dichiarò chiusi i negoziati sui capitoli dell’acquis, introducendo, però, una clausola di salvaguardia, nell’intento di esercitare una maggiore condizionalità soprattutto nel settore della giustizia. Il nuovo ministro della Giustizia, Monica Macovei, seguendo le indicazioni di Bruxelles, 45 predispose un primo disegno di legge sul sistema giudiziario. 46 Tale provvedimento provocò la reazione della magistratura, la quale si lanciò in un’aspra battaglia contro il nuovo ministro; 47 la contesa raggiunse il culmine quando, sbalordendo l’opinione pubblica nazionale e soprattutto internazionale, la corte dichiarò incostituzionale il nuovo pacchetto di leggi sulla corruzione.48 45 Cfr. R. COMAN - J.M. DE WEALE, eds., Judicial Reforms in Central and Eastern European Countries, Brugge, Editions Vanden Broele, 2007. 46 Gli emendamenti proposti dalla Mocovei avrebbero reso incompatibile la funzione di membro del CSM con altre cariche dirigenziali, trasformandolo in un incarico a tempo pieno. 47 Cfr. D. PIANA, Judicial Accountabilities in New Europe: From Rule of Law to Quality of Justice, Ashgate, Aldershot, 2009. 48 Cfr. A. DEMSOREAN - S. PARVULESCU - B. VETRICI-SOIMU, Romania: Vetoed Reforms, Skewed Results, in A. MAGEN - L. MORLINO, eds., International Actors, Democratization 319 Antonio Visconti La decisione scatenò una vera e propria bufera politica, inducendo il primo ministro Tăriceanu a estromettere dal governo la Macovei; un’epurazione che, di fatto, segnò il blocco dell’intera riforma giudiziaria e l’inizio di una seria crisi istituzionale, che portò persino all’impeachment del presidente Băsescu.49 Tutto questo accadeva il 25 aprile 2005, a pochi mesi dalla firma del trattato di adesione all’Unione europea, adesione che sarebbe entrata in vigore il 1° gennaio 2007. Analizzando questo emblematico episodio, si può notare come il fattore che più di ogni altro ha inciso sul non-cambiamento fu la presenza di veto player, presenza dovuta principalmente alla mancata rottura con il regime comunista:50 i magistrati, infatti, erano gli stessi entrati in carica durante il regime di Ceausescu e riconfermati successivamente da Iliescu.51 Un secondo episodio, di diversa natura, si produsse nel 2009, quando un ministro del governo Boc denunciò la presunta organizzazione di brogli elettorali tra i due partiti maggiori (socialdemocratici e PD-L) per favorire, alle presidenziali, Băsescu. Il risultato di questa esternazione fu che il coraggioso ministro venne destituito, mentre primo ministro e presidente, dopo un breve stallo and the Rule of Law: Anchoring Democracy?, London - NewYork, Routledge, 2009, pp. 87-119. 49 Nel 2007, il presidente fu accusato di abuso di potere e violazione della costituzione; il popolo rumeno, tuttavia, votò contro tale proceduta e Băsescu riassunse la carica. 50 Cfr. L. MATTINA, La sfida dell’allargamento. L’Unione europea e la democratizzazione dell’Europa centro-orientale, Bologna, Il Mulino, 2004. 51 Cfr. DEMSOREAN - S. PARVULESCU - B. VETRICI-SOIMU, Romania: Vetoed Reforms, cit., pp. 87-119. 320 Il processo di transizione rumeno tra prospettive democratiche e rigurgiti autoritari istituzionale, tornarono ai loro rispettivi incarichi. 52 La presidenza Băsescu sembra confermare pienamente la deriva presidenzialista in cui versa il fragile Stato balcanico. Un’istituzione, quella del presidente, che da Ceausescu a Băsescu, passando per Iliescu, assomiglia molto ad una monarchia (nemmeno tanto costituzionale). In definitiva, le contraddizioni dell’ultimo ventennio in Romania nascono da un paradosso: se, da un lato, con la rivoluzione del 1989 e, soprattutto, con l’intervento delle istituzioni europee, si è andata affermando una minima cultura democratica nel paese e un certo ottimismo verso il futuro, dall’altro, la mancata estromissione degli excomunisti dal potere e l’incapacità delle èlites di garantire un benessere diffuso hanno rigettato le attese della popolazione rumena nello sconforto, alimentando il populismo e la corruzione. Tutto fa pensare che i problemi della Romania non siano risolvibili in tempi brevi e che, visto l’andamento altalenante della propria storia recente, il pericolo del protrarsi della fase di incertezza politica (se non addirittura una sua degenerazione) rappresenti un rischio concreto sulla strada che porta alla realizzazione del conclamato Stato di diritto. Dunque, nella Romania post-comunista, tutto sembra cambiare per restare uguale a se stesso, in un movimento perpetuo, simile a una transizione infinita. 52 Cfr. J. BRUNSDEN, Romania’s New Government Takes Office, in «EuropeanVoice,», December 23, 2009. 321 Quis leget haec? Recensioni FABRIZIO LELLI, a cura di, Gli ebrei nel Salento. Secoli IX-XVI, Galatina, Congedo, 2013, pp. 453. Nell’ultimo decennio, anche l’Università del Salento – grazie al gruppo di ricerca coordinato dal prof. Fabrizio Lelli – ha dato il suo importante contributo scientifico alla ricostruzione della storia delle comunità ebraiche di Terra d’Otranto seguendo tre direttrici temporali: il periodo bizantino (IX-XI sec.) e normannosvevo (XI-XIII sec.), caratterizzato da una notevole fioritura della poesia liturgica in ebraico; il periodo angioino, aragonese e spagnolo (XIIIXVI sec.), durante il quale fu forte l’influsso della tradizione ispanoprovenzale; il periodo postbellico (1944-1947), caratterizzato, invece, dalla permanenza temporanea degli ebrei nei campi di transito, prima che raggiungessero altre destinazioni, fase, quest’ultima, già molto studiata dal gruppo di ricerca di Lelli, che su tale argomento ha prodotto numerosi e importanti contributi. Nella mappatura storico-culturale dell’identità ebraica, la Puglia – e il Salento in particolare – sono giunti in ritardo rispetto alle altre realtà regionali italiane, ma i risultati della ricerca sono veramente importanti. Ciò che emerge dall’insieme degli studi è un fitto e dinamico incontro di esperienze culturali diverse, che accompagna le successive migrazioni verso altre aree non solo italiane. Sin dall’inizio, come attestato da Amos Geula, uno studioso di letteratura midrašica, la comunità ebraica salentina produsse alcune opere che testi- moniano l’esistenza di un fil rouge con la Terra d’Israele, Babilonia, Bisanzio, Aškenaz e Corfù e che, soprattutto con la cosiddetta “scuola di Otranto”, interagì in maniera vivace con l’ambiente culturale circostante, almeno fino quando – dopo l’XI secolo – una diffusa sensazione di instabilità (la rarefazione dei contatti commerciali con l’Oriente palestinese e babilonese; lo spostamento di potere dai bizantini ai normanni; le frequenti incursioni saracene sul litorale adriatico) non cominciò a permeare la produzione ebraica locale, che gradualmente fu assorbita all’interno della corte federiciana. In questo contesto, si collocano i contributi di Vadim Putzu e Piegrabriele Mancuso su Šabbetay Donnolo, e dello stesso Lelli sull’affinità tra la produzione innografica salentina e quella corfiota, mentre Moshe Idel esamina la circolazione di alcuni motivi letterari religiosi in Italia e in ’Aškenaz in età medievale. La seconda fase, quella angioinoaragonese, si aprì con un significativo peggioramento della situazione degli ebrei salentini, sottoposti a conversioni forzate e privati delle proprie sinagoghe, trasformate in chiese ricche di numerosi esempi di iconografia antiebraica, tipici della cultura franco-tedesca d’Oltralpe, come si evince dallo studio di Linda Safran. Sotto la dominazione aragonese, la comunità ebraica salentina visse una fase di tolleranza, anche se di breve durata, perché, con il bando di Carlo V del 1541, che vietava agli ebrei di risiedere in tutta l’Italia meridionale, gli ultimi rimasti fuggirono 325 verso l’Albania e l’impero ottomano. Ma proprio a questa fase appartengono sia quei manoscritti in grafia locale “proto-quadrata”, che quasi certamente diedero vita a quella produzione “romaniota”, frutto dell’incontro fecondo dell’ebraismo meridionale con le comunità di destinazione, successivamente inglobata nella tradizione sefardita, di cui parla Abraham David, sia i due codici manoscritti e decorati da Nezer Zahav, presentati da Michal Sternthal e Ilona Steimann. Sull’attività del medico leccese ’Avraham ben Mošè De Balmes – che, come la maggior parte degli intellettuali ebrei attivi in Italia, era anche un importante grammatico, filosofo e cabbalista – si soffermano Ennio De Bellis e Silvia Di Donato, evidenziandone soprattutto l’importante ruolo di traduttore, mentre Alba Paladini analizza l’opera di Pietro Colonna, detto il Galatino, e il suo contributo alla Cabbala cristiana nel fecondo ambiente rinascimentale, importante snodo della confluenza culturale tra la Terra d’Otranto, l’Accademia Pontoniana napoletana e la curia romana, bene evidenziato da Giancarlo Lacerenza. Esempio di un probabile sincretismo religioso ancora vivo nel Salento intorno alla metà del XVI secolo è l’iscrizione del termine ebraico “Adonay” sul San Nicola di Gabriele Riccardi, di cui parla lo storico dell’arte Angelo Maria Monaco. Lo studioso Michael Ryzhik – da tempo impegnato a ricostruire i legami tra ebraico e italiano – sostiene la tesi della dipendenza della tradi- 326 zione giudeo-italiana dal sistema pentavocalico salentino, dipendenza dovuta al fatto che i primi insediamenti ebraici avvennero proprio nel Salento. I lavori di Ryzhik si intrecciano strettamente con l’altro filone di ricerca linguistica sui volgarizzamenti italiani medievali dell’Italia del Sud (coordinato dal prof. Rosario Coluccia), evidenziando in particolare la questione delle interferenze ebraico-italiane meridionali, su cui ancora molto poco si è detto. Su questo tema, il contributo di Marcello Aprile è significativo, in quanto – seguendo le pur incerte ed esili tracce linguistiche della presenza ebraica in Terra d’Otranto – egli ne ricostruisce la presenza nella corrispondenza di un ebreo copertinese con un mercante veneziano. Il lavoro collettaneo curato da Lelli s’inserisce, così, in un proficuo percorso di ricostruzione delle varie manifestazioni della presenza ebraica nel Salento, un percorso storicoletterario che va a colmare finalmente un vuoto conoscitivo durato molto tempo. GIULIANA IURLANO NATALINO RONZITTI, a cura di, L’art. 11 della Costituzione. Baluardo della vocazione internazionale dell’Italia, Napoli, Editoriale Scientifica, 2013, pp. 210. Prodotto di una ricerca promossa dall’Istituto Affari Internazionali, il volume si articola in sei interventi a firma di autorevoli studiosi di diritto costituzionale e internazionale, nell’ottica di una lapalissiana esegesi multidisciplinare dell’art. 11 Cost., del quale si propone una rilettura attualizzata. Il primo intervento – L’art. 11 Cost. nella visione dei Costituenti, di Lorenza Carlassare (pp. 1-30) – esamina la genesi di tale disposizione, attraverso il richiamo ai lavori dell’assemblea costituente, al dichiarato scopo di rilevarne la struttura unitaria e la coerenza interna, contro «ogni tentativo di lettura separata delle proposizioni di cui si compone, poste fra loro in evidente sequenza logica» (p. 17). Per l’A., tale conclusione è evidenziata anche dall’articolazione formale della disposizione, priva di commi e caratterizzata dalla scelta di una punteggiatura significante, la quale rende evidente la sua ragionevole inscindibilità. In essa, il ripudio della guerra, la limitazione della sovranità statale, l’aspirazione a un mondo di pace e di giustizia fra i popoli, il superamento delle chiusure nazionalistiche del passato e il sostegno ad uno «sguardo aperto oltre i confini» nazionali ed europei (p. 8), finalizzato a promuovere e a favorire le organizzazioni internazionali rivolte a tale scopo, sono consacrati in tre proposizioni che si intrecciano in maniera indissolubile, in quell’ottica di indispensabilità al raggiungimento del principio ivi enunciato. Giuseppe de Vergottini è l’autore dello studio dal titolo Il “ripudio della guerra”, il divieto dell’uso della forza e l’invio delle missioni militari all’estero (pp. 31-67). In esso, l’A. sottolinea la necessità di una lettura aggiornata ed estensiva delle scelte compiute dai costituenti nella prima parte dell’art. 11, alla luce della realtà maturata negli anni seguiti al varo della Costituzione, che ha visto l’Italia impegnata non in ipotesi di guerra difensiva, ma in attività di natura bellica ed offensiva (Serbia e Libia), anche in virtù degli obblighi ad essa derivanti dall’appartenenza ad organizzazioni internazionali di sicurezza collettiva. A conclusione dello studio, l’A. analizza il complesso fenomeno delle missioni militari all’estero, analizzandone la compatibilità con l’art. 11 Cost., nonostante il silenzio dello stesso al riguardo. La riconducibilità all’art. 11 Cost. del fondamento costituzionale della partecipazione dell’Italia al processo di integrazione comunitaria costituisce l’oggetto dello studio di Gian Luigi Tosato, dal titolo L’art. 11 della Costituzione e il diritto dell’Unione Europea (pp. 69-85). Delle importanti conseguenze di tale premessa, l’A. esamina, in particolare, l’esecuzione in Italia dei trattati europei, sottolineando al riguardo il «valore prescrittivo, oltre che autorizzativo» (p. 84) dell’art. 11 Cost., il principio della preminenza del diritto comunitario su quello interno, analizzato alla luce dei differenti schemi teorici sviluppati per illustrarlo (preferendo quello che ricostruisce il rapporto in termini di integrazione tra ordinamenti autonomi e complementari, a scapito del modello della separazione o della sovraordinazione gerarchica), la validità della teoria dei controlimiti alle limitazioni di 327 sovranità consentite dall’art. 11 Cost. L’A. conclude le riflessioni evidenziando la permanente legittimazione del processo di integrazione europea, alla luce della disposizione in esame, in relazione sia alla nota crisi dell’euro, che alle finalità di pace e di giustizia che in essa trovano consacrazione. L’art. 11 della Costituzione e la promozione dell’organizzazione internazionale è il titolo dello studio di Gabriella Venturini (pp. 87-116). Dopo aver rilevato l’efficacia precettiva dell’impegno alla cooperazione internazionale assunto dai costituenti nella parte terza dell’art. 11 Cost., l’A. ne analizza nel dettaglio i presupposti (condizioni di parità tra Stati, limitazioni di sovranità, pace e giustizia), per poi esaminare i principali casi di collaborazione internazionale istituzionalizzata del nostro paese, non senza aver, comunque, sottolineato la natura “aperta” della clausola anche ad ipotesi di collaborazione internazionale non istituzionalizzata, in relazione alle quali essa esplica, tuttavia, un mero ruolo di indirizzo programmatico. Monica Lugato firma il quinto degli interventi, dal titolo L’art. 11 della Costituzione e le Nazioni Unite (pp. 117-146), ove si analizzano specificamente gli effetti della disposizione costituzionale in esame sulla partecipazione dell’Italia alle Nazioni Unite. In particolare, dopo aver accertato l’indubbia corrispondenza di esse all’ideale di cooperazione internazionale rappresentato nella seconda e nella terza parte dell’art. 11, nonostante la ristretta interpreta- 328 zione costituzionale dello stesso e le innegabili differenze tra l’ordinamento dell’UE e quello dell’ONU, l’A. analizza la compatibilità – con la prima parte della disposizione – delle varie ipotesi in cui si concretizza l’uso della forza autorizzato dalle Nazioni Unite o di quelle diverse dall’uso della forza, ritornando, a conclusione dell’intervento, sull’esegesi della dottrina dei controlimiti esaminata da Tosato. L’ultimo studio, dal titolo L’art. 11 della Costituzione e le operazioni della NATO (pp. 147-177), porta la firma di Massimo Iovane e raccoglie le dettagliate riflessioni dell’A. sulla compatibilità con tale disposizione sia delle operazioni militari condotte dalla NATO – della quale si rileva preliminarmente la compatibilità ai principi consacrati nell’art. 11 Cost. – ai sensi del Cap. VIII della Carta ONU, che di quelle non autorizzate dal Consiglio di Sicurezza (ma riconducibili al consenso dello Stato territoriale), con plurimi riferimenti a casi pratici. Gli studi sono seguiti dalle conclusioni dell’ideatore e del promotore della ricerca, nonché curatore del testo in commento, Natalino Ronzitti – dal titolo La permanente validità dell’art. 11 della Costituzione (pp. 179-205), le quali riprendono numerose questioni affrontate nei singoli studi, arricchendole, tuttavia, di considerazioni ulteriori e “nuove”, che completano l’indagine condotta, rendendola oltremodo particolareggiata e indubbiamente ricca. MARTINA CUTAZZO ANITA SHAPIRA, Israel: A History, Waltham, MA, Brandeis University Press, 2012, pp. 502. Il libro di Anita Shapira, eminente storica del sionismo e dei suoi rapporti con Eretz Israel (la Terra di Israele) sino alla nascita dello Stato, rappresenta una pietra miliare negli studi sulla storia del movimento sionista e dello Stato di Israele fino ai nostri giorni. Si tratta di uno studio complesso e articolato, in cui le vicende che coprono un arco temporale che va dal 1881 a oggi sono analizzate alla luce non solo delle evoluzioni interne al movimento sionista ed allo stesso Stato di Israele, ma anche, e soprattutto, in relazione ai mutamenti grandiosi che hanno riguardato il sistema politico internazionale dalla fine dell'Ottocento e per tutto il secolo Ventesimo. Infine, Shapira non dimentica di analizzare, nel suo tour de force, le fondamentali vicende che caratterizzarono i rapporti, non sempre positivi, tra il movimento sionista e l'ebraismo internazionale nel corso di più di un secolo. Il libro è diviso in cinque parti. Nella prima, Shapira analizza la formazione del movimento sionista dal 1881 sino alla Dichiarazione di Balfour del 1917 e alla fine della Grande Guerra, sottolineando, in particolare, il radicamento dei pionieri sionisti in Eretz Israel – argomento su cui Shapira aveva pubblicato un fondamentale volume, Land and Power: The Zionist Resort to Force, 18811948, del 1992 – ed il loro difficile incontro con l'elemento turco e so- prattutto con quello arabo. Nella seconda parte, che copre l'intero periodo tra le due guerre mondiali, Shapira tratta un problema di grande importanza locale, ma soprattutto internazionale: l'attribuzione da parte della Società delle Nazioni del mandato fiduciario sulla Palestina alla Gran Bretagna, mandato accompagnato da precisi e vincolanti obblighi per Londra, la cui disattesa da parte della potenza mandataria fu una delle concause primarie dello scoppio reiterato della violenza tra arabi ed ebrei nella regione e del caos politico conseguente. Nel perseguire i propri interessi imperiali sul Medio Oriente, Londra non si peritò di violare a più riprese gli impegni presi a livello internazionale, tanto che – giustamente – Shapira parla di «maliziosa premeditazione» (p. 151) da parte britannica al momento di accettare l'oneroso impegno. Le successive tre parti dello studio riguardano la fondazione e la vita dello Stato di Israele dal 1948 sino al 2000, cioè la creazione e lo sviluppo della democrazia israeliana in un ambiente ostile, perché totalitario e antisemita. Questo è un punto fermo nella narrazione di Shapira. Infatti, scrive l'A., «di tutti gli Stati creati dopo il 1945, Israele è uno dei pochi che ha conservato un regime democratico»; nonostante le immense, tremende difficoltà contro le quali dovette combattere, «[...] v'è qualcosa di miracoloso nella rapidità con cui il nuovo Stato creò il proprio assetto istituzionale e lo rese democratico» (p. 179). 329 La guerra del giugno 1967, la “guerra dei sei giorni”, rappresentò un vero e proprio turning point nella storia dello Stato di Israele e della stessa regione mediorientale. Israele sbaragliò gli avversari, acquisendo una vigorosa self-reliance, ma – paradossalmente – il mondo arabo visse la propria sconfitta come una tappa della sua lotta mortale contro gli odiati ebrei. Inoltre, dal punto di vista puramente politico-militare, «il rapporto di forze tra il piccolo Stato e i suoi numerosi e potenti vicini non fu alterato dalla guerra dei sei giorni» (p. 304), scrive giustamente Shapira. In definitiva, il punto di svolta consistette proprio nell'accentuazione parossistica del proposito arabo di “gettare a mare” Israele e i suoi ebrei, che si sostanziò nella nascita dell'Organizzazione per la Liberazione della Palestina (OLP). «La nascita del nazionalismo palestinese – sintetizza Shapira – fu il risultato diretto del fallimento degli Stati arabi nel loro tentativo di distruggere militarmente Israele» (p. 305). L'ostilità continua nei confronti dello Stato ebraico da parte del mondo arabo non impedì a Israele di consolidare la propria democrazia e di conseguire risultati economici, nonostante periodiche flessioni, di tutto rilievo nel panorama internazionale, per non dire nell'ambito mediorientale, dove il distacco sempre più marcato con il sottosviluppo dei vicini arabi stava a dimostrare la bontà dell'esperimento israeliano e il fallimento dei suoi nemici. La vittoria della destra nelle elezioni generali del 1977 rappresentò 330 un mutamento epocale nella storia israeliana sia nella politica interna, che in quella internazionale. Il nuovo primo ministro, Menachem Begin, impresse una svolta all'ethos nazionale: «[Egli] pose con decisione l'Olocausto al centro del discorso nazionale» (p. 362), sostituendo al concetto di nuovo Israele, nel suo intrinseco significato di discontinuità rispetto al “buio” passato del popolo ebraico – cavallo di battaglia dei laburisti, al potere dal 1948 sino al 1977 – la continuità rappresentata dallo Stato di Israele rispetto alla storia ebraica e alla sua millenaria tradizione: il novus homo hebraicus dei laburisti fu respinto in nome della continuità della tradizione dell'ebraismo, anche nei suoi più profondi legami con la Diaspora. Da ciò discese la ferma opposizione rispetto a qualsiasi cedimento territoriale di Eretz Israel, che non impedì, però, a Begin di giungere alla pace con l'Egitto di Sadat, acquisendo così «[...] rilevante statura sia all'interno, che all'estero» (p. 373). Comunque, a partire dal fatidico 1977, soprattutto durante i governi di Netanyahu, erede di Begin, Israele ha visto crescere la propria economia in maniera molto sensibile, in alcuni campi ponendosi all'avanguardia a livello internazionale. Di tutto ciò è testimonianza l'importante libro di DAN SENOR e SAUL SINGER, Laboratorio Israele. Storia del miracolo economico israeliano (Milano, Mondadori, 2012), che si consiglia vivamente soprattutto ai detrattori di Israele. Ma, al di là di questa divagazione, il volume di Shapira si pone come un'opera di primaria grandezza nel panorama degli studi sulla storia del sionismo e dello Stato ebraico. ANTONIO DONNO DAVID W. ELLWOOD, Una sfida per la modernità. Europa e America nel lungo Novecento, Roma, Carocci, 2012, pp. 403. Nel 1902, il giornalista e editore inglese William Th. Stead prediceva, nel suo libro The Americanization of the World: The Trend of the Twentieth Century, l’inevitabile e provvidenziale dominazione ideologica, culturale, politica ed economica americana del mondo. Come giustamente nota Ellwood, stava cambiando il modo europeo di percepire l’America: se, fino al 1850, era essenzialmente un luogo e un sapere, successivamente divenne un sistema o un modo di considerare il mondo, separata dal suo carattere fisico, e più vicina al regno dello spirito. Non era più la terra del futuro, bensì una forza alla quale resistere. Il lungo Novecento, che mette in discussione le relazioni che per più di un secolo avevano caratterizzato Stati Uniti e Europa, iniziava con il 1898, con la guerra ispanico-americana, quella “splendida piccola guerra” che aveva sancito il passaggio degli Stati Uniti al rango di potenza mondiale. Dopo che per più di mille anni l’Europa era stata il motore di sviluppo della modernità, agli inizi del Novecento era costretta a cedere il suo ruolo a una nazione, gli Stati Uniti, i cui meccanismi di conquista, come sottolinea Ellwood, non erano militari, ma eco- nomici: l’industria, gli affari, le invenzioni, l’intrattenimento. Si iniziavano a delineare alcuni tratti distintivi del mito della nuova America, che riusciva a spettacolarizzare ogni aspetto della esperienza collettiva nazionale ed esportare questo spettacolo in tutto il mondo. William “Buffalo Bill” Cody, con il suo popolare spettacolo sul selvaggio West, fu un vero e proprio antesignano delle successive industrie americane di intrattenimento, il più significativo prodotto culturale americano di esportazione. Era iniziato il “secolo americano”, espressione resa famosa da Henry Luce nell’articolo di «Life» del 1941, un secolo nel quale gli Stati Uniti avrebbero conquistato il mondo, con la forza di un modello di modernità – democrazia di massa, produzione di massa, comunicazione di massa – che da Buffalo Bill ad Avatar, dal fordismo a Google, da Woodrow Wilson fino a Barack Obama avrebbe esteso l’egemonia statunitense a tutto il mondo. Con un approccio interdisciplinare e sulla base di un notevole apparato documentario e bibliografico, l’A. analizza questa “sfida per la modernità”, alla quale l'Europa ha risposto con accettazione, rifiuto o adattamento. Man mano che gli Stati Uniti si accreditavano come nuova potenza economica, politica e culturale mondiale, e che cresceva la consapevolezza del proprio primato anche in termini di messaggio ideologico, l'Europa appariva sempre più frammentata e ripiegata su se stessa, non più in grado di lanciare una sfida di modernità e di proiettarla dentro e 331 fuori i propri confini. L’analisi di Ellwood s’incentra su tre periodi significativi che seguono la prima, la seconda guerra mondiale e il periodo che si apre con la fine della guerra fredda. Nel primo dopoguerra, l’America inizia a riversarsi in Europa con i suoi prodotti, i suoi simboli, i suoi dollari, i suoi uomini di Stato, (come Woodrow Wilson, promotore di un messaggio politico nuovo e radicalmente opposto a quello europeo, o come Herbert Hoover, che ha contribuito, secondo Ellwood, alla definizione di un nuovo modo di proiettare la potenza americana in Europa, vale a dire le organizzazioni umanitarie su larga scala). Largo spazio è dedicato alla spinta modernizzatrice americana del secondo dopoguerra, con la promozione del piano Marshall, che ha rappresentato un’ulteriore tappa nel confronto tra America e Europa in termini di modernizzazione della società. Con l’European Recovery Program, gli americani mettevano gli europei dinanzi ad una scelta: accettare la diagnosi americana dei mali dell’Europa, e modernizzarsi secondo le ricette americane, oppure accettare a braccia aperte il modello comunista sovietico. «Anche voi potete essere come noi!», recitava lo slogan del piano Marshall, che testimoniava la convinzione di Washington che il mito americano sarebbe diventato un modello valido per salvare il Vecchio Mondo dall’arretratezza e dalla paralisi spirituale in cui si trovava. Naturalmente, in un contesto particolare come quello della guerra fredda, e in un teatro importantissimo come era quello eu- 332 ropeo, il piano Marshall diventava anche una potente arma di lotta ideologica, un’operazione “antiincendio”, come la definì l’ambasciatore Averell Harriman, un modo attraverso il quale contenere l’avanzata comunista in Europa. Il ben documentato lavoro di Ellwood, che egli stesso definisce il libro di una vita, offre prospettive di riflessione che vanno ben oltre i tradizionali concetti di “americanizzazione” e “antiamericanismo”, per ridefinire quella che viene chiamata “egemonia americana”, di cui si discute nell’ultima parte del volume, dedicata al periodo post-guerra fredda. La combinazione di hard e soft power e la successiva affermazione dell’unilateralismo e della hyperpuissance americana sono ampliamente trattate nell’ultima parte del libro. Con la fine della guerra fredda, al potere politico ed economico degli Stati Uniti si affiancava la dimensione culturale della potenza americana, la forza d'attrazione che i modelli e gli stili di vita americani esercitavano sul mondo. Secondo alcuni intellettuali americani, i prodotti di Hollywood, la Coca Cola, le libere elezioni fornivano una valida alternativa in termini di influenza e di legittimità agli occhi dei potenziali alleati e determinavano l’egemonia americana nel mondo. Un soft power che, però, con l’attacco alle Torri gemelle del 2001, apre di nuovo all’hard power – tornato con forza sulla scena con la dichiarazione di guerra al terrore culminata con l’attacco all’Iraq del 2003 – e all’unilateralismo americano, che riporta alla luce, in un’Europa sempre più in crisi di identità e di progetto, vecchi e nuovi rancori, ostilità e forme di reazione alla nuova sfida statunitense. Il dibattito intellettuale euro-americano, avviatosi con la guerra in Iraq, rappresentava una nuova fase nei rapporti tra le due sponde dell’Atlantico, una’ampia riflessione – come notava Susan Sontag, ricordata dall’A. – sul «venerabile contrasto tra “vecchio” e “nuovo”»; un contrasto «genuino, inestirpabile, al centro di ciò che consideriamo l’esperienza stessa». Non si poteva scegliere l’uno o l’altro, ma bisognava sceglierli entrambi: «Che cos’era la vita se non una serie di negoziazioni tra il vecchio e il nuovo?» (p. 291). A rendere difficile il confronto con l’America era la sua peculiare commistione tra eredità e invenzione, tra un paese conservatore, che celebrava il nuovo piuttosto che il vecchio, e un paese capace di inventare modi per proiettare il suo potere nel mondo. VALENTINA VANTAGGIO FRANCO RIZZI, Dove va il Mediterraneo?, Roma, Castelvecchi, 2013, p. 120. A due anni di distanza dall’uscita di Mediterraneo in rivolta, Franco Rizzi è ritornato ad occuparsi della sponda sud del mare nostrum, delineando un ideale ponte tra quelle riflessioni, nate in seguito allo scoppio delle proteste in Tunisia, e gli eventi che stanno caratterizzando il Nord Africa (e non solo) dal febbraio 2011 in poi. L’autore, uno dei massimi esperti italiani di storia del Mediterraneo, nonché fondatore dell’UNIMED (l’Unione delle Università del Mediterraneo), continua a narrare gli eventi che stanno infiammando le civiltà “accatastate le une sulle altre” tanto care a Braudel. In ordine cronologico, si susseguono tra queste pagine, l’inizio delle rivolte in Tunisia con il gesto estremo dell’attivista Mohamed Bouazizi, a cui seguì la fuga di Ben Alì dopo ben venticinque anni di dittatura; appena un mese dopo, la rocambolesca fuga di Gheddafi da Tripoli a Sirte fino alla sua uccisione da parte dei ribelli; la fuga di Mubarak dall’Egitto e l’esplodere del movimento di Piazza Tahrir. E poi, ancora, scioperi, manifestazioni, cortei, le cui immagini sono rimbalzate da un capo all’altro del pianeta grazie a cellulari e computer che, in pochi tweets, hanno raccontato il dilagare del fermento in Arabia Saudita, in Bahrein, in Giordania, in Kuwait, Mauritania, Sudan, fino all’Iran, che un paese arabo non è. Ma, nell’analisi dell’autore, emerge anche la fase di “raffreddamento” di quella che il giornalismo internazionale ha ribattezzato come “primavera araba”: la vittoria dei partiti islamisti, il caos siriano, la “normalizzazione” delle rivolte negli altri paesi, sembrano oggi deludere gli occidentali e mandare in crisi gli storici che, come Rizzi, si interrogano circa la vera matrice e la genuinità di questi movimenti. Lontano dalle telecamere, infatti, quest’area tanto maltrattata dalla storia sembrava aver attinto nuova linfa vitale dalla caduta 333 dei vecchi regimi. Ma, nel lungo periodo, il corollario di tali vicende sembra essere tutt’altro che democratico, caotico. A complicare i complessi eventi di questa primavera presunta, numerosi omicidi politici. Quello di Chokri Belaid, ad esempio, il più recente in ordine di tempo. L’attivista e avvocato, presente sulla scena tunisina sin dagli anni Ottanta, infatti, dopo aver conosciuto la censura di regime e la carcerazione, è tornato alla ribalta in occasione degli ultimi avvenimenti, schierandosi tra le file del Movimento dei Patrioti Democratici, per poi perdere la vita, nel febbraio di quest’anno, in un attentato. Uno dei tanti assassinii politici cui, però, viene dato un valore di spartiacque tra ciò che la “rivoluzione dei gelsomini” poteva essere e ciò che non è stato. Dopo tre anni di rivolte, e a riflettori semispenti su queste realtà, eccezion fatta per Egitto e Siria, l’autore vuole dare compimento alla sua analisi rispolverando il ruolo della vecchia Europa. Il Mediterraneo, verso il quale le istituzioni europee avevano puntato per il rilancio dell’Europa stessa (si pensi alla Dichiarazione di Barcellona del 1995 o l’Unione per il Mediterraneo, voluta fortemente dall’ex presidente francese, Sarkozy) deve essere il punto da cui ripartire. L’area, secondo Rizzi, si trova in uno stato d’indifferenza e stasi. A suo parere, solo la cultura potrà riscattare la regione euromediterranea, purché essa si faccia concreta e si traduca in azioni politiche: la sponda sud e la sponda nord del Mediterraneo, infatti, 334 in tutta la fase post-coloniale non avrebbero mai realmente dialogato, perché non interessate realmente a farlo. Adesso, più che mai, quel dialogo è necessario. Accanto al caos generato dalle primavere arabe, si affianca, però, la più grande crisi che l’Unione Europea abbia affrontato dalla sua fondazione. Come sta dialogando l’Europa con i paesi in rivolta, in questo momento? Da un lato, permangono strumenti di dialogo a 27 voci, ma, dall’altro, sembrano essere tornati in auge anche rapporti eminentemente bilaterali fra vecchi imperi e vecchie colonie, in particolar modo in campo commerciale. Un caos politico, economico e culturale che sta interessando specularmente le due sponde dell’antico mare. A conclusione di questa analisi, il ruolo di faro sembrerebbe spettare ancora al Vecchio Continente. L’Europa, cogliendo la crisi attuale come un’opportunità per interrogarsi su stessa e autoriformarsi, dovrà essere in grado di trascinare con sé il meglio che possa giungere dalla sponda sud: è da lì che si dovrebbe ripartire per recuperare la vecchia idea di Mediterraneo come “lago di pace e prosperità condivisa” (nata a Barcellona quasi venti anni fa), sconfessando la sua attuale condizione di polveriera internazionale. FRANCESCA SALVATORE BOAZ VANETIK – ZAKI SHALOM, The Nixon Administration and the Middle East Peace Process, 19691973: From the Rogers Plan to the Outbreak of the Yom Kippur War, Brighton (U.K.), Sussex Academic Press, 2013, pp. 300. Si tratta di anni cruciali nel processo di distensione tra gli Stati Uniti e l'Unione Sovietica, cui l'amministrazione Nixon si applicò con particolare impegno. La situazione del Medio Oriente faceva in parte eccezione rispetto al clima generale positivo che si era instaurato tra le due superpotenze su alcuni temi della politica internazionale. Ciò era dovuto agli esiti della guerra del 1967, che aveva visto il trionfo militare di Israele sui nemici arabi e l'affermarsi dell'egemonia americana sulla regione, situazione assai sgradita a Mosca. Questa considerazione è preliminare per introdurre il ricco libro di Vanetik e Shalom, che studia uno dei più importanti aspetti della politica internazionale di Richard M. Nixon e, possiamo aggiungere, di Henry A. Kissinger, prima consigliere per la sicurezza nazionale, poi segretario di Stato del presidente americano nel suo secondo mandato. Il punto di partenza dell'analisi è il tentativo di William P. Rogers, segretario di Stato nel primo mandato presidenziale di Nixon, di proporre un piano per mettere fine al contenzioso araboisraeliano in collaborazione con l'Unione Sovietica e nel rispetto della Risoluzione 242 delle Nazioni Unite, che prevedeva, tra l'altro, il ritiro di Israele dai territori egiziani occupati durante la guerra del 1967. Vanetik e Shalom analizzano il piano Rogers in tutta la prima parte del libro, ponendo particolare attenzione a evidenziare le sue implicazioni e le reazioni che suscitò non solo in Israele e nelle capitali arabe, ma soprattutto all'interno della stessa amministrazione americana, dove Kissinger convinse Nixon che esso non fosse nell'interesse degli Stati Uniti. Infatti, secondo Kissinger e poi Nixon, la situazione che s'era creata dopo la guerra del 1967 doveva restare inalterata, perché Washington, grazie al trionfo di Israele, aveva consolidato una posizione egemonica nel Medio Oriente a scapito di Mosca: una valutazione tipica del confronto bipolare in una regione strategica. Allo stesso modo, Israele era dell'avviso che l'eventuale incontro tra americani e sovietici, auspicato da Rogers, non poteva che modificare lo status quo a proprio danno. Da qui, poi, l'allontanamento di Rogers nel secondo mandato di Nixon e la sua sostituzione con Kissinger. La “guerra di attrito”, messa in atto da Sadat ai confini con Israele tra il 1971 e il 1972, che gli autori analizzano nella seconda parte del volume, fu “accettata” da Israele, perché, alla fin fine, non intaccava la stalemate policy né degli Stati Uniti, né dello stesso Israele nella regione. Se ne rese conto ben presto anche il raìs egiziano, il quale valutò che la “guerra di attrito” finiva per usurare più l'Egitto che Israele. Perciò, si decise a muovere guerra allo Stato ebraico in quella che fu definita la “guerra dello Yom Kippur” dell'otto- 335 bre 1973. L'esito della guerra del 1973, se accoppiato a quello della guerra del 1967, non fece altro che confermare e approfondire il ruolo egemonico degli Stati Uniti nella regione e la messa in mora dell'Unione Sovietica. Dal canto suo, Israele vedeva rafforzata la propria posizione rispetto ai nemici arabi. Tuttavia, alla fine della guerra del 1973, Nixon e Kissinger, anche in ragione del fatto che Sadat avesse rotto con i sovietici nel 1972 e si fosse riavvicinato a Washington, cominciarono a considerare che la stalemate policy dovesse essere sostituita da una politica americana più attiva: «Kissinger e Nixon – scrivono Vanetik e Shalom, a conclusione della loro analisi – compresero come fosse vitale per gli interessi [americani] dar inizio ad una politica di sistemazione del Medio Oriente, poiché gli Stati Uniti erano l'unico attore in grado di far avanzare il processo di pace e di restituire stabilità alla regione» (p. 260). ANTONIO DONNO VIGGIANO – ROSDonne e società. Partecipazione democratica e cittadinanza digitale, Trento, Tangram Edizioni Scientifiche, 2013, pp. 244. PASQUALE L. DI SELLA BUFANO, Il testo di Di Viggiano e Bufano si inserisce in una collana dedicata all’eGovernment, che offre spazio e dignità di stampa alle ricerche condotte dall’omonimo laboratorio dell’Università del Salento. 336 Nel caso di questo volume, l’indagine, condotta con metodo campionario in alcune realtà comunali del sud-Salento, ha confermato la persistenza di un difetto di applicazione delle regole sulle Information and Communication Tecnologies, ossia sugli strumenti di informazione e comunicazione tecnologica utili ad implementare la cosiddetta “cittadinanza digitale”. L’atteggiamento colpevolmente omissivo degli enti locali nel trasformare in opportunità concrete gli indirizzi comunitari penalizza sensibilmente le donne, che pure si rivelano abili «internaute anche in fasce di età che, per istruzione, cultura, interessi e perizia tecnologica sembrerebbero escluse da forme di comunicazione telematica», ma che «si dichiarano lontane dalla politica», anche perché «mancano gli strumenti della partecipazione che, in base alle norme vigenti, devono essere digitali» (p. 218). Eppure, numerosissimi sono gli interventi dell’Unione Europea: dai piani di azione eEurope 2002 e eEurope 2005 – che hanno indicato l’obiettivo strategico di fronteggiare l’esclusione sociale anche attraverso l’uso delle TIC, promuovendo la e-partecipazione (eInclusion) – ai piani di azione i.POLICY2010 e eGovernment 2010 – per rafforzare la partecipazione dei cittadini e la decision-making democratica, con l’uso dei mezzi informatici, dal livello municipale sino a quello europeo (e-democracy) – fino all’agenda digitale europea e al conseguente piano d'azione europeo per l'eGovernment 2011/2015, che ha ribadito l’impegno degli Stati membri di sviluppare e promuovere modi più utili e adeguati, basati su soluzioni TIC, per consentire ai cittadini e alle imprese di partecipare alle consultazioni pubbliche, ai dibattiti e ai processi di elaborazione delle politiche (e-democracy) – e alle norme nazionali (si veda, per esempio, il Codice dell’amministrazione digitale), che sollecitano l’evoluzione in senso “digitale” dell’amministrazione. Il pregio di questo libro, che oltre alla prefazione di Raffaele De Giorgi e alla descrizione ragionata della ricerca (Cap. II: metodo, obiettivi, fasi e gruppo di lavoro, conclusioni, pp. 145-174), ospita tre saggi introduttivi dedicati all’evoluzione storica della condizione femminile, è proprio quello di essere concentrato sulla donna e sul rafforzamento della sua cittadinanza politica, grazie all’avvento delle nuove forme di partecipazione democratica (eDemocracy). La facile obiezione che si tratti di un tema inflazionato non tiene nel debito conto l’evoluzione subita dalle politiche antidiscriminatorie nell’ultimo cinquantennio, da quando, cioè, sono prepotentemente emerse le teorie di “genere”. Il termine gender (da cui gender theories), ancora oggi impropriamente impiegato in alternativa a sex, è stato utilizzato per la prima volta da John Money nel 1955, con riferimento all’identità sessuale, che – secondo il sessuologo – non si risolverebbe nella conformazione biologica del sesso, ma dipenderebbe dall’educazione e, dun- que, dai processi di socializzazione. Sull’onda del successo di questa teoria, il tradizionale significato di “genere” (che atteneva alle categorie grammaticali di “maschile”, “femminile” e “neutro”), proprio a partire dagli anni ’50, si è affrancato dall’originaria pertinenza, ponendosi in rapporto dialettico con il “sesso” e confinando quest’ultimo alla descrizione delle caratteristiche biologiche e fisiologiche dell’uomo e della donna. Non è agevole comprendere quanto la rivoluzione del gender abbia giovato all’emancipazione della donna: le sue problematiche specifiche si sono, infatti, diluite in un mare magnum di rivendicazioni legate alle nuove categorie discriminate, riassunte nell’acronimo LGTB (Lesbian, Gay, Transgender, Bisexual), ed indebolite da un relativismo culturale che tollera come accettabili pratiche attuate in palese violazione della dignità della donna (cfr. A. Pisanò, I diritti umani come fenomeno cosmopolita, Milano, 2012, p. 248). La breve ma significativa ricostruzione dell’identità storica femminile, proposta da Di Viggiano (dalla “codificazione” platonica del dominio alla “naturale” sudditanza agostiniana, all’educazione strumentale, al roussoviano piacere degli uomini) riporta in primo piano il tema delle discriminazioni, dei pregiudizi e degli stereotipi concepiti a danno della donna, in ragione delle sue peculiarità psicologiche e biologiche. Il saggio di Bufano ne ricontestualizza i termini, collocandoli all’interno del dibattito pubblico sulle azioni a dife- 337 sa della maternità, della partecipazione e della rappresentanza politica femminile. Infine, il valore aggiunto dell’opera è che la condizione femminile presa in esame si colloca all’interno di un tessuto, quello meridionale, anch’esso “differente” e desideroso di riscatto, come acutamente sottolinea De Giorgi, nella sua prefazione: «La donna può dire la sua uguaglianza e può rivendicare la sua differenza, così come il Sud può dire la sua uguale dignità e rivendicare la sua differenza» (p. 10). MAURIZIA PIERRI ELLIOT ABRAMS, Tested by Zion: The Bush Administration and the Israeli-Palestinian Conflict, Cambridge, Cambridge University Press, 2013, pp. 339. Vice-assistente del presidente e viceconsigliere per la sicurezza nazionale nell’amministrazione di George W. Bush, relativamente alle questioni mediorientali, Abrams ci fornisce una precisa, indispensabile ricostruzione della politica mediorientale di George W. Bush e, in particolare, delle relazioni americane con Israele. Bush ripristinò la special relationship con Israele dei tempi di Ronald Reagan, facendo dello Stato ebraico lo strategic asset della politica americana nel Medio Oriente agli inizi degli anni Duemila. Una politica che scaturì da un’analisi circostanziata della situazione della regione, di cui Abrams fu testimone diretto. 338 Benché Bush fosse dell’avviso che si dovesse perseguire una politica rivolta alla creazione di due Stati in Palestina, due fatti drammatici lo fecero recedere da questa intenzione iniziale: l’attentato alle Twin Towers dell’11 settembre 2001 e la recrudescenza degli attentati terroristici palestinesi in territorio israeliano. Secondo Abrams, Bush fu così scosso da questi avvenimenti che, in un discorso tenuto alle Nazioni Unite il 10 novembre, affermò senza mezzi termini, quasi preannunciando la sua futura freedom agenda per il Medio Oriente: «“Ma la pace si realizzerà soltanto quando verranno meno per sempre l’incitamento, la violenza e il terrore”» (p. 22; i corsivi sono miei). Di qui, la decisione di Bush e della sua amministrazione di impegnarsi a sradicare il terrorismo partendo proprio dal suo terreno di coltura, il Medio Oriente, e di rinsaldare le relazioni con Israele, unico paese della regione di solida democrazia. Dal canto suo, Arafat, pur condannando gli attentati terroristici, faceva il pesce in barile: «Nonostante il mutamento nei toni retorici, il vecchio gioco era sempre lo stesso: egli non faceva nulla per realizzare le riforme e per mettere fine al terrorismo» (p. 37). Da questo punto di vista, ben presto le relazioni tra Ariel Sharon, primo ministro di Israele, e Bush si rafforzarono, nella comune convinzione che il terrorismo palestinese fosse sostenuto da Arafat e che il movimento palestinese, in realtà, non volesse la pace, ma coltivasse il sogno di sempre: la distruzione di Israele. Fattori storici, culturali, ideologici intervennero a rinsaldare il rapporto tra i due paesi e, inoltre, sul piano strettamente politico, i due governi condividevano una visione del contenzioso israelo-palestinese che considerava Arafat il principale ostacolo per il processo di pace. Di conseguenza, Arafat doveva essere rimosso. Partendo da questa comune valutazione, Sharon, nell’analisi molto accurata di Abrams, ottenne da Bush, di fatto, un rinvio sine die del problema della creazione di uno Stato palestinese e, d’altro canto, lo stesso Bush, alla morte di Arafat, «[…] non versò lacrime di coccodrillo […], ma guardò avanti» (p. 119). Del resto, ormai il progetto di Bush riguardava la situazione dell’intero Medio Oriente, di cui la questione palestinese era soltanto un tassello, anche in considerazione del fatto che il ritiro di Israele da Gaza, concordi Sharon e Bush, si era rivelato un fallimento, perché la zona era caduta in possesso dei terroristi di Hamas – dopo una cruenta guerra civile – a spese dell’Autorità Palestinese di Abu Mazen, su cui l’amministrazione americana contava per la soluzione del conflitto con Israele. Perciò, la freedom agenda del presidente americano finì per avere un profilo ben più vasto, consistendo in un grande progetto di democratizzazione dell’intera regione. Uscito di scena Sharon, gli successe Ehud Olmert, senza che le relazioni tra i due paesi subissero mutamenti. Il quadro si fece più fosco quando Israele dovette imbarcarsi in una guerra con gli Hezbollah ai con- fini con il Libano, mentre, dal canto suo, Hamas continuava a riscuotere larghi consensi presso la popolazione palestinese, consensi che, a detta di Bush, erano da attribuirsi al fatto che «Fatah puzzava di corruzione e i palestinesi ne erano stufi» (p. 164). Alla fine del conflitto, Bush, Olmert e Abu Mazen si incontrarono ad Annapolis nel novembre 2007, ma era ormai troppo tardi; come scrive Abrams a conclusione del suo lavoro, «Annapolis ebbe luogo a meno di un anno dalle elezioni del 2008, quando il presidente sarebbe divenuto ufficialmente un’anatra zoppa» (p. 260). GIULIANA IURLANO 339 Gli autori Luciana Barone ha conseguito la laurea magistrale in Scienza della Politica presso l’Università del Salento, con una tesi in Storia degli Stati Uniti. Recentemente ha trascorso un periodo di ricerca presso i National Archives II e la Library of Congress di Washington. È autrice dei saggi Anatolij Sharansky e l’impero del male, in «Eunomia», II, Carra Editrice, 2008, e “Civilizing Capitalism”: capitalismo e democrazia nella riflessione intellettuale fra 800 e 900, di L. Apolloni, L. Barone, A. Mogorovich, F. Salvatore, in «C’era una volta l’America», 4, autunno 2012, pp. 23-38. Anna Silvia Bruno è Assegnista di ricerca in Diritto Pubblico Comparato presso il Dipartimento di Storia, Società e Studi sull’uomo, Università del Salento. È stata Visiting research scholar presso la Cardozo Law School (New York), pesquisadora visitante presso la UNISINOS e la UNISC (Brasile); titolare di borse di ricerca, tra cui quella dello Swedish Institute (Umeå), della Fordham Law School (New York) e del Research Council of Norway (Oslo). Relatrice in vari Convegni internazionali, tra cui il World Congress of Constitutional Law (2007), la Critical Legal Conference (2010) e la IAITL Conference (2012). Tra le sue pubblicazioni, Constitutional fidelity (Giappichelli, 2011), Contesto scandinavo e specificità svedese (Aracne, 2012). Daniele Caviglia è Professore associato di Storia delle relazioni internazionali presso la UNINT-Università degli Studi Internazionali di Roma. Ha recentemente curato con D. De Luca, F. Perfetti e A. Ungari, Aldo Moro nell’Italia contemporanea (Le Lettere, 2011) e con E. Calandri e A. Varsori, Détente in Cold War Europe: Politics and Diplomacy in the Mediterranean and the Middle East (I.B. Tauris, 2013). Stefano Cambi ha conseguito nel 2003 la laurea in Scienze Politiche all’Università di Firenze con una tesi in Storia delle relazioni internazionali. Nel 2012 ha conseguito il titolo di Dottore di ricerca in Storia delle relazioni internazionali all’Istituto Italiano di Scienze Umane (SUM) di Firenze. I suoi interessi di ricerca sono attualmente indirizzati verso la storia della diplomazia culturale statunitense con una particolare attenzione al caso del cinema. 341 Maria Luisa De Benedetto è Dottore di ricerca in Storia delle Relazioni e delle Organizzazioni Internazionali presso l'Università del Salento. Nell'a.a. 2008-09 ha ottenuto una borsa di studio dal governo polacco per svolgere attività di ricerca a Varsavia. Si occupa di Europa Orientale. Ha pubblicato La Repubblica Popolare Polacca e la grande distensione. Interviste a Wojciech Jaruzelski, Jan Bisztyga e Józef Czyrek, in «Nuova Storia Contemporanea», XVI, 3, maggio-giugno 2012. Andrea Francioni, Ph.D., è Professore associato di Storia delle relazioni internazionali all'Università di Siena. È autore di due monografie (Medicina e diplomazia, 1999; Il “banchetto cinese”, 2004) e di numerosi articoli sull'imperialismo occidentale in Cina e Africa. Sta sviluppando un progetto di ricerca dedicato ai funzionari italiani delle Dogane marittime cinesi (1881-1943). I suoi attuali interessi di ricerca riguardano la politica estera cinese dopo il 1949 e l'imperialismo occidentale nella Cina repubblicana e degli ultimi Qing. È membro della Association for Asian Studies, dell’Istituto italiano per l'Africa e l'Oriente e della Società italiana di storia internazionale. Teodolinda Pascali ha conseguito nel 2012 la laurea magistrale in Scienza della Politica. Il presente lavoro è parzialmente tratto dalla sua tesi di laurea in Storia delle Relazioni Internazionali. Joan Lluis Perez Francesch è Professore di Diritto costituzionale nel Dipartimento di Scienza Politica e Diritto pubblico dell’Università Autonoma di Barcellona. Ha ricoperto importanti incarichi in seno alla Facoltà di Diritto della UAB. È coautore del libro di testo in catalano, Lliçons ecciones de Dret Constitucional, e di diversi scritti di Diritto pubblico per la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). È autore di varie monografie sul Governo e sui temi della libertà e della sicurezza. È stato visiting professor presso l’Istituto Universitario Europeo di Firenze e membro del comitato scientifico del “Dottorato Internazionale di ricerca: sistemi giuridici e politici comparati” del Dipartimento di Studi Giuridici dell’Università del Salento, a Lecce, e attualmente è membro del Collegio dei Docenti del Dottorato di Diritto pubblico dell’Università di Bari. Presiede il gruppo di ricerca su “Libertà, sicurezza e trasformazioni dello Stato” del Dipartimento di Scienza Politica e Diritto Pubblico della UAB. 342 Antonio Visconti ha ottenuto una laurea triennale in Scienze sociali per la Cooperazione internazionale, lo sviluppo e il non-profit e la laurea specialistica in Scienze dello Sviluppo con una tesi di ricerca dal titolo Processi di transizione e consolidamento democratico: il caso rumeno presso l'Università del Salento. Manuela Williams è docente di Storia dell'Europa e del Medio Oriente all'Università di Strathclyde, Gran Bretagna. Tra le sue pubblicazioni: Mussolini's Propaganda Abroad: Subversion in the Mediterranean and the Middle East, 1935-1940 (London: Routledge, 2006). Al momento è impegnata in due progetti: uno studio su propaganda, democrazia e opinione pubblica durante la seconda guerra mondiale e la biografia del politico iracheno Nuri al-Said. 343 Eunomia Rivista del Corso di Laurea in Scienze Politiche e delle Relazioni Internazionali http://siba-ese.unisalento.it/index.php/eunomia © 2013 Università del Salento – Coordinamento SIBA http://siba2.unisalento.it